APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

He aquí la Madre de los desamparados y de todos los refugiados. Vean debajo de Mi Manto a los que más sufren y padecen el caos de estos tiempos.

Soy la Madre de los inmigrantes y de los exiliados. A través de Mi Corazón, estoy con cada uno de ellos, en este momento.

He aquí la Madre de las culturas y de los pueblos originarios. He venido a estar con cada uno de sus orígenes, de sus razas y de sus culturas para que recuperen, a través del espíritu, el Proyecto Divino que el Padre pensó en el principio y que fue dolorosamente transgredido a través de los tiempos.

He aquí la Madre que clama por los que se exilian y por los que se refugian en lugares lejanos; perdiendo sus hogares, familias y toda su vida; buscando un lugar seguro, un lugar de paz, en donde después de haber perdido todo, tengan la esperanza de comenzar de nuevo.

Por eso, estoy aquí por los que padecen, por los que necesitan encontrar su verdadero destino, por los que necesitan rehabilitar sus vidas y encontrar el sentido de estar en este mundo a pesar del sufrimiento.

He aquí la Madre de los campos de refugiados, de los que son marginados y olvidados, la Madre que conoce en profundidad el corazón de cada exiliado y de cada familia; de los que esperan que los que más tienen puedan hacer algo por ellos, por medio de planes de solidaridad, de caridad y de auxilio para aliviar el sufrimiento.

Un refugiado debe ser comprendido con amor, para poder comprender su vida y también su pasado; porque lo que más espera Dios en este tiempo es que los que sirven a los que más necesitan, tengan una sensibilidad profunda y una compasión muy amplia para comprender, interiormente, el sufrimiento de los refugiados.

Como parte de una única familia universal, Yo también vengo como una Madre que escapó de la persecución en los tiempos de Mi Hijo, una Madre que fue refugiada en Egipto y que, en el camino de ese gran y árido exilio, conoció en lo profundo del corazón lo que es sentirse descartado, repudiado, humillado y, sobre todo, omitido por sus hermanos, por su propio pueblo.

Por eso, hijos Míos, sé lo que significa ser un refugiado, sé lo que significa estar en una tierra que nunca le perteneció y sé lo que significa perder los valores de la dignidad humana y del amor.

Por eso, hoy invito a todos los servidores y a los que se postulan a ser misioneros del Amor, de la Misericordia y de la Caridad; a que primero sientan en su corazón la importancia de aliviar el sufrimiento antes de resolver los problemas, de comprender en lo profundo las heridas del exiliado y del repudiado, de aquel que lo ha perdido todo y hoy no tiene nada.

Pero también, soy la Señora de los Océanos, del gran Vientre Universal que guarda en su interior a todas las esencias de esta Creación; especialmente, a las almas que se arriesgan a cruzar los océanos por una oportunidad y no llegan a la meta que se han propuesto. Por eso, soy la Madre de los desamparados, de los que no son aceptados.

Soy la Madre de los que están solos desde todo punto de vista, de los que no tienen la oportunidad de recuperar su dignidad humana. Por eso, llamo a los que sirven a los refugiados, a lo largo y ancho de este mundo, a que se sensibilicen, a que vayan más allá de las formas, de los métodos o hasta aun de los proyectos, a que sientan al necesitado como un hermano y no como un problema que nadie quiere asumir.

Hasta que la humanidad no resuelva esta situación de considerar a los que sufren con amor y no solo con ciencia, las guerras en este mundo no se detendrán y el triunfo de Mi Inmaculado Corazón estará limitado por los que aún no quieren cambiar.

Agradezco la valentía de los que se esfuerzan y de los que se entregan para ser pequeños granos de arena en este vasto mundo de problemas, pequeñas semillas de luz que se siembran en lugares imperceptibles y hasta aun irreconocibles, pequeñas esferas de luz y de amor que se encienden en la gran oscuridad de estos tiempos por medio del servicio a los refugiados y a los necesitados, para que la Divina Piedad del Corazón de Mi Hijo descienda a la Tierra.

En reverencia, hijos Míos, Yo los invito a meditar sobre Mis Palabras. Es así, que Yo los llamo al apostolado no solo del corazón, sino también al apostolado del servicio definitivo, de la entrega consciente e inmediata a la gran necesidad de esta humanidad.

