APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, EN LA CIUDAD DE OURÉM, PORTUGAL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Y hoy llevo sobre Mi Manto la bandera de Egipto, porque sé de la importancia de la ayuda humanitaria y de la colaboración de todos los europeos para con el continente Africano y su población. Por eso hoy traigo esta nación a Mis Pies, para que puedan contemplar junto Conmigo la verdadera necesidad de este tiempo, y cuánto las almas esperan por ayuda, para aliviar su sufrimiento y su dolor.

Esta Misión Humanitaria que Yo los invito a vivir es especial para Mí, y será concomitante a la Misión de la Madre de Dios en Europa, porque en verdad, queridos hijos, todo está unido en una misma esencia y bajo un mismo propósito.

Yo los invito, queridos hijos, a contemplar la diversidad del Plan de Dios, para que Él pueda cumplirse en la superficie de este Planeta, con la adhesión y la ayuda de todos Mis hijos del mundo.

Yo los invito a orar por esta nueva Misión que acontecerá en Egipto, para que las puertas de la Misericordia se puedan abrir en ese lugar y la Gracia de la Madre Celeste no solo llegue a Egipto, sino también a toda África, por medio del servicio y de la caridad de Mis hijos, del amor y de la dedicación que colocarán desde sus corazones. Será ese amor que podrá nacer de sus corazones el que aliviará el sufrimiento y el dolor del mundo.

Queridos hijos, en este tiempo Yo los invito a ser más conscientes, a seguir apoyando a la Madre de Dios en Su Obra de Paz en el mundo, para que más corazones sean abrazados por la Misericordia de Mi Hijo y sientan en su interior la Paz del Reino de Dios.

Es esta Paz tan oculta e invisible que proviene del Reino de Dios la que quiero que ustedes lleven en sus corazones, para que las almas puedan sentir, en su interior, la oportunidad de reencontrarse con la Esperanza y la Alegría de poder estar viviendo en esta humanidad y de cumplir su misión espiritual en este tiempo; por eso todo lo que ofrezcan a Mi Corazón Inmaculado será importante para que la Obra de Paz se propague en el mundo y especialmente se siembre la paz en las naciones que todo el tiempo viven el conflicto y la persecución.

Yo los invito a ser servidores del fin de los tiempos, más allá de su vida de cristiandad, más allá de su vida de apostolado y de servicio incondicional y abnegado por las almas.

Yo los invito a abrir los brazos para que sus corazones se puedan expandir en el mundo, a abrazar el sufrimiento, a transformarlo con amor y a aliviar a las almas de todos los dolores que ellas sienten día a día, especialmente aquellas que viven los conflictos y las guerras de estos tiempos.

Aún el mundo tiene muchas necesidades espirituales y materiales. El desequilibrio y la desigualdad es la tónica de las naciones en este tiempo.

Ustedes saben, queridos hijos, que esa gran transformación de la humanidad nacerá de los corazones simples y humildes; que a través de los actos pequeños y simples, por medio del servicio, la cura y la instrucción, el mundo podrá recibir nuevos códigos, la tierra podrá ser repoblada de nuevos principios y de nuevos designios.

Esta es la razón por la cual su Madre Celeste y Su Amadísimo Hijo, Nuestro Señor Jesucristo piden las misiones humanitarias a la Humanidad, para que no solo nuevos misioneros se formen en la vida del servicio, sino para que más almas despierten a ese camino de la entrega incondicional por la humanidad y el planeta.

Yo necesito, queridos hijos, que igualen a la Madre de Dios en el camino de la entrega, del sacrificio, de la oración y de la fe, para que estos dones estén presentes en el mundo y todos, todos Mis hijos del mundo, sin excepción, a pesar de sus creencias o de sus religión, de su condición social o humana, se sientan partícipes del Amor de la Madre de Dios, así como ellos la puedan comprender y vivir.

Yo no los invito a evangelizar ni a formar una nueva religión, ni una nueva Iglesia. Yo los invito a vivir las Enseñanzas de Cristo por medio de Su Evangelio y de Sus parábolas; por medio de todo lo que Él nos enseñó cuando estuvo presente aquí, en la Tierra.

