APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 3, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

"Te adoramos o Cristo y Te bendecimos, que por Tu Santa Cruz redimiste al mundo" (se repite tres veces). Amén.

Déjame entrar por la puerta de tu corazón y podré  transformar completamente tu vida. Mientras espero del lado de afuera, cerca de tu corazón, medita por un instante lo que significó la entrega y la Pasión de tu Señor y cada padecimiento vivido y sufrido por ti. 

Déjame hablarle a tu corazón, porque allí se guarda el mayor tesoro de Dios, en donde algún día podrá surgir la cura para tu vida y la redención de tu consciencia, tan esperada por nuestro Padre Celestial.

Ábrete, así como Yo Me abro ante ti en este día, extendiendo Mis Brazos y Mis Manos hacia ti, para que puedas sentir Mi consuelo y Mi abrazo, la respiración espiritual de Mi Corazón, el palpitar de Mi Espíritu que viene a tu encuentro y al encuentro de tus hermanos para santificar y sublimar tu vida.

Espero que todos puedan algún día reposar sobre Mi pecho, así como Juan el Apóstol una vez reposó, en el momento más culminante de su Señor, la mayor entrega vivida en la experiencia de la Última Cena.

Por eso, anímate a abrirte sin ningún temor. Vengo a sanar tus remordimientos, tus dudas y tus dificultades, porque si tú me llamas, hoy, Yo te llamo a Mi encuentro, al encuentro espiritual, a la comunión interna y profunda con la Divinidad de Cristo.

Deja que el Soplo del Espíritu pueda soplar sobre tu cabeza por medio del pronunciamiento de cada una de Mis Palabras.

Regocíjate y alégrate porque tu redención está próxima, y así como el pueblo de Israel, anunciarás en tu corazón el segundo advenimiento de Cristo.

Que en esta Pascua que vendrá, puedas reposar en Mis consuelos, en la calidez de Mi Amor, en la firmeza de Mi Espíritu, porque lo que necesito es transformarte, solamente, en Mi instrumento para que tú puedas ser un instrumento en las manos de Dios, para que Él pueda reescribir la historia de esta humanidad.

Coloca tu mano sobre el corazón y siente la vibración divina que desciende a través de Mí. Ya no hay cruz que pueda pesar en tu vida, ya no hay desconsuelo que pueda prevalecer en tu consciencia, ya no hay culpa que puedas sentir, porque Mi Misericordia es infinita e inconmensurable.

Recibe las Gracias de Mi Corazón, así como las recibió Juan el Apóstol en la fidelidad de su presencia, en cada paso de la cruz y del calvario, en cada agonía, en el momento más importante de su Maestro y Señor en el huerto Gethsemaní, porque entre los Apóstoles, fue el único espíritu que estuvo en vigilia por Mí.

Hoy te invito, compañero y compañera Mía, a que estés en vigilia Conmigo en este tiempo crucial, para que siempre encuentres Mi camino, recibas Mi sabiduría y discernimiento para poder enfrentar en los próximos tiempos grandes decisiones que te colocarán más cerca de Mí, si meditas y reflexionas correctamente.

Hoy como hace más de dos mil años, te entrego el Corazón que dio la vida por ti, posando en la palma de Mi mano, este es el Corazón ardiente que los ama, que los contempla y que les suplica: redímanse, arrepiéntanse y hagan penitencia por los que no lo hacen, por los que no lo escuchan, por los que están ciegos en la vida espiritual.

Ahora coloca tus manos en recepción uniendo una con la otra, creando la cuna para que repose el sublime y divino Corazón del Señor. Siente en las palmas de tus manos el Amor de tu Señor, el fuego de Su Corazón, y recógelo en tu espíritu, estableciendo la alianza entre tu corazón y el Mío, fortaleciendo la comunión con Mi Divina Presencia.

Hoy es el fuego de Mi Corazón el que te purifica; hoy es la llama de Mi Corazón que te transubstancia; hoy es la vida de Mi Espíritu que te trae la vida eterna.

¿Qué más deseas para tu existencia, si puedes estar en Mí donde estés? Yo puedo estar en cualquier lugar, Soy el Hijo Del Omnipresente y del Omnisciente Señor.

Mi Espíritu te trae la cura y la liberación para tu vida.

Repitamos las palabras que nos dice Jesús en este momento, en unión y en comunión con Su Divino Corazón:

"Hazme firme, Señor, en los momentos decisivos, 
entrégame Tu templanza durante las pruebas más duras,
fortaléceme con Tu Amor para las decisiones de la vida, 
y que nunca me aparte de Ti para que pueda ver el camino
que me conducirá al Sagrado Templo de Tu Corazón.
Amén".

Y ahora que están limpios nuevamente, en este día, celebremos el encuentro con la Gracia de Dios para que, fortalecidos por Su Espíritu, recibamos Su Misericordia y Su Espíritu de renovación.

Mi Corazón Eucarístico es el mayor testimonio de Amor por la humanidad, es ese Corazón vivo y humilde que hoy transubstanciará los elementos para que las almas vivan la Gracia Divina y puedan entrar, mediante los sacramentos, a Mi Iglesia Celestial.

Nos ponemos de pie.

"Señor bendice estos elementos para que sean celebrados en Tu Honor y por Tu inmensa Gloria. Amén".

"Bautiza con esta agua, Señor, a los que necesiten de Tu Espíritu. Amén".

Juan los bautizó con el agua de vida. Hoy Yo los vuelvo a bautizar con Mi Espíritu.

Oración: Padre Nuestro (en arameo).

Llegó el momento del gran Amor de Dios para el mundo por medio de la transubstanciación de los elementos.

Los que puedan, se arrodillan. 

"Padre, acepta la oferta de Tu Hijo, que entregado por Amor a la humanidad, hoy se vuelve a entregar al mundo por la redención de los pecadores".

Y después de la santa bendición tomé el pan, dando gracias a Dios por el sacrificio, lo elevé y lo entregué a los apóstoles diciéndoles:

"Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que es entregado por los hombres para el perdón de los pecados".

Te adoramos, Señor, y Te bendecimos.

Tomando el Cáliz, di gracias a Dios por el sacrificio y les dije a Mis Apóstoles:

"Tomen de Él porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza que se entrega al mundo para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi memoria".

Elevamos al Cielo nuestras súplicas, para que Dios escuche con atención el pedido de Sus hijos.

Oración: Padre Nuestro (en portugués).

El Cuerpo y la Sangre Divina de Cristo. 

Bienaventurados son los que se sirven de este Sacramento para la redención de la humanidad. Amén.

Y al fin, pude entrar en muchos corazones, y los corazones, por medio de esta unión entraron en Mí. 

Que la Paz y el Amor de Dios estén en sus corazones y que ese Amor y esa Paz se propaguen en el mundo por la redención de todos los caídos.

Yo los bendigo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

En fraternidad, se darán el saludo de la Paz.

Les agradezco.