APARICIÓN ANUAL DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Espere ardientemente este momento porque, a pesar de permanecer en el mundo, contemplando a las almas y sus necesidades, contemplando a los corazones y sus súplicas, este momento para Mí también es una dádiva.

En un mundo que agoniza, el Creador hace descender Su Luz. El Creador manifiesta Su Presencia entre las almas más simples y, en medio del caos del fin de los tiempos, mientras resuena el llanto de los inocentes, Dios se manifiesta entre los hombres para demostrarles, hijos, que Su Gracia es abundante, insondable, infinita.

Él solo necesita que los corazones le digan sí, que aprendan a escuchar a Su Santo Espíritu para estar en el lugar correcto y hacer su propia parte, colaborar con la Jerarquía, como les fue dicho cuando estaban preparando sus almas para lo que viven hoy.

Hoy, abro Mis brazos y expando la Luz que hay en Mi Corazón humildemente sobre el mundo, para que los agonizantes sientan alivio, para los que viven en el caos redescubran la paz.

Muchos temen al Apocalipsis, la manifestación de lo que fue escrito, pero ustedes deben contemplar las promesas por entero. Habrá sufrimiento, pero habrá paz y acontecerán milagros en el corazón de aquellos que creen y que tienen fe, como fue en todos los siglos, en todos los tiempos, en los que el dolor era disipado por el profundo amor de los corazones. Confíen en que eso es posible, y así será.

Sepan hacer del dolor la manifestación del Amor de Dios. Así como el Hijo transforma miserias en Misericordia, haciendo brotar Sangre y Agua de Su Corazón; así, ustedes, hijos, son potenciales transformadores de las miserias del mundo en Misericordia Divina, porque fueron creados para renovar el amor y, aunque eso parezca una gran utopía a los ojos de los hombres, cada vez más, en estos tiempos, esa verdad se manifestará en aquellos que tienen fe.

Pero cada corazón debe escoger donde estará, a que barca subirá, si en aquella donde reposa el Señor o en la que está vacía, vacía de Dios, vacía de Gracia, vacía de fortaleza, llena del mundo, llena de las miserias humanas, llena de las viejas y nuevas energías capitales que hacen naufragar al corazón de los hombres.

Todas las barcas serán lanzadas al mar. La tempestad vendrá para todos, pero donde reposa el Señor habrá paz. A pesar de los vientos, de las olas, de las tormentas, habrá paz.

El fin de los tiempos anuncia un momento de triunfo, el triunfo del Corazón de Dios en aquellos que perseverarán y, no importa que sean pocos, estos generarán méritos, no solo para la raza humana, sino también para razas que desconocen, consciencias que cometieron errores milenarios, desconocidos por el mundo, pero profundamente vividos en la consciencia humana que, hasta hoy, sufre sus consecuencias.

Muchos se preguntan: si el fin de los tiempos es anunciado hace tantos años, profetizado hace dos mil años, ¿en dónde está ese fin?, ¿en cuanto tiempo llegará?".

Hijos, hoy deben decidirse a llegar a ese fin, al fin de la condición humana, del cautiverio de este mundo, al fin de las infantilidades, al fin de las mediocridades, al fin de los pequeños pecados, de las pequeñas permisiones que les  dan a sus corazones para no cumplir la Voluntad de Dios. Hoy, deben decidirse a llegar al fin, al fin de dejar para después el cumplimiento de la Voluntad Divina, al fin de dejar para después que las prioridades de sus vidas sean las Voluntades profundas del Corazón del Padre.

Y, entonces, pregúntense cuál es esa Voluntad. Si la buscan, la comprenderán, porque desde la Ascensión de Cristo, Su Santo Espíritu habla en sus corazones.

¿Quién estará dispuesto a escucharlo? ¿Quién silenció su boca, su mente y su corazón para escuchar a ese Espíritu?

Muchos cantan: ¡Ven, Espíritu Santo! ¿Y qué es lo que Él hará cuando se manifieste? ¿Qué harán con Su Presencia?

El fin de los tiempos ya llegó. Que los ojos que no lo pueden ver, se abran un poco más para salir de la ignorancia, de la nueva energía capital, el egoísmo, y de su compañera, la indiferencia.

Contemplen el mundo, contemplen a los que están a su alrededor. Muchas veces, contemplen la agonía de sus propias almas y sabrán que el final de los tiempos ya llegó.

¿Cuándo llegará este fin, adentro de ustedes? Esta es una decisión de cada ser.

Sin embargo, hay un fin que puede ser en cualquier momento. Ese no lo decidirán por sí mismos: el fin de las oportunidades, el fin del tiempo del arrepentimiento.

Por eso, hijos, arrepiéntanse ahora, clamen ahora, escuchen ahora, vivan ahora.

Si no vale la pena hacerlo por ustedes mismos, háganlo por el mundo, por las almas que agonizan, por los Reinos ultrajados, por los que perdieron la fe y no tienen fuerza para recobrarla.

Si no creen en ustedes mismos, crean en Mí, porque Yo sé que es posible que con pequeñas acciones se transforme el mundo, que con pequeñas acciones se transformen las almas, que sembrando el amor entre ustedes y en ustedes, ese amor es sembrado en el mundo.

Los cantos y alabanzas agradan al Corazón del Padre, pero ya no basta cantar; necesitan vivirlos.

En momentos como este, la Verdad Divina desciende a la Tierra y las almas que están abiertas pueden comprender esa Verdad, pueden saberla, porque el Espíritu Santo escucha a través de sus oídos, Él abre sus corazones, Él amplía sus consciencias para que puedan comprender lo que de otras formas no comprenderían.