Mi aspiración es que sean nuevos apóstoles en el camino del servicio, de un servicio más amplio y profundo que necesita vivir Europa, para que pueda abandonar ese espíritu vago de la inercia y de la comodidad, para que sus corazones se fortalezcan en la fe y se creen aquí columnas de luz que puedan llegar a muchas más almas que necesitan salir de la ignorancia mundial y de la ilusión planetaria.

Yo los invito a dar un esfuerzo mayor, un paso más grande por la Madre de Dios, sabiendo que cuentan aquí con la Fuente Sagrada de Lys para que muchas, muchas más cosas puedan suceder en el mundo y especialmente en Europa, que deberá seguir caminando por la senda de la redención y la conversión de sus pecados.

Yo los invito, hijos Míos, a la renovación profunda y verdadera, a que imiten el ejemplo de los misioneros, de los que se donan al servicio incondicional, al peligro y a los riesgos en las naciones más difíciles del mundo.

Yo los invito a vivir el ejemplo del servicio por medio de sus semejantes, de sus compañeros de camino, de los que están día a día a su alrededor y que también viven la misma aspiración de ser Nuevos Cristos en la Tierra.

Necesito que ese espíritu misionero y humanitario se propague en todo Europa; eso comenzará, queridos hijos de Europa, primero en ustedes, viviendo el cambio y la renovación interior, para que esto después se pueda dar en toda Europa y las almas despierten a esa necesidad profunda y verdadera de servir a Dios y de aliviar el sufrimiento en África.

Como Madre intercesora y mediadora de todas las almas de África, debo pedir una misión por vez para que ella se pueda cumplir hasta el final, siguiendo el Propósito de Dios y el deseo ardiente de Mí Amado Hijo. Pero en verdad, en estos tiempos críticos y difíciles que vive el mundo, son necesarias muchas misiones humanitarias.

Yo los invito, hijos de Europa, a la renovación, a que sientan en sus corazones el calor vivo del servicio incondicional, que los pueda encender y despertar a vivir una vida apostólica y misionera, así como lo desea el Cristo.

Por ese motivo traigo a Mis Pies la bandera de Egipto y también tengo la bandera de Egipto bordada en Mi Manto, porque ese pueblo una vez Me recibió junto a Mi Hijo y a San José, como los primeros refugiados de la historia de la Humanidad. Deseo, queridos hijos, que ese mismo amor que me donó una vez el pueblo Egipcio, ustedes también lo puedan donar en este tiempo crítico por toda África.

He vuelto a Europa, en esta quinta vez, para recordarles este compromiso y decirles que ese compromiso no se está cumpliendo. Para que Europa mantenga su equilibrio espiritual, moral y humano, deberá servir incondicionalmente a África, para aliviar sus deudas, liberar sus errores y alcanzar la reconciliación espiritual que es tan necesaria y urgente entre ambos continentes, así como lo es con América.

Los invito a expandir el espíritu de la fraternidad incondicional y animarse a vivir un cambio profundo. Vuelvo hablarles del cambio, porque el cambio en ustedes es imprescindible. Eso los llevará a la Verdad, a seguir el camino del Propósito Divino y a encontrar un sentido definitivo a sus vidas.

Muchas heridas en África deberán ser reparadas por los europeos. Y no es suficiente en esta ocasión que solo dos europeos representen esta misión humanitaria. Los invito, a través de ese ejercicio de servicio incondicional, a postularse al trabajo humanitario para que el mundo y su humanidad sean reparados. Las secuelas del sufrimiento, de la esclavitud y de la persecución sean disueltas en esta consciencia humana, y especialmente, en África.

Los invito a elevar sus corazones a lo alto, afirmando ese compromiso con el propio Padre Dios, para que los Planes de Paz que Él nos designa se puedan seguir cumpliendo y viviendo en este tiempo crucial, como un testimonio verdadero de que ese Plan es imprescindible para su humanidad y para el planeta; desde las misiones humanitarias, hasta la vida de oración y de comunión con Cristo.

Vengo a demostrarles este testimonio de amor por medio de la consagración de nuevos hijos de María, que se aproximan a Mi Corazón para decirme “Sí”, y especialmente, para decir “Sí” cuando Yo ya no esté Presente, y desde el Universo los contemple viviendo el servicio incondicional y la fraternidad con los semejantes.

