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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Con la ternura de una Madre, que reina en los Cielos, vengo a su encuentro para que sepan y recuerden que la Luz Infinita de Cristo siempre triunfará en ustedes cuando confíen en ella, más allá de los errores, más allá de las pruebas, más allá de toda incertidumbre.
La Luz de Cristo es inextinguible y eterna, y es esta Luz que ustedes deben buscar incesantemente en estos tiempos en los que la humanidad, sumergida en la oscuridad, se olvida de que en su esencia profunda y eterna está Dios.
Como una tierna Madre, que viene a encender la Luz interna de todos Sus hijos para que el Amor de Cristo triunfe en las criaturas, así Yo vengo a encender, en diferentes regiones del planeta, la Luz de Cristo, especialmente en las almas que han vivido la tragedia de la guerra y de la persecución.
Nuestros Sagrados y Benditos Corazones, que están en el Cielo y que están presentes en la Tierra a través de la vida de todos los seres de buena voluntad, no se cansarán de repetirles, hijos Míos, que Nuestras Consciencias Divinas vienen a cumplir el Sagrado Plan de Rescate, aquel que fue visto por Juan, el apóstol, en sus últimos días, en las revelaciones del Apocalipsis y del Armagedón.
Pero hoy, quisiera, hijos Míos, que después de todo lo que aprendieron y escucharon de Mí, después de haber convertido sus vidas en una bendición, si así ustedes lo creen, quisiera que colocaran su mirada interior en los Cielos por todos aquellos que están perdidos en las tinieblas, que no saben lo que es el verdadero Amor, el Amor de una Madre que los ama profundamente y los consuela.
Este es el Mensaje que hoy quiero dejar aquí, en Figueira, para todos. Porque no sé en este momento, hijos Míos, cuándo podré retornar aquí, a Mi sagrada y bendita Figueira, Árbol Sagrado de los frutos de la redención; porque nos espera, hijos Míos, a Nuestros Sagrados Corazones y también a sus vidas, tiempos muy decisivos y definitivos, en los que todo lo que aprendieron a través de estos últimos dieciséis años deberán colocarlo finalmente en práctica; pues Nuestras Palabras, Nuestros Mensajes, Nuestras Gracias y bendiciones, Nuestra lluvia de Amor, deberán florecer en ustedes como virtudes y dones, como gestos cada vez más amplios de caridad y de amor, de aceptación sin condiciones del error del semejante o aun de los problemas que creen que él tiene.
Hoy, Mi Inmaculado Corazón les deja aquí la puerta abierta hacia la cristificación. No le teman a algo que no les hará mal, no le teman a algo que le hará bien al espíritu, al alma y a la esencia. Atraviesen la puerta hacia lo desconocido y no se conocerán.
Y aunque en estos tiempos descubran en sí mismos muchas más miserias, ya no se amedrenten, porque el mundo ya está muy amedrentado y castigado por las guerras. Coloquen sus miserias lejos de sus vidas, entréguenselas a Mi Hijo, que tanto las espera para transformarlas en Misericordia.
Y cuando piensen que su purificación es mayor o aun insoportable, recuerden a los que sufren verdaderamente en el mundo, de hambre y por las guerras y las enfermedades, recuerden cuántos hijos Míos están muy perdidos en el mundo, pero también recuerden cuántas Gracias recibieron, aunque la mayoría no fuera merecedora de ellas.
Les traigo la prueba de Nuestro inconmensurable Amor, de un Amor que no condiciona ni castiga; de un Amor que acepta, que entiende y que renueva, de un Amor que es capaz de darle una oportunidad a quien no la merece, porque todos, hijos Míos, aún están en el tiempo de la redención.
Abran sus corazones a las familias, que son la célula principal de este amado Proyecto de Dios en la Tierra. No las cuestionen, sino acéptenlas, porque es el amor y la cercanía que transforma todo. La condena y el juicio de las familias es un acto insensato de perdición y de desamor.
