Martes, 5 de abril de 2016

Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS DURANTE LA 33.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA, EN LA CIUDAD DE FLORIANÓPOLIS, SANTA CATARINA, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Paz para el mundo y fin para la guerra.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Yo vengo a absolverlos en el nombre del Amor y del Perdón, en nombre de la infinita Piedad que existe en el Universo y que se vive en los ángeles y arcángeles, en todos los seres de buena voluntad, que en el Universo y en la Tierra viven el Plan de Dios.

Hoy, Yo vengo como el Rey del Universo, como la Presencia viva de Dios para esta humanidad, aún muy dormida. 

Vengo a despertarlos del sueño de esta vida material para que sus almas se eleven a Mí y, en comunión Conmigo, sigan Mis pasos, que son los pasos que Dios les pide dar en esta hora definitiva de la humanidad, en el principio del ápice de esta transición, que muchos no sabrán enfrentar. 

Por eso he venido aquí, no solo para bendecirlos con Mi Misericordia, sino para unificarlos con Mi Plan y con Mi propuesta de paz para el mundo.

Hoy, quisiera que dejaran a Mis Pies lo que ya no deben vivir, lo que no pertenece a Mis Caminos, ni a Mi Obra. 

Quiero que se transformen en Mí y Yo Me transforme en ustedes, para que sean nuevos cristos; una nueva raza que colonizará a la humanidad cuando surjan los 144 000, que cada día más, se aproximan en el espíritu del despertar y de la misión que son convocados a vivir en este tiempo final.

Sé que muchos de los que hoy están presentes no entienden lo que Yo  digo.

No necesito, compañeros, que Me entiendan, sino que Me vivan, que guarden Mis Palabras en el corazón, porque no son solo palabras.

Mi Verbo es vibración y energía, es principio de manifestación y de toda Ley para este Universo, del cual ustedes forman parte en este sistema solar.

Por eso necesito que abran sus corazones y no sus mentes, porque lo que Yo estoy diciendo hoy, lo dije hace dos mil años atrás, en cada una de la parábolas, en cada uno de los signos, y aún así en Mi Pasión, que fue la señal más visible para todos ustedes, de que Mi Obra aún continúa, en la Victoria de Dios, el Altísimo.

He traído para ustedes a los ángeles de la guarda, para que les puedan prestar un poco más atención, porque ellos les sirven desde sus orígenes y esperan que los puedan percibir. Solo a los ángeles y a nadie más, que se haga parecer a un ángel. 

Su oración los elevará a esa consciencia, a la que Yo necesito que se aproximen, a la Consciencia Ultraterrestre, a la Vida Divina y Universal; porque la humanidad está muy densificada.

Pesan mucho sus acciones, sus sentimientos, pensamientos y las obras que van en contra del Plan de Mi Padre, en contra de la humanidad y de las almas.

Hoy les revelo, a través de Mi Corazón, el Plan de Dios en esta era de la Tierra, en este momento de la humanidad,  en donde cada uno de ustedes, compañeros, debe ser ese principio vivo de Mi Presencia en el mundo; debe ser ese soldado que responde a los comandos y ese apóstol que lleva la palabra de salvación y de verdad.

Para que todo eso sea posible en este momento, compañeros Míos, transfórmense, transfórmense mucho y no teman transformarse.

Ha llegado la hora de que todos ustedes y el mundo se purifiquen, no con temor, sino con valentía, para soltar las amarras del pasado, destituir lo que no es del Plan de Dios y  abrazar la cruz que el Padre les entrega en esta trayectoria evolutiva de la humanidad.

Así, estarán Conmigo viviendo Mis Principios; porque Yo los ayudaré a levantarse del suelo, a elevar sus ojos hacia el Universo para que reconozcan su estrella y así, se unan nuevamente con su Dios.

Adoren al Padre, que sigue ofendido, y ofrezcan una reparación, en este día, por todo el mundo.

Así ustedes, compañeros, recibirán lo que necesitan en la hora cierta y no cuando lo busquen; porque todo tiene un tiempo, dentro y fuera de ustedes.

