APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Me alegra tenerlos aquí, Conmigo, cerca de Mi Corazón, cerca de Mi Vida, porque les deseo el bien a todos. Le deseo, a cada hijo Mío, el Reino de la Paz; esa paz que ha sido ultrajada en el mundo por las guerras, por la violación a los derechos del ser humano, por la indiferencia global.

Pero, Yo estoy aquí como su Madre para animarlos, para volver a consagrarlos, porque esto es lo necesitan todos los días para que, después de esta vida material y de esta experiencia en la Tierra, se puedan fundir en Dios y Dios en ustedes, como fue en el principio de la Creación.

Hoy, vengo con un llamado espiritual para cada uno. En la víspera del comienzo de la próxima Cuaresma, Yo los invito, queridos hijos, a vivir una preparación profunda en este tiempo cuaresmal, preparándose conscientemente para la llegada de Mi Amadísimo Hijo durante la Sagrada Semana.

Esta preparación es diaria y a través de una herramienta muy simple, así como lo han hecho hoy a través de la oración del corazón; sabiendo, hijos Míos, que las súplicas de los Hijos de Dios son indispensables en este momento planetario, en el que el sufrimiento en la humanidad se agrava día a día y, a medida que pasa el tiempo de su reloj, las almas se van apartando de la Luz y del Amor de Dios.

Por eso, todos los días, Yo desciendo de los Cielos cuando están ante el Santísimo Sacramento de Cristo y también cuando están unidos en oración, unidos como familia espiritual que suplica y que pide, sin nada a cambio, por la imperiosa redención del mundo.

Esta es la tarea espiritual importante para todos: orar y orar por la conversión y la redención de la humanidad, para que todas las almas se puedan salvar, especialmente las que más necesitan de rescate y que esperan por sus oraciones y súplicas para que se les abra la puerta de la redención.

Yo estoy aquí, en nombre de Mi Hijo, como Corredentora del mundo, como la Madre que les anuncia a todos el esperado Retorno de Cristo.

Ahora es tiempo, hijos Míos, de que ustedes sean parte de este Plan de Amor y de Redención del mundo. Y esto comienza en su día a día, en lo más pequeño y en lo más cotidiano, en los relacionamientos con sus semejantes y hermanos.

Aspiren a ser instrumentos de la redención del mundo para que más almas, en esta humanidad, puedan sentir el impulso de vivir la redención y la conversión del corazón. Esto es lo que Yo espero todos los días en Mi oración silenciosa y perpetua.

Espero que algún día, Mis hijos puedan comprender y asumir que una parte del Plan del Retorno de Cristo les pertenece. Por alguna razón, están aquí encarnados en este tiempo y Yo, como su Madre, vengo a recordarles que Mi Hijo espera la participación de cada uno de forma permanente y auténtica en este momento planetario.

Queridos hijos, mientras estoy aquí con ustedes, también estoy con las necesidades del mundo y de la humanidad, que son infinitas a los ojos de la Jerarquía Espiritual.

Coloquen en sus corazones y oraciones las causas más urgentes e imposibles para que se puedan resolver. Así también, sus necesidades personales e individuales serán atendidas por el Padre Eterno a través de Nuestros Sagrados Corazones, porque Dios Padre sabe lo que cada Hijo Suyo necesita en el momento y en la hora cierta.

Sus Ojos de Amor y Misericordia, Su Mirada de ternura celestial, nunca dejan de estar sobre Sus Hijos de la humanidad. Por eso, queridos hijos, tengan fe y renueven sus votos. Dios tiene un destino escrito para cada Hijo Suyo y Él espera mostrárselo a cada uno.

Por eso, Yo les digo, en el nombre de Mi Hijo, que no le teman a su propia cruz, por más pesada y difícil que les parezca cargarla. Sigan de manera incansable las Huellas de Cristo y Él siempre les saciará la sed, la sed espiritual de Su Agua de Vida, de esa Agua que brotó de Su Costado al igual que Su Sangre brotó de las entrañas más profundas de Su Corazón herido.

Su océano de Amor es infinito para las almas del mundo entero, aun para las almas que hoy hacen el mal en el mundo.

¿Cuál sería el sentido del Retorno de Cristo, en este tiempo final, si no fuera por ustedes y principalmente por los que están perdidos y condenados?

Esa es la razón de la Obra de Su infinita Misericordia. Y con esa infinita y simple Misericordia del Corazón del Redentor, Mi Hijo espera que ustedes actúen y obren así en el mundo, comenzando con los que están más cerca de sus vidas en el día a día, con sus familias, con sus seres más cercanos.

