MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE FÁTIMA, SANTARÉM, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Las Cuatro Llaves

Primera llave: la neutralidad.

Que tu espíritu, mente y corazón se pacifiquen porque los tiempos que vendrán serán increíbles pero desafiantes.

Cultiva en ti la llave de la neutralidad porque mucho necesitarás de ella para que los embates, pruebas y desafíos no te superen, sino que, con espíritu valiente, tú puedas trascender, en silencio y oración, todo lo que vivirás.

La llave de la neutralidad hará de tu mente una fortaleza inquebrantable y construirá en tu corazón un castillo inamovible, porque nada semejante a ti podrá agitarte ni perturbarte.

La neutralidad será la llave maestra entre todas las llaves, porque ella te proporcionará coraje y fuerza interior para ayudarte a ti mismo y a los demás.

Que la neutralidad ingrese en la esencia de tu ser y que neutralice todas las formas a fin de que siempre reine el espíritu pacificador e inalterable ante todo lo que verás de ti y del mundo.

Que esta llave te conduzca hasta la meta y que, al mismo tiempo, te aparte de cualquier indiferencia; porque neutralidad no es indiferencia u omisión, sino aceptación de los cambios, madurez del espíritu y crecimiento interior de la consciencia.

Que la llave de la neutralidad alinee todo tu ser y que este alineamiento se refleje en el sentir, en el pensar y en el actuar; porque así construirás un estado de elevación permanente, capaz de beneficiar a tus hermanos y, sobre todo, al planeta.

Segunda llave: el silencio.

Ama por encima de todas las cosas la llave del silencio y esa sagrada llave del silencio despertará en ti; porque el propio silencio te transformará, y en nada habrá mutismo ni tampoco te hará diferente a los demás.

El silencio espontáneamente te conectará con lo Alto y, en seguida, tu pensamiento se elevará.

La llave del silencio terminará, interiormente, con el barullo humano y contribuirá en la expansión de los sentidos internos, como la capacidad de percibir más allá de las apariencias, la capacidad de prevenir acontecimientos, la capacidad de anteceder a resultados concretos y, sobre todo, te despertará la premeditación.

Si el silencio trabaja en la humanidad, él podrá despertar espíritus silentes que, invisiblemente, aprenderán a equilibrar el desorden de este planeta ocasionado por los ruidos de esta humanidad.

El silencio, como llave, alimenta al espíritu de vibraciones elevadas que provienen del Universo y permite que la consciencia, en cualquier lugar y bajo cualquier circunstancia, esté en contacto con su mundo interior.

La llave del silencio es capaz de penetrar espacios de la consciencia interna, que regularmente el ser humano no conoce por estar inmerso en todo lo que es superficial.

El silencio es considerado una oración poderosa que adquiere potencia de acción bien amplia.

La llave del silencio es curadora, regeneradora y concibe en la consciencia un estado de profunda receptividad.

El silencio es capaz de neutralizar las guerras, de disolver conflictos y de fortalecer la esencia que debe cumplir con su propósito interior y espiritual.

El silencio despierta el espíritu del guardián y favorece el correcto uso de la palabra; él construye la unidad interna y disuelve la tendencia a la competencia y a todo lo que es mezquino.

El silencio, como llave, permite que el alma capte interiormente los impulsos de su universo superior.

Tercera llave: el amor compasivo.

Si no hay amor en todo, nunca podrá haber compasión. El amor y la compasión, como energías positivas, caminan juntos.

Por eso, el amor en este tiempo lo es todo y siempre hará la diferencia para poder resolver lo imposible y liberar lo que está en tinieblas dentro de la consciencia.

Nacimos para expresar amor; por eso, cuando el amor está ausente del ser humano, él vive el odio, la indiferencia y la amargura.

El amor, como llave, concibe en esencia todas las cosas y es capaz de resolver lo que parecería inalcanzable.

El amor trae comprensión, entendimiento y, sobre todo, despierta la sabiduría.

El amor estimula la necesidad de servicio e impulsa a la consciencia a buscar la Instrucción.

El amor, como llave, reconstruye la vida y genera, en todo un espíritu, el orden y el silencio.

El amor puede borrar cualquier dolor o incomprensión humana, desde el momento en que la consciencia se siente amada.

El amor crea lazos evolutivos entre las almas y despierta a la consciencia al camino del perdón y de la reconciliación.

El amor cicatriza heridas del inconsciente y trae grados de esperanza y de motivación; él une lo que el hombre de superficie separa con el odio, el rencor y el miedo.

El amor, como llave, siempre traerá el espíritu de la renovación y él aportará sana alegría por estar sirviendo al Creador.

Cuarta llave: la humildad.

Un principio que protegerá el surgimiento de una nueva humanidad.

La humildad hará plasmar la Nueva Tierra prometida y retirará del camino los obstáculos que, hasta ahora, han apartado a la humanidad de esa fuente de humildad.

La humildad, como llave, despierta la resignación y aísla a la consciencia de todos los obstáculos que imponen las energías capitales.

La humildad crea un vallado para las almas que quieran liberarse de los errores frecuentes.

La humildad podrá hacer de este mundo un estado de consciencia más positiva.

La humildad guía a la consciencia por el camino de la instrucción para que despierte a los comandos universales.

La humildad construye la nueva humanidad formada por las situaciones y experiencias que irradian amor, consideración y respeto.

El amor, como llave, no solo abre el corazón para trascender las formas, sino que, junto a la humildad, las almas se ven colmadas de nuevos principios.

La humildad es el portal que los llevará a conocer a Dios dentro de cada corazón humano.

Las cuatro llaves intentan corregir la actitud del ser humano y de su humanidad.

Las llaves proporcionan a las almas el arte simple del autoconocimiento y de la redención, para así despertar en el mundo una nueva consciencia.

Les agradezco por responder a Mi llamado.

Los bendice,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz