APARICIÓN DE SAN JOSÉ, DEL NIÑO JESÚS Y DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.


Hermana Lucía de Jesús:

Estamos ante la Sagrada Familia de Nazaret: Nuestra Señora, la Virgen María; San José y el pequeño Niño Jesús.

Escuchemos las Palabras de Nuestra Señora:
 

En una noche como esta, hijos Míos, cuando no había esperanza en el mundo, Nuestros Sagrados Corazones caminaban hacia Belén, guiados por los ángeles y por las luces del cielo, sustentados por la Consciencia Divina y por el Santo Espíritu de Dios.

Fue de esa forma que llegamos a la gruta de Belén, con el cuerpo cansado, que humanamente sería imposible soportar, pero que con el sostén de Dios y de Sus ángeles nos fue posible permanecer con fortaleza interior y, a través de ella, sustentar Nuestros Cuerpos.

En una noche como esta, la maldad y la confusión reinaban en el corazón de los hombres, así como reina en el corazón de muchos hombres en este día. Y por el mismo motivo que un día llegamos a Belén, hoy, llegamos aquí, a este simple lugar elegido por Dios para verter Su Cura sobre el mundo.

Vengo hasta aquí, hijos Míos, para decirles que no pierdan la esperanza. Nuestros Corazones oran incesantemente por el mundo, sobre todo por las almas que no le encuentran sentido a la vida. Por eso, que cada uno de ustedes sea como una llama viva que vuelva a encender la luz del mundo, así como el pequeño Niño Jesús lo hizo y, a través de Su oferta de vida, le concedió a la humanidad una nueva oportunidad.

Hoy, la humanidad necesita una nueva oportunidad. Por eso, hijos, ¿quién se ofrecerá para renovar el Amor de Dios y permitir que Cristo renazca en sus corazones?


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos las Palabras de San José:
 

Hoy, estamos aquí por las almas peregrinas, por aquellos que tienen fe en Nuestra Sagrada Presencia.

Hoy, estamos aquí por las familias que viven en las guerras, por aquellas que ya no creen en el amor, que ya no creen en Dios; porque en sus corazones reina el dolor y un sufrimiento que jamás podrán comprender.

Hoy, estamos aquí, hijos, para que sigan orando por la paz; para que en sus familias reine la esperanza de superar los desafíos, las diferencias, las purificaciones; para que la unidad vuelva a reinar y para que, mucho más allá de todo lo que puedan vivir dentro de cada uno de ustedes, siempre exista la comprensión, el diálogo y sobre todo el amor.

Hoy, Nuestros Sagrados Corazones le traen una Gracia especial al mundo, un mundo que agoniza y que le clama a Dios para volver a sentir paz.

Así como un día estuvimos en Belén, en cuerpo y alma, clamando por el mundo, abriendo las puertas de este planeta a la llegada del Mesías; de la misma forma, hoy estamos aquí, abriendo en sus corazones un espacio donde pueden sentir la Presencia de Dios, donde Él puede reinar y puede hacerlos superar las adversidades de estos tiempos.

 

Hermana Lucía de Jesús:

Escuchemos a Nuestra Señora:
 

Queridos hijos, con el Niño Jesús en Mis Brazos, traigo hacia Mi Corazón a todos los niños del mundo y les pido que hagan lo mismo; que en esta noche no se olviden de los que agonizan, no se olviden de que están aquí para ser soldados de la paz, intercesores con Mi Inmaculado Corazón por todas las almas que sufren.

Muchos no tienen la Gracia de celebrar esta Navidad como hoy ustedes pueden celebrarla, muchos solo se sumergen en la tristeza, en el desamparo y en el desamor, y la oscuridad en la que están sus corazones es tan grande que ni siquiera, hijos Míos, consiguen clamarle a Dios.

Por eso, clamen por las almas, por las almas más perdidas. Y cuando aprendan a orar, cada vez más de corazón, cuando aprendan a ir más allá de ustedes mismos para ofrecer sus vidas por los que sufren; será entonces, hijos Míos, cuando comprenderán el Amor de Cristo, ese Amor que espera reinar en sus corazones como en todos los corazones humanos.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos al Pequeño Niño Jesús:


Oro por la paz, oro por la paz que se perdió de los corazones. Oro para que sean perseverantes y para que el Propósito Divino reine en los corazones y en las consciencias de todos los que se comprometieron Conmigo, así como Yo Me comprometí con la humanidad y hoy estoy aquí, ante sus corazones.

Les pido que no dejen de estar ante Mí para que Yo pueda fortalecerlos, para que Yo pueda sustentarlos y para que, a pesar de la cruz del mundo, sus corazones conozcan la fortaleza que Yo conocí. Dispóngase a esto y estén con el corazón pronto, así como Mi Corazón está pronto para retornar al mundo.

