APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN BRASILIA, DISTRITO FEDERAL, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

La paz esté en este lugar, en esta nación y en el corazón de todos los seres.

Mientras la ignorancia impregna el corazón de los hombres, vengo al mundo para continuar llamándolos al despertar.

Mientras el caos se establece, dentro y fuera de los seres, vengo a llamarlos a vivir estados de paz.

Mientras la humanidad cierra los ojos para no ver la realidad del planeta, para no percibir los tiempos que vive y los pasos que debe dar; vengo a llamarlos, hijos, a que sean diferentes, a que comiencen a transformarse de adentro hacia afuera.

Vengo a llamarlos a que abran sus ojos, sus ojos físicos, los ojos de la consciencia, los ojos del corazón, para que puedan ver la realidad del mundo, más allá de las apariencias y de la superficialidad.

Recuerden que están en tiempos de Armagedón, un tiempo de purificación, de transición entre el viejo y el nuevo hombre.

Nada quedará como está. Cada aspecto de la consciencia humana será purificado y transformado para que una nueva realidad se establezca en el mundo, para que sean dignos de formar parte de una Confederación que camina rumbo al cumplimiento de la Voluntad Divina, que vive lo sagrado, el Amor, el Amor Crístico desconocido por la mayoría de seres, a pesar de ser aparentemente tan antiguo en este mundo.

Por eso, no se aferren al viejo hombre, no se aferren a lo que son, a lo que aparentan ser. No se apeguen tampoco a este mundo, porque él también pasará; cada uno, cada espacio de este planeta se transformará.

Por un momento, parecerá que el caos tomará posesión de todos los lugares, de todos los corazones, pero no será así, hijos, para aquellos que se dispongan a vivir la paz dentro de sí mismos. El Reino está en sus corazones; allí gobierna el Rey del Universo, allí se manifiesta Su Voluntad y nada sucederá en sus vidas que no sea Su Divina Voluntad.

A pesar del caos, de la confusión, del mal que impregna al mundo, Yo los llamo a vivir la paz; Yo los llamo a no entrar en conflictos los unos con los otros; Yo los llamo a respetarse, para que comprendan las Leyes que rigen los universos, para que permitan que esas mismas Leyes se manifiesten en la vida sobre la Tierra.

Cada vez más, la ignorancia domina a los corazones de los hombres y si no aprenden a mirar hacia dentro para encontrar Dios en el propio interior, también se perderán, hijos, en esta confusión que el adversario intenta instaurar en la humanidad, para que los padres se peleen con sus hijos, para que nación se levante contra nación, para que no haya paz en el interior de ningún ser.

Esta batalla espiritual se vence a través de la oración, de la transformación de la vida y de los patrones retrógrados de la humanidad. Esta batalla se vence a través del silencio ante la arrogancia, la humillación, la falta de amor y de fraternidad. Esta batalla se vence con ejemplos.

Donde haya desamor, que sus corazones puedan ir más allá y manifestar amor.

Donde haya ignorancia, arrogancia, indiferencia, que sus corazones manifiesten fraternidad, sabiduría y silencio.

El planeta no escapará de su purificación. Mientras caminan en el calvario de estos tiempos, no piensen que el Plan de Dios fracasó, porque él no se manifestó como ustedes esperaban. Así como Cristo fue capaz de ver más allá, aun en la Cruz, sean capaces de ver más allá en el calvario de estos tiempos y, en cada oportunidad de sacrificio, renueven el Amor de Dios en sus corazones. En cada aparente derrota de la vida, decreten dentro de ustedes el establecimiento de la Voluntad de Dios y hagan de cada aprendizaje la oportunidad de renovar el amor, para fortalecer la consciencia, para transformar la condición humana y ser nuevo.

No tengan voluntades mayores que la Voluntad Divina. No tengan ideas mejores que el Pensamiento de Dios. Mediten, reflexionen, sientan en sus corazones cada paso que deben dar y confíen que, en la trayectoria con la cruz de estos tiempos, el triunfo se vive de adentro hacia afuera.

