Mensaje extraordinario
MENSAJE DEL PADRE ETERNO TRANSMITIDO EN EL MONTE SUBASIO, ASÍS, ITALIA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA LA 99.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Vendré, con Mi Hijo, en el ocaso. A través de Mi Hijo, traeré el Nuevo Tiempo y el surgimiento de la Nueva Raza.

Ustedes son parte de Mi Matriz Universal, fueron originados a través de Mi Proyecto, el Proyecto de Mi Voluntad.

Todo lo que creé es para ustedes, no para que lo transgredan, no para que lo conquisten ni tampoco para que lo sometan; sino para que lo reverencien, para que lo hagan sagrado y bendito.

Pero, esta parte de la Creación, a la que pertenecen, es la que vive la mayor transición de estos tiempos. Mis hijos, que son Mis criaturas, quedaron ciegos y no Me pueden ver ni percibir. 

Por eso, envío a todos los Mensajeros que están a Mi servicio eterno, al servicio del Plan del Padre, al servicio de la Creación. He enviado a la Tierra a muchos ángeles y a grandes Jerarquías para que, a lo largo de los tiempos, la humanidad escuchara la Palabra de Dios y la cumpliera.

¿Pero, qué ha pasado en el fin de estos tiempos que la humanidad está sumergida en el caos?

Desde la entrega de Mi Hijo, en el Huerto Getsemaní, Él ya sabía que este tiempo les llegaría a todos ustedes, a esta generación humana. Por eso, cuando les hablo que vendré en el ocaso, es porque ese tiempo se aproxima y está muy cerca.

Pero primero, tienen que estar en comunión eterna Conmigo, por medio del Legado de los Sacramentos que Mi Hijo les enseñó con tanto Amor. Pero muchos de los Sacramentos recibieron sacrilegios, grandes ofensas e irreverencias. 

Es a través de los buenos y sanos apóstoles que Mi Hijo lleva adelante Su Plan, para poder cumplir con el Plan del Padre.

No es en las grandes cosas que Me encontrarán, sino en lo que es más pequeño y simple; y ustedes, Mis criaturas, ya lo saben.

Por eso, decidí, hace mucho tiempo, nacer en un pequeño pesebre, para que el mundo comprendiera que Dios no se cree poderoso, sino que Dios es humilde y pequeño, al punto de haber nacido en un humilde lugar, en una simple gruta, para que los hombres y mujeres de la Tierra pudieran reconocer al Dios Vivo dentro de sí mismos y pudieran reerguir a esta humanidad herida y lastimada.

Hoy, Yo vengo con la Santísima Trinidad: Padre, Hijo y Espíritu Santo.

Vengo, en esta Unión Trina, a decirle al mundo que aún tiene tiempo para poder cambiar y enmendar sus errores, para arrepentirse y hacer penitencia, para liberarse de sí mismo para siempre; y poder estar, en el cercano tiempo, en la llegada de Mi Hijo, el Retorno del Redentor.

Desde lo alto de esta montaña, Yo emito este Mensaje al mundo entero para que sepan que estoy cerca de todos y que, en el silencio de Mi Presencia y de Mi Corazón, medito sobre ustedes, medito sobre los próximos tiempos que vendrán.

El hombre Me cambió por el dios de las tecnologías, por el dios de las modernidades, por el dios del descarte, de la indiferencia, de la falta de amor y de hermandad.

Pero aún, mantengo firme Mi Propuesta y Mi Propósito a través de todas las Sagradas Jerarquías que han evolucionado en este universo y en otros, y que le traen al mundo un impulso interior de renovación para que, en la superficie de la Tierra, al menos exista un pequeño grupo de consciencias que represente a la Nueva Hermandad, esa Hermandad que debe surgir en este plano material, para que así los tres planos cuenten con servidores disponibles, íntegros y enteros, para llevar adelante la recreación de esta Creación.

Esto se dará a través de la entrega de los corazones, a través del servicio de las almas y a través de la disposición de los espíritus de todo este universo.

De esa forma, se acoplarán Conmigo, por medio de una gran red de Luz interna, profunda e intransferible. Una red que une a consciencias, a almas y también a corazones que, aunque no estén totalmente despiertos, forman parte de esos núcleos profundos de Mi Vida Divina.

