Como la lluvia que cae sobre Mi amada Figueira, así sus corazones han sido lavados y purificados a través del Sacramento de la Confesión.
Así, les doy Mi bendición, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Recuerden que siempre podrán ver sus corazones purificados y limpios. No deben temer expresar lo que sienten o lo que padecen.
A través de Mi Sagrada Palabra y de Mi Insondable Presencia, Yo vengo a buscar en ustedes corazones sinceros, aunque imperfectos, corazones que son capaces de decirle sí al camino de la transformación y de la consagración.
Por eso, a través de Mi Gracia, hoy derramo sobre el mundo la Luz más profunda de Mi Corazón, para que esta indulgencia abarque a todo el planeta y a todas las almas posibles, especialmente a Mis más pequeños hermanos de los Reinos de la Naturaleza.
Todo, absolutamente todo, es tocado por esta Gracia de Dios que los vuelve a unir y a reunir en Mi Presencia. Porque, así como les he dicho en estos días, no existe otra razón ni otro motivo en este momento para que su Señor y Maestro se presente aquí, que no sea una causa de Amor y de Paz.
Trabajen a través de este Amor y obren a través del Amor que Yo les entrego.
Ahora que sus caminos se han purificado, no se permitan retroceder, no se permitan volver al pasado; sino decidan, ahora y siempre, cruzar la puerta de la esperanza que es abierta por intermedio de Mi Corazón, para que todos puedan entrar al Reino de los Cielos.
Sé que no saben lo que esto significa.
¿Cuántas veces estuvieron ante el Reino de los Cielos? ¿Cuántas veces sus ángeles de la guarda les permitieron esa oportunidad?
Y esto no significa que no sigan viviendo las aflicciones del mundo. Porque un verdadero Cristo en la Tierra, un discípulo del Maestro, se transforma y se redime a través de sus aflicciones, no para quedar preso en ellas, sino para saber liberarse a sí mismo todos los días. Esto es tan simple, pero a muchos les parece difícil.
Por eso, no se deben olvidar de la Gracia que los congrega y los une, esta Gracia especial que Yo he compartido y he extendido a todos, durante estos días de confesión y de reconciliación.
Ahora es el tiempo de que sus vidas se afirmen a través de Mi Corazón, presente en la Eucaristía, como símbolo y Sacramento que renueva la vida y la consciencia en cada momento y en cada oportunidad que tienen de comulgar.
Con esta actitud de reverencia a lo sagrado, que debe reflejarse en este tiempo en sus vidas, ante la Santa Comunión con el Cuerpo y la Sangre de Cristo, estarán comulgando del mismo código y de la misma esencia que los santos apóstoles vivieron en aquel tiempo; código que los transformó en embajadores de la paz, en anunciadores del Evangelio del Amor, en santos en la Tierra.
Por eso, deben preguntarse, en este tiempo y en esta hora, si verdaderamente están dispuestos a seguir este camino, como muchos en otros tiempos lo siguieron y lo acompañaron, a través del Llamado y de la Voz del Maestro.
Por eso, recuerden cuando Mi Vida y Mi Presencia tocaron sus corazones. Es lo que Mi Corazón quiere sentir de ustedes en este tiempo de tribulación y de oscuridad.
Que su amor transformador, que su vida consagrada, que su reverencia a las Jerarquías pueda tocar una y otra vez Mi Corazón, no solo a través de la vida de los Sacramentos, en el importante momento de la Comunión de ustedes Conmigo, sino también a través de las obras de paz y de caridad.
En esta la hora, esto es lo que Yo espero de cada uno: ver ardiendo sus corazones, sintiendo y viviendo delante de ustedes la llama flameante del Divino Propósito que Yo les traigo y que los renueva.
Porque, ¿cuántas veces he tenido que romper sus propias cadenas?, ¿cuántas veces he tenido que disolver sus propias amarras y también desatar los nudos de la consciencia?
Pero, ¿cuántas veces ustedes y sus hermanos estuvieron delante de lo Mayor, lo Infinito e Inmaterial?
Ese es el camino que deben decidirse a seguir en este tiempo: que su vida material se vuelva una vida inmaterial, en correcta comunión con la Ley y el Propósito. Porque en este tiempo, compañeros, muchas cosas les serán ofrecidas a todos, pero serán cosas huecas y vacías porque no tendrán la esencia del Amor Crístico que Yo les imparto y les entrego.
Por eso, los necesito como embajadores de la paz y no del conflicto. ¿No ven ya bastante conflicto en el mundo para que haya más?
Quiero que sus vidas sean vidas de reconciliación y de paz, de reverencia ante la Sagrada Instrucción recibida, desde los primeros tiempos cuando la pequeña Figueira comenzó a crecer, a madurar y a dar sus primeros frutos.
Yo quiero verlos junto Conmigo ante ese origen de Figueira, ante la solemne energía de la Instrucción y de la Jerarquía. Es tiempo de que cada uno de los setenta y dos atributos(1), que aquí fueron recibidos, sean vividos para que sus vidas vivan ardientemente la consagración de espíritu, mente y corazón.