Pero, en este momento, cimenten en sus corazones las Gracias que descienden para que no se olviden cuando Yo haga la Señal de la Cruz y ustedes salgan de aquí.

Cuanto mayor es el caos en el mundo, mayor debe ser la fe de los hombres. No se dejen perturbar por lo que acontece en el planeta, sino transformen eso en fortaleza, en una vida espiritual consolidada por un corazón maduro, que sabe equilibrar los acontecimientos del mundo. No se dejen perturbar por las definiciones de los que tienen al lado, porque a cada uno le cabrá responder ante Dios por todas las Gracias recibidas.

Mas, oren por los que desisten y por los que se debilitan, oren por los que se pierden, aun cuando creen que eso no está aconteciendo. El mundo abraza a los débiles, cierra a sus ojos, sepulta a sus corazones. ¿Cómo podrán saber el camino cierto? Por eso, oren por ellos y fortalezcan sus corazones, fortalezcan sus espíritus.

Dejen que la vida superior sea cada día más palpable. Ábranse para descubrir misterios, para penetrar lo desconocido dentro del propio corazón, para vivir potencialidades que estaban ocultas, para ser lo que Dios llama ser humano, aquello que Él creó a Su imagen y semejanza con un profundo Amor para renovar Su Creación y aproximarla a Su Fuente Divina.

Quisiera estar con ustedes más tiempo, a través de Mis Palabras conducirlos a lo profundo del ser, decirles que no teman, sino que sean fuertes en Dios; que no teman, sino que sean verdaderos en Cristo.

Pero necesito retornar para seguir abrazando al mundo, para seguir guiando a los que están perdidos, iluminando a los que están en la oscuridad, respondiendo a los pequeños y grandes pedidos de aquellos que creen en Mí, porque cuando hago esas cosas, fortalezco su fe.

No tengan miedo de hacer pedidos; alégrense cuando se concreten, pero no permanezcan allí. Fortalezcan su fe.

Eso es todo lo que quería decirles hoy. Pero estén atentos, porque puedo retornar cuando Dios Me lo permita, cuando Me abran las puertas, estaré aquí.

Celebremos ahora la Eucaristía, como un segundo impulso de Mi Casto Corazón, para que Cristo, la Virgen María y San José puedan dejar impregnada en el pan y el vino la fortaleza que necesitarán para vivir su definición en los próximos días.

Les dejo Mi bendición y Mi Paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN BUENOS AIRES, ARGENTINA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

 

Cada nuevo ciclo que llega es para aproximarlos más a Dios. Cuanto más se aproxima la purificación del planeta y sus corazones son llamados a vivir las instrucciones divinas,  hijos, ustedes se aproximan más a Dios.

Vine al mundo a cumplir una misión: preparar la llegada de Mi Hijo a esta Tierra, pero, como en otros tiempos, no puedo estar hasta el final porque esta es Su misión y la de Su Madre Santísima. Vine a aportar al mundo los principios que aprendí de humildad, de servicio, de entrega incondicional a Dios y, sobre todo, de renuncia, porque esa es mi primera y última misión espiritual. 

Es a través del espíritu de la renuncia que fui enviado al mundo y es también a través de este espíritu que Dios Me llamó para retornar a Su sagrado y eterno Corazón. 

Cuando estuve en la Tierra, junto a Mi amado Hijo y a Mi amada esposa María, todo lo que yo quería, hijos, era permanecer al lado de Ellos, ver concretarse aquella misión, ver crecer a Mi Hijo y expresarse como el Hijo de Dios que Él era. Sin embargo Mi misión fue enseñarle a caminar, a dar Sus primeros pasos, a proteger Su nacimiento y a ver con Mis propios ojos cómo Dios se expresaba incluso a través de un niño.

Llegó un momento en el que el Creador Me llamó por el nombre, por Mi verdadero nombre y, mostrándome las puertas del Universo y del infinito de Su Corazón, Me llamó a retornar, a recorrer un camino amplio y desconocido; un camino que Me llevaría a crecer y a evolucionar como Su Hijo y, más que eso, como parte de Su Corazón, así como lo son todas las criaturas, aunque no lo sepan o no lo vivan.

Hoy, hijos, les vengo a mostrar este mismo portal hacia el Corazón de Dios que Yo vi cuando, en los brazos de María Santísima, Ella Me apuntaba al Corazón del Padre Celestial y Me decía que no tuviera miedo a lo desconocido, al infinito, a lo que era misterioso, porque el Creador era infinito Amor y Gracia. 

Hoy les presento esta puerta hacia el Cielo, porque llegó el momento de que, como almas y corazones, ustedes también adentren en este portal, también reconozcan la vida infinita que, por tanto tiempo, se ocultó de los hombres. Llegó el momento de que ustedes sepan quiénes son y lo que vinieron hacer a este mundo. Y eso acontecerá primero en los niveles del espíritu a través del silencio y de la voluntad de sus espíritus de ser otros, de encontrar la verdad, el Origen del origen.

Delante de este portal que los conduce al Cosmos, vengo a entregar sus esencias a los Pies de Dios, así como entregué a Mi pequeño Hijo para que Él se expresara como el Mesías, como el Hijo de Dios.

Quiero que ustedes amen la vida superior, amen profundizar en el conocimiento divino, descubrir y leer la historia escrita en los espejos de sus corazones y del Cosmos infinito.

Amen, hijos, preparar el retorno de su Señor al mundo, porque Él vendrá y ustedes estarán cara a cara delante de Su Sagrado Corazón.

Las profecías se cumplirán; aquello que estaba escrito saldrá de los Libros Sagrados y se tornará vida. Y aquellas palabras que se ocultaron, que la humanidad en algún momento intentó esconderlas, ellas también se revelarán porque delante del Hijo de Dios nada más estará oculto.