No es la realidad del planeta la que dicta el triunfo de Dios en sus vidas; no es lo que aparentan vivir; no es lo que el mundo ve, sino lo que Dios ve; solo Él ve, dentro de ustedes.

Muchas veces, hijos, ni siquiera ustedes mismos percibirán que Dios está triunfando en su interior, y Su Voluntad, poco a poco, se manifiesta en los que perseveran; Su Amor, poco a poco, crece en los que son persistentes, en los que miran al mundo y que, a pesar de lo que ven, no desisten, así como Cristo no desistió ante la condición humana.

No había nada más retrógrado, grosero, que la humanidad de dos mil años atrás. Aun así, el Redentor colocó Sus Ojos sobre el mundo, sobre los imperfectos e hizo de ellos Sus compañeros; así como hoy, Él espera renovar todas las cosas. Sus Ojos continúan puestos sobre la Tierra, traspasando la imperfección humana y encontrando la esencia de los seres, oculta en su interior, la esencia de cada uno de ustedes, llamada a imitar a Cristo, a vivir el Amor Crístico.

Levanten su voz para orar. Solo levántense a sí mismos si estuvieran en la cruz, en la cruz de estos tiempos, que no significa sufrimiento, sino superación, superación de las superficialidades, superación de las apariencias para vivir un amor nuevo, que trasciende todas las cosas. 

Eso es estar en la cruz: ser capaz de mirar al prójimo y no fijarse en su apariencia, sino reconocer su corazón, su alma, la perfección divina escondida en su interior; alimentar en el otro lo mejor que hay en él, sus virtudes, sus dones, para que ellos crezcan. Que puedan mirar el sufrimiento del prójimo y no colocarlo en la balanza de su propio sufrimiento, sino ser capaces de vencer la indiferencia para extender las manos y servir. De eso se trata el nuevo hombre. 

Que sean capaces de escuchar. Que sean capaces de acoger. Que sean capaces de vencerse a sí mismos y no intentar prevalecer por encima de todos. De eso se trata el nuevo hombre.

Estoy aquí, hijos, para establecer en este lugar un Gobierno Espiritual, a través del descenso de la Voluntad Divina. Y que, por la apertura del corazón de cada uno de ustedes, este Gobierno y esta Voluntad puedan impregnar cada espacio de esta nación para que, más allá de las apariencias, la Voluntad de Dios triunfe de adentro hacia afuera en el corazón de los consecuentes. 

La manifestación del Plan de Dios no se trata de números, sino de la verdad. La transformación de la humanidad, hace dos mil años, aconteció con el sí de doce imperfectos hombres que aceptaron seguir los Pasos de Cristo, que aceptaron vivir Su Voluntad y, aunque no lo percibieran, aceptaron transformar su condición humana, multiplicar los discípulos, llevar la Buena Nueva, establecer la paz, vivir el sacrificio, la renuncia, la humillación, el vacío.

Hoy, ustedes son llamados a ser apóstoles, discípulos, compañeros, haciendo de sus propias vidas el prenuncio de una Nueva Humanidad. Para eso, vine hasta aquí, para llamarlos por el nombre y llevarlos hacia Cristo, para abrir el camino hacia el Señor, así como lo hice hace dos mil años.

Solo les advierto que sepan ver más allá de las apariencias, que sepan comprender que el triunfo sucede dentro de los seres y que no pierdan la esperanza, independientemente de lo que acontezca en los cuatro puntos de este mundo. 

Para que el Gobierno Celestial descienda hasta aquí, Yo los llamo a la oración, Yo los llamo a orar por la paz, a fortalecer el canal de Luz que abrimos en esta ciudad, en este estado, en este país, a través de sus oraciones.

Aquí establecimos un lugar sagrado, dedicado a los Reinos de la Naturaleza, un punto de Luz en el medio de la oscuridad. Yo los llamo, hijos, a fortalecer este lugar, para que sea la representación de toda consciencia brasilera, de sus Reinos, de su pueblo; para que, a través de la oración, permitan que las Leyes Superiores sean siempre las que conduzcan la manifestación de los acontecimientos. 