Hoy, la Sagrada Familia los bendice, así como bendice al planeta, que hoy tengo en Mis Manos. Les pido que estén en vigilia por las almas que se pierden en esta noche, por no comprender el sentido espiritual del Nacimiento del Señor.


Hermana Lucía de Jesús:

Escuchamos a Nuestra Señora:


Hijos Míos, Nuestros Sagrados Corazones retornarán a los Pies de Dios, adonde estábamos hasta este momento, en vigilia y en oración por toda la humanidad. Únanse a Nosotros para que la unidad entre sus corazones y el Corazón de Dios no se pierda.

Hoy, les dejamos Nuestras bendiciones y Nuestra Gracia.

Les agradezco por estar aquí, por responder a Mi llamado y por perseverar en la oración.

Reciban la Gracia de la Sagrada Familia, permitan que ella impregne a sus familias y ofrézcanla por todas las familias del mundo.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Sigan en paz y oren por la paz.

Les agradezco. 


Hermana Lucía de Jesús:

Bien, hermanos, hoy antes de finalizar nuestro trabajo, vamos a hacer un pequeño relato a pedido de Nuestra Señora. La verdad es que no esperaba ese movimiento.

Cuando estábamos orando, durante el tercer misterio, comencé a tener una visión de diferentes lugares del planeta. La mayoría de ellos eran lugares que hoy están en guerra y, mientras estábamos orando, percibía que Nuestra Señora, con San José y el Niño Jesús caminaban por esos lugares.

Ellos estaban descalzos, con ropas muy simples, antiguas, así como la Sagrada Familia de Nazaret acostumbraba a vestir, como los judíos de dos mil años atrás.

Entonces, fuimos ofreciendo nuestras oraciones por esa tarea espiritual que Ellos estaban realizando, pero realmente no pensé que Ellos vendrían hasta aquí, porque en todas las Apariciones suceden muchas cosas durante las oraciones, que a veces percibimos y a veces no, pero que solo las comentamos cuando la Jerarquía Divina nos pide que lo hagamos. Entonces, realmente pensé que era una tarea espiritual que sucedería durante el trabajo de oración.

A medida que fuimos avanzando con las oraciones del Ave María, la Sagrada Familia iba pasando por diferentes lugares, cambiando de un espacio del planeta hacia otro, era como si Ellos fueran cruzando portales y dimensiones a lo largo del camino. En algunos de estos lugares era de noche, en otros era de día.

Mientras Ellos caminaban, los ángeles iban rescatando a las almas a través de portales de Luz que se abrían sobre la Sagrada Familia. Algunos lugares por donde Ellos pasaban no estaban en guerra, parecían ciudades normales. Ellos pasaban por adentro de las casas de las personas, pasaban por las calles, iban tocando a las almas que realmente no estaban celebrando la Navidad como el Nacimiento de Jesús, y lo que comprendíamos era como si Ellos colocaran dentro de esas almas un código de despertar.

Seguimos acompañando esas visiones durante la oración, y cuando estábamos en las últimas oraciones del cuarto misterio, un portal de Luz comenzó a abrirse sobre nosotros. Primero tenía una forma oval y, a través de él, percibimos diferentes dimensiones.

Primero comenzaron a aparecer varios ángeles, y uno de ellos vino a nuestro encuentro y nos preguntó si estábamos dispuestos a recibir a la Sagrada Familia. En ese momento, dijimos que sí y quedamos esperándola.

Cuando los hermanos comenzaron a cantar el Ave María, ese portal se amplió cada vez más, como si acontecieran diferentes explosiones de Luz, que encendían toda la carpa. Con los ojos cerrados, daba la sensación de que había un cortocircuito en la Luz, encendiendo y apagando rayos, hasta el momento en el que los ángeles nos pidieron que nos arrodilláramos. En ese momento, a partir de ese portal, apareció una estrella de seis puntas en tres dimensiones, que comenzó pequeña y terminó grande, como si nos abrazara a todos dentro de ella. Eso sucedió semejante a una explosión.

La estrella venía con un punto de Luz e de repente creció y nos abrazó, pero fue en un segundo. Cuando ella crecía, nos colocaba a todos adentro de una realidad espiritual, donde una energía de Gracia comenzaba a trabajar con nuestras consciencias.

Luego de esa explosión de Luz, la Sagrada Familia empezó a llegar hasta aquí. Primero, Ellos se acercaban como esferas de Luz, después como siluetas de Luz, hasta que iban apareciendo cada vez con más detalles, como la Sagrada Familia de Nazaret.

San José y Nuestra Señora estaban tomados de las Manos, y nuestra Madre Divina sostenía a Jesús, que parecía tener de 3 a 4 años.

