APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 2, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Mi silencio transmite muchas cosas. Dichosos de aquellos que comulgan Conmigo, pues nunca se arrepentirán. Serán los testigos para los tiempos que llegarán. Así Dios lo ha determinado.

Hoy les traigo a todos, Mi Consciencia agonizante del Getsemaní, pues Yo allí viví muchas cosas por todos y nunca Me arrepentí de vivir todo lo que el Padre Me entregó. Todo eso ha permitido, compañeros, que a través de la agonía en el Getsemaní, hoy todos ustedes estén aquí. Y muchas almas también que no están en este plano con ustedes, mas sí atentas a la voz de Mi llamado que las congrega y las une en este tiempo de redención.

Hoy estoy acompañado por Thiago y por Juan, guardianes de vuestra obra, que siguen silenciosamente vuestros pasos. Hoy se los entrego como guardianes de esta Obra magnífica que es construida por las propias manos del Creador, a través de la intercesión de los Sagrados Corazones.

Sientan al huerto Getsemaní como un momento de sacrificio. Allí el Hijo de Dios comenzó a superar la muerte. Y a través de la redención de todo lo impuro y pecaminoso, alcanzó el camino de la Resurrección.

En el huerto Getsemaní, Mi silencio dejó grabado el Propósito de Dios para el mundo. Ese fue el gran momento, compañeros, en el que la primera espada de la traición y de la negación del mundo traspasó el Espíritu de Mi Corazón. Allí Yo viví la primera señal por todos ustedes, por todas las generaciones que vendrían después de Mí.

Y así, a través de Mi sacrificio y de beber de ese Cáliz espiritual, muchos discípulos Míos despertaron a lo largo de los tiempos. Y hoy los vuelvo a unir en la esencia del Corazón, en el propósito del Amor y de la Verdad, que es construido por el esfuerzo de todos, de aquellos que Yo llamo perseverantes, que siguen Mis caminos liberando sus riendas, caminando firmemente por el lugar que Yo les indico, que es el monte de la cristificación.

Muchos tendrán memoria de que Yo haya estado en estos años aquí, pues a través de la palabra, de la evangelización interior, del ejemplo y de la vida es que son redimidos,  y podrán profesar que Yo estuve aquí. Primero en Espíritu, para poder después entregarles Mi Esencia y así prepararlos para el fin de los tiempos.

¡Ay de aquellos que ya no están Conmigo! Mi Corazón silencioso los contempla y los ejércitos angelicales rezan por todos ellos, para que alguna vez resuciten en espíritu de la vida muerta que llevan.

Cuando estoy aquí, todo el Universo se congrega. Dichosos de aquellos que participan de las Leyes Mayores, aunque no las entiendan, a través de Mi Presencia y de vuestra absoluta creencia de que Yo estoy aquí, en Espíritu divino y glorificado, todo se puede cumplir en los espíritus que se abren para acoger Mi llamado, con reverencia y amor, con simplicidad y humildad; algo que Yo necesito que ustedes puedan aprender a vivir aunque no lo sepan. Vivan Mis palabras y así lo alcanzarán.

Hoy representan ante Mis Tronos la Cena Sagrada. ¿Qué significará esto para vuestras vidas y familias y, principalmente, para aquellos que niegan al Hijo de Dios? Aunque muchos se hacen los sordos y no escuchan al Mensajero Celestial.

Esta oferta que ustedes hoy Me hacen aquí, la cual han dedicado con amor, devoción y contemplación a Mi Corazón misericordioso, Mi Espíritu lo recibe con inmensa gratitud y verdad; porque a través de las cosas simples, pero verdaderas, se manifiesta la Luz del Creador, la que conjuga Su Voluntad.

Por un año más, pero como en otros tiempos, vengo a celebrar la Última Cena. Dichosos aquellos que se postran a Mis Pies para recibir Mi ministerio.

"Sagrado Padre...".

No es para repetir. Escuchen y sientan, pues es eso lo que necesito. Estoy pasando aquí por última vez en este tiempo final, antes de que todo se desate como mil caballos sin riendas.

"Sagrado Padre, que concibes la vida y el espíritu en todas las almas, recibe este sacrificio de Tus hijos que es instituido por el pan y el vino, precioso ministerio que Tú has legado a la humanidad, a través del Sagrado Corazón de Tu Hijo, recordando el precioso ministerio de la Última Cena, en donde muchas luces internas se encendieron y almas caídas se elevaron a los Tronos del Cielo para glorificarte y honrarte".