Sientan que Mi silencio les revelará algo más profundo. Sientan que Mi voz se silencia para dar lugar al Verbo Divino de Mi Hijo, para que Él sea conocido y exaltado, para que ustedes descubran Su existencia y puedan recibirlo en este mundo y más allá de él.

También llegará el momento en el que su Madre Divina se silenciará, pero Ella estará siempre aquí, porque Su misión es acompañar a Su Hijo hasta el último instante, hasta el establecimiento de la nueva vida, hasta que el Evangelio del nuevo tiempo, de la nueva humanidad, pueda ser escrito por intermedio de los hechos de Su retorno al mundo.

Y todo lo que Él les dirá, todo lo que ustedes vivirán junto a Él, esa historia será contada en un nuevo tiempo, en un nuevo mundo, que será este, pero con una humanidad renacida por el Amor de Dios y de Su Hijo.

El 19 de marzo de 2020, Yo vendré para bendecir las medallas de Mi Casto Corazón y siete relicarios de madera. Yo los bendeciré para los Centros Marianos que ya fueron erguidos y los que se erguirán.

Para ese tiempo, preparen Mi llegada con amor y con alegría porque, en esos relicarios, así como en las medallas de Mi Casto Corazón, depositaré todo lo que aprendí, las virtudes que viví y lo que Soy como consciencia espiritual, como Esencia que partió de la Esencia Divina y que hacia Ella retorna.

El 19 de marzo de 2021 vendré nuevamente para bendecir el libro de Mi historia llamado "Del Origen al Origen", porque en ese día ustedes ya estarán prontos para conocerla.

Ustedes no se reconocerán, así como Yo tampoco los reconoceré, porque estarán más cerca de lo que son y no de lo que hoy aparentan ser.

A la Argentina le dejo Mi Amor y Mi humildad para que aprendan, hijos, que la voluntad, como poder e impulso de Dios, solo es verdadera cuando proviene del Corazón del Padre. Rindan sus corazones a Dios y utilicen esa voluntad, que nace de sus corazones, para hacer triunfar el Corazón de Cristo, con la cabeza en el suelo y el corazón rendido delante de su Redentor.

Vivirán pruebas que forjarán dentro de ustedes la humildad, mas a través de esas pruebas llegarán a Dios, si supieran hacer de ellas la puerta para la propia santidad.

Cuando estén ante una renuncia, no teman; porque cada renuncia, cuando es vivida con amor, los conduce a Dios.

Mi Corazón y Mi Esencia provienen del Padre Creador, así como todos ustedes, pero esa verdad Yo solo la descubrí cuando renuncié a estar en este mundo para vivir una existencia mayor. 

Fue el poder de la renuncia que Me hizo retornar a Dios y aunque Mi Corazón era silencioso y para muchos desconocido, no era el conocimiento de los hombres el que Me aproximaba a Dios, sino la pureza, la humildad y la renuncia que vivió Mi Casto Corazón.

Hoy derramo sobre este país un amor infinito que es Mi amor por el corazón humano, porque se lo que él es. 

Amen a Dios por sobre todas las cosas y ámense unos a otros como Su Señor los amó: esta es la Ley para la institución de la nueva vida, es la Ley para develar los misterios celestiales.

Ustedes podrán estar ante las puertas del Cielo, podrán ver las luces que se manifestarán en la Tierra y, sin embargo, no cruzar sus portales, porque el amor no reina en sus corazones. Por eso, hijos, para conocer la Verdad y vivirla, para descubrir el Cosmos infinito que se oculta en el brillo de las estrellas y, sobre todo, para retornar al corazón de Dios, ustedes deberán amarse unos a otros y, sobre todo, a su Padre Celestial.

Si fueran humildes de corazón y fieles en las pequeñas cosas, todo les será revelado y aunque ningún mensajero de Dios les hable, en el silencio de sus corazones una voz mayor resonará, porque el propio Creador encontrará en ustedes Su morada y será Su Voz la que hablará más alto que todas las voces que ya resonaron en el mundo. Les digo esto porque fue lo que Yo viví y lo que hoy los invito a vivir a cada uno de ustedes.

Ustedes no necesitan dejar la vida sobre la Tierra para descubrir la vida universal y retornar a Dios. Necesitan vivir, hijos, la verdad sobre sí mismos que se revela a través del amor, este es el esfuerzo que deben hacer todos los días: amar sin condiciones.

Ustedes no llegaran al Reino de los Cielos, pero harán que Él descienda hasta aquí, revelarán este Reino en el propio interior y se reconocerán parte de lo divino.

Lean las palabras que les entregamos, oren con ellas, mediten sobre cada frase, sientan cada impulso y ya no tendrán dudas, la Sabiduría vivirá en ustedes y esta misma palabra los transformará y los hará vivir todo lo que Yo les dije.

Hoy Yo les consagraré los elementos para que ustedes comulguen del Cuerpo, de la Sangre y de la Verdad de Cristo.

Cuando encontré a Mi Hijo predicando en el templo, entre los doctores de la Ley, vi  y viví lo que era ser un Sacerdote. Vi el Cielo descender a la Tierra, vi a la humanidad revelarse como sagrada, vi a la esencia humana como parte de Dios. En ese momento, Mi Hijo Me llamó y Me explicó todo lo que estaba haciendo, Me consagró no solo como Su Padre, sino como un simple y humilde Sacerdote para que, a través de todas las acciones de Mi Vida en la Tierra y más allá de ella, el Reino de Dios pudiera instituirse en el mundo y, así, las dimensiones se unieran, los velos se rasgaran y no hubiera diferencia entre la vida en la Tierra y la vida en el Cielo.