Europa debe tomar consciencia de lo que en verdad debe cumplir ante el Trono de Dios, como Principio y como Designio. Eso los hará madurar y los animará a seguir adelante; porque el servicio trae piedad y la piedad concede la cura a las almas. Ese es el sentido de su propósito como europeos, no solo con África, sino también con Asia y América.

Para que una Nueva Humanidad pueda surgir, los errores del pasado precisarán ser liberados y eso comenzará en ustedes. Por eso Yo les llamo y les hago esta invitación maternal, porque no podré volver a decirles nuevamente lo que hoy les digo.

Ahora llamaré aquí a los que hoy se consagrarán, y después de consagrar a los nuevos hijos de María, consagraré esta nueva misión humanitaria dando la bendición a los misioneros.

Primero que vengan aquí los nuevos hijos de María.

La Madre de Dios sabe que ustedes quieren dar el paso; por eso vengo aquí, en esta quinta vez a Europa, para animarlos, conducirlos y guiarlos, por el camino de la entrega y del servicio. Porque Europa también debe ser parte de una Nueva Humanidad, más consciente y fraterna ante el dolor del mundo y del sufrimiento humano.

Sé que como Madre vine a bendecirlos, a entregarles Mi Gracia, a donarles Mi Corazón, a ofrecerles Mi Vida, para que sus vidas se consagren al Plan de Dios.

Por medio de esta consagración reciban el impulso de Mi Corazón para tornarse libres de sí mismos, ser llevados por el Sagrado Espíritu de Dios en esta misión humanitaria del fin de los tiempos, en esta urgencia de orar por la paz en el mundo y conceder en las almas la Misericordia de Dios.

Que el Señor los bendiga en este día de Consagración y de Gracia. En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Ahora los nuevos hijos de María vamos a orar ante la Madre de Dios, la oración de la Madre Universal, por una vez:


Te alabamos,¡Oh Madre Universal!
Plena es Tu Gracia, la Unidad está en Ti.
Sagrada Energía Femenina, gestas en Ti la Nueva Humanidad.
¡Oh suprema Madre Universal!
intercede por nosotros, seres de la superficie de la Tierra,
para que podamos consagrarnos como dignos hijos de Dios,
en la fe, la luz,la paz, la protección,
la cura, el amor, el perdón, la reconciliación,
la caridad, la humildad, la transmutación
y en la fraternidad,
ahora y en el momento de nuestra total y definitiva entrega
al Padre Creador.

Amén.


Sepan que todo lo que les digo es porque los quiero y los amo, y busco el bien en sus vidas y en las vidas del mundo, a fin de que se instituya en toda la vida planetaria el Reino de Dios.

Pueden levantarse y retornar a sus lugares.

Ahora vendrán aquí los misioneros.

En esta bendición que Yo propagaré hacia sus corazones, por medio de la santidad de este Agua, el primer elemento que Dios manifestó en este planeta, Yo podré llevar a través de sus corazones, el amor de Mi Inmaculado Corazón para que el sufrimiento y el dolor, en mis hijos de Egipto y en todos Mis hijos de África, puedan ser aliviados por la expansión del Poder de Mí Corazón.

Por medio de este aceite que hoy bendeciré especialmente para ustedes, grabaré en sus consciencias la señal luminosa de la Cruz de Mi Hijo, para que la poderosa Luz de Emmanuel les acompañe en este Obra de paz y de amor por el mundo.

Esta protección que Yo les doy hijos, es la protección especial de Mi Hijo, para que Cristo camine delante de ustedes y los conduzca a la necesidad de aliviar el sufrimiento a los corazones más imperceptibles que necesitan de la paz, del amor y del bien.

Que sus manos puedan ser las Manos de Cristo, no solo para abrazar y consolar, sino para servir y aliviar las heridas más profundas e internas en las almas.

El sufrimiento de la humanidad es la gran secuela por la falta del amor. Ustedes que son bendecidos por el Espíritu Santo en esta importante entrega de sus vidas, lleven hacia ese lugar lo que ese pueblo necesita recuperar, como cultura y como espíritu dentro del Propósito de Dios.