Yo les traigo, a través de este Mensaje, una oportunidad de concientización y también la Gracia de la Paz, porque sé que las necesitan, porque sé que muchos de Mis hijos están lejos de Mí y no quieren escucharme, ni siquiera quieren sentirme o conocerme.

Les pido que no se queden con la imagen del Dios de la Justicia, sino con la del Padre de la Misericordia; un Padre que los conoce desde los orígenes, desde la Fuente, desde lo más profundo y eterno de la Creación, de donde vinieron para poder servirme en este mundo, en este planeta que Yo les oferté con mucho Amor.

Ahora, pueden ver con sus propios ojos en lo que han convertido esta casa sagrada, esta creación bendita, este planeta especial entre tantos planetas del universo. 

No pierdan la oportunidad de concretar el Proyecto de Dios y de hacer los esfuerzos necesarios para que se pueda cumplir.

Mas, hay una sola premisa para que esto suceda: depende de cada uno de ustedes que esto se lleve adelante. No basta con pocas consciencias para que se pueda llevar adelante la próxima humanidad.

Deseo ardientemente, desde lo profundo de Mi Espíritu y de Mi Corazón, que muchas más almas, muchas más consciencias en este mundo, formen parte de la Nueva Raza.

Aunque el momento que están atravesando es el más difícil de todos, es el más oscuro y hasta tenebroso; Yo los invito a colocar su mirada en lo alto del horizonte, como en estas montañas del Monte Subasio, desde donde viene la Luz del Sagrado Sol del Padre Eterno para poder iluminar sus caminos, para poder traer sabiduría a sus consciencias, para poder conducirlos hacia Mi Paz.

Lo que creé en el principio, desde el origen de las primeras civilizaciones, fue una Tierra rica y provechosa, una Tierra abundante, con frutos y con naturaleza, con Reinos Menores, con mucha vida y mucha luz. Pero Mis hijos, criaturas de este planeta, lo han destruido y lo siguen destruyendo.

Es así que la consciencia de este planeta, el alma de la Tierra, está de parto, pero también está gritando. La Tierra, este planeta, tiembla y muestra su furia por todo lo que sus hijos le han hecho en la superficie. Es tiempo de reparar esta situación no solo con buenas acciones, sino también con consciencia y determinación.

Hijos amados, Yo les traigo el Amor del Padre, el Amor del Hijo y el Amor del Espíritu Santo. 

Yo les traigo la oportunidad de seguir un camino de obediencia, de humildad y de paz, para que puedan encontrar, en este camino que Yo les ofrezco, un camino de redención y de amor, un camino de renovación y de paz; porque las almas siguen el camino de la distracción que las lleva por otros senderos que no son Mis senderos, que no son los caminos de Mi Voluntad.

Mientras esto suceda, muchas más almas, pero muchas más almas, perderán la oportunidad de servirme, de conocerme y hasta de amarme. Por eso, el sacrificio de unos pocos representa un gran esfuerzo por los que no lo hacen, por los que son ignorantes, por los que son inconscientes, están distraídos y perdieron el camino hacia Mi Corazón.

Con este Mensaje, Yo les traigo, Mis criaturas, no solo un llamado a la concientización, sino también el despertar. No les hablo de algo religioso ni tampoco espiritual, les hablo de lo más simple y hasta de lo más concreto, en donde se debe dar el cambio de toda la humanidad para que el alma de la Tierra, el alma de la naturaleza, no se rebele contra ustedes.

Sean pacificadores del planeta, sean siervos de Mi Palabra, sigan los pasos que Yo les indico hacia Mi Corazón y todo se renovará y se curará.

Yo Soy su Padre Eterno, Adonai, Emmanuel y Abba. 

Recen Conmigo.
 

Padre nuestro,
que estás en el Cielo,
santificado sea Tu Nombre;
venga a nosotros Tu Reino;
hágase Tu Voluntad 
en la Tierra como en el Cielo.

Danos hoy nuestro pan de cada día;
perdona nuestras ofensas,
como también nosotros perdonamos 
a los que nos ofenden;
no nos dejes caer en la tentación
y líbranos del mal.

Amén.

A pesar de que la barca parezca naufragar, de que la tempestad sea más fuerte que su fortaleza interior y de que los ataques de las corrientes contrarias quieran hacerlos sucumbir, no desistan porque Yo les daré el don de la Fortaleza y el de la Ciencia para que sepan actuar.

Mi Protección está sobre ustedes.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.