Lunes, 26 de marzo de 2018

Sagrada Semana
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL SEGUNDO DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

Yo les doy la Paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Preciosa Sangre es derramada por los inocentes, pero una fortaleza inquebrantable se construye en los que adoran a Mi Eucarístico Corazón. Es un misterio aún muy desconocido; es una ciencia universal muy inexplicable; es una alquimia diferente que se da entre el adorador y la Adoración. Aún están por conocerlo, pero esto es parte del ministerio de Mi Sacerdocio.

Cuando las almas Me adoran, adoran a Dios, que es Aquel que merece toda Gloria; pero Yo también adoro a las almas que se unen a Mí en la esencia de su corazón.

He aquí la Sangre que lo ha dado todo, hasta la última gota; la Sangre de la libertad y de la redención; la Sangre del Cordero de Dios que puso fin al cautiverio de la consciencia humana y del planeta.

En aquellos que adoran a Mi Corazón Eucarístico se encuentra el Poder de la Sangre de Jesús, misteriosamente escondido en las profundas entrañas del pan que es transustanciado en la celebración eucarística.

Pero hoy honraremos a la Sangre que fue derramada por el Cordero de Dios para liberar los pecados del mundo, porque el Cuerpo y la Sangre de Cristo son una sola cosa, una sola Esencia y una sola Vida que se funde espiritualmente en las almas que comulgan de Él.

La Sangre que es bebida por los hombres y que proviene del Cordero de Dios, es preciosamente honrada por el Padre, porque es la justificación verdadera para la redención de los hombres. Es la Sangre que quita el pecado del mundo y todo lo convierte. La Sangre que ha sido entregada por Amor a los hombres para la reparación de los ultrajes, de las indiferencias y de todas las culpas. Es la Sangre que libera el corazón. Es la Sangre que da vida nueva a todas las cosas.

Agua.

Con esta Sangre, Yo lavo a las almas y enciendo a los corazones en su propósito divino a fin de que se liberen de sus manchas más profundas y reciban la Gracia de la reparación de Dios.

Esta es la Sangre que da vida a las esencias y que recupera lo que está perdido. Es la Sangre que trae la Paz y que establece en el mundo el triunfo del Creador sobre la Tierra, por encima de las fuerzas del caos y de la maldición.

Ahora que ustedes ya comulgaron con los Códigos Divinos de Mi Sangre, he podido establecer en sus corazones la eterna ceremonia del amor, que es construida y vivificada por todos los que adoran a Mi Eucarístico Corazón.

Hoy, quisiera dar mención especial a este ejercicio y a qué es lo que sucede en los planos internos de la vida cuando un alma se postra a los pies del Santísimo del Altar; muchas miserias son disueltas, faltas son perdonadas, curas inexplicables son concedidas y, sobre todo, emerge del corazón adorador la fuerza de Mi Amor para que pueda seguir adelante, adorando por un planeta que sufre, por una humanidad que se enferma y también por los Reinos que sufren las consecuencias de estos tiempos.

La Adoración, en el Cielo, es toda para Dios; porque es el testimonio verídico de la Pasión, Muerte y Resurrección de Su amado Hijo, testimoniado por intermedio de la Sagrada Eucaristía y elevada a los Altares de Dios, como el mayor triunfo de la humanidad de Jesús en este planeta.

Por eso, todos los que se colocan delante del Altísimo, de tiempo en tiempo, viven una renovación, un proceso de cura y de redención, y puertas internas se abren para que las almas las puedan cruzar y encontrar la esencia de su misión espiritual y de su propósito divino para esta vida.

El Santísimo del Altar es la representación del Dios vivo en la Tierra, por intermedio del Cuerpo Eucarístico de Cristo. Pero si a esto se le suma la corriente amorosa de los adoradores, muchos más atributos podrán ser concedidos al mundo y a las almas, sobre todo, a aquellas almas que desesperan y no encuentran la paz.

Los adoradores de Mi Cuerpo Eucarístico son parte de Mi Corazón, en su constitución como cuerpo místico, pero también son parte de Mis Manos y de Mis Pies para que Yo pueda llegar y auxiliar a los que más lo necesitan. Cada nueva Adoración que realizan, no es igual a la anterior, es un paso para poder profundizar en la vida espiritual y en la entrega, en el propósito verdadero de ser embajadores de la Paz y de Mi Divina Misericordia.

Del Santísimo Cuerpo de Cristo que es adorado parte el Soplo del Espíritu para las almas; y los impulsos del Cielo llegan a la Tierra cada vez que un alma adoradora se coloca ante Mi Cuerpo Eucarístico para que, tan solamente en el silencio y en la paz, encuentren la nueva vida y la redención.