Brasil tiene un lugar especial en el Corazón de Dios, así como lo tiene cada nación. A partir del Rayo Amor-Sabiduría, el Creador espera renovar Su Amor en este lugar sagrado para todo el planeta. Cada nación guarda, en su interior, una Voluntad Divina; y la Voluntad del Padre es que una Nueva Humanidad pueda nacer del corazón de Brasil y de América del Sur, y se expanda por todo el planeta. 

¿Cómo acontecerá eso? A través de ustedes.

El nuevo hombre no se manifestará en otros que nacerán en el mundo, el nuevo hombre nace de la transformación de cada ser que hoy vive en el planeta. Esa transformación en Cristo debe suceder a través de ustedes. 

¿Quién se postulará para vivirla, para creer que Dios triunfa más allá de sus imperfecciones?

¿Quién ofertará su pequeñez para que Dios manifieste Su Grandeza?

¿Quién entregará la propia fuerza para que Dios manifieste Su Poder? 

¿Quién será capaz de creer en el Padre más que en sí mismo, así como lo hizo Cristo cuando cargó la Cruz? 

Él no creyó en Sí, sino en Aquel que lo enviaba. Esto es lo que son llamados a vivir hoy. No piensen en sus propias capacidades, no pretendan realizar el Plan de Dios con sus propias fuerzas, sino por el Don de la Fe. Confíen en la Voluntad Divina. 

Mediten en Mis Palabras, guárdenlas en el corazón, sientan y perciban a qué Dios los llama hoy.

Esto es todo lo que tengo para decirles. Les entrego Mi Paz, les entrego el Don de la Cura, de la Rehabilitación, de la Restauración, para que aquellos que vinieron a buscar, puedan recibir lo que le están pidiendo a Dios.

Que, a través de la oración y a través de la paz, sus células enfermas sean curadas, su consciencia sea curada de todo miedo, de todo dolor, de toda superficialidad, porque Dios los llama a algo mayor.

¿Para qué buscan la cura?

¿Por qué aspiran a continuar viviendo?

¿Qué harán de sus vidas si fueran curados?

Hagan valer la pena cada segundo en este mundo, dejen que Dios triunfe en ustedes. Tienen Mi bendición para esto.

Comulguen de Mi Paz y del Sacramento que les dejo para que Aquel que Me envía pueda ingresar en ustedes y manifestar Su Gracia en sus cuerpos.

Yo los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco.

Aparición reservada de San José, en la ciudad de Cracovia, Polonia, a la vidente Hermana Lucía de Jesús

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Que el Silencio del Corazón de Dios le hable al mundo.

Dejen que sus corazones transciendan las apariencias, la materia, este espacio físico, para que Yo pueda conducirlos al lugar a donde los quiero llevar hoy.

Como Siervo de Dios vengo a conducirlos a la Fuente de la Divina Misericordia, de la cual bebí como consciencia, como corazón humano.

La Misericordia que proviene del Corazón de Dios aún es muy desconocida para ustedes, porque si conocieran esa Misericordia, la amarían infinitamente.

Coloquen su atención en el Corazón de Dios. Denle ese permiso a su propio espíritu, para que en este lugar Yo pueda mostrarles algo diferente a todo el sufrimiento y la angustia que se guardan en la consciencia humana y en el éter de la Tierra.

Quiero mostrarles una Faz de la Consciencia Divina que es el aspecto misericordioso de Dios a través de Su Hijo.

La Misericordia no nace solo del sufrimiento de Cristo en la Cruz. Ella tiene allí su puerta para el mundo, pero esta Fuente es amplia, universal y divina. Esta Fuente se desborda hacia toda la vida desde el Corazón de Cristo.

La Misericordia es la cura para todas las enfermedades. La Misericordia es el perdón para todos los errores y la Gracia para todas las necesidades.

Yo miro al mundo y veo a una humanidad enferma por no conocer el poder de la Divina Misericordia. Veo a las almas que se pierden en los abismos de oscuridad, desesperanza, ignorancia y desamor por no conocer la Divina Misericordia.

Yo miro hacia el mundo y veo tantas veces a los Reinos de la Naturaleza ultrajados por la consciencia humana, porque en ella no habita la Divina Misericordia.

Tan simple como una fuente de agua que nace de la Tierra y se transforma en un río que sacia la sed de los hombres, así es la Fuente de la Divina Misericordia en el Corazón de Dios.

Una Fuente que se torna un caudal inagotable cuando las almas claman con sinceridad, cuando las palabras no salen vacías por su boca cuando invocan: "Por Su dolorosa Pasión, ten Misericordia de nosotros y del mundo entero".

Este es un ejercicio que les abre la puerta hacia Algo aún inaccesible para el corazón humano, incomprensible porque aún no profundizaron en el amor a la Divina Misericordia.

Si supieran que no hay pecado eterno cuando las almas sinceramente claman por una oportunidad, cuando se arrepienten y convierten sus caminos por la Gracia de la Divina Misericordia.

Las almas pueden ser elevadas de los infiernos y de los purgatorios de este mundo si existe un corazón sincero que clama por Misericordia.

La Misericordia es la Fuente de la Esperanza de Dios, proviene del infinito Amor del Padre por la humanidad y por la vida, proviene del infinito Amor de Dios por cada uno de Sus hijos.

La Misericordia es la verdadera señal de que Él es Dios, el Dios del Amor y de la Gracia.

La Misericordia se esconde incluso en la Justicia Divina, reconvierte las Leyes y las transforma cuando ellas parecerían ser inmutables, porque allí se guarda el potencial del corazón humano, su semejanza con el Padre.

La semejanza de los hombres con Dios no está en las apariencias, ni en lo que conocen de sí mismos. Está en algo más profundo que desconocen. Y cuando acceden a esa verdad es que pueden convertir las Leyes y transformar el destino de la humanidad, así como del planeta, de la Creación.

La Misericordia que nació del Corazón de Cristo cuando estuvo en la Cruz, que se derramó como la Sangre y el Agua de Su Cuerpo fecundando la Tierra, se expandió al Universo y generó oportunidades de redención para todas las criaturas.

Pero esa Misericordia no brota sola. Es necesario una fuerza interior que la impulse. Es el arrepentimiento el que le abre la puerta, el clamor o el amor sincero que nace del corazón cuando él clama por Misericordia, no solo para sí, sino para el mundo entero.

Muchos piensan que conocen la Divina Misericordia, pero no la viven. Se entristecen con la situación del planeta, se indignan por el sufrimiento de los Reinos y de los hombres, pero no buscan la Misericordia.

Hijos, la transformación de este mundo no nacerá de proyectos sociales, nacerá de lo profundo del corazón humano.

De nada les valdrá construir grandes cosas si dentro de ustedes el amor no fuera grande también y la Misericordia no viviera en sus células.

Hoy Yo estoy aquí no solo para rescatar almas y curar corazones heridos.

Estoy aquí para enseñarles a ser intercesores verdaderos, para que profundicen en sus oraciones como el mayor servicio que pueden prestarle a la humanidad y al planeta.

Pocos fueron como Santa Faustina que conociendo profundamente la Divina Misericordia no cabía en sí la voluntad de anunciarla al mundo.

Y tan grande era la angustia de su corazón al saber que el bálsamo para todas las enfermedades estaba disponible y que los corazones preferían permanecer enfermos.

La grandeza de la Divina Misericordia es que ustedes pueden pedirla unos a otros, en nombre de Cristo, cuando le claman a Dios.

Si unen sus corazones al Corazón del Padre y se sumergen en la Fuente de Su Divina Misericordia, estarán intercediendo por el mundo, por realidades que desconocen, que jamás podrían imaginar, que solo los Ojos de Dios, que todo lo contempla, pueden ver.

La Justicia ya está golpeando a las puertas del mundo porque los corazones escogieron no despertar.