Así sus consciencias, de una forma simple, pero verdadera, serán merecedoras de los frutos de este Reino de Figueira y permitirán que este legado reverbere y palpite en los corazones, sobre todo en los que son llamados a despertar.
Pero ustedes están despiertos, ustedes están conscientes, ustedes son responsables de este legado espiritual que se ofreció abnegadamente para poder expandirse y ampliarse en el mundo a través de pequeñas Islas de Salvación.
Siempre es bueno, compañeros, volver a la esencia del origen, una y otra vez; porque grandes son las amenazas que hay sobre el mundo y la humanidad, grande es la confusión espiritual, mental y moral.
Dios les ha entregado un instructor, que encarnó en este mundo, al que siempre le deberán agradecer y reconocer como su maestro. Él fue y será siempre un discípulo y amigo especial.
¿Han visto en sus ojos al Reino de Mirna Jad, reflejándose una y otra vez en su faz, en cada palabra e instrucción pronunciada, como también en su corazón que siempre irradiaba paz y solemnidad?
Si Mi amigo José pudo vivirlo y hacerlo, y se ofreció por ustedes para que también lo vivieran, ¿creen verdaderamente que Él les abrió la puerta hacia el mundo de la reverencia y de la paz, hacia el Sagrado Reino de la Jerarquía Mayor? Yo les puedo decir que sí.
Por eso, estoy aquí una vez más para confirmarlo y pronunciarlo; porque mientras hoy los campanarios internos de Mirna Jad resuenan en las almas, puede volver a palpitar, en todos, la llama flameante de lo sagrado y de la reverencia al Divino Propósito.
Reconozcan ahora las Gracias que recibieron desde el principio y la bendición de las insondables e infinitas Jerarquías que hoy están aquí, junto con su Maestro y Señor, para testimoniar y registrar este momento en sus Libros Sagrados.
¿Será que vieron en esos Sagrados Libros sus nombres originales? Esto era lo que hoy Yo estaba contemplando antes de llegar aquí a su encuentro.
Así, como para Nosotros, sus nombres pueden brillar en estos Libros como estrellas en el firmamento, ¿será que ustedes, por Mi Amor, podrán brillar como estrellas en la Tierra y decidirse a vivir las virtudes que Dios les concedió desde el origen?
Todo les fue entregado, todo les fue confiado. Es tiempo de honrar a este legado único, silencioso, anónimo e imperceptible para la mayoría de la humanidad.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Cristo está diciendo si pueden pedirles a los padres de los niños que los lleven a jugar al bosque, donde los ángeles los entretendrán.
Los más pequeños ya están en Mi Reino. ¿Será que ustedes llegarán a ser pequeños como estos niños para ingresar, en inocencia y pureza, al Reino de Dios?
Hoy, vengo a marcarlos y a señalarlos con la Unción de Mi Espíritu. Como consumación de esta indulgencia espiritual, quiero que Me respondan: ¿aceptan consumar esta Gracia espiritual y desconocida a través del Sacramento de la Unción en este día?
Los presentes dicen ¡sí!
Ahora, reciban primero la Unción de Mi Luz, antes de recibir este Sacramento. Coloquen sus manos en señal de recepción.
Adonai,
Tú que conoces a Tus hijos en el Cielo y en la Tierra,
Tú que habitas en los mundos internos y en cada corazón,
haz revivir y renacer los principios
que fueron sembrados por amor y servicio,
a través del Sagrado Árbol de Figueira,
nutrido con la experiencia, la entrega y la donación
de los pioneros de este lugar.
Que los tesoros de este Reino Sagrado,
hoy puedan emerger para todas las consciencias,
a fin de que la cura y la paz
lleguen a cada corazón que las necesite.
Señor, que, a través de Tu Gracia,
Tus hijos puedan ser ungidos con Mi Luz,
que es la Luz de Tu Reino,
que es la Luz de Tu Gracia y de Tu Misericordia,
que puede regenerar cada célula y cada átomo,
para concederles la paz.
Señor del Universo,
por haber escuchado la Voz de Tu Hijo en la Cruz,
por los méritos alcanzados
con el sacrificio de Tu Amado Hijo,
concede esta Unción Espiritual a quien lo necesite
y que esta Gracia se multiplique
en todos los que la esperan,
para que así se cumpla Tu Voluntad
en cada alma y en cada corazón.
Por los méritos alcanzados por Mi hermano José, reciban el bálsamo de su espíritu en este momento en el que, como un padre e instructor, los anima a seguir adelante para que se cumpla Mi Plan.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
En la Presencia de Cristo, Nuestro Señor, mientras nos preparamos para el Sacramento de la Comunión, vamos a entonar "Sopro do Espírito", colocándonos ante el Reino de Figueira, ante todo ese legado, todo ese tesoro espiritual que nació y brotó como fuente de instrucción para los corazones.
Y a pedido de Cristo, vamos a cantar este cántico, irradiando una profunda gratitud y reverencia a José.