"Recibe Padre Amado, este ofertorio que es la emanación profunda de los corazones buenos. Así, establece Adonai, nuevamente Tu Espíritu Sagrado sobre la humanidad".

"Te imploro Padre Sagrado, que cierres las puertas del mal. Por eso en esta tarde Yo te dono, Mi Sangre, Mi Cuerpo y Mi Divinidad para que muchas almas más sean liberadas de la constante persecución y engaño en el cual viven".

"Así Yo podré instituir, por medio de Tu Espíritu Sagrado, el principio y el fin de Tu Reino Celestial, en donde los ángeles y arcángeles congregarán las buenas nuevas, los dones profundos de Tu Espíritu, que se manifestarán en la vida de todos los seres".

"Y así se concretará, Padre Amado, el Proyecto que Tú has escrito desde el principio".

"Escucha la Voz de Tu Siervo fiel, de la encarnación profunda de Tu Amor manifestado, de la Sabiduría Suprema en esta vida material".

"Recibe en Tu Reino la donación de todas las estrellas y vislumbra, Señor Amado, en los horizontes de todos los planetas, las esferas brillantes de la redención, que fueron colocadas por los ángeles del Cielo desde el momento de Mi glorificación".

"Padre Amado, recibe Tu Divinidad, que es la Divinidad de Tu Hijo. Recibe Tu Amor, que es el Amor de Tu Hijo manifestado. Recibe todos los dones y caridades, que son donados por las almas buenas".

"Recógete Adonai en los corazones simples, para que pueda volver a despertar Tu Sagrado Reino en toda la humanidad, mas en aquellos que necesitan el soplo de Tu Espíritu para volver a resucitar”.  

Que así sea. Amén.

Celebramos en esta tarde la Misericordia de Dios. Y en este segundo día les entrego la segunda llave, la cual deposité en vuestras consciencias a través de Mis sagradas Palabras, colmadas del Amor del Creador y llenas profundamente de la humildad del Universo.

Recíbanla con gratitud, y agradezcan a Dios por este encuentro que quedará marcado en vuestras memorias.

Esto los ayudará a transitar vuestra purificación cuando ella llegue a golpear vuestras puertas. Pero no deberán temer. Aquel que confía en Mi Misericordia, prevalecerá, mas será más fuerte cuando se una a su hermano y en la unidad profunda del Espíritu comparta la transformación como un sacrificio y entrega a Dios.

Celebremos, amados compañeros, la institución para el mundo, de Mi sagrado Cuerpo y de Mi preciosa Sangre.
Renueven vuestros votos y confírmense delante de los Tronos de Luz, pues en esta tarde sagrada, los ángeles están escribiendo la nueva historia en algunas almas.

Clamemos por Adonai, pues Él está presente a través de Mi Espíritu.

Preparen los Sacramentos. Preparen el vino para la consagración.

De este fruto nacen los nuevos seres sobre la Tierra. Dichosos de aquellos que comulgan en reverencia y amor, porque siempre recibirán la mayor parte del Reino de Mi Padre.

Vamos a rezar, a pedido de nuestro Señor la oración del Ángel de Portugal:

Santísima Trinidad
Padre, Hijo y Espíritu Santo
os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la Tierra.
Y en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.

Escuchamos tres campanadas.

Este es el fruto del trabajo de muy pocos, para que la mayoría se pueda servir de él.

Benditos aquellos que beben de Mi Sangre, para que puedan ser transfigurados por la Luz de Mi Corazón.

Santísima Trinidad
Padre, Hijo y Espíritu Santo
os adoro profundamente y os ofrezco
el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad
de Jesucristo, presente en todos los sagrarios de la Tierra.
Y en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido
y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón
y del Inmaculado Corazón de María
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.

Y así, ustedes también consagrados por Mi Espíritu, deberán dar el ejemplo de lo que recibieron, porque muchos por detrás de ustedes esperan por esta sagrada oportunidad.

Vuestra confirmación y decisión permitirá que los que están por detrás de ustedes reciban esta Gracia.

Vayan en paz, Mis soldados, afirmando vuestros apóstoles internos.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Tres campanadas.

Cantemos "Adonai, Espíritu Santo" para despedir a Cristo.