Lunes, 7 de marzo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Mientras muchos viven las guerras físicas y los conflictos que destruyen la vida por no encontrar la paz, otros viven las guerras espirituales e internas y los conflictos entre las propias convicciones materiales y los Planes de Dios para sus seres superiores. Esos conflictos muchas veces destruyen el alma y no le permiten que evolucione porque no encuentra la paz.

Hijos:

La purificación tanto en la materia como en el espíritu es inevitable, pero la forma como transcurrirá depende de cómo cada uno se coloque delante de ella.

En medio de una guerra, algunos escogen adherir a los conflictos y generar más guerras; otros son indiferentes y esperan que la violencia toque a la puerta de sus casas; en cambio, otros buscan la paz, aunque sea por un camino de trascendencia y consiguen encontrar la comprensión, el perdón y la fe, porque están en Dios.

Delante de una guerra interior entre lo que Dios espera de ustedes y lo que construyeron en sí mismos basados en lo que creían que deberían ser, pueden encontrar los mismos tres caminos de la guerra física: pueden entrar en conflicto con Dios y vivir un desgaste interno permanente, no aceptando la Voluntad del Padre y sin rendirse a Él; pueden ser indiferentes a esa Voluntad y, aunque no entren en conflicto con Ella, tampoco se rinden y creen que no están sufriendo, pero poco a poco hacen desaparecer el alma; o pueden buscar la paz, la comprensión, el perdón de sí mismos y, aceptando que los caminos trazados se basaron en el propio orgullo y en la ignorancia, renunciar a todos ellos y abrirse a comenzar de nuevo,  desde el punto que les sirve para encontrar la Voluntad de Dios, y no la propia.

Es así, hijos, que deben ser más conscientes de los momentos que viven y pensar siempre que esta es una situación planetaria, y no personal. La propia trascendencia y la renuncia de sí deben ser en pro de la evolución de este mundo.

No estén escapando siempre de su derrota solo por el miedo a la humillación y por la incapacidad de dejarse vencer; porque, sí, toda batalla es dolorosa, pero cuanto más rápido se permitan ser vencidos mayor será la paz que podrán vivir.

La humillación es una Gracia concedida a los valientes, que deben demostrar su coraje como un ejemplo semejante al del Hijo de Dios.

Si consideran que el camino de la transformación en Cristo es para ustedes, entonces, como primer paso, ríndanse a Dios, únanse a Él y déjense humillar para perder de una vez al viejo hombre basado en el orgullo y en el poder humano, para que viva en ustedes el nuevo hombre, que tiene como principio el vaciamiento de sí.

Aquel que los ama y los guía por el camino de la humildad,

San José Castísimo