Se pueden arrodillar.

Cuando Jesús elevó el pan y lo bendijo, aceptó ante Dios Su oferta de entregar este Cuerpo no solo en la Cruz, sino durante todos los siglos que vendrían hasta Su retorno al mundo y, en aquel momento, el Creador que lo observaba, bendijo el pan con Su más profundo amor, revelando que en él habitaba no solo el Cuerpo de Cristo, sino el Cuerpo divino de Su propio Dios y Creador, porque Él está en Su Hijo. En aquel pan, consagrado por Cristo, estaba la oferta de Su Señor y Su sacrificio en la Cruz, así como estaba la oferta de Su Padre y de Su sacrificio, al multiplicarse y tornarse carne, hombre y criatura entre Sus criaturas. Este es el Cuerpo de Cristo entregado por ustedes y por todos los seres de la Tierra y de todo el Universo. Este es el elemento que diviniza la Creación y que hace que retornen a Dios.

Cuando Su Señor elevó el Cáliz, ofertó al Padre cada gota de Su Sangre derramada, cada Llaga que se abriría en Su Cuerpo para verter sobre la Tierra los códigos de una nueva vida, el DNA de una nueva raza, aquella pensada por Dios desde el principio. Y el Creador, que lo observaba, bendijo el vino y lo transformó en la Sangre de Cristo, que es no solo la Sangre derramada en el Calvario y en la Cruz, es el Código perfecto del Amor de Dios por Sus hijos; el pensamiento divino que Su Padre emanó al pensar en la perfección del cuerpo, del alma y del espíritu de lo que deberían ser los seres humanos. Esta es la Sangre de Cristo, esta es la Verdad que se revela dentro de ustedes cuando beben de Sus Códigos y permiten ser transformados por Él. Eleven el Cuerpo y la Sangre de Cristo como una oración de agradecimiento, tornando esta memoria viva, con la certeza de que Dios los observa en esta hora y vierte sobre estos elementos Su más puro amor. 

Oremos juntos como Cristo nos enseñó: Padre Nuestro.

Así se establece la consagración y la paz se irradia al mundo, porque Cristo está vivo no solo en los niveles del espíritu, está vivo transformando los elementos, la materia y la vida. Y así como Él convierte el pan y el vino, que convierta sus cuerpos, su sangre, su carne, su corazón y su consciencia.

Crean, hijos, que si los elementos, frutos de la tierra y del trabajo del hombre, reciben el Cuerpo y la Sangre de Cristo y se transforman en una unidad con Él; ustedes, ante la rendición de sus corazones, pueden vivir esta misma alquimia divina y transformarse en una unidad con Cristo.

Así, los bendigo y en silencio los acompaño, así como acompañé siempre a su Madre Divina, a Su Hijo Jesús y a todos Sus discípulos, apóstoles y compañeros a lo largo de todos los tiempos. Yo siempre estaré aquí y, en el silencio de sus corazones, ustedes Me podrán escuchar.

Los espero en el aniversario de Mis Apariciones. Profundicen en su entrega y en su unión con Dios. Para eso, los bendigo y derramo sobre ustedes Mi más pura humildad, Mi más simple amor.

Por la Potestad que Dios me concedió; como su siervo, amigo y compañero; en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco.

Y así como Nuestro Señor nos enseñó y como San José nos pidió para establecer la paz de Cristo en nosotros, en esta nación y en todo el planeta, vamos a darnos el saludo de la paz.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hoy Mi Corazón se alegra por la respuesta de Mis compañeros y amigos.

Hoy Mi Corazón se enciende por la gratitud que siento por cada uno de ustedes, no solo porque están aquí, sino porque esto, hijos, es el reflejo de una respuesta de sus seres internos, de la sed que sus espíritus sienten de despertar, de beber del Conocimiento divino que, como su Instructor, Yo les traigo. Este Conocimiento está más allá de las palabras y es irradiado a través de Mi Corazón por Mi simple presencia, porque él está en Mí y Yo en él, en una perfecta unidad porque esta es la Voluntad de Dios.

Como Instructor de este mundo, el Creador depositó en Mi interior Sus Libros Sagrados, Su Conocimiento divino y universal para que, poco a poco, Yo pueda revelarles y, más que eso, pueda enseñarles a amar ese Conocimiento, para que él se transforme en sabiduría y, de esta forma, sus consciencias y sus espíritus sean dignos de construir la nueva vida sobre la Tierra.

Para eso estoy aquí, para instruirlos y formarlos, no para lleguen a Mi Corazón, sino para que amen este camino evolutivo que los conduce al Corazón de Cristo y, a través de Él, al Padre.

Hoy Mi Corazón se convierte no solo en un espejo, sino en una fuente de sabiduría. Creo un puente con el Corazón de Dios para traer esta sabiduría a la Tierra e irradiarla a sus corazones para que reciban este legado y no lo pierdan, a pesar de los acontecimientos de la Tierra.

Vengo a depositar esta sabiduría dentro de ustedes para que, cuando Nuestras Voces ya no resuenen en el mundo, cada uno de ustedes pueda mirar hacia dentro de sí y encontrar ese Conocimiento para saber actuar, discernir y atravesar las pruebas que vivirán como humanidad.

Hoy, hijos, vengo a enseñarles a amar a la vida superior, a la vida cósmica, más allá de la vida crística que está escrita en los Libros Sagrados de la Tierra.