Por eso venimos hacia aquí, para que unan su corazón a la Misericordia, para que unan la consciencia humana a la Fuente de la Divina Misericordia, y para que no pierdan, por ignorancia, la oportunidad de vivir la Redención y el Perdón de Dios.

Agradezcan por la Misericordia que nace del Corazón de Cristo todos los días. Amen el momento de unirse a ella, porque ella justifica la existencia de esta Obra y de sus vidas.

Sus almas fueron congregadas para traerle una nueva oportunidad al mundo y para no permitir que la humanidad se pierda, que todo el Amor depositado por Dios en este proyecto humano se desvanezca.

Sean conscientes de esa misión, que va mucho más allá de su pequeña comprensión humana.

Pueden penetrar en los misterios de la Divina Misericordia cuando oran y cuando le piden a Dios conocerla un poco más, vivirla; cuando contemplan la Cruz de Cristo, cuando contemplan el Inmaculado Corazón de María, eterno portador de la Divina Misericordia, y cuando contemplan el Relicario de Mi Corazón, como el símbolo de aquel Corazón que se abrió hacia algo superior, que se permitió conocer la Misericordia de Dios, vivirla y anunciarla, así como Yo lo hago hoy.

Dejen que Mi Corazón los inspire para que encuentren un camino seguro para transformar sus vidas y tornarse intercesores ante de Dios.

Las puertas del Reino Celestial están siempre abiertas para los servidores que oran de corazón.

Entren, colóquense a los Pies del Padre y, por la memoria de la Pasión de Su Hijo, clamen por Misericordia.

Por la memoria de la entrega de María Santísima, acompañando el Calvario de Cristo y sintiendo en Su Corazón cada una de Sus Llagas, clamen por Misericordia.

Por la renuncia del Corazón de San José que, sabiendo todo lo que viviría Su Pequeño Hijo y Su Santa Esposa, dejó este mundo, porque Su renuncia era Su verdadera Misión. Por los méritos de esa renuncia, clamen por Misericordia.

Y por la renuncia que viven cada uno de ustedes todos los días, que es cada vez mayor y a la que son invitados a amar; ofrézcanla también para clamar por Misericordia.

Cada acto de sus vidas puede tornarse una oportunidad de intercesión ante Dios, si aprenden a no reclamar, sino a clamar por Misericordia.

Reciban hoy la Gracia de conocer esta Fuente Divina.

Acepten esta misión de ser misericordiosos y todo se cumplirá tal como Dios lo pensó en el principio.

Hoy, los Rayos de la Misericordia de Cristo traspasan Mi Castísimo Corazón, se irradian a los Relicarios de Mi Corazón en el mundo, donde quiera que estén.

Recuerden Mis Palabras cuando los contemplen y pidan la Gracia de amar a la Misericordia delante de ellos, porque Yo intercederé por ustedes, para que ustedes intercedan por otros.

Con estas palabras les agradezco, los bendigo y uno sus corazones a la Fuente de la Divina Misericordia.

San José Castísimo

Aparición de San José, en el Centro Mariano de Figueira, Minas Gerais, Brasil, a la vidente Hermana Lucía de Jesús

De donde Yo vine el amor es escaso y el sufrimiento de las almas no les permite recibir la Gracia y la Misericordia de Dios.

Como Siervo del Creador de todas las cosas, ingresé en los profundos abismos de este planeta, para dar a conocer a los corazones una realidad diferente, que sus ojos no podían ver, que no podían sentir ni comprender que existía.

Una parte de este sufrimiento Yo lo traje hasta aquí y se podrán preguntar porqué. Es para que vean que en verdad ustedes tienen todo; solo les resta dar todo de sí mismos por aquellos que verdaderamente necesitan.

A pesar de que Yo traigo este sufrimiento para que sea liberado, no es solo eso lo que coloco delante de sus corazones; les traigo también la Esperanza y la Gracia de la Liberación, para que crean que todo se puede transformar; aún las heridas más antiguas, los sufrimientos más profundos, los peores errores cometidos; todo se puede transformar.