Cuando Ellos comenzaron a hablar, la primera cosa que nuestra Madre Divina nos dijo fue que les dijéramos a todos que estábamos ante la Presencia de la Sagrada Familia. Mientras cada uno de Ellos iba hablando con nosotros, yo percibía que situaciones internas de diferentes familias del mundo comenzaban a recibir cura.

Al mismo tiempo que Ellos hablaban, no sé explicarlo muy bien, pero era como si salieran de adentro de las consciencias diferentes energías que estimulaban los conflictos, los desacuerdos; energías que muchas veces nosotros estamos purificando y que, en nuestra relación diaria como familia, nos impiden comprender al otro o vuelven difícil la convivencia. Era así como yo lo comprendía.

Entonces, esas energías comenzaban a salir y nuestras almas recibían la Gracia de una comprensión mayor. Como nos mostraba Nuestra Señora, esa Gracia venía para que pudiéramos fomentar el diálogo, para que pudiéramos comprender mejor al prójimo y para que, en nuestras relaciones familiares, pudiéramos ver al otro como realmente es y no como aparenta ser o como él está en ese momento de tantas purificaciones.

Y eso sucedía con nosotros aquí, pero también con diferentes familias del mundo que escuchaban a Nuestra Señora y con familias que no estaban acompañando esta transmisión, pero que internamente se unían a la Sagrada Familia en este momento.

Es algo un poco difícil de explicar, porque eran imágenes y comprensiones internas que la Jerarquía Divina nos entregaba a medida que iba conversando con nosotros.

Por último, a través de ese portal de la Sagrada Familia, descendía sobre nosotros una energía  en forma de Paloma de Luz que representaba una Gracia, que cada uno de nosotros va a descubrir a medida que comience a vivirla, una Gracia que la Sagrada Familia nos traía en esta noche de Navidad.

Después que Ellos terminaron de hablar, nuestra Madre Divina, San José y el Niño Jesús nos dijeron que Ellos serían breves, porque Ellos estaban en oración a los Pies de Dios, intercediendo por diferentes situaciones del planeta.


Madre María Shimani de Montserrat:

No es mi tarea en esta vida transmitir las cosas que vemos, pero para confirmar un poco la experiencia de la Hermana Lucía, hoy, la Madre Divina me solicitó que hiciera una explicación breve de lo que yo había visto.

Cuando nos sentamos aquí, para comenzar la tarea, yo miré a la Hermana Lucía y le dije: “Tenemos que estar atentos”; porque en un momento tan importante como este, la Navidad, la Jerarquía siempre trae paz y algo especial para las almas, más allá de todo lo que sucede aquí en la superficie.

Por eso, estuvimos bien atentos durante toda la oración y los cánticos. Y cuando Piedad comenzó a cantar, creo que ya en el segundo párrafo del “Ave María”, ella colocó la voz de una forma que atravesó la carpa y se unió a una Luz que venía del fondo de la carpa. Una gran explosión de Luz invadió toda la carpa y la energía de Aurora, o sea toda Aurora, se encendió en Luz; es como si toda la energía, toda la consciencia de Aurora, se abriera como grandes portales y algo muy fuerte sucedió en el mundo interno de todos nosotros. En ese momento, sentimos la Voz de Nuestra Señora que dijo: “Prepárense, que estamos llegando”.

Entonces, cuando la Hermana Lucía tomó el almohadón, comenzamos a sentir muchas cosas. Mientras los Mensajeros hablaban, muchas escenas de la guerra comenzaron a aparecer, entre ellas, apareció la imagen de un niño que tendría 10 años, por su fisonomía me pareció que era árabe; él lloraba a los gritos desesperadamente y nosotros comprendimos que el dolor que sentía esa criatura representaba al dolor de todos los niños de la guerra.

Y, María me explicaba que solo el regazo de una madre, un abrazo materno fuerte, lo podría calmar; y que todos deberíamos abrazar a los niños de la guerra y llevarlos a nuestro interior, a nuestro corazón, para poder calmar el dolor que le queda a la niñez de esta humanidad.

Yo entendí que ese consuelo, ese amor que solo la maternidad y la paternidad pueden dar era lo que Ellos nos invitaban a ofrecer.

Porque en realidad, aquí entre nosotros, en esta celebración que estamos viviendo, en esta paz, no estamos realmente comprendiendo lo que está pasando, y a veces no es por mala voluntad de parte nuestra, sino que ese es un dolor que todavía no conocemos.

Entonces, esforcémonos en nuestras oraciones y en el consuelo que este amor humano, que nosotros sentimos, puede darles a todos los niños de la guerra.

