Miércoles, 6 de septiembre de 2017

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 50ª Maratón de la Divina Misericordia, en el Centro Mariano de Figueira, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

Padre Nuestro... (x2)

Pai Nosso... (x1)

Nunca dejen de mirar al Sol Interior de Mi Corazón, porque así siempre estarán protegidos de todo.

Mi Silencio hoy habla de una realidad planetaria aguda.

Por eso, en el día de ayer tuve que emanarles la mayor Fuente de Mi Amor, para poder hablarles hoy de lo que les iré a hablar.

Estoy con el Libro de la Sabiduría de Dios entre Mis Manos y vengo acompañado por los veinticuatro Ancianos. Reunidos en un solo Consejo, deliberamos los próximos pasos para esta humanidad.

Hoy no es un día común, sino un día de grandes definiciones, por las cuales Yo los invito a seguir orando, aunque aparentemente parezca un misterio.

En este Libro de la Sabiduría de Dios se encuentra el destino de la actual humanidad, un destino que nadie conoce, que aún no fue revelado, ni siquiera en sueños.

Pero hoy les traigo este tesoro de Dios porque es el propio Padre que con Su Santa Mano escribe los acontecimientos de esta actual humanidad que ya ha ingresado, de lleno, en la transición planetaria.

Les pido que abran sus corazones para lo que hoy les estoy trayendo como mensaje.

Les pido que no tengan miedo, sino una consciencia amplia, para poder percibir interiormente los Conocimientos Sagrados de Dios que están escritos en este Sagrado Libro de Su Reino Universal e Infinito; Reino que los ángeles y arcángeles cuidan en perpetua alabanza y honor al Todopoderoso, porque Él escribe y construye, todos los días, el destino de la humanidad.

En este Libro se encuentra lo que muchos quisieran ver, pero también lo que muchos no quisieran ver, porque en el Libro de la Sabiduría de Dios se espeja la Justicia Divina, la que ha comenzado a descender, invisiblemente, todos los planos, hasta llegar a este plano físico y concretarse.

Por eso les pido que concentren sus miradas en el Sol interior de Mi Corazón, porque allí existe el equilibrio, la armonía y la unidad que los hará fuertes para estos tiempos difíciles.

Por eso en estos días, compañeros, los invité a definirse como Mis apóstoles del fin de los tiempos, para que Me pudieran servir en cada rincón de este mundo en donde la realidad planetaria se agudiza y las almas se precipitan en sus propios abismos, sin encontrar ni un gramo de luz.

Los invito a ser conscientes para adquirir una madurez lo suficientemente elevada, que los ayudará a enfrentar estos tiempos y todos los aprendizajes que llegarán para enriquecer sus espíritus con nuevas experiencias de Amor y de Redención.

Es de esa forma que vengo a pedirles, con el Libro de la Sabiduría de Dios entre Mis Manos, algo que nunca vivieron: una entrega absoluta y plena para que aún más Mi Plan se pueda materializar en la superficie.

Los veinticuatro Ancianos del Universo, los grandes portadores del Conocimiento Sagrado de Dios, los Grandes Mentores entre los mentores son los que espejan al Universo, en este tiempo, la Justicia Divina.

No son los promotores del castigo universal, como lo es Mi adversario. Son consciencias justas que han aprendido y vivido, a lo largo de los tiempos, en todos los Cielos, el conocimiento de esta experiencia humana, dentro de este planeta sagrado.

Ellos tienen entre sus manos el Proyecto de Dios, especialmente en sus Corazones Solares.

Ellos saben que es lo que el mundo necesita vivir y cuál es la aspiración del Todopoderoso, pero no pueden interferir ni alterar el libre albedrío de esta humanidad, que es lo que en verdad la condena, de tiempo en tiempo.

Pero si sus ojos están en el Sol Interno de Mi Corazón, aprenderán a salir de la superficialidad y de todo lo que ciega al ser humano en este tiempo, desconectándolo de Dios completamente.

Hoy, ellos vinieron Conmigo, los Sagrados Ancianos del Universo, para poder ver y presenciar lo que sucederá en el mundo, de la noche a la mañana.

Es importante que no cambien Mis Palabras, porque cambia el sentido, la energía y el Principio de lo que Yo quiero decir, para sus mundos internos, no para sus mentes.