(1) Cristo Jesús se refiere a los principales setenta y dos atributos, de un total de ochenta y cuatro que fueron recibidos.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Aunque la oscuridad abrace a gran parte del planeta, Yo ya estoy retornando.
Aunque las tribulaciones agobien y perturben a los corazones, Yo ya estoy retornando.
Aunque intenten derribar a Mis compañeros, Yo ya estoy retornando.
Aunque la noche oscura parezca muy larga, Yo ya estoy retornando.
Aunque la división se vea en las familias, Yo ya estoy retornando.
Aunque muchos ya vivan su propio desierto espiritual, Yo ya estoy retornando; porque no hay nada que pueda detener la Venida del Señor.
He aquí su Maestro y Amigo. He aquí el Señor de la Paz y de la Misericordia que tiene la Gracia, una vez más, de reunirlos en este huerto de Aljustrel; lugar predilecto para Mí y para Mi Santísima Madre, en donde las almas que buscan hace tanto tiempo la paz, aquí la pueden encontrar una y otra vez.
Así como estuve tan cerca de Mis apóstoles, hoy estoy cerca de ustedes para entregarles, una vez más, Mi Vida, la fuerza de Mi Espíritu, el Amor de Mi Corazón que viene a colocar la mansedumbre y la serenidad en donde más se necesita.
Acompañen ahora la senda que el Maestro les está mostrando. Esta es la senda de los próximos pasos en este mes de agosto; porque espero, en este tiempo culminante, que Mis compañeros y compañeras se terminen de preparar para la Venida del Redentor.
Mientras el mundo agoniza, Yo ya estoy retornando.
Mientras mueren inocentes, Yo ya estoy retornando.
Mientras la impunidad es noticia en todas las partes del mundo, Yo ya estoy retornando. El Señor reaparecerá como un Humilde Siervo, así como apareció en las orillas del Mar de Galilea para llamar por su nombre a los discípulos, así como hoy los llamo a ustedes para seguirme y servir al Señor.
Así como lo hicieron las santas mujeres en aquel tiempo, hoy Mis santas mujeres del final de los tiempos son llamadas a acompañar al Señor en esta agonía del planeta, para que cada acto, cada gesto y cada oración sea un ofrecimiento de reparación y de cura de la humanidad, principalmente de los que hoy aún están prisioneros de su propia vida.
Es así que Yo vengo a disolver, con Mis propias Manos, los grilletes de la perdición. Vengo a retirar de los infiernos del planeta a cuantos están sumergidos en ellos, porque Yo ya estoy retornando. Y así, como fue escrito por Nuestro Dios, se cumplirá por intercesión de los santos profetas y patriarcas.
He aquí, una vez más ante ustedes, el Señor de Israel, que no solo ve derramar sangre en Su tierra sagrada, sino que también ve la esclavitud en muchas partes del mundo, la impunidad y la agonía que muchas consciencias hoy viven por estar presas a través de las rejas de la sociedad; pero Yo vengo a liberarlos de las prisiones espirituales y materiales.
No hay oscuridad que se pueda oponer a Mi Amor, no hay miedo que se pueda oponer a Mi Luz, no hay sufrimiento que no pueda ser disuelto por Mi Misericordia; porque Yo les di Mi Vida en la Cruz, así como hoy les doy Mi Vida eternamente para que tengan vida en abundancia a través de Mí.
Compañeros, este es el tiempo del apostolado, como ya fue anunciado muchas veces. Es tiempo de que cada uno asuma su parte junto Conmigo, así como lo hicieron los apóstoles y las santas mujeres en aquel tiempo.
La historia, que ya fue escrita por la Mano de Dios, vuelve a cumplirse. Otro es el momento, pero igual es la coyuntura, porque la Omnipresencia del Señor es ininterrumpida e irrefutable, porque es una Presencia Eterna e Inextinguible que, de tiempo en tiempo y de ciclo en ciclo, viene a dar Su Vida, Su Amor y Su Misericordia por aquellos que le dicen sí y le responden.
Con una mirada de esperanza vean internamente, delante de ustedes y en su camino espiritual, el Propósito cumpliéndose, aquel Propósito que fue pensado desde el origen de sus existencias en los estanques del Amor de Dios del Universo.
Ahora, anímense a caminar con sus propios pies; y ustedes y sus hermanos no tengan miedo, Yo Soy el Señor de la próxima meta, el Señor de la Ardiente Aspiración de Dios para cada una de las almas, para cada uno de los corazones.
Así en esta noche, en la que Me reciben y en la que se preparan para la última Maratón de la Misericordia junto al Redentor, vuelvan a recibir Mi Unción Espiritual a través de la poderosa Señal de la Cruz que libera a las almas, que disuelve el sufrimiento, que libera las prisiones, que cura a los corazones, que hace renacer la vida y la consciencia de cada ser.
Reciban Mi poderosa Señal de la Cruz, Cruz en la que fui erguido en lo alto del Monte Calvario como Árbol de la Vida que entregó Su propia Sangre y Su propia Agua en cada momento del Calvario para la remisión de todos los pecados, para la liberación de la humanidad.