Nos volveremos a encontrar el 31 de diciembre. Estaremos todos juntos para despedir este año, con la intención de que las cosas que suceden en el mundo se alivien, se calmen, que los hombres y mujeres de este mundo reflexionen, que todos reflexionemos sobre lo que estamos viviendo y podamos colaborar para que este mundo pueda recibir a Nuestro Señor con alegría y gratitud.

¡Muchas gracias a todos!

Esperamos que todos tengan una noche de paz y nos encontramos en el Corazón de Dios.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Entra, hijo, en Mi Casto Corazón, allí donde hay esperanza, donde reina la paz.

Entra, hijo, en Mi Casto Corazón, que hoy está abierto para ti.

Deja que tu alma permanezca en Mis brazos, así como el pequeño Niño Jesús se permitió estar en Mis brazos, así como Dios experimentó la fragilidad humana y se entregó en los brazos de un simple Corazón.

Ven tú también, hijo, permite que Yo te tenga en Mis brazos, que te asegure firme, que te coloque contra Mi pecho, para que sientas Mi Amor, el Amor que tengo por ti y por cada corazón humano, el mismo Amor que emanó de Mi Corazón cuando el pequeño Jesús estaba en Mis brazos.

Ven, hijo, entra en Mi Casto Corazón para que Yo te pueda calmar, para que Yo te pueda mostrar el próximo paso a seguir.

Entra en Mi Corazón, porque aquí existe Luz, aun cuando el mundo está oscuro; aquí existe agua fresca en los desiertos profundos de la consciencia.

Ven y entra en Mi Corazón y, aunque tus lágrimas corran en Mi pecho, Yo te abrazaré, te consolaré y te permitiré llorar para que permitas que salga de tu interior toda angustia, todo dolor, todo desespero, toda desesperanza.

En Mi Corazón encontrarás la respuesta, porque así como tú, hijo, Yo experimenté las amarguras del mundo y, aunque que este tiempo sea diferente de todos los demás, aun así Yo conozco la angustia de la condición humana. Por eso, entra en Mi Corazón y encuentra allí la fortaleza.

¿Quién, más que Yo, conoce la imperfección humana, un Corazón simple, lleno de tantas miserias, al que le fue confiada la paternidad divina?

Yo sé, hijos, la angustia de llevar adelante grandes misiones en un mundo que agoniza, en una humanidad que nada en un mar de miserias y que parece nunca encontrar la luz; en una humanidad que camina muchas veces en la oscuridad, buscando solo encontrar la Luz de las Divinas Promesas que, ciclo tras ciclo desde Adán y Eva, aún buscan cumplirse.

Por eso, entra en Mi Corazón y permite que Yo sea para ti una puerta, una puerta hacia un nuevo ciclo, una puerta hacia la comprensión mayor.

Entra en Mi Corazón para que Yo te conduzca a lo profundo del océano de la consciencia, para que Yo te retire del mar agitado y te conduzca hacia adonde existe paz. Hay una vida sublime que aún debes descubrir, pero mientras las olas te golpean, mientras los vientos te agitan, es difícil encontrar esa vida.

Por eso, ven y entra en Mi Corazón, Yo te llevaré adonde no consigues llegar, Yo te llevaré a Belén, así como Me lo pediste en oración. Deja, hijo, que Yo te muestre ese espacio sagrado en tu interior, porque Dios aún habita en ti y aún espera poder expresarse.

Entra en Mi Casto Corazón. ¿Puedes escuchar los latidos? ¿Puedes sentir el pulsar de Mi interior?

Este es el sonido de Mi Amor por ti, que es el Amor que Dios Me enseñó a tener, a expresar y a vivir por toda la humanidad y por toda la vida. Ese Amor, que proviene de Dios, se refleja en Mi Casto Corazón y, como un manto, hoy te abraza para que vuelvas a sentir la paz.

Sé que buscas el sentido de la vida, sé que buscas el sentido de tantas batallas. Existe una respuesta que habita en el Corazón de Dios y que solo el Creador conoce, pero que la humanidad también puede conocer cuando ingresa en el Corazón del Padre Celestial y allí descubre Sus Misterios.

Por eso, siempre te hablo de la importancia del diálogo con Dios, de la importancia de que tengas el tiempo y la hora para retirarte de la condición humana, sumergirte en el Corazón del Creador y allí, hablarle a tu Padre, escuchar Sus Palabras y comprender Sus Misterios.

Aunque no comprendas conceptos, aunque Él no te hable con ideas; el Creador te habla, hijo, con fortaleza, con esperanza, con paz. Y esos estados de consciencia, que eres capaz de sentir al conversar con Dios, son las respuestas de Su Corazón. No busques que Dios te hable con palabras, no pienses que Él te abandonó cuando no te entrega respuestas humanas; porque el lenguaje profundo del Creador son principios divinos, principios que surgen de Su Sagrado Corazón y que manifiestan las energías primordiales a través de las cuales la vida es capaz de existir.

