APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 8, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Nos colocamos de pie para poder recibir a Nuestro Redentor.

Canción: Adoramos (en portugués).

¡Gloria a Dios en las Alturas, Paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad!

Podemos sentarnos.

Cuando Yo ascendí a los Cielos los Universos vivieron el estado de la iluminación porque fue el propio Dios, por medio de Su Hijo, que se hizo presente en el Universo para poder iluminar todo lo Creado.

Esa iluminación es parte de la Transfiguración de Jesús mediante la actuación de leyes desconocidas, que provienen de la Fuente de Mi Padre y que actuaron en ese momento para el despertar de la consciencia de la humanidad y de todos los seres creados, en este vasto e infinito Universo.

No solo fue su Mundo el partícipe de esa iluminación, sino todo el Universo y más allá de lo que se encuentra en él.

Esa iluminación que sucedió en el Universo, enseguida de la Ascensión de Su Maestro y Señor, permitió reencarnar en los hombres la Luz del Padre para que tuvieran la gracia de la Comunión Eterna con Él. Un Misterio aún no comprendido por la humanidad, sino un conocimiento vivido por los ángeles, que alaban y que glorifican al Padre eternamente.

Esa iluminación, de la cual hoy les hablo, también la alcanzaron algunos hombres de la Tierra e importantes siervas Mías, que a través de los tiempos y de las generaciones, pudieron traer a la Tierra la Luz de Dios.

Ejemplos vivos existen en la memoria de la humanidad. Seres humanos, como ustedes, alcanzaron el estado de la iluminación porque se animaron, a pesar de sus miedos, a vivir  la trascendencia y a confiar más allá de sus limitaciones o capacidades, a unirse profundamente a lo desconocido, a lo que vibra y actúa en el Universo Celestial.

Incienso.

Para que Leyes Sublimes desciendan a la Tierra, acciones corruptas deben ser transmutadas; las que están más allá de la capacidad de la mente humana pero que forman parte del error de esta raza, que debe alcanzar, algún día, la redención.

Hoy ofreceremos el incienso como un símbolo de la elevación de la consciencia y de la transmutación de las dimensiones inferiores de la Tierra, que impiden el obrar y la acción de Dios.

Pero, en esta hora todo es posible, porque la Luz de Cristo desciende a la Tierra y vivifica a los corazones en el Amor de Dios.

Mientras la Tierra estabiliza sus principios, Yo desciendo con el Conocimiento de Dios para abrazarlos, para hacerlos partícipes de la Ciencia de Dios a través de uno de los Dones del Espíritu Santo.

Eso los ayudará a ser consecuentes Conmigo en los tiempos que llegarán, en donde Mis Obras se deberán cumplir, más allá de los acontecimientos o de los desafíos, más allá de la consciencia humana.

Ustedes deben ser partícipes de Mis Designios, concretarlos y llevarlos adelante para que Mi Gracia permee a la Tierra y Mi Misericordia redima a los corazones perdidos. Solo a través de su ofrenda lo conseguiré. Solo a través de la donación de los corazones es que podré llegar al mundo entero y auxiliar a las almas necesitadas, a los corazones solitarios, a los que no tienen el amor de Dios.

Por eso, Yo los envío como a Mis apóstoles para que en la Tierra, en las naciones y en los pueblos den el testimonio del Amor de Dios en ustedes. No para evangelizar, sino para compartir el amor que Yo les he entregado en estos tiempos, amor que curará a la Tierra, amor que sanará heridas, amor que renovará a quien sea tocado por el Amor de Dios.

No les vengo a ofrecer una nueva Iglesia. Yo los vengo a invitar, en esta era y en este tiempo final, a entrar en la Iglesia Celestial de Dios, Templo del Corazón del Padre que puede morar en Sus hijos por medio de sus esencias.

Así honrarán a Dios Todopoderoso como Me han honrado hoy a Mí, y permitirán que Yo esté más cerca de ustedes en este tiempo, a pesar de los acontecimientos en la humanidad y en las naciones.

No me separaré de Mis apóstoles. No abandonaré a Mis seguidores, los haré dignos en el Señor, no solo por los Sacramentos, sino por el Espíritu del Padre que está en los Cielos y que los contempla con inmenso Amor.

La iluminación es un estado de transformación permanente que las almas deben alcanzar con su entrega y con su sacrificio. Esa iluminación los transmutará, a sí mismos, y la oración es un medio para ello.

El servicio es una puerta hacia la iluminación total. El despojamiento de sí es otro camino hacia la iluminación, a fin de que se entregue la propia voluntad para vivir la Voluntad Divina.

Muchos seres en la Tierra participaron de esos misterios y sin percibirlo alcanzaron, poco a poco, la iluminación en Dios. Ejemplos claros existen en la historia de su humanidad. Es tiempo de que sus células sean iluminadas y que sus aspectos más profundos sean redimidos porque así siempre alcanzarán la paz y vivirán el gran Misterio.

