Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS EN LA COMUNIDAD-LUZ FLOR DEL SAGRADO TEPUI DE RORAIMA, BOA VISTA, RORAIMA, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS, PARA LA 142.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Contempla el Corazón de tu Señor. De Mi Pecho abierto emerge Sangre y Agua, Piedad, Compasión y Misericordia.

Contempla el Corazón de tu Señor. Hago de Mi Pecho una puerta para que puedas ingresar y que, a través de Mí, tus heridas más profundas sean curadas, tus miedos más antiguos sean liberados, tus dudas y anhelos trascendidos, todas tus ilusiones transmutadas, para que vivas en Mi Ley; porque ya llegó el tiempo de que el planeta comience a ingresar en una nueva Ley, comience a recibir Rayos Inmateriales desconocidos, lo que le traerá a la consciencia humana la sensación de una gran distancia entre lo que llaman realidad y la Verdad Superior.

Abre tus oídos internos, porque los sonidos del universo ya se hacen escuchar, así como los sonidos del interior de la Tierra.

La puerta del Corazón de tu Señor está abierta. Y esta es la puerta segura, estrecha pero profunda, que te lleva a esa realidad mayor, que te permitirá trascender el caos y la disociación que cada vez más impregnará la superficie del planeta.

Ve, en los lugares sagrados donde tu Señor habitó, la guerra destruye la consciencia humana; pero, aun así, una resiliencia misteriosa emerge de lo profundo de los seres. ¿Será mérito de las almas o será que una fortaleza desconocida habita en esos lugares y sustenta a las consciencias?

Ve, Mi enemigo intenta destruir todos los códigos divinos que un día dejé en el planeta. Pero esos códigos se vuelven vida dentro de la vida, fortaleza en el interior de los seres, que muchas veces piensan que esa fortaleza es una fuerza propia, una capacidad propia de ser resiliente y de soportar. Sin embargo, esa es la Fortaleza del Señor, que deben comenzar a comprender de un forma diferente.

Cuando las Leyes Divinas tocan la consciencia humana, muchas veces se pierden, se confunden con la consciencia de la humanidad, con su materia corrupta, con su corazón disociado. Y la Fortaleza del Señor se convierte en un falso deseo de venganza, se convierte en una fuerza de ira que hace que las naciones continúen luchando unas contra otras, constantemente.

Sin embargo ven, ingresa en el Corazón de tu Señor. Yo tengo una realidad diferente para mostrarte, donde Mi Fortaleza dentro de ti se convertirá en una capacidad única y desconocida de vivir el amor y el perdón.

Ven, ingresa en el Corazón de tu Señor, porque es aquí, dentro de Mí, donde Yo te mostraré cómo perdonar, donde Yo te enseñaré a vivir el Amor de la Cruz, que parecerá rasgarte por dentro, que transformará todos los aspectos de tu consciencia humana; para que, así como el vientre de una madre se rasga en el nacimiento de su hijo, tu consciencia sea transformada en una consciencia nueva en Cristo, en Mí.

Entra en el Corazón de tu Señor, camina por Mis venas, siente la fortaleza de Mis músculos internos. Camina por Mi Sangre, escucha el pulsar de Mi Corazón. Ven. Siéntete una célula de Mi Cuerpo Crístico y Cósmico; porque es aquí, dentro de Mí, donde podrás comprender lo que Yo quiero de ti.

Cuando tu Señor caminaba en el Calvario, cada perdón concedido, cada mirada de compasión dolían más que Mis Llagas abiertas, que las piedras en Mis Pies, que Mis caídas. Cada gota de Amor que salía de Mi Pecho hería más que los flagelos e, incluso, que la lanza que traspasó Mi Costado. Porque amar duele.

Es por eso que para nacer, para que un alma llegue al mundo y que el ser humano sea capaz de sentir un amor extremo como el amor de una madre, ese ser siente también un dolor extremo. Amar duele.

Pero si le preguntas a una madre si cambiaría su dolor extremo por un alivio, y dejaría de sentir ese amor, puedes creer que jamás lo haría, porque el amor compensa y recompensa ese dolor.

Por eso, ven a Mi Corazón, sin miedo, o ven con tus miedos y deja que, dentro de Mí, Yo mismo te transforme. Deja que se quiebren tus convicciones, que se rasguen tus certezas, que se disuelvan tus aspiraciones y tus metas, para que Yo haga en ti algo nuevo, extremo.

Lo que Yo te digo no es nada que puedas imaginar, sino solo sentir y experimentar dentro de Mí.

Ha llegado el tiempo de que la Fortaleza del Señor, que estuvo oculta en los mundos internos del planeta, así como en las dimensiones superiores de la vida universal, pueda emerger.

Y, a pesar de que en la superficie de la Tierra solo veas caos, caos extremo, busca encontrar en Mí la sabiduría de los mundos internos, de los Discos de Luz que se ocultan en América, como de los Discos de Oro que se ocultan en el hemisferio norte.

Cada espacio del planeta es impregnado por un lugar sagrado, por herramientas, espejos, templos, espacios de cura, contemplación, intercesión. Si no fuera así, esta Tierra ya no existiría. Dentro del planeta, Consciencias de Luz, llamadas bienaventuradas, experimentan día a día la entrega extrema para que la humanidad, cuando llegue el tiempo, sea sustentada en su experiencia de vivir un amor extremo.

Por eso, cuanto más guerras emerjan en la Tierra, cuanto más caos se esparza por el planeta, pon tus ojos en las dimensiones superiores, pon tus oídos en el pulsar de la Tierra, en el corazón de los Centros de Amor. Busca allí tu sustento. Canta sus vibraciones, así como el Señor también se sustentó con el pulsar de Galileum, y esa misma fortaleza que habitó en Mí, hoy, de una forma misteriosa, aún habita en las personas de esa región y les permite sustentarse, a pesar de cada guerra, de cada dolor.

Pero sustentarse no es suficiente para que una nueva consciencia emerja de adentro hacia afuera de la consciencia humana, necesitan aprender a amar y a superarme en el amor.

Yo Soy el Camino, la Verdad y la Vida. Y hoy te muestro ese Camino: el Corazón abierto y rasgado de tu Señor.

Ven a Mí. Mis Brazos están extendidos hacia ti. Ven a Mí.

Canta Conmigo las melodías celestes y las melodías de los mundos internos de este planeta, que ya es sagrado y que debe manifestar esa vida sagrada.

Concéntrate, no en la realidad, sino en la Verdad, esta que Yo te muestro y que seguiré mostrándote cuando estés en Mí.

Guarda las llaves de cada misterio que hoy te entrego, por más que no lo comprendas por completo. Hoy, escuchas el eco de Mi Voz, pero ha llegado el tiempo y la hora de que ese eco sea vida en tu vida, experiencia en tu corazón.

Sé en Mí.

Te dejo Mi bendición, Mi Paz y Mi Misericordia, porque recuerda que aún es tiempo de Misericordia.

Tu Maestro y Señor,

Cristo Jesús

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.