Hoy les traigo los Libros Sagrados del Universo para que encuentren allí su historia, aquella que no comenzó en el planeta, sino en el Corazón de Dios, en la Esencia más pura de su Padre Creador, que se fue diseñando a lo largo de su evolución como esencias, como consciencias, como espíritus y, finalmente, como seres humanos.

Esta vida que ustedes viven en la Tierra es un momento culminante de una evolución que se viene construyendo mucho antes de este planeta.

Por eso, hijos, ahora que aprendieron a amar a la Sabiduría que recibieron en el planeta a través de los Libros Sagrados que el Creador transmitió a sus diferentes profetas, apóstoles y discípulos; ahora amen el Conocimiento divino atraído por los Espejos del Cosmos, por los profetas celestiales y por los apóstoles que aún no conocen, los Señores de la Sabiduría que habitan en el Universo y que hasta hoy los acompañaron de forma silenciosa, pero que, en este momento, llegó el tiempo de conocerlos. 

Les digo todo esto porque la evolución, en este planeta, debe dar un paso y eso acontecerá a través de cada uno de ustedes.

Si no aman el Conocimiento del Universo, la vida que se guarda en el Infinito, ¿cómo podrán manifestar el Reino de Dios en la Tierra?

El Reino de Dios, hijos, no es nada de lo que conocen con sus mentes, es algo que conocen con sus corazones, con sus esencias, porque ellas provienen del Corazón del Padre y guardan en su interior los Principios más puros de Dios.

Por eso, en este momento, abran sus corazones, dejen que Yo diseñe este momento de despertar en los espejos de sus espíritus, aquellos que protegen a sus esencias.

Permitan que el espejo de Mi Corazón de Instructor se refleje en los espejos de sus corazones y les muestre, así, la verdad que se guarda detrás de Mis Palabras.

Así como hay una jerarquía en la Tierra, también hay una Jerarquía en el Cielo, y la vida eterna es mucho más profunda de lo que ustedes imaginan.

A lo largo de su evolución como humanidad, fue parte de la Voluntad de Dios que ustedes vivieran aislados de esta realidad superior, porque así podrían vivir un aprendizaje único, porque el amor que deben desenvolver aquí no existe en ningún otro lugar de la Creación divina sino en el Corazón del Padre y del Hijo, y aun allí se debe renovar.

Si ustedes supieran de la Verdad Superior desde el principio, jamás podrían vivir una experiencia única, porque serían influenciados por todo lo que se vive en el Cosmos.

Pero en este momento, hijos, todo el universo aprende con la Tierra, y llegó el tiempo de retornar, de vivir su experiencia final, no para que el planeta deje de existir, sino para que él exista verdaderamente, cumpliendo la Voluntad de Dios y el Propósito que nació del Corazón del Padre al pensar en la Tierra.

En este último tiempo de ignorancia, de ilusión, de velos en sus ojos, el planeta se estremecerá, no solo físicamente sino también espiritualmente para que, de esa forma, recorriendo el camino en el calvario de estos tiempos, aquellos que fueron convocados para vivir una experiencia crística, puedan vivirla y, de esa forma, abran un nuevo ciclo, un nuevo tiempo, en el que la Tierra podrá retornar al Tiempo de Dios, a la Realidad Superior, porque ya cumplió con lo que el Padre esperaba, ya comenzó a dar los primeros pasos en la renovación de su Divino Amor y esta renovación podrá continuar a través de toda su Creación, de todos los seres que no conocen, pero que aguardan poder vivir este amor que se desenvuelve en la Tierra.

En este tiempo, hijos, cuando todo haya pasado, la Tierra recibirá un nuevo nombre, un nombre que proviene del Corazón de Dios, y cada uno de ustedes será llamado a través del sonido sagrado que emanó de las fuentes sublimes cuando fueron creados. Ya no habrá personajes que vivan en la Tierra a través de las personalidades de los hombres.

Cada ser manifestará lo que verdaderamente es, porque esta es la Voluntad Divina.

Sé que todo lo que les hablo les parece muy distante y, a veces, irreal.

Recuerden que Yo estoy colocando dentro de ustedes una verdad de la que no son conscientes, pero que deberán comenzar a recordar, por eso les hablo de ella. Dejen que ella ingrese en su corazón y los transforme, no para que sean otros, sino para que sean ustedes mismos y dejen de dormir en el sueño del planeta, con sus ojos turbios por la ilusión de la Tierra, para que puedan despertar, porque el tiempo ya está llegando y aquellos que no tuvieron la misma Gracia que ustedes tienen hoy de escuchar estas palabras y de recibir este Conocimiento Divino en su interior, se despertarán tarde y no tendrán tiempo para arrepentirse de sus errores y para enderezar sus caminos para llegar a Dios.

A estos, hijos, la realidad los tomará por sorpresa y no comprenderán lo que ven delante sus ojos, no comprenderán lo que sienten sus corazones, porque la realidad para sus mentes era la vida sobre la Tierra y no la Verdad que provenía del Corazón del Padre.

Hoy reciban lo que les digo y sepan que hay mucho más para ser revelado, pero sus corazones se deben ir preparando como la tierra que preparan para recibir a las semillas nuevas que generan nuevos árboles, nuevos frutos, nueva vida. Esta preparación, hijos, acontece a través de la oración, acontece dejando quebrar este viejo hombre que piensa y critica todo lo que Dios les entrega.

Dejen que su mente se detenga por un momento, que sus corazones se abran a algo desconocido. No tengan miedo de sentir el Amor de Dios, porque Él no les hará mal.

El corazón humano sufre cuando se resiste porque, para ingresar en la Verdad de Dios, ustedes deben perder todo aquello que tenían como verdad y, de esta forma, también perder su voluntad humana, su  voluntad propia, porque sus planes ya no tendrán sentido y solo reencontrarán el sentido cuando encuentren la Voluntad de Dios para sus vidas.