En estos últimos ocho días, sus almas vivieron muchas revelaciones, sus consciencias participaron de muchos acontecimientos, sus cuerpos inferiores recibieron una gran ayuda. Es tiempo de hacer valer todas esas Gracias y que sus consciencias no pierdan esos impulsos porque son los últimos, y no se repetirán jamás.

Aprovechen lo que Dios les entregó y que esto no sea una emoción pasajera, sino la responsabilidad de un espíritu y de una conciencia despierta en Dios, que comprende y sabe dónde debe estar y que entiende de lo que está participando y de lo que está atravesando en este ciclo agudo del planeta.

Así, compañeros, multiplicarán Mis Gracias por donde vayan o con quién estén. Serán Mis instrumentos y aprenderán a vivir día a día la obediencia, sin olvidarse del espíritu de la santa humildad y de la resignación permanente ante el Todopoderoso; alejándose de la soberbia, de la arrogancia, de la competencia y, sobretodo, de la maldad.

Quiero hacerlos puros en el amor, cristalinos como el agua, elevados como el Espíritu Santo.

Ya no hay más que decidir. Ya no hay tiempo para retroceder, es hora de caminar hacia la esperanza, para que la Tierra Prometida se manifieste en el planeta y los mil años de paz se establezcan y dejen de ser una promesa en la humanidad, sino una realidad consciente y presente en todos.

Sostengan al Planeta y a su raza, son muchos los que se autoconvocan, pero pocos los que Me siguen de verdad.

Mi rebaño debe ampliarse. Mi establo está abierto para todos. El Templo de Mi Corazón los espera y nunca les diré que no, porque sé lo que necesitan a su debido tiempo. Así participarán de la iluminación de la consciencia y no serán teorías en la mente humana; será algo que lo sentirán en su corazón, será vivo y resplandeciente, así como la Luz que les entrego, encuentro tras encuentro.

Hemos llegado al fin de un ciclo. El 2019 promete muchos desafíos y esforzados sacrificios, pero no le teman al esfuerzo, teman no hacer el esfuerzo correcto y no estar en el lugar correcto.

Cada uno de ustedes tiene su misión para cumplir en la Tierra. Cuando decidan obedecerme, absolutamente, es que los velos de la consciencia caerán y recordarán quiénes fueron, para qué han venido aquí, no solo para encarnar y vivir, sino para ser lo que deben ser, lo que Dios espera que sean. Porque si ustedes son lo que deben ser, sus hermanos también serán lo que deben ser.

Seremos muchos en este Comando Divino y Celestial, que viene a su encuentro del Cielo para abrir sus ojos y despertar como nunca antes despertaron.

No pierdan los tesoros que les entregué. No pierdan los impulsos de Luz que les derramé. Hagan reconocimiento de Mis Tesoros en los momentos más difíciles de sus vidas, en la prueba más dura de sus consciencias.

Recuerden estos momentos, porque solo recordándolos renacerán, sentirán Mi Paz y recobrarán la fuerza interior para seguir adelante, así como Yo seguí hasta el final, hasta la Cruz.

Nunca se olviden de adorar al Dios Todopoderoso. El mundo lo ofende, día a día, con su indiferencia y tibieza. Pero ustedes, que fueron llamados por Mí para transformar sus vidas en Mi Nombre y por Mi Nombre, hagan partícipes a sus hermanos de Mi Misericordia y así Mi Amor seguirá triunfando en la humanidad.

Antes de despedirme vengo, en este octavo día, a pedido del Padre Celestial, para consumar Mi sacrificio durante la Pasión, Muerte y Resurrección por medio de la Comunión.

Que sus corazones se alegren por estar entrando en este momento a Mi Iglesia Celestial.

El Cordero fue inmolado, pero Su Espíritu los renovó y los renovará de tiempo en tiempo.

Soplaré sobre estos aceites, a través de Mi Espíritu, para que las almas sean ungidas por el Amor de Dios y alcancen la cura que necesitan.

Ante el Todopoderoso, el Hijo y el Espíritu Santo; ante las potestades angélicas y arcangélicas; ante el Universo Creador y todos los seres de buena fe celebraremos esta Comunión en unión a todos los servidores de Cristo, presentes en la Tierra a través de los tiempos y hasta los días de hoy.

Nos arrodillamos.

“Santo Padre del Universo, que Tus Tesoros, Legados y Reliquias espirituales toquen por un momento a la Tierra y a toda su consciencia humana para que, por los méritos de la Pasión de Tu Hijo y por Su Gloriosa Ascensión, las almas caídas, perdidas y enfermas recobren la fuerza interior, la paz y la esperanza para sentirse merecedoras de Tu Reino."

