Lunes, 19 de enero de 2015

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÙS

En el momento en que sintieran necesidad de auxilio, Yo los enviaré a servir, para que aprendan, de esta forma, que mayores males existen en el mundo que los males que viven en sus corazones. 

A pesar de que el sufrimiento de cada ser sea verdadero, existe un sufrimiento mayor en este planeta: el sufrimiento del Corazón de Dios por todas las esencias que se apagan, todos los espíritus que pierden la oportunidad, en este tiempo, de seguir el rumbo de su evolución y de retornar a su origen celestial. 

Quiero que recuerden cada día que son misioneros de Mi Casto Corazón, misioneros de este Plan infinito de Amor por el cual vinieron a la Tierra, cuyo cumplimiento debe suceder en este tiempo, a través de aquellos que se trascenderán a sí mismos, que amarán a la Jerarquía, Dios representado en sus Mensajeros, así de esta forma traer la Consciencia Divina a este mundo, que está apagándose por las acciones de oscuridad que vive en los corazones de los hombres. 

Hoy vengo a su encuentro y Me coloco sobre Mis hijos que respondieron a Mi llamado y que tanto necesitan de Mi auxilio y del amor de cada uno de ustedes para que alcancen, en este tiempo, el verdadero despertar de la consciencia. Yo soy el Padre e Instructor de todas estas almas, porque sus pies caminan sobre Mi Reino, que es el Reino que se manifiesta en este mundo a través de Mi Casto Corazón. 

Hoy les digo que mucho mayores son los misterios celestiales, pero aquellos que sepan escuchar comprenderán la profundidad de Mis Palabras y de Mis intenciones, las que quiero tornar vivas en sus seres. 

Les pido que no se aflijan ante todos los acontecimientos del mundo, que no teman; porque por más que algunas almas no alcancen la meta, muchas otras, que no tendrían la oportunidad de evolucionar, la tendrán por la perseverancia de sus almas, por el esfuerzo de cada uno de sus seres. 

Por eso, les pido que, frente a la infidelidad de los seres, ustedes sean fieles. Ante la ignorancia, muéstrense conscientes del Plan de Dios. Ante el miedo, demuestren confianza y fe, que son las señales del corazón que sabe que pertenece al Plan de Dios y que seguirá Su Voz en todos los momentos de su vida, independientemente de cualquier acontecimiento de este mundo, acontecimientos adentro y afuera de ustedes. Los Mensajeros Divinos disiparán todas las dificultades de los que perseveran en la fe, porque descubrirán a través de la oración su fortaleza en este tiempo de caos. 

Mis queridos compañeros y servidores de Dios, la meta aún está a su alcance; solo les pido que caminen, aunque no comprendan; este camino es trazado por el Creador. También Mi Hijo, Cristo Jesús, muchas veces no comprendía los Planes de Dios hasta poder vivirlos y, de esa forma, cuando ellos se hacían carne en Su Cuerpo, a través de la manifestación viva de la Voluntad Divina, Él no solamente comprendía, sino también vivía a Dios en Sí mismo. 

Los invito a este camino, porque quiero aprender por medio de ustedes, así como aprendí con Mi Hijo Jesús. Sé que cada una de sus almas guarda un potencial único, que deberá manifestarse en este tiempo, independientemente de lo que vivieron hasta hoy. Los llamo, a cada uno de ustedes aquí presentes, a darse una oportunidad de comenzar otra vez, de descubrir lo nuevo, de descubrir el Reino de Dios, no solo en las historias más sagradas, sino también en lo profundo de sus corazones, porque Mi Presencia les trae esta oportunidad y esta Gracia no es casualidad. 

Ustedes me dijeron sí a través de la respuesta que enviaron al universo, por medio de su presencia en este lugar. Quiero que comprendan, con el corazón, que este es un lugar sagrado y que siempre lo será, porque aquí reposa la Consciencia de Dios. En lo profundo de este Centro se guarda la Voluntad Divina y los secretos que el Creador tiene para manifestar en cada una de sus criaturas. Si hoy están aquí, es porque esos secretos les deben ser revelados en el momento justo en el que sus almas estén preparadas para descubrir lo que vinieron a hacer en este mundo. 

Quiero que sepan que no importa el pasado, que no importa lo que vivieron hasta hoy, que no importa que no comprendan cómo llegaron hasta aquí. Lo que les entrego en este día es la oportunidad de recomenzar, de descubrir la vida del alma y del espíritu, de saber lo que verdaderamente son: esencias divinas del Creador; semillas de esta Nueva Tierra que, por medio del amor y de la unidad, de la redención y de la reconciliación con Dios, se manifestarán en un tiempo futuro y próximo de este mundo. 

Quiero enseñarles a todas las almas de este planeta, frente a las dificultades del corazón, a descubrir la alegría de servir, de olvidarse de sí mismas, porque de esta forma se aproximarán al Pensamiento divino de Dios para esta raza. Que, en la simplicidad del corazón, dejen que desaparezca la oscuridad de las almas; que se eleve a los Cielos, al centro del universo, todo aquello que no corresponde a la Voluntad Divina; porque el Amor es capaz de abrir esta puerta que entrega a los seres la oportunidad de redención y de reconciliación con Dios. 

Como siempre les digo, algún día, en este universo tan vasto, comprenderán la grandeza de lo que viven en este mundo, y sabrán verdaderamente que eran compañeros de Aquellos que representaban la manifestación viva de Dios en este mundo.

Sé que para muchos Mis Palabras son incomprensibles, solo llévenlas al corazón y sientan Mi Presencia, porque eso que pueden vivir en sus seres es la manifestación de la transformación que Mi Presencia les causa en sus vidas. 

No se preocupen por nada. Los niños aquí presentes están recibiendo Mi Gracia, a Mi Espíritu paternal, que está despertando a sus pequeños espíritus para que, un día, puedan manifestar la Nueva Tierra redimida. 

Quiero agradecer a cada uno de ustedes por perseverar en este Plan de Amor y a Mis misioneros por cumplir su misión, que no es solo llevar comida a los que sienten hambre o abrigo a los que sienten frío. Les encomendé la misión de rescatar a las almas y de conducirlas a Dios, y hoy esa misión comienza a cumplirse. 

Que otros hijos Míos se animen, en este tiempo, a unirse a estos misioneros y a descubrir, por medio del servicio, la Presencia de Dios en todas las almas de este mundo.

Les agradezco y los bendigo,

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

¡Estamos agradecidos, San José, por cuánto nos das!