Quiero que sacien Mi sed.
El Señor tiene sed por todos los que sufren en el mundo, principalmente por los que están olvidados y descartados, por los que están prisioneros en las cárceles.
El Señor tiene sed por las mujeres que venden sus cuerpos en las calles, por las madres que abortan a sus hijos en las clínicas, transgrediendo la ley de la vida y el amor maternal.
Tengo sed por los que están perdidos en las guerras, por los soldados que luchan engañados para conquistar una ilusión que no existe y que es irreal.
El Señor tiene sed por los que están enfermos en sus casas y hospitales, por los que están desahuciados.
El Señor tiene sed por los ancianos olvidados, por los discapacitados que son ofendidos y distanciados.
El Señor tiene sed por los pequeños niños huérfanos, por los que han perdido a sus familias, por los que luchan y buscan una oportunidad en otras naciones del mundo, cruzando desiertos, mares y océanos, y muchos de ellos perdiendo su vida.
¿Quién le quitará esa sed del Señor a través de sus buenos actos de misericordia, a través de las obras de caridad y de perdón?
¿Quién se arrepentirá por los que no se arrepienten?
¿Quién se confesará por los que no se confiesan y mienten?
¿Quién será capaz de proteger Mi Obra de sí mismo, a través de la verdad, de la transparencia y de la justicia?
A través de la verdad, de la transparencia y de la justicia, el Señor del Universo lo ve todo, nada está oculto para Dios a través de Su Amadísimo Hijo.
Por eso, están a tiempo de enmendar sus actos, por aquellos que no los enmiendan; están a tiempo de enmendar sus pensamientos, por aquellos que no los enmiendan; están a tiempo de enmendar sus sentimientos y todas sus intenciones, por aquellos que no los enmiendan; porque Mi deseo ardiente y profundo es que todos vuelvan a estar en la Ley.
Por eso, Yo les recuerdo que Soy el Camino, la Verdad y la Vida, y que nadie llega al Padre sino a través de Mí. Esto siempre será así porque es una Ley Divina.
Por eso, en este mes de agosto, que sus corazones y vidas se enmienden ante Dios para que la humanidad pueda ser reparada, curada y redimida algún día.
Dichosos los que son verdaderos consigo mismos y con sus hermanos, porque nunca les faltará la felicidad espiritual.
Dichosos los que reconocen sus propias faltas y no las ocultan, porque serán llamados hijos del Redentor.
Dichosos los que lo intentan todos los días, aunque caigan y se levanten, porque serán llamados siervos del Señor.
Dichosos los que, en esta hora del recogimiento de Cristo y de todas las Jerarquías, reconocen las Gracias y los tesoros espirituales que recibieron a lo largo de los tiempos y los llevan a la práctica a través del ejemplo de una vida digna, porque serán llamados colaboradores del Plan.
Dichosos los que se acercan al Sacramento de la Confesión y no se resisten, porque serán bendecidos por Mi Espíritu y no habrá mancha ni pecado que los agobie o los atormente, porque a través de la autoridad sacerdotal universal sus pecados y faltas serán perdonados, y serán llamados bienaventurados del Señor.
Que esta Maratón de la Misericordia no sea una Maratón de oración más, sino que cada uno de ustedes coloque sobre su propia mesa, así como lo hace la Jerarquía, las difíciles y graves situaciones del planeta para que sean iluminadas y colmadas por la luz de la oración, y así también sus vidas y la vida de sus familias serán colmadas por la luz de la oración.
Estaré atento una vez más a la voz de sus súplicas, porque el mundo las necesita, y todos las necesitan.
Sientan Mi abrazo espiritual. Sientan el latir de Mi Corazón, la Presencia de Mi Alma y Divinidad, y el poder del Amor de Mi Espíritu.
En profundidad les agradezco, y reciban Mi Paz, la Paz del Reino de los Cielos y de los ángeles aquí presentes, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Yo ya les dije una vez que no los quiero perfectos, sino verdaderos.
Yo ya les dije una vez que no vengo por los que buscan la opulencia, el poder o la venganza. Yo vengo aquí por los pecadores.
Yo ya les dije una vez que no vengo en busca de los ricos de la materia o del espíritu. Yo vengo aquí por los humildes y los simples de corazón.
Yo vengo aquí por los que Me quieren encontrar y sentir, por los que aceptan abrirme la puerta de su corazón para que Yo pueda entrar.
Yo no busco algo grandioso. Yo busco algo simple, pero al mismo tiempo profundo, íntimo y divino.
Para que puedan saber lo que Yo necesito en cada nuevo paso, deben buscar incesantemente la unidad; porque en la unidad no hay diferencias, en la unidad no está Mi enemigo, en la unidad encontrarán la paz que tanto buscan.
Pero si ustedes primero no están en unidad en su mundo interior, en su esencia y en su vida, no podrán estar en unidad con Nosotros ni con sus semejantes.
En este tiempo, en el que la humanidad vive en su propia condena, en el que la indiferencia es la energía que habita en muchos corazones; les pido que no se alejen de Mi Amor, que actúen y que obren como Yo actúo y obro, que imiten al Señor del Universo en Su inmensidad de Misericordia, de Amor y de Compasión.