Para vivir lo que les digo, ustedes no necesitan estar en un lugar diferente. Necesitan, hijos, dejar que una química oculta, interna, acontezca dentro de ustedes. Es algo que comienza en sus corazones y que, muchas veces, sin que lo perciban, se manifiesta en su vida externa. No es al contrario, no es cambiando de casa, de ciudad, de empleo que vivirán una transformación, porque muchas veces hacen todas estas cosas y siguen siendo los mismos, viviendo la misma ilusión.

Por eso, en esta mañana, Yo vengo con este Conocimiento Divino, vengo con la luz de los Espejos del Cosmos para transformarlos por dentro, para despertarlos por dentro.

Sientan en su corazón Mi Presencia. Contemplen internamente el Cosmos que se manifiesta a través de Mi Corazón. Contemplen las estrellas, luces que se encienden en un azul profundo. Contemplen las fuentes de la vida que parecen lagos celestiales, de una luz que desconocen, porque sus colores solo se contemplan en la vida celestial.

Dejen que esta imagen ingrese en su corazón, profundicen en ella, lleguen al Corazón de Dios, que no es un ser humano, sino una Fuente Celestial, una Luz que no tiene dimensión, que no tiene forma ni color, pero que guarda en sí todas las dimensiones, todas las formas, todos los colores, todos los sonidos.

Vean, hijos Míos, que todo esto que les muestro se refleja en el espejo de sus corazones. Les estoy revelando la puerta, que hay dentro de ustedes, hacia el Corazón de Dios. Les estoy revelando la llave de la semejanza con el Corazón del Padre.

Contemplen, en este momento, su espejo interior, su esencia divina y vean allí todo lo que les digo: el Cosmos, las estrellas, las galaxias, los planetas, las Fuentes de la Creación y el Creador. Todo esto se esconde dentro de ustedes y, en este diseño divino muchos otros misterios se guardan: rayos, energías divinas y sublimes, una vida superior, planetas, civilizaciones, seres en evolución.

Vean así, hijos, que el Padre no los abandonó en la ilusión de la Tierra. Él escondió dentro de ustedes Su Verdad, Su presencia, como en ningún otro ser de Su Creación.

No busquen comprender lo que les hablo; solo reciban con amor lo que les traigo, porque viene de Dios.

Este Conocimiento estará escrito en los Libros de la Redención de la Tierra, los que se están escribiendo en este tiempo a través de las Palabras de los Mensajeros Divinos y que completan un legado único no solo para este planeta, sino para toda la Creación. Aquello que es sagrado, no es sagrado solo para la Tierra, sino para toda la vida.

Hoy, hijos, como humanidad, ustedes viven algo único, una Gracia celestial que sé que no comprenden, pero que pueden estar agradecidos por ella, porque este momento se escribe en la historia de la Creación, así como se escribieron los momentos en los que el Hijo de Dios estuvo en la Tierra.

Ustedes están aquí para preparar Su Retorno y aunque esto parezca algo distante y que nunca vivirán con sus ojos, con sus corazones, vivos; hoy Yo les digo que sí, que lo vivirán, que no es algo distante, que es un acontecimiento que ya se manifiesta en la Tierra en los niveles espirituales, que, poco a poco, se diseña en la manifestación de la Vida.

Por eso les digo estas cosas, para que vivan cada día como si fuera el día del retorno de Cristo. Él puede llegar en cualquier momento y ustedes deben estar prontos para esto.

En sus oraciones, recuerden lo que Yo les dije, recuerden este puente que hay en su mundo interior hacia la Consciencia Divina.

Contemplen la propia esencia como algo sagrado, verdadero y, de esa forma, dejen que la Vida Superior ya no sea una Enseñanza, ya no sea una Instrucción de la que beben y beben, pero no asimilan. Vean que la Vida Superior es algo vivo, que ustedes son la Vida Superior.

Vamos a realizar juntos una oración que, a pesar de pequeña y simple, guarda en sí todas las llaves que ustedes necesitan para llegar a Dios; para que Él manifieste Su Presencia en ustedes; para que, de esa forma, Su Reino Celestial también viva en la Tierra.

Señor, yo que nada soy,
me entrego a Ti
para que hagas de mí Tu Morada. 
(Se repite siete veces)

Sé que muchos no creen, pero en la Eucaristía se guarda la Verdad Divina, porque en ese misterio el Creador les entrega todo lo que Él es, para que sean como Él y se fundan ​​en Él en cada comunión.

Por eso, en este momento, como Sacerdote consagrado por Cristo desde el inicio de Mi existencia, vengo para consagrar estos elementos, para que Mis Gracias, las que traigo del Cielo en el nombre de Dios, se tornen materia en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo, porque lo que les traigo y lo que les hablo no proviene de Mí, sino de Dios.

Cada palabra pronunciada por los Mensajeros Divinos es manifestada por la Voluntad Divina, por eso son sagradas y deben ser reverenciadas eternamente.

El recuerdo de la Santa Cena no está solamente en los Libros Sagrados, sino que se profundiza en los libros del Universo, porque este acontecimiento fue y es mucho más profundo de lo que ustedes imaginan.

Cuando Su Señor elevó el pan, lo bendijo y lo partió, toda la Vida lo reverenciaba, las civilizaciones se postraban, los Espejos del Cosmos se volvieron hacia la Tierra y el mismo Dios hizo silencio, manifestando Su Gratitud por la entrega de Su Hijo para la renovación de Su Amor en toda la vida.