No se olviden de lo que les he dicho hace poco tiempo, que hasta que los refugiados no sean considerados como hermanos y no solo como personas o problemas, las guerras en el mundo no se detendrán y el triunfo de Mi Inmaculado Corazón estará limitado por los que no quieren cambiar.

Hoy, lo que les presento es una de las tantas y urgentes necesidades, que deben penetrar con la consciencia y con los sentidos internos, y no solo con la mente o con lo que creen conocer. Allí, encontrarán el camino de la sensibilidad y también de la compasión, encontrarán el camino que los llevará a la respuesta de la Sabiduría Divina y a la respuesta inmediata a todas las necesidades que hoy están presentes en el mundo.

Hoy, también les pido dentro de este contexto, hijos Míos, que oren por los océanos, no solo por lo que vive dentro de Él, sino también por todo el Círculo de Fuego del Pacífico.

El mundo, con sus acciones, rebeldías y conflictos, atrae hacia sí los infiernos más desconocidos que habitan en lo más profundo de la Tierra.

No permitan, hijos Míos, que eso suceda. Que los pequeños sacrificios y entregas reparen estas situaciones del mundo, para que descienda el Ángel de la Gracia y no el Ángel de la Justicia, para que todas las esencias, especialmente las más perdidas, sean consideradas por el Universo Celestial en el gran Plan de Rescate que todos son llamados a vivir Conmigo.

Quiero agradecer a todos los que se adhirieron al llamado en el día de ayer, a todos los que en prontitud respondieron a Mi convocatoria maternal. Espero y deseo que eso siga sucediendo porque aún, Mi materno Corazón y toda Mi Consciencia Divina deben seguir interviniendo en esta humanidad y en este planeta.

No solo necesito que sean la propia oración del corazón, sino también necesito que sean puentes que construyen en unidad y en hermandad, para que la Jerarquía Espiritual pueda auxiliar a este mundo.

Mis Manos, llenas de Gracia, de Misericordia y de Amor, no solo desean derramar sobre ustedes estos atributos, sino también desean derramarlos sobre el mundo, sobre los lugares que más los necesitan en este momento, sobre los campos de refugiados, lugares que han sido tomados por el caos.

A través de la Obra de Misericordia de las misiones humanitarias, muchos de ustedes, hijos amados, aprendieron sobre la fraternidad, una fraternidad sentida y no artificial, una fraternidad que se aproxima y que hasta ofrece ternura y compasión a fin de aliviar el sufrimiento.

Quiero que todos los que sirven de forma humanitaria y los que algún día se postularán a servir en las necesidades de este mundo, no se olviden de ser tiernos en la fraternidad, para que puedan ser compasivos con los demás.

Yo le vengo a pedir al mundo que contemple la situación humanitaria, para que se puedan evitar grandes catástrofes en la humanidad, como las que han sucedido en este último año.

En agosto, vendré a pedirle al mundo, por última vez, la reconsagración a Mi Inmaculado Corazón para que la mayoría de las almas, especialmente las más perdidas, hoy condenadas al infierno, tengan la Gracia del rescate y de la liberación. Pero también en agosto, vendré a pedir ayunos y sacrificios, para evitar y revertir la situación de esta pandemia que aún sigue llevando a las almas a la condenación eterna.

Vendré a restablecer, en el mes de agosto, lo que una vez pedí en Fátima; no solo que Rusia se consagre a Mi Corazón Inmaculado de forma definitiva, sino que todas las naciones, a través de las almas devotas y orantes, con sus fervorosas oraciones, reconsagren el mundo a Mi Inmaculado Corazón; porque en el mes de agosto, por última vez, tendré la puerta de Mi Corazón abierta para que todas las consciencias y esencias encuentren el refugio y el camino que los llevará a Dios.

Sé que no pueden estar reunidos Conmigo como en otros tiempos. La memoria de esos momentos y de los encuentros con todos los peregrinos era el gran impulso que Me movía a volver aquí y, como Madre, sé que muchos lo están necesitando. Pero mientras eso no pueda ser posible, hijos Míos, reúnanse en Mi Corazón Inmaculado. Allí está el Templo que los lleva al encuentro con Dios, con Su Amor eterno.