Por eso coloquen sus sentimientos en el corazón y revivan en este momento, lo que Yo les traje en el día de ayer; es lo que siempre deseo entregar a Mis compañeros, para que finalmente se disuelva la amargura universal, lo que ha condenado a todas las criaturas en este Universo a los errores de otrora.

Venimos como Consejo Universal a hacerlos conscientes de las nuevas decisiones que ya fueron tomadas y de las cuales ustedes forman parte, así como cada ser de esta superficie.

Hoy les pido que difundan en el mundo, la importancia de vivir en el Don del Temor de Dios, para que las almas tengan tiempo de arrepentirse y de hacer verdadera penitencia, antes de que todo suceda, porque sé que muchos creen que nada sucederá.

No tendría sentido que Yo estuviera aquí después de cincuenta encuentros, preparándolos para ese gran momento, en donde sus almas misioneras estarán activas, operativas y al servicio de la necesidad planetaria.

Prepárense para dejar de hacer todo lo que hacen diariamente. No se incomoden cuando llegue la hora de ser sacados de la normalidad de estos tiempos.

Ya les dije, compañeros, que ustedes son Mis Manos y Mis Pies para que Yo pueda trabajar en este planeta y evitar que millones de almas se pierdan inesperadamente, de una forma inusitada, que nadie hasta ahora conoce.

Por eso es importante que sus valores de espiritualidad estén presentes y latentes. Todos esos valores los necesitarán para poder atravesar el fin de los tiempos con valentía y coraje y así no estar distraídos con todo lo que sucede en el mundo diariamente.

Quiero construir en ustedes consciencias universales, seres que puedan espejar la Sabiduría de Dios en estos tiempos, sin perder ni un momento de sus vidas para poder aprender todo lo necesario, todo lo que Dios necesita que aprendan para el gran momento planetario que vivirá la humanidad.

Hoy expongo Mi Santísimo Cuerpo a todo el planeta porque será el Portal por el cual podrán entrar, para estar a salvo en la Divina Protección y bajo el Amparo de Mi Corazón Eucarístico.

Dichosos serán los que así lo hagan, y si lo hicieran muchos más, mayor equilibrio habrá en este planeta y no será necesario, a pesar de la gran deuda de esta raza, desde su género humano hasta los Reinos de la Naturaleza, que se agiten tanto los Océanos, ni tampoco se mueva tanto la Tierra.

Puedo decirles con todo Mi Corazón que nadie está preparado para el fin de los tiempos, pero será necesario vivirlos.

Ustedes encarnaron en esta era, en estos últimos tiempos, para participar de esta transición, de la cual muchos más deben ser conscientes, para salir de la somnolencia global.

Cuanto más obras de bien se hagan en el mundo, menor será la catástrofe en la humanidad.

Cuanto menos animales se sacrifiquen por el propio hombre de superficie, ya no será necesario, que siga corriendo la sangre en este mundo, sangre inocente.

Cuanto menos minerales y florestas se exploten, menores serán los abortos en el mundo, y las madres no quedarán con la pena de esa crueldad hasta sus próximas vidas.

Cuanto menos se infrinjan los océanos, contaminen los mares y se sacrifiquen las ballenas, menor será el movimiento del eje de la Tierra y el descongelamiento de los polos de una forma acelerada, nunca antes vista por Dios, ni por todo este Universo. No será necesario que el planeta se acerque tanto al sol y la temperatura se eleve a grados desconocidos, nunca antes vividos, en ninguna era de este planeta.

Ahora comprenden, compañeros, lo que el Consejo de los Ancianos está decidiendo como futuro de esta raza, por el triunfo de Mi Sagrado Corazón.

No queden tristes, sino más fortalecidos, porque Yo los necesito aquí fuertes, más decididos, más conscientes, más abiertos, para socorrer a la humanidad y a todo este planeta.

No piensen en lo que sucederá, sino en lo que el mundo aún no hace de forma equilibrada, verdadera y justa.

Y para finalizar este encuentro, los invito a ser portadores de la justicia, para que siempre y en todo, tengan actitudes justas: en todo lo que hacen, en todo lo que piensan, en todo lo que viven, porque por más pequeño que parezca, ayudará al equilibrio del mundo y a la armonía de este planeta y de todos los Reinos Menores.