Los Ángeles transubstancien este elemento, el incienso, para que sean protegidos por las poderosas emanaciones del Universo Angélico y el Manto de la Madre de Dios, los haga invisibles e invencibles delante de las acechanzas de Mi adversario.

Ahora vamos a rezar a Dios para que Él esté con ustedes paso a paso, la oración que Mi Hijo les enseñó:

Padre Nuestro…

Que el Señor les conceda la paz y que esta paz llegue a Egipto y al mundo entero, despertando el espíritu misionero, el espíritu de la caridad y de la fraternidad, a fin de que las naciones se unan más en la solidaridad, en la cooperación y en la igualdad.

Los bendigo, en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

¡Les agradezco por escuchar Mi llamado!

Hasta pronto.

Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, repartan una rosa para cada misionero y después les diré qué es lo que Yo más quiero. 

Oremos, mientras espero:

 

Oración a la Divina Señora

Por la Luz que derramó Tu Inmaculado Corazón
que convirtió a los corazones del mundo,
Divina Señora, ruega por nosotros.
Amén.

Esta rosa representa, queridos hijos, una oferta para el Cielo.

Y ahora, le pido a cada misionero que, con la rosa sobre su pecho, sintiéndola en su corazón, Me ofrezca en silencio esta rosa por un alma que he conocido en Medio Oriente y que necesita de Mi ayuda extraordinaria, de Mi intercesión divina. Los escucho en el silencio del corazón.

Después de esta oferta, hagamos la señal de la cruz por tres veces.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Universos sublimes, próximos a Mi Corazón, se aproximan a sus vidas, hijos misioneros, para poder rescatar a las almas que más necesitan de la ayuda de Dios.

En este momento, les pido, queridos hijos misioneros, que en el silencio de sus corazones y en la unión de sus mentes, hagan una síntesis de todo lo que vivieron; porque Dios su Señor algo le enseñó a cada uno, los renovó espiritualmente, les mostró el sufrimiento del mundo, la indignación humana, la persecución, la muerte y el caos. 

Pero, Yo les mostré, hijos Míos, cómo a través del amor, el amor que practicaron sus corazones por los más sufridos, todo se puede transformar.

Que esta expansión del amor vivido por ustedes, bajo la intercesión de Mi Hijo Amado, pueda seguir siendo fecundado en sus vidas, para que se multiplique en aquellos que deben despertar al servicio superior por la humanidad.

En esta noche de Gracias, en esta noche de Misericordia y de Piedad; Mi Mensaje, queridos hijos, es de infinita gratitud celestial por su esfuerzo y su perseverancia en Mis Planes; porque eso, queridos hijos, tocó el Corazón de Dios Padre. Su Corazón se conmovió por su simple oferta de donarse, día a día, a los demás.

Han aprendido, queridos hijos, las enseñanzas de la Sagrada Familia. Cada una de esas enseñanzas, cada uno de los atributos de los Sagrados Corazones estuvieron presentes durante todos los días de la misión y, a pesar del cansancio y del dolor, Mi Corazón Inmaculado y Mis brazos maternales nunca los dejaron de abrazar porque sé, queridos hijos, que es importante para cada hijo Mío sentirse en los brazos de María.

El triunfo de Mi Corazón Inmaculado se dio en cada uno de los corazones a los que ustedes ayudaron. Una semilla de luz se sembró en esas consciencias para que ellas pudieran despertar a otras consciencias más que, escapando de la guerra y de la persecución, necesitarán encontrar la esencia de Mi Paz, sin religión y sin credo; la Paz universal del Universo Mayor y de los Universos Sublimes que deben descender, en esta hora crucial, hacia todos los corazones de la Tierra.

Pero aún la guerra no ha terminado y las decapitaciones tampoco. Aún las almas siguen sufriendo también en varios lugares del planeta. Por eso, las misiones continuarán para que la humanidad se conmueva, para que la humanidad despierte al verdadero servicio que debe prestar en estos tiempos finales.

Cada hijo Mío, cada uno de ustedes, presente en este lugar, tiene una pieza entre sus manos que proviene de su corazón para poder armar este Plan perfecto de Dios, para concretar este Proyecto Divino en esta raza aún no redimida.