Hoy les ofrezco Mi Constancia, por cada una de sus almas y por las almas del mundo que aún no Me viven.

Hoy les traigo esta realidad, porque Yo quiero compartirla con ustedes y así ustedes la compartirán Conmigo, en este eterno silencio que hoy promulgo para todos, el silencio que vive en el silencio y que permite descubrir lo que verdaderamente sucede dentro de los corazones.

Abracen este momento como algo único y reconfirmen  sus votos de colaboración con el Plan; ese Plan que hoy no conocen en profundidad, pero que hoy les entrego para que lo puedan seguir en oración y vigilia, en fraternidad y servicio.

Yo necesito que continúen cumpliendo lo que Yo les pedí hace dos mil años.

Las almas están muy perdidas y los corazones se desesperan por no conocer el Amor de Cristo, vuestro Señor.

Si hoy vengo aquí para pedirles estas cosas, es porque en verdad lo pueden hacer, de una forma simple y honesta, sin tantos conceptos, ni formas. Porque en verdad les digo, compañeros, todo nace del corazón, y es el corazón de cada alma  que rige las cosas, y es el que ayuda a que todo se cumpla, bajo la Voluntad de Adonai.

Como les dije en el día de ayer, compañeros, en los más jóvenes debe despertar el discipulado, el discipulado de Cristo, quien guiará sus vidas y los conducirá por el camino correcto de la redención.

Estén despiertos a lo que les digo y no pierdan ni una palabra, porque no podré volver a repetirla.

Digo todo esto antes de que todo suceda, pues ha llegado la hora de que los corazones se conviertan por el fuego de la oración y por el principio de la paz; y que todos sean más hermanos, unidos en una gran familia espiritual regida por Cristo, para esta Obra Redentora del fin de los tiempos.

Esta región y esta ciudad deben ser la cuna de las nuevas cosas, de los patrones elevados de conducta, de fraternidad y de hermandad.

Los jóvenes deben conocer Mi energía crística para que puedan redimirse. Y así como lo hizo Juan, el apóstol, puedan seguir Mis Pasos hasta el monte de la Cruz, en donde Yo compartiré lo que espero compartir con todos, en esta hora del planeta.

Yo vengo a curar en ustedes lo que aún no está cicatrizado, vengo a sanar sus heridas.

A través de Mis Llagas, Yo los purifico; a través de Mi Sangre, Yo los consagro; y a través de Mi Cuerpo, Yo los glorifico en el nombre de Mi Padre, para que al fin se cumpla la Nueva Humanidad.

Recemos:

(Padre Nuestro en arameo).

Y hoy lavarán sus pies, como Yo se los lavé a los apóstoles, que en ese momento no comprendieron la humildad del Maestro de la Luz.

Porque en la humillación y en la renuncia de los que lavan los pies a sus hermanos, se encuentra la existencia del amor y de la vida, que los unifica con el Universo y así, todo es renovado, como Yo lo renové en la Cruz por ustedes y por el mundo. 

Así quiero que lo hagan siempre y que lo vivan todo el tiempo que puedan.

Porque quien se lava los pies, lava su pasado, cicatriza sus heridas y reenciende su alma en la Luz de Dios, expulsando lo impuro, exorcizando todo lo que no es de la Luz, bajo la Energía Crística de Jesús.

Canción: Por las Llagas de Jesús...

A través de Mi Sagrado y Glorificado Corazón, compañeros, Yo les entrego Mi Bondad y Mi Gracia y los hago participar de Mi Espíritu, en esta Comunión perfecta con Mi Padre Eterno. 

Así, Yo los bendigo, los renuevo, los curo y los elevo cerca de Mi Corazón, para que estén entre Mis Brazos y sigan sintiendo la confianza que, desde el principio, todo estuvo bien.

En el nombre de la Luz, les agradezco y los bendigo bajo la señal luminosa de la Cruz Redentora de Vuestro Rey. 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, Amén.

Ahora, puedo irme en paz de este lugar, porque sé que Me han escuchado en este momento y en otros tiempos, ¡Mis amados apóstoles en redención!