En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Oración: "Padre Nuestro" en arameo.
El Señor escucha la súplica de los corazones que sufren. El Señor escucha el llanto de los inocentes.
¿Cuántas veces les dije que aquel que lucha con la espada, por la espada perecerá?
Cada gota de sangre derramada de los inocentes, en cualquier punto o espacio de la Tierra, es una gota derramada en el Corazón de su Señor. Mis heridas aún están abiertas y así es como reparo día a día, instante a instante, los males causados por el mundo.
En todos los altares de la Tierra, cuando el Sacramento es elevado, allí está Mi Corazón, siendo partido y repartido, vivenciando una vez más cada dolor, cada llaga, cada oferta que un día hice en el camino del Calvario y en la Crucifixión.
Todos los días, en todos los altares del mundo, allí está Mi Corazón, allí está Mi Cuerpo y Mi Sangre, reparando los ultrajes del mundo.
Y es así, como les digo, que escucho el llanto de los inocentes, escucho el clamor de las almas, escucho a los que lloran por hambre, por sed, por dolor, escucho a los Reinos de la Naturaleza, escucho el corazón de la Tierra, la consciencia espiritual del planeta que muchos desconocen. Y es por escuchar cada llanto y cada clamor que aún estoy presente en todos los Sagrarios del mundo.
Mi Presencia es viva, real, verdadera. Mi Corazón pulsa en el pulsar espiritual y cósmico de la Divina Misericordia, y es así como Mi Corazón se hace espejo para irradiar a las almas que sufren, a los Reinos que sufren y al corazón del planeta.
Por eso, no piensen que Soy indiferente ante el sufrimiento del mundo.
No, el Cordero aún se entrega en el altar, y es con Mi propia Sangre que reparo la sangre derramada de las almas inocentes, de los niños, de las mujeres y hombres del mundo, de los Reinos de la Naturaleza. El Corazón del Señor no es indiferente ante el sufrimiento de la Tierra.
Por eso, únanse a Mí en una reparación constante, a través de la adoración, de la oración, de la Comunión Eucarística. Estén junto Conmigo sobre el altar, y allí Mi Corazón no padecerá solo, allí las almas no padecerán solas. Cada uno de ustedes será cuerpo en el Cuerpo del Señor, será sangre en la Sangre del Señor, para reparar la existencia y permitir, junto a Mí, que Mi Misericordia siga derramándose sobre la Tierra.
Que en adoración sus corazones se unan a Mí, para que Yo pueda enseñarles en este tiempo a despertar y desarrollar un Amor Superior, capaz de generar méritos para la redención, la piedad y la misericordia en cualquier tiempo, ante cualquier Ley. Que sus corazones puedan aplacar la justicia del mundo.
Así como el Hijo de Dios se entregó en la Cruz, abriendo para la Tierra como para toda la Creación, una nueva posibilidad evolutiva, espiritual y material, así también cada uno de ustedes, unido a Mí en todos los altares de la Tierra, podrá abrir una nueva oportunidad para el planeta, oportunidad espiritual, interior y material.
Y, aunque el mundo tenga que comenzar de nuevo, la humanidad tendrá una oportunidad de vivir la redención y reconocer la paz.
En adoración, aprenderán de un Amor Superior, aprenderán a vencer dentro de ustedes la ignorancia, la indiferencia, pero también la indignación, la ira, el odio, la rabia, que también son energías que los separan de Mí y que los separan a unos de otros, que los alejan de la posibilidad de conocer el perdón y de emanar misericordia y piedad para las almas más perdidas.
En adoración es que conocerán las Voluntades más profundas de su Señor. Y allí Yo les diré lo que más quiero de sus vidas, qué camino deben seguir, qué decisión deben tomar y lo que ya no deben hacer. Mi Espíritu les hablará a sus espíritus.
Siempre que Me busquen y que estén Conmigo en los altares del mundo, Yo allí estaré con ustedes.
Adoren y oren por todos los que ya no tienen fuerza para hacerlo.
Adoren y oren por los que no tienen cómo salir de su sufrimiento, del miedo y del dolor para elevar una súplica al Corazón de Dios, por los que ya no consiguen confiar, por los que se están ahogando en la oscuridad del mundo, que ni siquiera consiguen respirar para seguir en la Tierra, para seguir vivendo.
Que sus oraciones se vuelvan aire para los que están sofocados.
Que su verbo se vuelva voz para los que están silenciados.
Que sus corazones desborden amor y misericordia para los que más lo necesitan y así darán testimonio de que escuchan y escucharon Mis Palabras por tantos años.