Queridos hijos, ahora que ustedes Me entregaron un alma de Medio Oriente en Mis brazos, muchas más almas llegarán a sus vidas a través de las misiones, buscando ese impulso de paz que guardan sus corazones.

La verdadera misión, hijos Míos, fue realizada entre ustedes y Mi Corazón. Dios Altísimo concedió la Gracia a su Madre Celeste para que los acompañe en esta nueva misión a Turquía y a Grecia. Pero esta vez, Yo iré con San José, para que dos Corazones poderosos, como los Nuestros, puedan triunfar en muchas más almas necesitadas.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Hijos Míos, muchos se preguntan por qué recibo con tanto Amor a Mis hijos misioneros; porque quiero que el mundo contemple la Gracia de Dios que desciende a la Tierra cuando un corazón puede servir de forma pura, independientemente del acto de servicio; porque no son las grandes acciones, Mis amados, lo que cuenta en la balanza celestial. 

Lo que realmente equilibra las deudas de este mundo es el amor con el que los corazones sirven, el amor con el que se disponen a servir a Dios, a cumplir Su Plan, independientemente de comprenderlo o no; porque Mis hijos misioneros muchas veces no entendían cómo, con acciones tan simples, Mi Corazón rescataba tantas almas.

Pero es así, hijos Míos, porque viven otra Ley y para que comprendan el potencial del amor en el corazón humano, que comprendan, a través de las misiones humanitarias, el poder que tienen guardado en sus corazones, cuando ellos se unen al Corazón de Dios. De esta forma, despierten a la unidad absoluta con el Creador. 

Que muchos más de Mis hijos en el mundo puedan despertar al espíritu misionero; que encuentren la necesidad a su lado; que sirvan a todos los que los rodean; que pierdan el miedo, hijos Míos, de estar entre los pobres, entre los desamparados de espíritu, entre aquellos que más necesitan recibir Mi Paz y la Redención que les traigo entre Mis brazos, como una Gracia concedida por Mi Hijo a los corazones del mundo.

Espero que a través de este ejemplo que hoy les traigo en este altar, con tanto amor preparado para Mí, todas las almas que Me escuchan despierten al verdadero servicio que este planeta les ofrece, que es cumplir con la misión de cada uno para que así, hijos Míos, el Plan del Creador se cumpla. 

Que despierten los misioneros internos, aquellos que se disponen a servir sin horario, sin día, sin cansancio, a pesar de las debilidades del cuerpo; porque saben que Mi Corazón los sustentará y se valdrá también del esfuerzo para que superen las propias dificultades, inclusive físicas, para rescatar aún más almas. 

Porque cuanto más se expande el amor en sus corazones, cuanto más se superan a sí mismos por amor al prójimo y sobre todo por amor a Dios, una puerta celestial mayor se abre en los cielos de esta Tierra para retirar de los infiernos y de los abismos del planeta a tantas almas que todavía padecen por Mi adversario.

Hijos queridos, Mi alegría es infinita y quisiera transmitirla a sus corazones. Quisiera transmitir también la gratitud que siento, para que también ustedes puedan ser agradecidos ante Dios por todo lo que el Creador les concedió a lo largo de los últimos años. 

Que la gratitud, hijos Míos, los impulse a la reverencia; que la gratitud los impulse a la entrega permanente de sus vidas, a la oración constante, al servicio abnegado; porque esto espero, Mis amados, de aquellos que Me escuchan con el corazón.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos, también Mi alegría es a causa de la cesta de intenciones de los hijos de Medio Oriente que trajeron. Hoy, las irradiaré y oraré por cada una de ellas.

En este momento, unámonos a Dios, a Sus Nombres Sagrados. Cantemos al Creador Sus Nombres Sagrados.

En este momento, Mi Corazón Inmaculado eleva al Cielo a los miles que se hundieron en los mares, buscando una salida, una esperanza, una posibilidad.

En este momento, Mi Corazón Espiritual acoge a los pequeños niños de Medio Oriente, huérfanos, sin padres y sin madres, para que Dios les conceda una nueva vida.

En este momento, Mi Corazón Purísimo y Santo consuela a las madres de Medio Oriente, cansadas de tanto caminar por los desiertos con sed y hambre, buscando una nueva vida. Mi Corazón las consuela, Mi Alma las enaltece en el nombre del Señor.