Este abismo que hoy les muestro proviene del corazón de una nación herida. Herida por la ignorancia de los hombres, por la distancia que hay entre el corazón humano y el corazón de Dios, cuando no quieren verlo. Pero, de la misma forma, hijos, del propio corazón de esta nación, más profunda que todos los abismos, más poderosa que la ignorancia, que la indiferencia, que el dolor, Yo les traigo una nueva esperanza.

Desde lo profundo del corazón de esta nación herida, hago emerger una esencia que no proviene de este mundo, pero sí del Corazón de Dios. Esa esencia, hoy, es incomprensible para ustedes porque la desconocen, pero es tan brillante como mil soles y tan palpable como ustedes lo son para el mundo.

Esta esencia que estaba oculta comienza a pulsar, porque recibió una nueva oportunidad. Esta esencia cruzó los abismos que la ocultaban y, silenciosamente, también cruzó fronteras y se fue retirando de esta nación herida, encontró reposo en otro lugar.

Yo les hablo del corazón de Roraima. Esto no significa, hijos, que sus queridos hermanos de la Venezuela no tendrán más una esperanza; al contrario, esta esencia que ahora emerge y se prepara para poder expandirse viene en auxilio de todas las almas, viene en auxilio de sus hijos, aquellos que se comprometieron con ella desde el principio de esta creación; que se comprometieron, inclusive, a purificar sus vidas y perseverar, confiantes en este plano de amor.

¿Por qué Yo les hablo de estas cosas, estando aquí tan distante, aparentemente, del corazón de Roraima? Porque esta es Mi casa. Aquí Yo protejo Mis palabras y las pronuncio al mundo con la potestad que el Creador Me concedió, para instruir y despertat a las almas. Aquí Yo revelo códigos de luz y de amor que los transforman y los elevan, para que lleguen hasta aquel lugar donde el Creador los espera, donde deberían estar desde el principio.

Es por eso que desde aquí, desde Mi casa, impulso el corazón de Roraima y lo protejo para que su esencia sea resguardada y no esté más en los cautiverios de este mundo, como están tantas almas en este tiempo. La esencia de Roraima se libera, para que las almas también sean liberadas y, a pesar del dolor y de las pruebas que seguirán viviendo, que la fortaleza interior de los hijos de Roraima no sea destruída y el amor que alcanzaron, la alegría y la esperanza, no desaparezcan de sus corazones.

Aparentemente, el enemigo comemora un triunfo, pero Dios, hijos, comemora la victoria de sus criaturas a través del amor que supera todo el sufrimiento, así como el de Su Hijo lo superó estando en la cruz.

La esencia de Roraima será, para sus hijos, como los ancángeles y los ejércitos celestiales, que sustentaron la Cruz de Cristo hasta el fin. Ella se libera para que su luz los sustente, a pesar del calvario de este mundo y los cure, aunque parezca que el cuerpo se muere. Si todas las células desaparecieran y la consciencia conociera lo que llaman de muerte, la esencia de Roraima les mostraría la verdadera vida, que la humanidad aún desconoce, por estar tan presa de las ilusiones de este mundo.

Hoy es día de un nuevo comienzo, un día para levantar sus rostros a Dios y clamar por la renovación.

La esencia de Roraima tendrá mucho para reconstruir y, a pesar de mantenerse silenciosa, su silencio habla más alto que todos los gritos de dolor de este mundo.

Con eso les digo, hijos, que el mundo conocerá en este ciclo su purificación, pero también una esperanza que desconoce, así como Aurora despertó en estos últimos días a través de la Voz de la Madre del Mundo, que resonó en los Universos y volvió a abrir las fuentes de cura para la Tierra.

Esta cura, como un manantial que proviene del Reino de Aurora, está llegando, también, silenciosamente, a aquellas esencias que estaban calladas y ocultas en lo profundo del planeta, como si no existieran, como si nadie las conociera, porque por Ley de Dios, debían estar silenciosas, para que luego llegase el tiempo en que sus voces volvieran a resonar; y que el sonido de esas esencias divinas, guardadas en lo profundo de la Tierra, pudiese ser escuchado en el corazón de los hombres y que todos los misterios escondidos en la Tierra, pudieran emerger en este tiempo y despertar a las criaturas revelándose en los corazones de los hombres.