Ahora quiero dejarles un pedido: que fortalezcan su oración por el Brasil, dos veces por semana, porque este pueblo y esta tierra está siendo muy buscada.

A pesar de todo lo que sucede en esta nación, el triunfo de Mi Sagrado Corazón solamente se podría dar aquí y desde aquí, para todo el planeta.

Les pido que no se involucren con lo que suceda en esta superficie. El propio Universo limpiará lo que está sobrando, y así, podré reforestar la nación con almas valiosas, que cumplirán Mi Proyecto en el fin de estos tiempos.

Colóquense por encima de los acontecimientos y así también Me podrán ayudar y ayudarán a muchas, muchas almas que quedan perdidas en los acontecimientos de esta superficie.

Si oran a Mi santa Madre por el Brasil, el Brasil mantendrá su espíritu original y no será necesario que haya conflictos, como existen en otras naciones.

Recuerden que el Arcángel Metatrón es el encargado de cuidar de su pueblo y ustedes deben unirse a su Fuego Cósmico para que sus corrientes ígneas transmuten las corrientes contrarias que traen disturbios para Mi amado Brasil.

Yo les prometo que esta tierra, ya no será tierra de esclavos, sino de almas triunfadoras que viven en el Amor de Dios y lo irradian a todo el mundo.

Brasil es el Espejo de Mi Corazón y cuando él sufre, Yo sufro en silencio.

Fortalezcan sus valores espirituales y enseñen a las almas simples a orar, porque en los más humildes, como en los más pobres, existe la sustentación de Mi Obra, lo que también Me hace venir aquí, de tiempo en tiempo.

Que el Señor ilumine a los corazones.

Que las almas se sirvan del poderoso caudal de Mi Corazón Eucarístico.

Que todos beban de la Fuente de Vida y que se renueve el Principio de la Redención de esta Tierra.

Amén.

Ahora reverencien a Mi Cuerpo y reciban así la disipación de las tinieblas y la iluminación de la esencia para los tiempos que llegarán.

Incienso.

Nos ponemos de pie.

Canción: "Tú eres el Rey".

Sepan que Me honra venir desde el Cielo para poder verlos en estos tiempos, por medio de este encuentro, en donde Mi Misericordia se expresa a todas las almas, de diferentes formas, en los corazones simples que buscan la Verdad y la Unidad con Dios.

Mi Corazón se colma de alegría cuando los veo tan cerca de Mí en la confianza absoluta de sus espíritus en Mi Proyecto Redentor.

Yo renuevo todas las cosas en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén

Les agradezco por hoy estar en Mi Corazón.

Y hoy quisiera que irradien para el mundo más amor para que las almas sean curadas y retiradas de su cautiverio, para que la consciencia de este planeta, en este tiempo final, tenga en quién apoyarse y en quién confiar, sin temer de que la humanidad vuelva a agredir al planeta, como en los últimos tiempos.

El planeta también sufre como consciencia; por eso él se mueve tan velozmente en este tiempo y cada acontecimiento, es la señal de su sufrimiento, de su agonía, del parto planetario.

Abracen al planeta y colóquenlo en lo profundo de sus corazones, así como el planeta siempre los ha colocado en el Universo de la Creación, en todo lo que existe, en todo lo que vibra y en todo lo que evoluciona.

Vayan en paz y sean Mi Paz en el mundo.

Hoy he calmado Mi Corazón con su presencia, con la presencia de cada peregrino y de cada orante que se ha esforzado en dármelo todo en estos dos días y eso Me hace volver aquí, siempre.

¿Ustedes aceptan que Yo vuelva un tiempo más? Sí.

Fray Elìas:

Él está llorando.

Ahora sí Me debo ir, pero escuchando sus palabras con una canción que inspira a las almas a estar cerca de Mí.:Tu estás aquí

Fray Elìas:

Vamos a colocar nuestras manos en señal de recepción, para recibir de Cristo Su Energía y después llevarla al centro de nuestro corazón, en una comunión interna con Su Consciencia Divina.

Y vamos a agradecerle por medio de esta canción, por todo lo que nos ha dado en estos días.