En este momento, Mi Corazón Misericordioso acoge a todos los hombres enfermos, a los ancianos y jóvenes que escapan de la guerra hacia otras naciones, que no descansan, que no paran de caminar, buscando la Luz del infinito.

Todo esto es posible, hijos Míos, y fue posible por la misión a Turquía, por haber dicho sí a Mi llamado, a Mi convocatoria universal; y a pesar de que el mal aún está en el mundo y que la guerra no ha terminado, tengan certeza, hijos Míos, que Mi Inmaculado Corazón triunfará. Amén.

Ahora, llamo a los que se consagrarán como Hijos de María; porque son otra parte de Mi Obra de Redención, son parte de Mis manos, de Mis manos de trabajo y de servicio por la humanidad.

Que vengan aquí para la bendición, antes de que Yo Me eleve al Cielo.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Podemos ponernos de pie.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Vamos a agradecer a Dios, queridos hijos, porque sus vidas pueden conocer la paz, porque sus vidas están en este Sagrado Centro Espiritual, mientras millones de almas buscan una salida y escapan del terror.

No faltará la oportunidad, hijos Míos, que sus hermanos, los misioneros de la paz, expresen lo que han sentido en lo profundo de sus corazones; porque Dios dejó una señal evidente en cada uno de ellos, una enseñanza, una experiencia, un don que será imborrable siempre y cuando lo cuiden, así como Yo los cuido todos los días de la vida. Así, Yo cuido a todos los Hijos de María en los cuatro puntos de la Tierra.

De esta forma, queridos hijos, nos preparamos para el Encuentro de los Hijos de María, a partir de este día santo, en el que su Madre Celeste celebra esta comunión perpetua con el Altísimo, con cada uno de Sus hijos presentes en este lugar y en cualquier parte del mundo.

Los ejércitos de la Luz son los Hijos de María, estrellas de Luz presentes en la Tierra que nunca podrán apagarse. Pues en verdad les digo, hijos Míos, que cada uno vivirá su transición, su Armagedón interior, su purificación espiritual, mental y física.

No les puedo mentir, hijos Míos. Para que nazca la Nueva Raza y surja la Nueva Humanidad en el continente americano, ustedes deben ayudarme a que la Tierra entera y toda la humanidad cruce, con el mayor alivio posible, este portal hacia la Nueva Humanidad. Esa es tarea de los Hijos de María, orar por la Nueva Humanidad, orar por los Reinos de la Naturaleza, a los que nunca deben olvidar porque ellos también sufren las consecuencias del ser humano.

Por todas estas Gracias que hoy derramo, abriendo Mis brazos hacia ustedes, extendiendo Mis manos hacia cada uno de sus corazones bajo la autoridad divina que Me ha concedido el Padre del Universo; renovemos nuestros votos, digamos sí al llamado del universo, a la existencia de la vida superior y a la concreción del Plan Divino en cada uno de los corazones de la Tierra.

Ante la Presencia de Mi Hijo amado y de San José Castísimo, Yo los bendigo y los consagro como hijos de Mi Inmaculado Corazón en el nombre de Padre, de Hijo y del Espíritu Santo.

Hijos Míos, quisiera, antes de partir de este lugar, que un sacerdote Me trajera óleo para consagrar, pues deseo hacer una bendición en cada uno de los misioneros, señal luminosa de la Cruz, invencible y poderosa en estos tiempos.

Mientras tanto, queridos hijos, cántenme el “Himno de los Hijos de María” para que haga eco en Medio Oriente.

Así como Jesús lavaba los pies de Sus apóstoles y discípulos, así Yo los unjo con el aceite de vida, el aceite de la consagración, el aceite del amor y de la unidad con Dios.

Así como Yo ungí el Cuerpo de Mi Hijo cuando Él ingresó al sepulcro, preparando Su gloriosa Resurrección; así Yo santifico sus corazones y les entrego dones a sus almas para que puedan seguir adelante, trabajando en el nombre de la fe.

Yo les agradezco por haber respondido a Mi llamado.

Los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Mientras Me elevo, canten el “Himno de los Hijos de María”.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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