Por eso, la forma correcta de entrar en diálogo con Dios muchas veces es a través del silencio. Después de conversar con tu Creador, tómate el tiempo para escucharlo y deja que Él le exprese a tu corazón esos principios divinos que fortalecerán la vida dentro de ti y que te harán sentir la Gracia de vivir como expresión y manifestación de la Consciencia Divina.

Allí, podrás descubrir el amor a la vida; allí, podrás encontrar el sentido de existir; allí, podrás saber por qué y para qué Dios te creo, por qué y para qué atraviesas tantas batallas, por qué no existe solo un océano tranquilo, por qué existen olas y vientos, temporales y truenos que agitan la existencia.

Debes encontrar esa respuesta dentro de ti mismo, hijo.

Por eso, ven, Mis Brazos están abiertos para ti, no precisas hacer nada más allá de estar en Mí, para que Mi Corazón se refleje en el tuyo, para que Mi Amor viva en ti, para que no haya distancias o diferencias entre Mi Corazón y el tuyo.

Eso que hoy Yo te hago vivir es un gran misterio divino, que Yo experimenté un día en la Tierra cuando caminaba en Mi mayor miseria por el desierto del mundo.

Cuando María Santísima Me dijo que sería la Madre del Mesías, esperado por todas las naciones, Mi Corazón no lo podía creer, no por no creer en nuestra Madre Divina. No podía creer que Dios verdaderamente habitaría entre hombres imperfectos, no conseguía comprender como Dios viviría entre tanta miseria humana.

¿Cómo Él vendría como un bebé?

¿Cómo Él salvaría a la humanidad siendo un frágil niño, susceptible al cuidado de los seres humanos? 

¿Cómo Él nacería en Mi familia?

Todo eso, hijo, despertó en Mí una gran aflicción, hizo crecer Mis miserias y la oscuridad a Mi alrededor. Me vi ante un desierto sin una gota de agua, no había esperanza en Mi Corazón. La fe se había apagado, no encontraba respuestas, no encontraba alivio, hasta que Dios hizo Conmigo lo que hoy hago contigo: Él abrió los Cielos y se presentó ante Mi Corazón, Él abrió los Brazos y Me llamó para que Yo estuviera en Él y, a través de Él, pudiera comprender Sus Misterios.  Y así fue que, como un niño, Me permití estar en los Brazos del Creador, Me permití estar en los Brazos de Mi Padre Celestial y, adentro de Él, encontrar la paz.

Por eso hoy, Dios Me envía, en un tiempo de tantas confusiones, en un tiempo de tantas incomprensiones, para que abra los Cielos, abra Mis brazos, les muestre Mi Casto Corazón y los invite a ingresar en Mí. Aquí estoy, hijo.

Deja que lo imposible se torne posible. Deja que una verdad superior inunde tu consciencia. Deja que un Amor mayor impregne tu ser, te fortalezca y te devuelva la paz.

Este es un tiempo de grandes miserias, pero también de grandes Misericordias. No encontrarás nada ni a nadie perfecto, pero en Mi Corazón y en el Corazón de Dios, al que te quiero conducir, encontrarás paz, encontrarás compasión, encontrarás esperanza y podrás amar cuando parezca imposible.

Hoy, están en un suelo sagrado, donde el Corazón de Dios pulsa y expresa la cura; están en un suelo sagrado, donde el Corazón de Dios libera y transmuta a la humanidad, y eso comienza con cada uno de ustedes.

Por eso, dejen que Aurora haga su trabajo. Dejen que Aurora los transforme, que les muestre sus miserias; pero no permanezcan allí, porque del tamaño de su miseria es la Misericordia de Dios, del tamaño de sus heridas es la cura que pueden recibir, del tamaño de su abismo interior es el poder de la liberación de Aurora.

La condición humana no existe para permanecer como está, ella existe para ser transformada. El océano agitado existe para lavar la consciencia y hacerla sumergirse en sus profundidades.

Para vivir lo que les digo es necesario solo permitirlo, porque no vengo a su encuentro solo con palabras, vengo también con la Gracia que Dios Me pide que le entregue a la humanidad, a todo y a cualquier ser que pueda escucharme y abrir su corazón para recibir lo que le traigo.

Por un pedido del Creador, estaré un año más con ustedes, porque la humanidad aún necesita ser sustentada por los Tres Sagrados Corazones, la humanidad aún necesita ser guiada para que no se pierda en la confusión de estos tiempos.

Por eso, Dios Me pidió que permanezca con ustedes, trayéndoles impulsos semanales para sustentar a sus consciencias y no permitir que la humanidad se pierda. Esto representa una Gracia, pero también les habla sobre la urgencia de estos tiempos, algo que no estaba previsto, pero que es profundamente necesario, algo por lo que deberán orar para que los méritos sigan siendo generados, para que la humanidad sea digna de recibir Misericordia.