Muden la frecuencia de sus consciencias, contemplen a las familias y a la realidad planetaria, así como Nosotros las contemplamos. Imiten Nuestra mirada de Amor y de cercanía hacia las familias y hacia todos los que sufren; porque en verdad les digo, hijos Míos, que ninguno de ustedes sabe quién es en su esencia profunda y en su espíritu.
Pero desde los primeros pasos de la Cruz, desde las primeras Estaciones de la Vía Sacra, en cuanto Mi Hijo cargaba la Cruz de todo este mundo, Dios Me dio la Gracia de poder conocer en profundidad lo mismo que Él veía en cada uno de Sus Hijos, aunque muchos en ese tiempo ya estuvieran rebelados y repudiando a Mi propio Hijo, que dio la vida por ustedes y siempre la dará.
Esta es la esencia de quien quiere ser un apóstol, vivir estos principios y estos códigos tan simples, porque en verdad esto es lo que el mundo necesita.
Ya basta de guerras y de juicios, basta de divisiones y de separaciones; que sus vidas sean parte de la Fuente del Amor de Cristo, que cada hermano y hermana que se acerque a ustedes sienta el Amor de Mi Hijo; porque, si así lo fuera, se cumplirá.
Yo les traigo por última vez estas bases espirituales porque, en los tiempos que llegarán, no las pueden olvidar.
Mi Hijo vendrá al mundo para que rindan cuenta de todo lo que les entregó. Pero no se olviden de que Él vendrá como un Ser de Misericordia y no como un juez, Él vendrá a buscar los talentos que les otorgó. Y vivir Sus talentos es colocarlos en práctica en el día a día, en una vida profunda de oración y de súplica, en una vida de eterno e incansable servicio como de momentos de adoración.
Como una tierna Madre, vengo a enseñarles sobre el bien, porque el bien es lo que quiero para ustedes y para sus hermanos. Si las almas se sumergieran en la esencia del bien, la vida de las personas ya sería otra. Por eso, en esta superficie y en esta escuela, tendrán que aprender a amar todos los días, una y otra vez, porque el Padre Eterno es tan perfecto y bondadoso que nunca les permitirá que se salteen las reglas de la evolución. Porque Nuestros propios Sagrados Corazones también atravesaron esas reglas y las vivieron, aunque, en el mayor silencio y anonimato, Nuestras Consciencias ya fueran Divinas.
Nuestro Espíritu y Nuestra Consciencia, el Espíritu y la Consciencia de cada Sagrado Corazón, de Cristo, de María y de San José, reflejaban en la vida material la simplicidad del espíritu y la confianza plena en el Proyecto de Dios, a pesar del aparente fracaso que muchos creían que Mi Hijo estaba viviendo en el Calvario.
Por eso, Su triunfo se dio a través del silencio, Su triunfo se dio a través de la aceptación de todo lo que vivió. Aunque Su Sagrado Corazón no lo mereciera, el Dios Vivo, a través de Su Hijo Encarnado, aceptó y asumió todos los errores y pecados del mundo; así como Nosotros, los Mensajeros Divinos, lo seguimos haciendo.
Porque les confieso, hijos Míos, que no hay otra salida; tarde o temprano sus vidas deberán rendirse al Creador, más allá de las experiencias, de las idas y vueltas. Por eso, no se demoren porque ya no hay tiempo; acepten, a través de la vida más simple y profunda, vivir el voto honesto de la consagración, para que el mundo también sea consagrado.
Y, una vez más, les traigo el Reino de la Paz, para que la Paz no solo se establezca en ustedes, en sus familias y naciones, sino para que aspiren ardientemente a esta Paz, a través de la Luz Crística que hoy los bendice y congrega.
Yo nunca los condenaré. Mi Mano siempre se aproximará a ustedes, así como Mi Corazón Inmaculado se aproxima a ustedes, tornando la vida espiritual de cada ser en una caricia de Dios.