Porque los tesoros que Yo les He confiado tienen un valor desconocido e incalculable para el mundo, y el mayor tesoro que Yo tengo por las almas son Mis atributos: la verdad, la transparencia, la unidad, el amor, la compasión y la fraternidad.
Si alguno de estos atributos falta en sus vidas, trabájenlo incansablemente y no pierdan el poco tiempo que hay; porque les vuelvo a repetir como muchas veces ya les dije, que se amen los unos a los otros, así como Yo los amo.
Mientras esto no suceda y Nosotros lo veamos, el mundo seguirá oscureciéndose a través de su propia indiferencia y división.
No crean que por vivir en el camino del espíritu ya tienen todo ganado.
Miren a su lado, contemplen el dolor del hermano y reconozcan al Cristo que sufre en silencio. Es allí en donde debe comenzar a surgir el amor, más que las palabras, más que las realizaciones, más que las expectativas y mucho más que las instrucciones.
Porque si el amor no es el centro de la llama viva de cada ser, nada tiene sentido en este planeta y en esta humanidad. Yo vine al mundo para enseñarles ese camino y si parece que hablo las mismas cosas todo el tiempo, es porque no las viven.
Mi Madre, que está en el Cielo y en la Tierra, la Madre de toda la humanidad, les ha dado una lección de humildad el otro día. ¿La pudieron reconocer? ¿Ya la pudieron aceptar?
Que Nuestras Palabras no se disuelvan en el éter de este mundo, sino que permanezcan. Por eso, obsérvense, sin juicio y sin condenación, y reconozcan lo que aún no viven ni sienten principalmente por el prójimo.
Si estas bases no están sólidas en sus vidas, el Plan de Dios será en vano. Su confianza se deposita en aquellos que lo aman y que aman a sus hermanos. Por eso, abandonen las apariencias y las diferencias, y aprendan a quitar la sed que tiene el Señor.
Las señales que Yo les He dejado a través de los tiempos son visibles.
En Mis revelaciones, Yo les presenté la realidad de Dios. Los misterios más profundos del Amor del Creador están presentes en cada Faz de Cristo. ¿Pero, consiguen reconocer la presencia de Mi Corazón, de Mi Amor, de Mi Verdad y de Mi Camino, en el semejante?
Dios es tan humilde y tan simple que se esconde en aquellos lugares donde muchos no lo ven. Así como Cristo está presente en la Eucaristía, Dios está presente en los corazones, especialmente en aquellos que verdaderamente se entregan por amor, confiando sus vidas en las Manos del Padre, así como el Hijo del Padre confió en el Padre en lo alto de la Cruz.
Muchas son las llagas que Me deja el mundo, pero más son las llagas que a veces Me dejan Mis compañeros, sin tener consciencia de lo que esto significa y representa.
Aquellos a los que les corresponde guiar el Plan de Dios en la Tierra, aquellos que tienen a su cargo muchas almas en este mundo, son los que más se deben resignar ante el Señor del Universo, para que nada se tuerza, para que el Propósito esté alineado con el principio de la Ley y para que la manifestación de la Voluntad de Dios se cumpla y no se modifique.
Sé que no esperaban que Yo les dijera esto y tal vez muchos no comprenden lo que estoy hablando, pero este Mensaje es para aquellos que sí saben de lo que estoy hablando. La responsabilidad por todas las almas es muy grande y eso tiene un peso universal.
Seguir Mi camino no es una emoción. Seguir Mi camino no es algo pasajero. Seguir Mi camino es aprender a vivir en la Ley. Seguir Mi camino es aprender a amar en cada paso, así como Yo los amé en cada paso que di sobre este mundo.
Cierren las puertas a todo aquello que no es real. Coloquen su energía en lo que es vital y urgente. No pierdan Mi hermandad, no la desperdicien ni la desechen, porque el Corazón del Padre podría estar siendo ofendido; y, ¿quién justificará esa ofensa ante Dios?
No se olviden de tratarse como hermanos; porque cuando aprendan a tratarse como hermanos, aprenderán a tratarse como almas y algún día como esencias, así como Dios los trata a cada uno de ustedes sin excepción.
La deuda de este mundo es muy grande. No colaboren para que esa deuda se agrave. Ustedes son conscientes de todos los tesoros que les He entregado por Amor.
El Plan debe cumplirse y no abortarse. ¿Será que entienden lo que les estoy diciendo? Mis Palabras ya no pueden ser símbolos ni dibujos abstractos.
La verdad de Mis Palabras debe llegar al corazón de todos, porque si ustedes no viven a través del corazón, no vivirán en la verdad.
Y es esto lo que, en este día, vengo a pedirles, en la solemnidad de Mi Sagrado e Insondable Corazón, que vivan en el corazón, en el corazón que ama y que no condena; en el corazón que no separa, sino que une; en el corazón que acepta y que no rechaza; en el corazón que es capaz de ir más allá de sí mismo por la salvación del otro.