Para que esos méritos sean una realidad es que los llamamos a la consagración de sus vidas; porque la consagración, hijos, genera méritos desconocidos en el Cielo, equilibra los desequilibrios humanos y permite que, a pesar de todas las miserias, de toda la oscuridad del mundo, a pesar de todos los que desisten de su compromiso con Cristo, las almas puedan seguir equilibrando cada paso que la humanidad da hacia atrás, cada paso que los distancia de Dios.

La consagración permite que las almas se aproximen al Creador; por eso, deben vivirla con consciencia, haciendo esto por todos los seres, por toda la humanidad y, más que vivir ese momento, deben renovar su consagración todos los días; así, seguirán generando méritos para que podamos estar aquí y para que la humanidad viva el Propósito Divino.

Por eso, vengan hasta aquí los que aspiran a consagrarse como Hijos y Amigos de San José.
 

Hermana Lucía de Jesús:

Traigan incienso y agua bendita.
 

Que estos elementos sean bendecidos por la Gracia de Mi Presencia.

Que la pureza de Mi Corazón se exprese en esta agua.

Que la liberación de Mi Espíritu se exprese en este incienso.

Que Dios toque a sus almas a través de estos elementos, los libere, los perdone, para que comiencen un nuevo ciclo, en el que la Misericordia Divina hable más alto que sus miserias, en el que la fortaleza sea una realidad para que puedan superar cada obstáculo que la vida les traiga, y que sus corazones siempre recuerden que en Dios encontraran la paz, a pesar de cualquier cosa que suceda en este mundo.

Reciban Mi bendición, Mi Gracia, Mi Espíritu Paternal y el Espíritu de la Consagración, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Benditos sean los que se consagran como Hijos y Amigos de San José. A través de ellos, los Reinos de la Naturaleza encontrarán la paz, encontrarán alivio y esperanza.

Benditos sean los que se consagran como Hijos y Amigos de San José, pues la Sagrada Familia reinará en sus corazones, así como en sus hogares, trayéndoles la Gracia de encontrar a Dios en el corazón del prójimo.

Benditos sean los Hijos y Amigos de San José, pues serán intercesores ante las almas que más lo necesitan. El Creador escuchará sus oraciones y derramará Misericordia sobre los olvidados.

Que la Gracia de Dios esté sobre sus vidas, que puedan expresar esta Gracia en cada una de sus acciones y que, por sus acciones, sean conocidos como Hijos y Amigos de San José.

Yo les agradezco por estar aquí, por consagrar sus vidas y por vivir en los Sagrados Corazones; porque cuando los llamo a estar en Mí, los llamo a estar en Dios y allí encontrar al Inmaculado Corazón de María y al Sagrado Corazón de Jesús.

En Nosotros nada está separado. Caminamos en unidad para que aprendan a caminar en unidad a través de Nosotros. Por eso, estamos aquí y conducimos sus pasos.

Yo les agradezco y nuevamente los bendigo, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
 

Hermana Lucía de Jesús:

Vamos a cantar “Padre de las Almas”, el Himno de los Hijos y Amigos de San José.

APARICIÓN DE SAN JOSÉ EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy, hijos, seguiremos caminando hacia Belén, pero esta vez de una forma diferente.

En cada paso contemplarán el cielo, el horizonte y la tierra y comprenderán más profundamente los acontecimientos de la propia vida.

Verán que en su camino no están solos y que su sufrimiento y su esfuerzo se transforman en una infinita Gracia cuando comprenden, verdaderamente, para qué están caminando.

Cuando Mis pies tocaban la Tierra y con Mi Divina Esposa caminaba hacia Belén, viví muchas cosas que la historia no conoce, que no están escritas en los libros sagrados, pero sí en lo profundo de Mi Casto Corazón y en el Relicario que Yo les consagré. Nuestro caminar era acompañado por los ángeles y todo el Universo nos contemplaba.

A pesar de que en Mi interior Mi Corazón de hombre nacido en esta Tierra temía, estaba inseguro por el tesoro que traía, por el tesoro que guardaba; no dejaba de contemplar las estrellas y de saber que los Ojos de Dios estaban sobre Nosotros.

El Creador se silenciaba, pero en Su silencio nos acogía y observaba las pruebas que vivíamos, porque Mi corazón en aprendizaje, aún necesitaba aprender a confiar en Dios. Yo precisaba comprender la grandeza de los Planes del Padre que en nada se asemejan a los planes hechos por los hombres.