Hoy, les pido que se reúnan en Mi Corazón como almas, pero también como soldados orantes, porque será en sus espíritus en donde estará la Gracia de Dios, que los fortalecerá en este tiempo para vivir sus pruebas y sus desiertos.

Es por ese motivo, pero también por otros motivos que, hasta los días de hoy, vengo aquí, a esta sagrada casa del Árbol Sagrado de Figueira, para que recuerden todos los días de dónde retirar los frutos de la conversión, de este Árbol de abundancia espiritual y de conocimiento infinito.

Hijos, Mis brazos están abiertos a ustedes, Mi Corazón está expuesto a ustedes. Cuando lo necesiten vengan a Mis brazos, pero sean como niños que pierden el miedo y el temor al sufrimiento. En Mi Corazón siempre encontrarán Paz, siempre encontrarán a Dios. Nunca se olviden de esto.

Hoy, vengo a celebrar junto con Mis sacerdotes de esta congregación y de todas las congregaciones del mundo, para que Mis intenciones, que hoy les he expuesto y les he entregado, sean escuchadas por el Padre Eterno. Porque si la humanidad pierde la sensibilidad del corazón, perderá la paz, perderá su inocencia; y eso, hijos, no puede suceder.

Por ese motivo, también estoy aquí, para que sean más sensibles de corazón y menos indiferentes.

Delante de los ángeles de la transubstanciación de la Iglesia Celestial de Cristo, celebremos en simplicidad, como en aquellos tiempos cuando Mi Hijo reapareció después de Su Pasión para anunciar que había resucitado en victoria y en Amor en el corazón humano.

Celebremos.

Hoy, he llamado a las madres guardianas del Cenáculo interior de los sacerdotes de esta Orden, para que compartan Conmigo, en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, este momento de ceremonia y de súplica a Nuestro Padre Creador; a fin de que, a través del espíritu de la sensibilidad, el principio de la maternidad impulse y despierte en los corazones la necesidad ardiente de servir y de aliviar el sufrimiento humano.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Señor Jesús, Te ofrecemos este vino con todo nuestro corazón para que, como en las Bodas de Caná, lo transubstancies y conviertas nuestra condición humana. Amén.

Señor Jesús, Te ofrecemos esta agua para que también la transubstancies con Tu Espíritu y así, como en el Bautismo del río Jordán, renovemos nuestro Sacramento del Bautismo, y por medio de Tu Espíritu de Amor consolador, todos nosotros renovemos nuestros votos de servicio y de adhesión al Plan de Amor. Amén.

En aquella noche, cuando Jesús estaba reunido con Sus apóstoles, Él se entregó y se ofreció al mundo en este gran Sacramento de Amor y de Redención. Por eso, momentos antes de ser entregado, Jesús tomó el pan, lo elevó y lo ofreció al Padre para que fuera convertido en Su Cuerpo. Enseguida lo partió y ofreciéndolo a los apóstoles, Él dijo: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

Antes de finalizar la cena, Jesús tomó el Cáliz entre Sus Manos y se lo ofreció a Dios para que fuera convertido en Su Sangre. Enseguida se lo pasó a Sus discípulos, diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la Nueva y Eterna Alianza que será derramada por su Señor, para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en memoria Mía”.

Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y Te bendecimos.
Amén.

Madre de los sacerdotes y de todos los cristianos, de los que tienen fe y confianza en Tu Amor inmaculado, como parte de esta humanidad, le ofrecemos a Tu Hijo este Sacramento por la conversión de los pecadores y de todas las situaciones que urgentemente necesitan de asistencia espiritual.

Como Tu Hijo nos enseñó, ofrecemos la oración del Padre Nuestro para que este sacrificio del altar sea consumado y esté conforme a la Voluntad de Dios.

Oración: Padre Nuestro.

Que la Paz de Cristo esté en cada uno de los presentes y en cada corazón que está unido en este momento.

Y con la misma fe que tuvo el centurión romano, repetimos esa profunda pero simple oración:

Señor, yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme. 
Amén.

En reverencia y amor, ante el glorioso Corazón de María y el Sagrado Corazón de Jesús, anunciamos esta Comunión Espiritual de cada corazón de este mundo con el Sagrado Corazón de Jesús.

Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo,
os adoro profundamente
y os ofrezco el preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Jesucristo,
presente en todos los Sagrarios de la Tierra,
en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias
con que Él es ofendido.
Y por los méritos infinitos de Su Santísimo Corazón y del Inmaculado Corazón de María,
os pido la conversión de los pobres pecadores.
Amén.

 

Les agradezco por haber respondido a Mi llamado.

Y, les confieso que, a través de este reciente ejercicio de Comunión Espiritual, Mi Corazón espinado está más aliviado; porque lo único que deseo es que amen como Yo los amo, es que sientan como Yo los siento a cada uno de ustedes.

Para que las aspiraciones e intenciones de su Madre Celeste se puedan cumplir, conforme a la Voluntad de Dios, los invito a recogerse con una canción muy simple pero muy significativa, la cual los invito a sentir con el corazón, llamada “Tierra de María”.

Yo los bendigo, bajo la Luz del Sagrado Corazón del Señor, en el nombre del Padre del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vayan en paz.

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, repartan una rosa para cada misionero y después les diré qué es lo que Yo más quiero. 

Oremos, mientras espero:

 

Oración a la Divina Señora

Por la Luz que derramó Tu Inmaculado Corazón
que convirtió a los corazones del mundo,
Divina Señora, ruega por nosotros.
Amén.

Esta rosa representa, queridos hijos, una oferta para el Cielo.

Y ahora, le pido a cada misionero que, con la rosa sobre su pecho, sintiéndola en su corazón, Me ofrezca en silencio esta rosa por un alma que he conocido en Medio Oriente y que necesita de Mi ayuda extraordinaria, de Mi intercesión divina. Los escucho en el silencio del corazón.

Después de esta oferta, hagamos la señal de la cruz por tres veces.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Universos sublimes, próximos a Mi Corazón, se aproximan a sus vidas, hijos misioneros, para poder rescatar a las almas que más necesitan de la ayuda de Dios.

En este momento, les pido, queridos hijos misioneros, que en el silencio de sus corazones y en la unión de sus mentes, hagan una síntesis de todo lo que vivieron; porque Dios su Señor algo le enseñó a cada uno, los renovó espiritualmente, les mostró el sufrimiento del mundo, la indignación humana, la persecución, la muerte y el caos. 

Pero, Yo les mostré, hijos Míos, cómo a través del amor, el amor que practicaron sus corazones por los más sufridos, todo se puede transformar.

Que esta expansión del amor vivido por ustedes, bajo la intercesión de Mi Hijo Amado, pueda seguir siendo fecundado en sus vidas, para que se multiplique en aquellos que deben despertar al servicio superior por la humanidad.

En esta noche de Gracias, en esta noche de Misericordia y de Piedad; Mi Mensaje, queridos hijos, es de infinita gratitud celestial por su esfuerzo y su perseverancia en Mis Planes; porque eso, queridos hijos, tocó el Corazón de Dios Padre. Su Corazón se conmovió por su simple oferta de donarse, día a día, a los demás.

Han aprendido, queridos hijos, las enseñanzas de la Sagrada Familia. Cada una de esas enseñanzas, cada uno de los atributos de los Sagrados Corazones estuvieron presentes durante todos los días de la misión y, a pesar del cansancio y del dolor, Mi Corazón Inmaculado y Mis brazos maternales nunca los dejaron de abrazar porque sé, queridos hijos, que es importante para cada hijo Mío sentirse en los brazos de María.

El triunfo de Mi Corazón Inmaculado se dio en cada uno de los corazones a los que ustedes ayudaron. Una semilla de luz se sembró en esas consciencias para que ellas pudieran despertar a otras consciencias más que, escapando de la guerra y de la persecución, necesitarán encontrar la esencia de Mi Paz, sin religión y sin credo; la Paz universal del Universo Mayor y de los Universos Sublimes que deben descender, en esta hora crucial, hacia todos los corazones de la Tierra.

Pero aún la guerra no ha terminado y las decapitaciones tampoco. Aún las almas siguen sufriendo también en varios lugares del planeta. Por eso, las misiones continuarán para que la humanidad se conmueva, para que la humanidad despierte al verdadero servicio que debe prestar en estos tiempos finales.

Cada hijo Mío, cada uno de ustedes, presente en este lugar, tiene una pieza entre sus manos que proviene de su corazón para poder armar este Plan perfecto de Dios, para concretar este Proyecto Divino en esta raza aún no redimida.