Ante todas las religiones, culturas y pueblos; ante todas las lenguas y a pesar de cualquier condición superior o inferior, positiva o no positiva se constituya la transubstanciación de los elementos bajo los principios superiores del Arca de la Santa Alianza y de las Leyes Cósmicas que rigen a todos los Mundos y Universos. En nombre de la Fraternidad Universal que guía y acompaña a este mundo; en nombre de los arcángeles, creadores de todo lo que existe y vibra en este Universo, hoy celebraremos, bajo esas potestades superiores, el Sacramento de la Eucaristía". 

Recuerden este momento como si fuera la primera vez.

Yo les dije: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que fue entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.

Te adoramos y te bendecimos, Señor.

“Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que fue derramada por Su Redentor para la remisión de los pecados. Hagan esto en Mi Memoria”.

Te adoramos y te bendecimos, Señor.

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

Piedad cantará: Alabado sea Dios y Glorioso Su Reino, Aleluya, Aleluya...

"Este es el Cuerpo y la Sangre de Cristo. Bienaventurados los invitados a servirse de este Sacramento, a fin de que la paz reine en el planeta y en la humanidad. Amén".

Quisiera estar más tiempo con el mundo, pero sé que Mis hijos y todos Mis seguidores necesitan comprender y reflexionar lo que vivieron durante esta Sagrada Semana.

De la misma forma que cuando Me elevé a los Cielos, es que hoy traigo el Poder de Dios, el Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo para derramarlo sobre el planeta, en todas las naciones, en todas las culturas, en todos los pueblos.

En este momento apareció al lado de Nuestro Señor, Nuestra Señora y San José.

Agradecemos.

Y los tres Sagrados Corazones se están uniendo, creando una Geometría Espiritual para ser colocada en la consciencia del planeta, la Sagrada Geometría de Dios que ilumina al mundo por medio del Amor y de la Verdad.

Agradezcamos por este momento. Llevemos nuestras manos al corazón y nos unimos íntimamente al Sagrado Corazón de Jesús, al Inmaculado Corazón de María y al Castísimo Corazón de San José. Sentimos el Amor de María, el Amor de San José.

En este ofrecimiento que Ellos hacen para el mundo, ante tanta adversidad y oscuridad, la Luz de Dios reina por medio de los Sagrados Corazones. Ante los Mensajeros Divinos y en el silencio de nuestro Corazón, hagamos la oferta para cada uno de Ellos.

Oración: Ave María.

“Venerable y Castísimo Corazón de San José,
obrero y siervo fiel del Padre Altísimo,
auxilia a la humanidad para que ella sea redimida
por la Gracia Misericordiosa de Cristo,
Rey del Universo. 
Amén”.

"Es todo por Ti Jesús, 
por Tu Insondable Misericordia, 
Amén". 

"Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en un principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos,
Amén".

Nos tomamos de las manos y ante los Tres Sagrados Corazones, en la Presencia del Altísimo y de Sus Coros Celestiales, repitamos la oración más poderosa que Jesús nos enseñó: Padre Nuestro (en arameo).

Cristo extiende Su Brazo y Su Mano para bendecirnos a todos, colocando Su otra Mano en el Corazón, como hizo en aquel tiempo.

Dejemos que nos podamos inundar por el espíritu de la gratitud y por la reverencia ante Dios y Sus Mensajeros.

Llevamos las manos al corazón y agradecemos nuevamente.

El año próximo, el 2020, Yo los esperaré aquí, no solo a ustedes, sino a sus hermanos, a todos aquellos que no pudieron estar aquí para ser partícipes de Mi Gracia, de la Misericordia de Dios.

Preparen el próximo año con mayor consciencia y colaboración. Todos deben construir la próxima Sagrada Semana para Su Señor, tendrán un año para hacerlo porque será la última, la última Sagrada Semana.

Que la Paz de Dios esté en sus corazones y esta Paz abrace al mundo entero, que renueve las vidas, que exalte a los corazones, que todos sean parte de la infinita Fraternidad de Dios. En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En silencio y adoración, se darán el saludo de la Paz.

Les agradezco.

A pedido de Nuestro Señor vamos a hacer un cántico que muchos conocen, que se llama "A Ceia".

A pedido de Cristo vamos a hacer este tributo para Trigueirinho, haciendo una síntesis de esta historia que Trigueirinho fue generando a través de los tiempos para que el Maestro pudiera estar aquí, y en alabanza y gratitud vamos a hacer ese cántico. 

Enseguida iremos al intervalo, para administrar un importante Sacramento, que es el Sacramento de la Unción de los enfermos. Treinta y cinco hermanos fueron escogidos para ser ungidos por el aceite, que fue bendecido especialmente por Nuestro Señor para este ejercicio.

Cada uno de nosotros es invitado a acompañar a esos hermanos para que, espiritualmente,  pueda suceder lo que Cristo necesita que suceda.  

No podemos poner de pie.

Canción: La Cena (en portugués).