Cuando Su Señor elevaba el Cáliz, lo bendecía y lo repartía entre Sus compañeros como Su Sangre, como el símbolo de Su "sí" que era emitido a Dios, no solo por el sacrificio que viviría en la cruz, sino por una entrega perpetua, manifestada a lo largo de los siglos en los niveles del Espíritu porque, hasta hoy y todos los días, Cristo revive Su entrega para estar en todos los sagrarios de la Tierra.

En cada momento de Comunión, el Universo vuelve a reverenciar a la Tierra, los Espejos se vuelven hacia el planeta para irradiar cada código, cada instante de la historia del sacrificio de Cristo que fue escrita, en ellos, para que cada momento vivido por el Señor sea impreso en los elementos ofrecidos por el hombre para ser divinizados y sacramentados y, así, transformados en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo.

Como toda la Vida, como todo el Universo, como la Consciencia Divina que en este momento vuelve a hacer silencio, reverencien también ustedes la transformación de los elementos en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo y sepan, hijos, que esta es la Ceremonia más Sagrada de sus vidas, porque no importa dónde estén o quién esté oficiando, porque cada sacerdote en ese momento recibe la Gracia de Dios y toda vida reverencia la entrega de Cristo, para que el Amor se renueve, no solo en el corazón humano sino también en el Corazón de Dios.

Juntos oremos y en gratitud sintamos la transubstanciación de estos elementos en el Cuerpo y la Sangre de Cristo:

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

Padre Nuestro (en arameo, transliterado al español)

Abbun debashmaia
Netkadesh eshmoj
Teite malkutaj
Nejuei sevianaj aikana
Debashmaia af ba-arja
Jav-lan lajma teesunkanan iagmana
Washpocklan jaubein wajtagein
Aikana daf jenan shoaken oljaiabenWela tajlan letnesiuna
Ela patsan men bisha
Metul delaje malkuta
Wajela wateshpurjta
Laj-lam almin 
Aamein.

Que la paz, el amor y la Vida de Cristo estén en sus corazones.

Le dejo, hijos Míos, Mi profunda gratitud por sus vidas, por sus esfuerzos y por su presencia.

No dejen de profundizar en su camino interno, porque él solo termina cuando ustedes llegan a Dios y se funden en Él eternamente.

Les dejo Mi bendición y Mi paz y, sobre todo, Mi divina gratitud a sus corazones.

Les agradezco.

Los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN LA CIUDAD DE WEED, CALIFORNIA, ESTADOS UNIDOS, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Que la Paz de Dios y Su Santo Espíritu estén en este lugar y en sus corazones, para que de esta forma puedan servir, en nombre de la humanidad, abriendo las puertas al Reino de Dios, trascendiendo las limitaciones y las condiciones humanas por un Propósito superior para que Su Plan se cumpla en la Tierra.

Hoy estoy aquí, hijos, no solo para hablarles, no solo para impulsar sus corazones; estoy aquí por un pedido mayor, por una misión que Dios Me encomendó y que trasciende la comprensión humana, pero que necesita que sus corazones estén adheridos a este Propósito divino. Por eso, están aquí.

Para algunos, esta misión es más simple, para otros no tanto. Pero, ante Dios, solo les pido que abran sus corazones y permitan que Él disuelva las barreras que separan sus almas de Dios, para que Él les pueda mostrar la verdad sobre ustedes mismos, sobre este planeta, sobre este lugar sagrado donde se encuentran.

Hoy vengo a abrir las puertas del interior de este planeta para una vida que para muchos es invisible, pero que está accesible a todos, si son simples, puros y si sus intenciones son verdaderas.

Hoy quisiera hablarles sobre esta vida superior que se guarda en lo invisible, no solo de las montañas, sino también se guarda en lo invisible del corazón y de la consciencia humana.

Hoy ustedes vieron y estudiaron un poco del misterio que es María. Ese mismo misterio se guarda en todas las cosas, en cada criatura de este planeta, en todos los Reinos y en la propia consciencia de esta Tierra.

La humanidad ignora, hijos Míos, la verdad sobre la Creación Divina.

Y hoy vengo hasta aquí para despertar sus consciencias, para que puedan vislumbrar un poco de esta verdad, y lo hago en nombre de toda la humanidad, porque muchos que no están aquí, pero que escucharon Mis Palabras, necesitarán de estos impulsos, en estos tiempos y en los tiempos que vendrán.

Quisiera despertar los espejos de sus corazones para que, junto al Mío, podamos liberar un poco a este mundo de la oscuridad que en él habita. Y Yo puedo hacerlo, más allá de la condición humana, pero necesitan decirme que sí. 

Vengo para traspasar las capas de la ignorancia, para llegar a lo que son de verdad en sus esencias, y es ahí en donde encenderé este espejo.

De esta forma, los ayudaré para que puedan equilibrar sus almas, sus corazones y, prestando este servicio, puedan traer un poco de paz a este mundo.

Sé que muchos están presos de su condición humana, de sus imperfecciones, y se lamentan por no ser perfectos, por no ser mejores. Pero hoy, hijos, les pediré que por un instante dejen sus imperfecciones de lado, porque están delante de Dios, están delante del portal al infinito, para que reconozcan que en lo profundo de su interior hay algo semejante a la Esencia Divina.

Por eso, llamen internamente a sus almas, a sus espíritus, a aquello que en ustedes es verdadero, para que estén aquí, junto Conmigo, y de esta forma, podamos cumplir con la misión que Yo vine a realizar en este momento.

Antes de que Yo continúe hablando, les pediré que canten para que, de esa forma, atraigan la verdad sobre ustedes y sobre este mundo.

Los escucho.

