APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN BRASILIA, BRASIL, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos:

Vengo al mundo a darles la Paz, principalmente a aquellos que se unen a Mí a través del Rosario.

El Señor Me ha pedido que sobre la Tierra haya nuevos precursores de la Paz, nuevas llamas de Paz que puedan encenderse en este caos que hay en el mundo para poder transformarlo, liberarlo del corazón de los hombres, para que todos Mis hijos también alcancen esa Paz.

Hoy, los invito a amar la Ley de Dios; por más que la desconozcan, podrán conocerla a través de los Mandamientos. Si ustedes así lo viven, podrán acercarse a la Justicia de Dios, Justicia de la que el mundo se ha separado, porque la Justicia de Dios es Amor, es Compasión, es Misericordia.

Como Reina del Cielo, vengo a traerles el Universo del Padre. Sobre la Tierra, nuevas estrellas deberán reencenderse, nuevos soles que están a oscuras deberán volver a encenderse, y esto será posible a través de la oración y de la vivencia de los Sacramentos con Mi Hijo Jesús.

Queridos hijos, vengo a Brasilia para darles a conocer la Justicia de Dios, que muchos temen, porque la Justicia de Dios es una justicia que repara y restaura a los corazones que se han perdido.

La Justicia de Dios los quiere llevar a conocer la Vida Eterna, el principio universal de la Voluntad; pero es necesario, queridos hijos, que verdaderamente aspiren a amar esa Ley, que es la Ley del Amor y de la Verdad, la que muchos de Mis hijos han desconocido a lo largo de la historia por querer vivir las leyes de la Tierra.

Pero hoy, les vengo a dar a conocer la verdadera Ley de Dios que se encuentra en la esencia de sus corazones, en los pasos que ustedes pueden dar hacia el Señor a través de su confianza infinita en Su Amor y de la plenitud segura en Su infinita Misericordia.

Queridos hijos, antes del Regreso de Mi Hijo, vengo a abrir las puertas de sus corazones. 

La Nueva Jerusalén debe emerger como existió en el pasado entre los sagrados pueblos del desierto que, junto a Moisés, obedecieron las Leyes de Dios; y algunos de ellos, en el espíritu, encontraron la Tierra Prometida. 

Esta Tierra, de la cual Yo les hablo, es el Paraíso. Aquel Paraíso que vive en sus corazones, aquel Templo interior que muchos no buscan por estar distraídos en otras cosas, que el mundo provee como tentación y deseo, lo que hace apartar a Mis hijos de la verdad de la Ley.

Todos los Universos Celestiales, donde están los Ángeles y Arcángeles, quieren aproximarse a sus vidas.

Queridos hijos, es momento de que a través de la oración del corazón puedan conocer a sus Ángeles de la Guarda, invisibles presencias que Dios les concedió para acompañar sus pasos hacia la única meta definitiva, que es que ustedes se puedan fundir en la esencia del Amor de Dios en el próximo mundo.

Mientras el mundo aún sufre, muchos corazones deben encontrar esa Verdad, buscarla a través de la oración y de la fe para que sus corazones se puedan curar y la redención de sus almas pueda suceder, así como el Padre lo prevé desde el principio.

Toda la Creación del Padre, incluyendo a este planeta de amor, deberá vivir el nuevo Proyecto de Dios; esos esperados años de paz que muchos buscan y que, como una semilla interior, podrán empezar a cultivarse en sus corazones, y esa luz interior se expandirá a través de ustedes por medio de la oración y de la paz.

Por eso, queridos hijos, Yo los invito a buscar esa verdad. No busquen un misterio que no conocen, amen el Misterio de Dios para poder saberlo. Él se encuentra en todas las cosas manifestadas, en sus hermanos, en sus ciudades, en el planeta y en los Reinos.

Vean cuánta necesidad hay en el mundo y cuán pocos servidores se proponen servir a Dios para ayudar en este tiempo definitivo a la humanidad a través de las Leyes del Señor. Aquellas que vivió la Sagrada Familia de Nazaret podrán restaurar la Tierra, pero es necesario que existan instrumentos que puedan cumplir esta simple meta que Yo les pido: ser almas en oración eterna que puedan verbalizar la Palabra Sagrada de Dios para que las vibraciones sutiles puedan transformar a la Tierra y en consecuencia a los seres humanos que, día a día, se apartan de Dios siguiendo otros caminos que no llevan a la Paz ni al Amor.