Les repito todo esto porque no lo están entendiendo. Mi obra para con esta Obra no es en vano.
Los pilares de esta Obra, que cuidan a todas las almas, son muy responsables. Esto es lo mismo que les enseñé a Mis apóstoles en el pasado. Porque ser Mi apóstol no es una tarea, es ser capaz de despertar su propio Cristo interno y amar, y es ser capaz de trabajar incansablemente por el despertar de los demás Cristos internos sin condenarlos, sin oprimirlos, sin distanciarlos del amor.
¿Dónde está el Amor que Yo les di, compañeros?
Si ante el aparente desierto escapan, si ante el aparente abismo corren, si ante la aparente tempestad se desunen, ¿cómo será que Mi Amor triunfará en el mundo?
Abran sus ojos y no se engañen. El engañador de todos está muy cerca y no lo perciben. Corten con las espadas de los ángeles todo el mal; pero, sobre todo, el mal se disipa en el amor, en el amor que cura, en el amor que sana, en el amor que libera, en el amor que unifica, en el amor misericordioso.
Que en este día del Sagrado e Insondable Corazón de Jesús, las almas puedan percibir y sentir el Amor Ardiente del Señor para que la paz se establezca, para que la unidad se refleje, para que la hermandad se cumpla, a fin de que se realicen las Obras de Dios.
Ya no gasten su tiempo en lo que es innecesario e inútil. Cuántas almas están sufriendo y precisan de su ayuda. Salgan de su propio centro y ábranse.
Todo lo que los rodea necesita de redención. Sean un puente y no un túnel. Sean un portal y no una pared. Sean una estrella y no un abismo.
El Amor de Mi Corazón no se desperdicia. Yo los invité conscientemente a beber de Mi Cáliz, ¿serán capaces de seguir haciéndolo?
En Mi Proyecto existe la fraternidad, el amor y la unidad.
Hoy, los ángeles son testigos de todo lo que les estoy diciendo. Y el Corazón de Jesús se esfuerza para poder decirlo, porque ya no tengo más tiempo y las almas aún no se deciden a vivir en Mi Amor, en Mi Voluntad y en Mi Verdad, que es la Verdad y la Voluntad del Padre.
Quisiera terminar este ciclo con triunfos y no con angustias. Quisiera terminar este ciclo de Apariciones con tesoros y no con decepciones. Yo los invité a vivir algo desconocido y aún no lo han comprendido.
Silénciense para comprender lo que les digo, recójanse para percibir lo que les muestro y agradezcan la oportunidad de vivir la humildad. Porque cuando Yo ya no esté entre ustedes, recordarán estos días, y ¿qué harán con todo lo que les He dado por Amor?
No se olviden, especialmente todos los religiosos y religiosas, del Sacramento de la Confesión. Los Sacramentos son la puerta de su liberación, son la puerta hacia Mi Misericordia, no le den la espalda.
Sean humildes y no orgullosos, sean simples y no vanidosos; y, a través de Mí, conocerán lo maravilloso que es vivir en Dios, porque Él ya está muy ofendido.
Ofrezcamos, en este día, la Comunión Espiritual como un acto de reparación y de perdón. Y pido la Gracia, al Dios del Universo y de la Vida, de la unidad de todos los servidores, del Amor Mayor entre los servidores, de la hermandad entre los que sirven a Cristo. Porque si esos pilares no son parte de ustedes mismos, no conseguirán atravesar estos tiempos difíciles.
No se olviden de lo que les He dicho, porque no lo están viviendo.
Yo vengo a decirles esto por Amor, por un Amor infinito y desconocido que en este momento emana de la Fuente de la Creación.
Les agradezco.
Oh, Sangre de Cristo,
derramada sobre el mundo,
purifica nuestra alma,
alivia nuestro corazón.
Ten piedad de nosotros, Señor.
Amén.
(3 veces)
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a prepararnos para la Comunión Espiritual, cumpliendo lo que Cristo nos Ha pedido: realizar un acto de reparación y de perdón en este día del Sagrado Corazón de Jesús; pidiendo la Gracia de la unidad, de la hermandad y de la fraternidad.
Mientras nos preparamos, a pedido de Cristo, vamos a cantar una canción, “El Poder de la Sangre”.
Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Queridos hijos, Mi Corazón agradece la presencia de cada uno de sus corazones. Contemplo a cada uno de Mis pequeños hijos, a algunos que Me sienten por primera vez.
Queridos hijos, vengo a traerles Mi Paz y a aliviar el Corazón de Mi Hijo Jesús a través de la conversión de sus corazones.
Mis queridos, necesito la oración sincera de cada uno de ustedes, día tras día. Al descender a la Tierra, Mi Corazón aún encuentra mucho sufrimiento, muchas almas que esperan sus oraciones. Mi Corazón Inmaculado necesita de la intervención de cada uno de ustedes.
Queridos hijos, Mi Corazón conoce también el corazón de ustedes y sabe las pruebas que cada uno vive en este momento. Acojo en Mi Corazón los dolores que siente cada uno de ustedes.