La verdad se guarda en el interior de aquellos que se disponen a ser semejantes a Dios. La verdad se muestra a los ojos que se abren para verla. La verdad se manifiesta en el corazón de aquellos que se abren para vivirla, que no se lamentan por sus imperfecciones, que las reconocen, que saben que no son perfectos, pero que también saben que, en lo profundo de su mundo interior, existe una molécula divina que aguarda que sus seres miren hacia adentro y que no sean tan superficiales, que no estén todo el tiempo con la atención en las cosas de este mundo y en lo que expresan como seres humanos, como personalidades, como cuerpos físicos, que son tan diferentes de Dios.

Cuando Mi hijo un día les dijo que ustedes son semejantes a Él y a Su Padre, era para que busquen dentro de ustedes esa semejanza. Así como esa semejanza está dentro de cada uno, también está dentro de la consciencia del planeta.

Es por eso que en este momento les revelo un lugar sagrado.

En nombre de la humanidad, pidan la Gracia de ser dignos de estar delante de él. En el nombre de esta nación, pidan perdón por haber ignorado por tanto tiempo la grandeza de este lugar, que se guarda en el lado oculto de la naturaleza, que está protegido por todos los Reinos y que está esperando que la indiferencia humana dé lugar al amor al Plano Divino.

Hoy vengo hasta aquí, a este lugar sagrado, para equilibrar un poco a indiferencia humana. Y de esta forma, generar los méritos para que este lugar permanezca en el mundo, permanezca aquí auxiliando a la humanidad.

Les hablo de un lugar poco comprendido, por el mismo motivo de no conocer el propio mundo interior. Así como solo están atentos a las superficialidades del propio ser, también estuvieron atentos solo a las superficialidades de este mundo, no aprendieron a penetrar en la belleza de la naturaleza y a llegar más allá de ella.

Pidan a Dios la Gracia de que sus ojos se abran y puedan ver en los espejos de agua más que un elemento; que puedan encontrar parte de la Consciencia Divina que atrae del universo los Dones del Espíritu de Dios, los atributos de la Creación, el verdadero arquetipo humano que se irradia para cada criatura que acepta recibir esta Gracia en su interior.

Contemplen las montañas no solo como simples montañas, sino como consciencias vivas que sustentan el planeta y que resguardan en su interior un misterio. Las montañas son como grandes madres que guardan en su vientre un nuevo ser, una nueva vida, un nuevo mundo. En el interior de las montañas que tienen a su alrededor se guarda un principio de vida divino, único, universal, que espera la apertura de sus seres para manifestarse en la Tierra.

A partir de aquí, Dios derrama un manantial de Gracias, de dones divinos, de partículas de Su Consciencia para que lleguen a todo el planeta y que comience, por increíble que parezca, en cada uno de ustedes.

Para que estos dones lleguen al mundo, sus corazones deben decir sí. Para que las almas más distantes de Dios reconozcan Su Presencia y despierten a la vida universal, primero, hijos, ustedes deben decir sí y deben abrirse a este misterio divino que se guarda en todos los espacios de la Creación.

De esta nación debería partir el espíritu de la unidad para que, de esa forma, todo lo que reciben pueda ser repartido a cada corazón de este mundo.

Hoy Mis Palabras representaran un misterio para muchos, pero no quiero que comprendan con la mente lo que vengo a decirle a sus corazones. Solo les pido que clamen a Dios, como humanidad, por una oportunidad para esta nación y para este planeta.

Pidan que Su Plan se cumpla, para que puedan manifestar esa unidad entre ustedes y en todo el planeta. Pidan la Gracia de abrir las puertas de este recinto divino que se guarda en el Monte Shasta y que los dones que allí habitan despierten no solo en la consciencia de esta nación, sino que lleguen también a cada criatura y a los abismos del mundo, llevando luz y paz a los corazones que no las conocen.

Lo que vengo a decirles hoy es que descubran, en la simplicidad de sus corazones, la grandeza de sus espíritus que no es una grandeza humana, que no se guarda en las destrezas, en los potenciales humanos o personales de cada uno; sino que se guarda en el mundo interior, en el corazón y en la capacidad de amar y servir al Creador en todas las cosas.

Hoy consagraré esta comunión, por la potestad que Dios me dio. Como Su siervo, consagrare estos elementos para que, al entrar en su mundo interior, lo despierte.

Reciban el Cuerpo y la Sangre de Cristo, en nombre de toda esta nación, de todo el planeta, como una reparación de toda indiferencia e ignorancia humana.

Oren Conmigo, como Mi Hijo les enseñó.

Padre Nuestro (en arameo).

Y, siguiendo este espíritu de reparación, clamen por la paz y por el despertar humano.

Yo les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Cántico.

Ábranse hacia la pureza de Monte Shasta, de sus espejos, de sus misterios, para que sean irradiados a cada espacio de este planeta, transmutando la ignorancia y la indiferencia del corazón humano.

Les agradezco. 
 

En cuanto San José transmitía Sus Palabras a través de la vidente Hermana Lucía de Jesús, el vidente Fray Elías del Sagrado Corazón recibía el Mensaje diario de la Virgen María.


Frei Elías del Sagrado Corazón: 

A medida que la Virgen María transmitía Sus Palabras, San José complementaba lo que Ella decía. Cuando Ella comenzó a transmitir Su Mensaje, San José colocó sobre cada uno de nuestros pechos, por encima de nuestro corazón, un lirio de luz. Teniendo como base este símbolo, María nos entregó el Mensaje de hoy.
 

Después de esta introducción, Frei Elías realizó la lectura del mensaje diario de la Virgen María, Rosa de la Paz, para el día 19 de diciembre de 2016.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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