Por eso, como Madre Universal y Reina de la Paz, Me comprometí ante Nuestro Padre en este último siglo, en este último siglo XXI, a abrir los corazones para que puedan ver la Verdad. 

Por eso, los invito a unirse a Mi Corazón como ya lo pido hace tanto tiempo en Medjugorje. Porque, después de estas Apariciones, esperaré que Mis hijos puedan concretar la consagración interior de las Américas a Mi Inmaculado Corazón. 

Así, ustedes permitirán que se abran nuevas puertas para que las Leyes puedan restaurar a los hombres, para que los nuevos principios de la Creación puedan emerger como nuevas flores en los corazones y pueda surgir la Nueva Humanidad que, desde hace mucho tiempo, Dios tanto espera que pueda despertar.

Queridos hijos, no les prometo felicidad, victoria o poder; Yo les prometo sacrificio, entrega, caridad, fe y amor, y mucha oración para estos tiempos tan difíciles.

Contemplen, en sus corazones, las necesidades que existen en este mundo. Es tiempo de hacer algo, queridos hijos, y ayudar a los Planes del Padre. En este tiempo, ustedes tienen las llaves para poder hacerlo: únanse a Mi Corazón Inmaculado. 

Proclamen definitivamente que pertenecen a Dios para que los falsos dioses puedan decaer y se establezca la victoria del Corazón de Mi Hijo en todos los corazones del mundo; pero para que eso suceda, hijos Míos, es hora de despertar.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Espero no causar temor en sus corazones, porque no es necesario temer a la Justicia Divina. Solo les traigo un impulso del Reino de los Cielos para que, a través de Mi Presencia, encuentren un camino seguro de consagración.

Mis queridos, hoy les digo que la oración activará la devoción en sus corazones y, a través de la devoción y del amor, que nace en lo profundo de sus seres por el Corazón de Dios descubrirán que simple es cumplir con las Leyes del Señor.

Hoy, les digo, Mis amados, que es necesario tener mucha voluntad y determinación para seguir este camino, porque deben derribar las barreras construidas hace tantos siglos en la consciencia de la humanidad, barreras que alimentan al mundo material y que hacen olvidar la vida del espíritu. Hoy, pueden ver a su alrededor lo que construyeron con esta aspiración de crecer solo en la materia.

Hoy, les digo, Mis queridos, que el mundo sufre y también el Corazón de Dios sufre por todas las causas que la humanidad creó en el mundo. Por eso, en esta noche, les pido que estén dispuestos a equilibrar este mal, viviendo esta Ley de amor, de fraternidad y de oración.

No se permitan, hijos Míos, alimentar la discordia y la falta de amor entre las criaturas, sino sigan con fe y con confianza por este camino de unidad, camino que la Sagrada Familia depositó en la vida sobre la Tierra y que dejó como ejemplo y como verdad para que todos los seres humanos, a lo largo de los siglos, pudieran imitarlo.

Hoy, hijos Míos, si encuentran a la Sagrada Familia distante de la realidad de sus vidas, no entristezcan sus corazones, porque este es un camino largo, un camino de definición, de persistencia, un camino que se construye a través de la fe de sus corazones, porque la fe moverá todo aquello que está arraigado en sus conciencias, y lo que les parece imposible de ser transformado, por Obra y por Gracia del Espíritu de Dios se transformará.

Por eso, es solo necesario que quieran vivir esa transformación; que aspiren, con toda la voluntad de sus corazones, a seguir este camino de conversión de la vida y que, a través de la conversión de sus vidas, se dé la conversión de toda la humanidad.

Hoy, les pido, Mis queridos, que también vivan en comunión con los Reinos, como vivieron los santos y bienaventurados sobre la Tierra, para equilibrar toda la destrucción que la humanidad causó a lo largo de los siglos.

El amor que irradian a los Reinos repara al Corazón de Dios y transforma el destino de la humanidad, para que la Madre Naturaleza no necesite volverse en contra del corazón humano para equilibrar las faltas causada contra ella.

Mis queridos, hoy, les digo que aún hay tiempo de equilibrar espiritualmente las faltas causadas, a través de las oraciones fervorosas y verdaderas, a través de las acciones fraternas y amorosas, que crean unidad con los Reinos y con el prójimo.