Queridos hijos, oferten esos dolores al Corazón de Mi Hijo Jesús. Vacíen sus corazones a través de la humildad, para que Mi Hijo pueda convertir sus corazones en corazones mansos, en corazones fuertes, en corazones pacificadores para este final del tiempo.
Mi Inmaculado Corazón necesita columnas para derramar Mi Paz, soldados de la Luz que lleven Mi Paz a todos.
Necesito, de cada uno de ustedes, la apertura de sus corazones para que Mi Amor pueda llegar a los que no Me sienten ni Me escuchan.
Queridos hijos, necesito que sus corazones puedan vivir la caridad fraterna, la unidad entre todos ustedes, porque es a través de esa unidad que se construirá el camino para el Retorno de Mi Hijo.
La unidad construirá la mansedumbre en el corazón de cada uno de ustedes.
Por eso, hoy les pido que sean humildes y simples, que reciban Mi Amor sin crear barreras entre Mi Corazón y sus corazones.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:
Los necesito a ustedes para poder consagrar el camino de la Nueva Humanidad.
A través de la Gracia de Dios, queridos hijos, una vez más, desciendo desde el Cielo. Sé que sus intelectos no lo comprenderán, pero sí sus corazones. Esta es una Obra verdaderamente de Dios para el fin de este tiempo.
Cuando llego del Cielo, vengo a compartir Mi Paz con ustedes. La paz se disuelve del corazón de muchos hombres; por eso, Yo estoy aquí. Por la falta de paz, queridos hijos, hay ausencia de amor.
Hoy, les traigo en Mis Manos el Corazón Eucarístico de Mi Hijo, para que siempre recuerden adorarlo y consagrarlo en sus vidas.
Mi Hijo quiere seguir derramando Su Misericordia, pero si las almas no creen en Mi Mensaje, podrá llegar la Justicia.
Hace tanto tiempo que estoy en Medjugorje proclamando Mis Palabras y, por Gracia de Dios, nuevamente Yo estoy aquí entre ustedes. Dios Me ha concedido la Gracia de realizar Apariciones en cada una de las ciudades, llevando un Mensaje renovador a cada uno de Mis hijos.
Cuando permitan abrirse a Mi Inmaculado Corazón, la Gracia de la cura sucederá y sus dolores se disolverán del corazón. Podrán renacer como nuevas familias consagradas a Dios; porque hoy, queridos hijos, Yo los invito a consagrarse como la Sagrada Familia.
En la adoración al Corazón Eucarístico, encontrarán las señales para el nuevo tiempo.
Ustedes saben, Mis hijos, que Yo les hablé del tiempo de los cambios, ese tiempo está llegando a la vida de cada uno de ustedes; porque, para Dios, Sus hijos deben dejar de hacer algunas cosas, perdonando totalmente el pasado y pudiendo nacer a la Luz de Cristo, Mi Hijo.
Recuerden que Yo los invité, hace unos días, también a la Confesión. Esa Confesión debe nacer de su corazón. Cuentan con la ayuda de todos los pastores consagrados a Mi Hijo, porque Mi Hijo está presente en la Confesión.
Queridos hijos, ante tantas maldades en el mundo, Yo los estoy invitando a la oración del corazón y a la confesión del corazón. Es necesario que sus corazones estén cristalinos delante de Dios, para que la Luz del Espíritu Santo pueda llegar a la Tierra.
Ustedes, queridos hijos, deben permitir el ejercicio de esa conversión. Ya no es momento, queridos hijos, de vivir en el tiempo de la normalidad. Es necesario que entren en Mi Corazón para poder alcanzar la paz, la paz que le fue prometida a la Tierra desde hace mucho tiempo, pero Mis hijos deben cambiar y poder caminar hacia la Luz.
Cuentan con cada uno de los Sacramentos que hoy Yo les revelo. Deben vivir, en esos Sacramentos, la renovación de sus consciencias. No es momento de juzgar esos Sacramentos, sino de vivirlos con el corazón.
Los Sacramentos que Mi Hijo les dejó son puertas hacia el Paraíso. Y hoy, en nombre del Corazón de Mi Hijo, los estoy reuniendo a todos para que sepan, hijos Míos, que el Reino de los Cielos es para todos.
Esperaba este momento para decirles que Soy la Madre de la humanidad y que debo llegar a los corazones más confusos, aquellos corazones que se han separado del Amor del Padre. Por eso, hoy estoy aquí, como también en Medjugorje, recorriendo cada punto de esta Tierra para llevarles salvación y Misericordia a Mis hijos.
Queridos hijos, si ustedes verdaderamente lograran vivir en fraternidad, también vivirán verdaderamente el regreso de Mi Hijo y sus corazones estarán preparados para recibirlo y percibirlo.
Lo que más quiero para ustedes, hijos Míos, es su salvación y si sus corazones viven en Mi humildad, reconocerán todo por lo que le deben pedir perdón a Dios. La Gracia de la conversión está disponible para todos; llamo conversión, redención, a la posibilidad de poder renacer dentro del Corazón de Mi Hijo.