Los adoradores representan a los peregrinos que se elevan al Cielo para encontrarse con el Señor y fundirse en la Comunión de Su Iglesia Celestial. Por eso, alégrense por los que hoy serán consagrados, porque muchos más serán consagrados por el poder de la preciosa Sangre de Jesús y de Su Divino Cuerpo Eucarístico, gravemente ultrajado en estos tiempos por la indiferencia de los hombres y por las calumnias.

Cada momento de adoración es un momento de reparación y todo, todo se renueva. No hay nada que quede sin resolverse en aquel que adora a Mi precioso Cuerpo Eucarístico porque, en verdad, fortalece su unión interna con Mi Sagrado e Insondable Corazón, que da vida a todas las cosas, que resucita a todo lo que está muerto y que trae la Paz.

Comencemos con esta ceremonia de nuevos postulantes a la Iglesia Celestial del Señor, para que representen en esta Tierra a los pacificadores del Redentor.

Escucharemos Pater Noster. Pueden subir aquí los adoradores, los que se consagrarán.

Incienso.

Mientras Mi Iglesia Celestial se abre al mundo, que los autoconvocados se coloquen de pie para entrar dentro de Mi Consciencia Celestial y junto con los ángeles y arcángeles celebrar, una vez más, el triunfo del Sagrado Corazón de Jesús.

Señor bendice este ministerio, el cual hoy vivifica a las almas para gloria y honor de Tu Nombre.

Y hoy les vuelvo a repetir:

“Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que es entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.

“Tomen y beban de Mi Cáliz, el Cáliz de la Nueva Alianza, que concibe en los corazones la eterna paz”.

Colóquense de pie los adoradores para recibir la Comunión.

Inspiramos.

Llegó el momento más importante de sus vidas, que es estar por algunos segundos ante Mi Cuerpo Eucarístico, para que el mundo sea reparado y cosas inexplicables sean perdonadas por su ofrenda a Mi Sagrado Corazón.

Vamos a arrodillarnos.

Amado Padre del Universo recibe la ofrenda de estas almas, que solo buscan vivenciar la grandeza del Universo de Tu Amor y el propósito de Tu Existencia a fin de que se cumpla en todo lo que Tú creaste Tu sabia Voluntad.

Hoy te ofrecemos, Padre, esta simple Adoración como un acto de unión profunda Contigo y junto a los ángeles elevamos esta intención hasta los pies de Tu Altar. Amén.

Que todo propósito contrario sea desestabilizado. Que la cura profunda se alcance en las almas. Que los espíritus reunidos en Tu nombre, Señor, vivifiquen la Paz; porque Tú te has hecho tan pequeño y semejante que has llamado a Tu pueblo para que volviera a honrarte y glorificarte por los siglos de los siglos y así se llevara adelante Tu Proyecto en cada partícula que Tú has creado, a la cual le has dado la vida para que pudiera experimentar el Amor y la Unidad.

Eres tan infinito Señor, que te hiciste un hombre simple y humilde. Encarnaste en este mundo a través de Tu Amado Hijo para volver a recordarle a los hombres y a todo este planeta que Tu Amor siempre triunfará y que en el Amor se alcanzará la libertad del espíritu y la realización del alma en esta humanidad.

Mientras los ángeles y las almas adoran Mi Cuerpo, Señor, que al mundo le sea concedido un tiempo de paz, para que las almas tengan tiempo de despertar y de vivir la reconciliación con Tu Ser. Y ante Mi Iglesia Celestial y ante los coros angélicos, hoy celebramos una vez más, Señor, Tu triunfo en los corazones que se han abierto a la existencia de Tu Amor y de Tu Voluntad.

Entonaremos, junto con los ángeles, el Kodoish melódico, elevando al Cielo esta ofrenda de amor y de perdón por todos los que no están aquí y por los que deberían estar aquí y no lo están.

Como un solo corazón y una sola voz, compañeros, cantaré hoy junto con ustedes, la alabanza al Todopoderoso, a Aquel que nos ha creado por medio de un gran y desconocido misterio de Amor.

Cantemos: Ehie, Asher Ehie. YO SOY EL QUE SOY, juntos.

Una vez más.

Alabado seas, Señor, por permitirme estar con Tus hijos, glorificar Tu Nombre y toda Tu infinita Existencia.

Alabado seas, Señor, porque Tú has permitido el ingreso de las almas dentro de Mi Gran Iglesia Celestial, en donde se perpetuarán los códigos y los méritos de Mi Amor en los corazones que han confiado en Mi Divina Presencia.

Y así, Yo los consagro y los bendigo como Adoradores de Mi Cuerpo Eucarístico. En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy me iré al Cielo escuchando una alabanza del Pueblo de Dios, una canción que aproxima los ángeles a los hombres, que trae el Universo a la Tierra y que permite la Gracia por encima de todo error.

La canción que he escogido se llama “Aleluya”, la que preciosamente el Brasil entona con amor al Padre Creador.

Les agradezco y sigan adelante.

Podemos ponernos de pie.