Mis amados, si solo intentan vivir este camino, las puertas se abrirán delante de sus vidas y, paso por paso, descubrirán cuán simple era, desde el principio, vivir la consagración de sus corazones. Por eso, vengo a lo largo de los siglos a decirles que es posible que el corazón humano pueda crear en amor y en verdad y cambiar las situaciones del mundo, transformando toda la oscuridad que existe en una Luz que se expande por el planeta, la Luz del Corazón de Dios, que es irradiada a través de Sus Criaturas.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Yo los invito, queridos hijos, a orar en esta noche Conmigo, para que Dios reciba en Su Reino las súplicas de todos Sus hijos de esta humanidad.

A través de Mi bendición y de Mi intercesión, abriré la Fuente de la Cura para que toque profundamente sus corazones. 

Recuerden, queridos hijos, que hoy los invito a la Esperanza, que está invitación permanezca en sus memorias. Si buscan la Divina Esperanza nadie perecerá, sino que se levantarán del suelo cuando caigan, para que puedan seguir caminando firmes en Cristo. 

Como Yo le he dicho a la Hermana Lucía: un árbol que es rasgado, que muere por la mano de los hombres, es igual a una madre que pierde a su hijo; los minerales que son ultrajados, son como una grieta que se abre en el corazón de la Tierra; el agua que es contaminada, es como la pureza que se pierde en los corazones.

Por eso, queridos hijos, los invito a orar con devoción por los Reinos; porque ellos forman parte de la Vida Suprema sobre la Tierra y a través de ellos, queridos hijos, encontrarán también la Verdad y el Amor.

Recemos en esta noche la oración que Yo ayer les enseñé:

 

Madre del Cielo, Madre Tierra,
intercede por nosotros y por los Reinos.
Amén.

(11 veces, en portugués)

 

Recen, ahora, queridos hijos, por el Reino Marino en el Pacífico, que está muriendo extensamente, sin que nadie haga algo.

Como Madre de todos los elementos, como Virgen Santísima, contemplaré la necesidad de estos hijos que forman parte, desde el principio, de la Creación amorosa de Dios.

Recemos:

 

Madre del Cielo, Madre Tierra,
intercede por nosotros y por los Reinos.
Amén.

(ocho veces, en portugués)

 

Que la Voluntad de Dios se cumpla y la salvación acontezca.

Recemos, día y noche, día tras día, por su humanidad.

Gracias, queridos hijos, por atender a Mi llamado. La bendición se ha posado en sus corazones.

Y antes de elevarme al Cielo y guardar Mi Corazón en sus memorias, les pido en esta noche que todos los que han traído estas imágenes, representando a Mis Faces a lo largo de la historia, las tomen para que Yo las pueda bendecir.

Y el Espíritu Santo, queridos hijos, será su Fiel Intercesor en estos tiempos, el Gran Auxiliador de los corazones y de las almas que busquen verdaderamente vivir en Sus Dones.

Escucharé amorosamente “El vuelo del Espíritu Santo”.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Rezaremos el Ave María.

Nuestra Señora regresa en este momento para realizar la bendición.

 

Oración: Ave María (cinco veces, en portugués).

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Ante la Presencia de los Tres Sagrados Corazones: de Jesús, de José y de María; queridos hijos, guarden en su corazón a la Sagrada Familia. Aquella Suprema Consciencia que está a su pleno servicio para gestar en la humanidad a los nuevos seres que celebrarán en el Reino del Padre el encuentro interno con Dios.

Bendigo, en esta noche, estos sagrados elementos, que ellos sean el símbolo perfecto de su unión Conmigo, que ellos irradien la Luz de Mi Corazón Inmaculado para que Mi Amor se pueda expandir en sus hogares y familias.

Queridos hijos, en esta noche los bendigo, ante la Presencia de Mi Hijo y de San José, que extraordinariamente han venido a visitarlos; porque sepan, hijos Míos, que el nombre de Brasil significa en el Reino de Dios, la puerta de Luz que abren los hijos para recibir la Misericordia de Dios.

Que, con esperanza y alegría, sus corazones se eleven; y recuerden, hijos amados, que siempre contaran Conmigo por los siglos de los siglos.

Los amo y los bendigo.

Canten “María de Nazaret”. Eleven sus velas para que la Llama del Espíritu Santo permee sus consciencias y la Luz de Dios pueda permanecer en todos los espacios de este mundo.

¡Les agradezco!

En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.