Los que eran tenidos como locos serán los únicos que tendrán razón y sabrán estar de pie cuando esos misterios se revelen. Que todas las enseñanzas que les trajimos hasta aquí sean la base de esta nueva escalera, que deberán comenzar a subir a partir de este nuevo ciclo. No se aferren solamente a lo que ya conocen. Dejen que se renueve la sabiduría y el conocimiento dentro de ustedes, para que sean instrumentos para la renovación de esta humanidad, para que lo que les parece nuevo sea lo obvio, aquello que Dios pensó desde el principio, pero que la humanidad nunca vivió.

Que todo lo que aprendieron les de fuerzas para que puedan volver a aprender. Sean como los niños que no conocen nada y se abren para todas las cosas; que se lanzan a la verdad con intensidad, que no dejan que las dudas se apropien de sus mentes y, con alegría y sin temor, siguen este camino que Dios les señala con Sus Manos invisibles.

La esencia de Roraima ya tocó el corazón de Brasil, para que sus hijos la amparen. Ahora, hijos, compañeros y servidores tendrán mucho que hacer, que construir, que manifestar, que despertar, que transformar y que vivir, para dar una oportunidad a otros.

Sus hermanos de Boa Vista ahora necesitan de su ayuda. Porque las dificultades ya trascienden sus capacidades humanas y sus corazones están un poco cansados. Sean esa mano que se extiende y ese corazón que llega para renovar, con sangre nueva en las venas de sus hermanos, que hasta hoy perseveraron en el servicio y en esa misión que va mucho más allá de sus tareas, de su día a día y de aquello que sus ojos pueden ver.

Esta misión está haciendo que ellos crezcan, pero Dios no puede permitir que sus hijos pierdan las fuerzas y hagan cosas que no están preparados para hacer; por eso, ellos necesitan de más manos, corazones y, sobre todo, consciencias dispuestas al servicio.

Aún deben saber mucho, no solo sobre la esencia de Roraima, sino sobre tantas esencias que están ocultas en este mundo. Así como los niños aprenden a leer y van deletreando las primeras letras, Yo les enseño los Misterios de Dios.

Cuando crezcan, descubrirán que no solo una frase estaba oculta en Mis palabras, sino una historia entera, la historia de la Creación de esta humanidad, el presente y el triunfo de Dios en la derrota de la ignorancia, de la soberbia y del egoísmo humano.

Con eso, hijos, Yo los bendigo y les agradezco por estar aquí.

Hoy, quiero dejarles una Gracia especial, como símbolo de este sufrimiento que Yo vine a curar, de esta fortaleza que Yo vine a despertar, para que los corazones trasciendan el dolor, la tristeza o la enfermedad y reconozcan que, independientemente de sus pruebas, Dios los llama a una superación mayor, a una experiencia de amor; así como a Su Hijo, que trascendió cualquier sufrimiento corporal, interior o espiritual, porque es de esta forma que el amor se vuelver verdadero y cruza las dimensiones.

Ofrezcan esta Gracia a los que desconocen la Gracia de Dios, que no la ven y se sumergen cada día más en su sufrimiento y en su dolor.

A los que buscan, siempre les será dado. Si no fuese así, las Palabras del Hijo de Dios no serían verdaderas. Confíen en Sus Promesas y vívanlas en este tiempo.

Vamos a cantar para que la humanidad reciba esta Gracia.

Con esto los bendigo y bendigo a toda la humanidad, por la postestad que Dios Me entregó, para interceder por las almas y elevarlas a Su Corazón.

Ahora vayan, hijos, y con este impulso en sus consciencias multiplíquenlo, para ofrecer a los pies del altar de su Maestro y Señor cuando Sus Pies, en esta noche, tocarán la Tierra.

Yo les agradezco y nuevamente los bendigo, en nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Sigan en Paz y lleven esta paz al mundo.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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