Si no pueden estar arrodillados, mientras estoy presente, no se preocupen; porque es el alma que debe estar postrada ante Dios, así como Su Sierva y Esclava está postrada en este momento ante el Trono.
Mis amados, ¿será que algún día, podrán ver a sus almas postradas junto a Mí ante el Trono de Dios, así como todos los coros del Cielo se postran ante el Padre?, para cantar perpetuamente Sus Nombres Sagrados y Benditos, para sentir en lo más profundo la felicidad de pertenecer a Su Reino Celestial, Reino Infinito y Universal al que todas las almas deberían ansiar y buscar incesantemente.
En este último día, de esta primera parte de la peregrinación, en Brasil, vengo a despedirme de Mis hijos de Figueira.
Por eso, les vuelvo a decir, hijos Míos, no le teman a lo desconocido, vuelen alto como las aves, alcancen la Fuente ardiente de Dios, que emana impulsos constantes de Luz y de Misericordia. Ya no se sientan amarrados a este mundo, crean en el Poder liberador de Cristo, Mi Amado Hijo.
Hoy, vengo a otorgarles, a todos ustedes y a los que escuchan en este momento, un paso más en la confianza de la consagración.
Tengan fe, Mi Hijo cumplirá Su promesa. Su hora ya se acerca. El tiempo del reencuentro, de tener al Maestro frente a ustedes, se aproxima; tienen que estar prontos para eso, porque será en la hora que menos piensen.
Es el tiempo de Su reaparecimiento, tiempo que se cumple a través de los Libros de los Maestros de Oriente, así como les fue anunciado a muchos instrumentos de Dios, que llegaría el tiempo del reaparecimiento de Cristo.
Hoy, quiero que Me puedan sentir como la Madre tierna de la Paz, que confíen sus almas a Mi Corazón, que confíen sus vidas en Mis Brazos, que se sientan seguros en cada caminar y en cada paso, que se puedan desprender del pasado, porque el pasado ya pasó, hijos, que puedan caminar confiados en el eterno presente y que puedan mirar al futuro con esperanza renovadora en el cumplimiento del tiempo de cura y de redención, del Advenimiento de Cristo, Mi Hijo.
A través de Mi Corazón, que aún dejaré abierto por un momento al Trono de Dios, Su Conciencia Cósmica e Infinita, Inmaterial y Eterna, los contempla y contempla al universo.
¿Cuántos, en este momento, se ven beneficiados de esto?
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Vamos a cantar la canción que ha pedido nuestra Madre para despedirla, en amor, gratitud y reverencia. Ella escuchará atentamente esta canción como una oferta de Sus queridos hijos: "Mirarte a ti".
Les agradezco por responder a Mi llamado.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Canten, dice nuestra Madre, desde lo profundo del alma y del corazón, como si le cantáramos a María por primera vez y tuviéramos la Gracia de expresarle todo lo que sentimos por Ella, así como Ella en Su inconmensurable Amor expresa todo lo que siente por Sus hijos.
Los que quieran consagrarse como Hijos de María pueden venir. Aunque aún no tengan el Manto de María, pueden venir, porque Ella les colocará su Manto Espiritual para consagrarlos como Sus hijos.
Cantemos.
Cantemos para María de verdad, entregando nuestra vida a Ella.
Que todos se acerquen al palco.
Nos consagramos a los pies de Su Altar.
La Señora de Luján tocará con Sus Pies a la Argentina y peregrinará en fe con Sus hijos para renovar el Propósito de esa amada nación.
Que así sea.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
Para terminar, vamos a orar, ante nuestra Madre Divina, el “Ave María”, en portugués, en español y en inglés, para que ofrezcamos este momento por la consagración del mundo al Inmaculado Corazón de María.
Oremos.
Y vamos a agradecerle, todos juntos y como una sola voz, a nuestra Madre:
¡Gracias, Madre Divina, por cuánto nos das!
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más