En aquella noche Yo quería que el mundo entero contemplara al Hijo de Dios, no solo para rendirle honra y gloria, sino porque Yo sabía que dentro de aquel pequeño niño se guardaba la puerta hacia la redención de toda la vida y Mi corazón aspiraba a que todos los seres de esta Tierra pudieran estar ante Él. Pero los Planes del Padre eran diferentes y no dejaban de ser perfectos.

El Universo nos contemplaba y todos aquellos que compartían la verdad de Dios sabían que Su Hijo llegaba al mundo. En los cuatro puntos de la Tierra, aquellos corazones verdaderamente unidos a Dios se detuvieron por un instante y en su corazón sintieron algo nuevo que comenzaba a acontecer, a pesar de que eso aún fuera un misterio para ellos.

¿Por qué les digo todas estas cosas? No es solo para contarles una historia; es para que vean, hijos, que verdaderamente están caminando rumbo a Belén, hacia esa cuna sagrada de la nueva vida que deben construir con sus propias manos. Así como en aquel tiempo Yo recogí la paja y preparé la cuna del Hijo de Dios, ustedes también construirán ese espacio sagrado en el que Él podrá renacer y hacia el cual Él deberá retornar.

Sé que todos aspiran a que el mundo entero escuche las Palabras de Dios a través de Sus Mensajeros, no para rendirle honra y gloria a este lugar, sino porque saben que aquí se encuentra la puerta hacia la redención. Saben que el Hijo de Dios encontró aquí Su morada y que, a través de este simple lugar, bendice al mundo.

Pero Yo les digo, hijos, que deben confiar, porque la Voluntad del Padre en nada se asemeja a la voluntad de los hombres. El Universo los contempla y los Ojos de Dios están puestos sobre ustedes.

A pesar de Su silencio, el Señor los ampara y el desenlace de esta historia, pese a contener muchas pruebas, dificultades, transformaciones, será algo único. La manifestación de la Voluntad Divina sorprenderá a los corazones y a las consciencias y los transformará en aquello que Dios pensó para esta humanidad.

Este camino hacia Belén es largo. Cuántas veces Yo me cansaba, con los pies hinchados, doloridos y con Mi Corazón también dolorido por contemplar a Mi Divina Esposa haciendo tantos esfuerzos, con el Niño Dios resguardado en Su Vientre.

Esta Presencia Divina nos sustentaba, nos renovaba y junto con los ángeles nos permitía que siguiéramos caminando hasta llegar a la meta para cumplir con las promesas de Dios, escritas en los libros Sagrados, de llegar a Belén para que el Hijo de Dios pudiera nacer.

Yo sé cuántas veces se sienten cansados y parece que sus pies ya no pueden caminar, que sus aspiraciones no se concretan y que les gustaría que este camino tal vez fuera un poco diferente para que aquellos, a los que aman, no sufrieran tanto.

Hoy, hijos, abran los ojos de sus corazones y contemplen al Hijo de Dios en su interior, gestándose silencioso en ese camino hacia Belén. Dejen que Él los sustente, los guíe y los renueve.

Abran los ojos de sus corazones y contemplen ese lugar pleno de ángeles y arcángeles que también los acompañan, que también los guían para que no se sientan solos, llevando a ese Dios escondido en su interior.

Dejen que la vida espiritual sea más profunda y, al mismo tiempo, más viva para que puedan comprender los tiempos que viven no solo como una secuencia de pruebas y purificaciones.

Este planeta se está purificando y ustedes se están purificando porque algo único, puro, divino los espera y, para ese momento, necesitan estar prontos.

Ya no busquen las comodidades de la vida en Nazaret, en esta noche oscura caminen hacia Belén. Dejen que sus cuerpos sientan el cansancio de ese trayecto. Dejen que su condición humana se vea frustrada por querer vivir algo diferente. Pero, por encima de todo, hijos, permitan que sus corazones se sorprendan con la grandeza y la belleza del Plan de Dios.

Llamen a las puertas de los corazones del mundo y anuncien a sus hermanos que el Hijo de Dios está aquí y no tengan miedo de ser humillados, de ver esas puertas cerrarse, de comprender la ignorancia humana.

Aquellos que deben estar en Belén, en esa pequeña gruta, allí estarán, y se juntarán pastores y reyes para contemplar la verdad, sin distinción de raza o de clase social. Allí las almas serán transparentes y comulgarán de la verdad unas con otras, porque el Hijo de Dios las hará transparentes.

Contemplen sus días de una forma diferente, siéntanse partícipes de este caminar.  Ustedes no están yendo a Belén por un censo, para vivir fiestas y reencuentros. Ustedes caminan hacia Belén por un acontecimiento universal en el que la Creación entrará en un nuevo ciclo y nada será igual.

Al contarles todas estas cosas coloco, en sus corazones, cada uno de los aprendizajes que Yo viví, para que en este día, en el que aún están en la oscuridad de este camino, puedan renovarse y confiar en los Ojos de Dios que los observan.