Queridos hijos, ahora que ustedes Me entregaron un alma de Medio Oriente en Mis brazos, muchas más almas llegarán a sus vidas a través de las misiones, buscando ese impulso de paz que guardan sus corazones.

La verdadera misión, hijos Míos, fue realizada entre ustedes y Mi Corazón. Dios Altísimo concedió la Gracia a su Madre Celeste para que los acompañe en esta nueva misión a Turquía y a Grecia. Pero esta vez, Yo iré con San José, para que dos Corazones poderosos, como los Nuestros, puedan triunfar en muchas más almas necesitadas.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hijos Míos, muchos se preguntan por qué recibo con tanto Amor a Mis hijos misioneros; porque quiero que el mundo contemple la Gracia de Dios que desciende a la Tierra cuando un corazón puede servir de forma pura, independientemente del acto de servicio; porque no son las grandes acciones, Mis amados, lo que cuenta en la balanza celestial. 

Lo que realmente equilibra las deudas de este mundo es el amor con el que los corazones sirven, el amor con el que se disponen a servir a Dios, a cumplir Su Plan, independientemente de comprenderlo o no; porque Mis hijos misioneros muchas veces no entendían cómo, con acciones tan simples, Mi Corazón rescataba tantas almas.

Pero es así, hijos Míos, porque viven otra Ley y para que comprendan el potencial del amor en el corazón humano, que comprendan, a través de las misiones humanitarias, el poder que tienen guardado en sus corazones, cuando ellos se unen al Corazón de Dios. De esta forma, despierten a la unidad absoluta con el Creador. 

Que muchos más de Mis hijos en el mundo puedan despertar al espíritu misionero; que encuentren la necesidad a su lado; que sirvan a todos los que los rodean; que pierdan el miedo, hijos Míos, de estar entre los pobres, entre los desamparados de espíritu, entre aquellos que más necesitan recibir Mi Paz y la Redención que les traigo entre Mis brazos, como una Gracia concedida por Mi Hijo a los corazones del mundo.

Espero que a través de este ejemplo que hoy les traigo en este altar, con tanto amor preparado para Mí, todas las almas que Me escuchan despierten al verdadero servicio que este planeta les ofrece, que es cumplir con la misión de cada uno para que así, hijos Míos, el Plan del Creador se cumpla. 

Que despierten los misioneros internos, aquellos que se disponen a servir sin horario, sin día, sin cansancio, a pesar de las debilidades del cuerpo; porque saben que Mi Corazón los sustentará y se valdrá también del esfuerzo para que superen las propias dificultades, inclusive físicas, para rescatar aún más almas. 

Porque cuanto más se expande el amor en sus corazones, cuanto más se superan a sí mismos por amor al prójimo y sobre todo por amor a Dios, una puerta celestial mayor se abre en los cielos de esta Tierra para retirar de los infiernos y de los abismos del planeta a tantas almas que todavía padecen por Mi adversario.

Hijos queridos, Mi alegría es infinita y quisiera transmitirla a sus corazones. Quisiera transmitir también la gratitud que siento, para que también ustedes puedan ser agradecidos ante Dios por todo lo que el Creador les concedió a lo largo de los últimos años. 

Que la gratitud, hijos Míos, los impulse a la reverencia; que la gratitud los impulse a la entrega permanente de sus vidas, a la oración constante, al servicio abnegado; porque esto espero, Mis amados, de aquellos que Me escuchan con el corazón.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, también Mi alegría es a causa de la cesta de intenciones de los hijos de Medio Oriente que trajeron. Hoy, las irradiaré y oraré por cada una de ellas.

En este momento, unámonos a Dios, a Sus Nombres Sagrados. Cantemos al Creador Sus Nombres Sagrados.

En este momento, Mi Corazón Inmaculado eleva al Cielo a los miles que se hundieron en los mares, buscando una salida, una esperanza, una posibilidad.

En este momento, Mi Corazón Espiritual acoge a los pequeños niños de Medio Oriente, huérfanos, sin padres y sin madres, para que Dios les conceda una nueva vida.