Ahora, queridos hijos, ¿entienden la importancia de la oración y de los Sacramentos? El ministerio sacerdotal que dejó Mi Hijo es para toda la humanidad, humanidad que en este tiempo se debe preparar cada vez más para encontrar la Luz en todas las situaciones de la vida y sobre todo, Mis queridos hijos, estar dentro del Amor de Dios.
Hoy, bendigo especialmente a esta ciudad de Camboriú y las cuentas de Mi Rosario se difunden por toda esta región para que se puedan abrir las flores del nuevo tiempo, manifestarse la nueva Luz en el corazón de Mis hijos, la misma Luz que Yo vivo en la eternidad y de la que quiero que todos Mis hijos puedan participar, mientras estén aquí en la Tierra.
Reverencien a Dios a través del amor de sus corazones, porque en este tiempo definitivo, queridos hijos, Él los está observando paso a paso y Me envía como Mediadora para poder enseñarles y ayudarlos. Cuentan con la Luz de Mi Corazón Maternal.
Bajo la Paz y la Luz del Espíritu Santo, queridos hijos, los bendigo en esta noche.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Gracias por responder a Mi llamado y por renacer nuevamente a la vida.
Madre María Shimani de Montserrat:
Vamos a enviarle todo nuestro amor y nuestra gratitud a nuestra Madre.
Canción: “Ave María” (instrumental).
Tal como nuestra Madre nos pidió, hace algunas Apariciones atrás, vamos a hacer una reflexión sobre lo sucedido hoy.
Hoy, la Madre, en el Mensaje diario, hizo un llamado a la unidad de los grupos de oración en esta región y Ella hizo mucho énfasis en disolver aquellas situaciones que no permiten esa integración y esa unidad; nos llamó seriamente a la fraternidad y también nos dio una gran lección sobre el proceso del ayuno.
Entonces, tenemos que tener estas pautas claras en nuestro ser, porque es un pedido directo de Ella.
Cada vez que nosotros no podamos cumplir, tenemos que saber que es a Ella a la que le tenemos que responder. Lo importante es que hagamos, por lo menos, un pequeño esfuerzo y que ese esfuerzo sea sincero.
Necesitamos poder vivir esa fraternidad que es tan importante en este tiempo y ser fraternos significa aceptar al otro como es.
Durante la oración, los ejércitos angélicos hicieron una gran tarea en Camboriú y la Madre nos reveló que esa tarea no había terminado aún. Por eso, Ella nos preguntó si nosotros queremos seguir colaborando con esa tarea que necesita seguir haciendo en esta ciudad.
Nosotros le dijimos que sí, y Ella nos indicó que mañana a las 20 horas volverá a aparecer para proseguir realizando esa tarea que Ella necesita hacer.
Y como ha hecho en las últimas Apariciones, en los diferentes países, Ella pide ingresar a la casa de un colaborador, de un orante, que les ofrezca su casa a todos los que quieran participar. Por lo tanto, si aparece ese lugar, lo vamos a publicar en el sitio web esta noche.
Esas tareas que realiza la Madre con las huestes de Luz, con los ángeles, probablemente solo las podamos comprender cuando estemos allá, con Ella.
Otra de las cosas importantes es que Ella nos llamó a participar de los Sacramentos Sagrados y una de las cosas que nos ha querido transmitir, en este último tiempo, es que confiemos en los pastores de Cristo, porque Él está allí.
Cuando nosotros nos abrimos a la Confesión, primero hacemos un trabajo con nosotros mismos de una profunda humildad, algo que nos viene bien a todos; y después, con esa actitud reparamos el Corazón de Nuestro Señor. Son acciones que debemos hacer por amor a Él. Tenemos que aprender a tener actitudes que reparen Su Corazón y hacerlo solamente por amor a Él.
Es así que les dejamos estas reflexiones en este día.
Ella también nos habló de adorar al Corazón Eucarístico de Jesús. Es algo que nosotros necesitamos poner en práctica, necesitamos realizar, porque son dádivas que Nuestro Señor les dejó a todos.
Tenemos que aprender a adorar al Corazón Eucarístico de Jesús, porque la Madre nos dio las llaves de que en esos ejercicios está nuestra salvación. Aquel que nunca adoró al Corazón Eucarístico de Jesús, lo invitamos a realizarlo, a colocarse frente a la Custodia, en silencio, y entregarle el corazón a Nuestro Señor.
Mañana vamos a estar nuevamente profundizando en esa tarea que nuestra Madre quiere realizar en esta ciudad. Y pasado mañana, vamos a tener nuestro encuentro en Florianópolis, a la misma hora de hoy.
Lo importante en esta tarea es que nuestra Madre nos sorprende todos los días con algo nuevo, y cada vez que nos queremos ir de algún lugar, Ella nos pide que nos quedemos, y eso nos trae mucha alegría porque sabemos que muchas almas se activan y se unen a Su Corazón.
Entonces, nos vemos mañana.
Muchas gracias a todos por haber participado y esperamos que el Amor de nuestra Madre haya llegado a sus corazones.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más