Como en Belén, el Cielo se abre en este lugar. Todos los espejos se vuelven hacia la Tierra, como todos los corazones. Las leyes se detienen para dar lugar a una nueva ley, a una nueva vida, porque el Creador, en Belén, renovó Su Creación y le dio vida a Su Amor.

Dejen, hijos, que en sus corazones Dios pueda volver a dar vida a ese amor que Él quiere manifestar dentro de cada uno de ustedes, para eso fueron creados.

Que esta próxima Navidad represente la apertura y el inicio de un nuevo ciclo, en el que deberán estar un poco más maduros y comprender un poco más la Voluntad de Dios.

Hoy solo quería dejar estas palabras en sus corazones porque sé que muchos no comprenden estos tiempos ni tampoco la Voluntad que Dios tiene para sus vidas. El compromiso con Dios es algo espiritual, interno, es algo entre cada corazón y su Creador. Cuando sean sinceros y humildes, sabrán en dónde estar para cumplir con la Voluntad Divina.

La primera comunión con Cristo fue en Su nacimiento en Belén, cuando la Tierra comulgó con la Presencia Divina que llegaba a su interior como Cuerpo y Sangre vivos para su redención.

Después de María Santísima, fue el propio planeta que comulgó con la Presencia Divina cuando Jesús Niño llegó al mundo. En la Eucaristía viva y consagrada se guardan todos estos principios.

Cuando el Creador nació en Cristo, Él mismo, en Su silencio, les hacía comulgar con Su Presencia y le decía al planeta: "Este es Mi Cuerpo y Mi Sangre para que vivan en Ellos eternamente y así aprendan cómo deben caminar y lo que verdaderamente deben ser".

La Comunión con Cristo se renovaba, de tiempo en tiempo, a lo largo de Su Vida hasta que, en un momento, aquel Niño hecho hombre renovó Su entrega para profundizarla y entregó no solo Su existencia, sino también aquello que la humanidad más temía.

El venció a la muerte para que cada ser comprendiera que Su Presencia transformaba todas las leyes y que, estando en Él, la vida es eterna.

Todos estos principios, todo lo que les hablo se esconde en la Eucaristía consagrada. Por eso, hoy como Sacerdote consagrado por el Señor, convierto estos elementos en el Cuerpo y en la Sangre de Cristo y les traigo a la memoria el día en el que Él convirtió el pan y el vino y elevándolos los bendijo y los repartió a Sus compañeros, diciéndoles: "Tomen y coman de él porque este es Mi Cuerpo, tomen y beban de ella porque esta es mi Sangre". En aquel tempo, como hoy, todo el Universo contemplaba a la Tierra porque la humanidad se renovaba y, a pesar de no comprender, vivía un poco más los misterios de la Creación.

Hoy reciban el Cuerpo y la Sangre de Cristo que, nuevamente, les son entregados para redimir sus pecados y darles una nueva vida para que, dentro de ustedes, esa vida se geste en esta próxima Navidad y estando en Belén ella se renueve.

Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo y en ellos se encuentra toda la historia de la Creación. Reciban, con gratitud, esta Gracia que el Creador les concede todos los días en todos los Sagrarios de la Tierra. Rindan honra y gloria a Aquel que es único y digno de recibirla.

Su Señor hoy está aquí y Su Voz se manifiesta en el eco de Sus Mensajeros. Que Su Voluntad impregne sus seres para que ingresen en Su Plan y vivan este Plan todos los días que vendrán.

Con estas palabras les agradezco y los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Vayan en paz y vivan con gratitud esta caminata hacia Belén. No olviden, hijos, que no importa lo que vivan como pruebas, desafíos, humillaciones, incomprensiones. El final de este camino ya fue trazado por Dios y Su Voluntad solo se comprende cuando se vive.

Les agradezco. Vayan en paz y con el corazón pleno de Dios.

Mientras Me elevo a los Cielos les pediré una canción que es especial para el Corazón de Dios, porque hace que Sus bendiciones desciendan como una lluvia sobre este planeta. Esta melodía fue recibida en sus corazones como un canto divino porque el propio Creador la sopló para que, de esa forma, aprendieran a atraer Sus Gracias hacia la Tierra. Cuando la cantan, sus corazones se tornan puros y es esa misma pureza que abre el camino para que esas bendiciones lleguen a los lugares más escondidos de esta Tierra, y las almas más solitarias, por un instante, ya no se sienten solas porque saben que Dios está con ellas.

Por eso canten y mientras cantan, imaginen todas estas cosas, la bendición de Dios esparciéndose sobre el mundo, permeando a los corazones y a los Reinos de la Naturaleza, a los valles y a los océanos, a toda la vida.

Les agradezco.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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