En este momento, Mi Corazón Purísimo y Santo consuela a las madres de Medio Oriente, cansadas de tanto caminar por los desiertos con sed y hambre, buscando una nueva vida. Mi Corazón las consuela, Mi Alma las enaltece en el nombre del Señor.

En este momento, Mi Corazón Misericordioso acoge a todos los hombres enfermos, a los ancianos y jóvenes que escapan de la guerra hacia otras naciones, que no descansan, que no paran de caminar, buscando la Luz del infinito.

Todo esto es posible, hijos Míos, y fue posible por la misión a Turquía, por haber dicho sí a Mi llamado, a Mi convocatoria universal; y a pesar de que el mal aún está en el mundo y que la guerra no ha terminado, tengan certeza, hijos Míos, que Mi Inmaculado Corazón triunfará. Amén.

Ahora, llamo a los que se consagrarán como Hijos de María; porque son otra parte de Mi Obra de Redención, son parte de Mis manos, de Mis manos de trabajo y de servicio por la humanidad.

Que vengan aquí para la bendición, antes de que Yo Me eleve al Cielo.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Podemos ponernos de pie.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Vamos a agradecer a Dios, queridos hijos, porque sus vidas pueden conocer la paz, porque sus vidas están en este Sagrado Centro Espiritual, mientras millones de almas buscan una salida y escapan del terror.

No faltará la oportunidad, hijos Míos, que sus hermanos, los misioneros de la paz, expresen lo que han sentido en lo profundo de sus corazones; porque Dios dejó una señal evidente en cada uno de ellos, una enseñanza, una experiencia, un don que será imborrable siempre y cuando lo cuiden, así como Yo los cuido todos los días de la vida. Así, Yo cuido a todos los Hijos de María en los cuatro puntos de la Tierra.

De esta forma, queridos hijos, nos preparamos para el Encuentro de los Hijos de María, a partir de este día santo, en el que su Madre Celeste celebra esta comunión perpetua con el Altísimo, con cada uno de Sus hijos presentes en este lugar y en cualquier parte del mundo.

Los ejércitos de la Luz son los Hijos de María, estrellas de Luz presentes en la Tierra que nunca podrán apagarse. Pues en verdad les digo, hijos Míos, que cada uno vivirá su transición, su Armagedón interior, su purificación espiritual, mental y física.

No les puedo mentir, hijos Míos. Para que nazca la Nueva Raza y surja la Nueva Humanidad en el continente americano, ustedes deben ayudarme a que la Tierra entera y toda la humanidad cruce, con el mayor alivio posible, este portal hacia la Nueva Humanidad. Esa es tarea de los Hijos de María, orar por la Nueva Humanidad, orar por los Reinos de la Naturaleza, a los que nunca deben olvidar porque ellos también sufren las consecuencias del ser humano.

Por todas estas Gracias que hoy derramo, abriendo Mis brazos hacia ustedes, extendiendo Mis manos hacia cada uno de sus corazones bajo la autoridad divina que Me ha concedido el Padre del Universo; renovemos nuestros votos, digamos sí al llamado del universo, a la existencia de la vida superior y a la concreción del Plan Divino en cada uno de los corazones de la Tierra.

Ante la Presencia de Mi Hijo amado y de San José Castísimo, Yo los bendigo y los consagro como hijos de Mi Inmaculado Corazón en el nombre de Padre, de Hijo y del Espíritu Santo.

Hijos Míos, quisiera, antes de partir de este lugar, que un sacerdote Me trajera óleo para consagrar, pues deseo hacer una bendición en cada uno de los misioneros, señal luminosa de la Cruz, invencible y poderosa en estos tiempos.

Mientras tanto, queridos hijos, cántenme el “Himno de los Hijos de María” para que haga eco en Medio Oriente.

Así como Jesús lavaba los pies de Sus apóstoles y discípulos, así Yo los unjo con el aceite de vida, el aceite de la consagración, el aceite del amor y de la unidad con Dios.

Así como Yo ungí el Cuerpo de Mi Hijo cuando Él ingresó al sepulcro, preparando Su gloriosa Resurrección; así Yo santifico sus corazones y les entrego dones a sus almas para que puedan seguir adelante, trabajando en el nombre de la fe.

Yo les agradezco por haber respondido a Mi llamado.

Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Mientras Me elevo, canten el “Himno de los Hijos de María”.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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