Ingresen, de una vez y para siempre, en la Escuela de la Misericordia; así como muchos iluminados y santos se animaron a vivir esa escuela; así como muchos servidores de Cristo en el mundo y en este tiempo la viven. 

No existe otra razón para que ustedes estén aquí, en este mundo, hijos Míos, sino vivir de la Misericordia de Cristo. Eso es lo que deben alcanzar en este tiempo tan oscuro y doloroso, porque la Misericordia siempre los llevará al camino del Amor y de la Verdad. Algún día, sin que lo perciban, a través de sus simples y pequeños pasos, vivirán en la Compasión del Redentor.

Amor, compasión y ternura es lo que le falta al mundo; es lo que falta en el seno de las familias del mundo; es lo que falta en las relaciones del día a día. Pero, Yo oro para que alcancen esta meta y esta aspiración; porque si hoy Me escuchan, como muchas veces ya Me escucharon, sé que lo podrán vivir.

Por eso, les vuelvo a decir que se preparen para esta próxima Cuaresma. Impulsos especiales y únicos del Cielo, los últimos impulsos de la Divinidad, estarán siendo entregados por Amor a las almas y a los corazones abiertos a recibir estas Gracias.

Y es por obra de la Gracia que hoy estoy aquí con Mis hijos, por Mis hijos y para Mis hijos. No existe otra razón para que Yo esté aquí en esta noche, sino por los que sufren gravemente en este tiempo, desde los más pequeños hasta los más ancianos, por los que están en cautiverio en este mundo de hoy, que viven la prisión espiritual y que son castigados por la impunidad.

Yo vengo a traer Luz a todos los corazones; vengo a permitirles que vivan en Mi Inmaculado Corazón, porque cada uno tiene un lugar en Mi Corazón Inmaculado. ¿Alguna vez se vieron reflejados en Él? Es la oración que les permite reflejarse en Mi Corazón; porque, así como el Cielo tiene muchas moradas, Mi Corazón tiene muchas moradas para Mis hijos que buscan vivir el amor, la verdad y la unidad.

Como una muestra de esto, con la simplicidad del Corazón de su Madre Celeste, vengo a consagrar a los que hoy se ofrecieron a ser Mis Hijos, aunque todos ya son Mis hijos.

La consagración como Hijos de María es un paso para vivir el compromiso espiritual, el compromiso que tiene cada una de sus almas, el compromiso que fue escrito por la bendita Mano de Dios para esta vida.

Aproxímense, Mis hijos, los que hoy se consagrarán.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Pueden subir al escenario, la Madre los llama.

Vamos a escuchar el “Himno de Consagración de los Hijos de María” mientras nos preparamos para esta consagración.

La Madre Divina, en este momento, está orando por estos hermanos que hoy hacen su ofrecimiento para consagrarse como Hijos de María, formando parte de Su Manto Universal que envuelve a todos Sus hijos, que protege a todos los corazones, que alivia todas las heridas, que pacifica todas las perturbaciones, que cura todas las enfermedades, que concede todas las Gracias.

El Corazón de la Madre Celeste escucha la súplica de todos Sus hijos; Ella extiende Su Mano para acariciar a Sus hijos, para expresarles y manifestarles Su ternura espiritual.

El Corazón de María se abre como recinto seguro para Sus hijos. Es el Corazón que ilumina los caminos de todos los orantes, de todos los servidores, de los que suplican a la Madre de Dios.


Hoy, vengo a colocarlos en Mi Corazón, hijos amados, para que puedan estar en Cristo Jesús. Porque a través de Mi Corazón, Sus Rayos de Agua y Sangre los bendicen y los consagran; y así, vivimos en la Unidad Trina: en el Divino Padre, con el Amadísimo Hijo y el Bendito Espíritu Santo.

Yo les agradezco por este ofrecimiento. Vivan Conmigo los votos de la oración y del servicio por las almas.

Hoy, Mis Ojos miran a lo más profundo de sus corazones y Mis Manos acarician sus rostros y abrazan a sus almas para llevarlos a la paz, a la cura y al perdón.

Por eso, hoy entréguenme aquello que les pesa y les duele. Entréguenme aquello que aún no pudieron perdonar.

Que Mi Amor disuelva las angustias y las agonías. Que Mi Corazón los levante y los fortalezca, porque Yo Soy su Madre, la Madre de Dios, la Reina de la Paz, la Madre y Señora de los Hijos de María.

Benditos sean los que le dicen sí a Dios, porque serán merecedores del Paraíso, y los consagro junto a Mis ángeles.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Cantémosle a la Madre de Dios que somos Hijos de María.


¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

Buena Cuaresma para todos y un buen encuentro con Cristo en la próxima Sagrada Semana.