Esto es lo que más quiero para cada uno de Mis compañeros, esto es lo que necesito de ustedes hoy. Y así podré estar aquí todos los días 5 de cada mes, porque la Maratón de la Divina Misericordia es para Mí una fuente de expiación, uno de los momentos más importantes que el Corazón de su Señor contempla, en el que Me detengo para sentir el amor de las almas y aliviar el sufrimiento de los que padecen.
Cada Maratón de la Divina Misericordia es para el Señor una renovación. Es allí que Mis heridas se curan y puedo dar un poco más, junto a las almas. Por eso, estoy aquí y seguiré estando.
Cuanto mayor el grito de la Tierra, más profundo sea su clamor. Cuanto mayor el caos del mundo, más sincera sea su oración.
No se cansen de orar, no se cansen de creer que Dios aún ama a la humanidad y aún tiene un Propósito para todo y cada corazón de este planeta.
Así como hoy Yo Me renuevo, renuévense también cada uno de ustedes en Mí.
Yo los bendigo y les dejo Mi Paz para que la multipliquen como dones y talentos y la lleven a las almas.
En nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y verán venir, compañeros, al Hijo de Dios transfigurado en el momento más culminante de la humanidad así como Él viene hoy a su encuentro en Divinidad y en Espíritu. Yo retornaré en la hora más culminante de la Tierra, cuando vendré a buscarlos y a reunirlos en Mi Nombre, de la misma forma como Yo reuní a los doce apóstoles en el pasado, pero esta vez será diferente porque, a pesar de que el mundo esté en convulsión, ustedes podrán reconocerme y Me recibirán de la misma forma que lo hacen en este momento.
Reuniré a todas las tribus de Mi Padre, no solo aquí en Argentina, en lo alto de una montaña, sino que también apareceré, al igual que en Betania, en otros lugares de Sudamérica a fin de que en esa hora tan aguda y difícil, ustedes, Mis amigos, no sientan miedo alguno sino un profundo y jubiloso gozo por volverme a encontrar.
Los llamaré a cada uno por su nombre original y así despertará en ustedes el dulce recuerdo de haber estado Conmigo una vez, compartiendo el mismo pan y el mismo vino que hoy les vuelvo a entregar a todos.
Mi llegada a Argentina esta vez es diferente, ya los encuentro más maduros y conscientes de la importancia de seguir a su Redentor sin duda alguna.
Este es el tiempo en el que finalizará su preparación interior y comenzará su verdadero servicio por la redención y por el perdón de todo el género humano.
Llegó el tiempo de Mi Retorno.
¡Les agradezco por haberme recibido!
Los bendice,
Su Maestro y Señor, Cristo Jesús
Palabras de Cristo Jesús transmitidas durante la consagración de los elementos, en la presencia de muchos peregrinos:
Que Mis Palabras puedan ser el soplo del Espíritu en ustedes para que se manifieste en este tiempo el verdadero ser, aquel que Me representará en la Tierra y que dará testimonio de Mi Presencia en el mundo entero.
Yo vengo para congregarlos en la Verdad, en la única Verdad de Dios, que los hace participar de Su libertad espiritual y que les promete la redención total de sus seres y de sus consciencias a fin de que se cumpla Mi Propósito Crístico.
Ahora, que los encuentro con esta alegría, y con este recibimiento que siento en Mi corazón, el Espíritu Santo actuará a través de sus Dones y por medio de los Sacramentos para que, renovados en la fe y en la confianza en Dios, sepan que seguirán caminando Conmigo hacia adelante, buscando en su interior la realización del Plan de Dios y la concreción de Su Proyecto en esta raza humana, por medio de la acción de Mi Misericordia, de Mi Gracia y de Mi Piedad.
Abro las puertas de Mi Corazón y de Mi Consciencia para que reciban la presencia de Mi Iglesia Celestial, la que los congrega en igualdad y en amor, la que los hace celebrar el Amor del Padre eternamente Conmigo.
Nos ponemos de pie.
En este momento, cada uno de Mis representantes y servidores en la superficie de la Tierra hará su oferta ante el Padre Celestial por intermedio de Mi Sagrado Corazón, para que Él reciba sus súplicas, sus intenciones y su verdadero ofrecimiento a fin de que Su Gracia continúe descendiendo a la Tierra y tocando a todos los corazones.
En el silencio de su corazón harán esta oferta Conmigo; mientras que, en presencia del Amor vivo de Dios, su Maestro y Redentor transubstanciará los elementos junto con las huestes angélicas para que la Misericordia del Padre descienda sobre los seres y el planeta, y la llama de luz en sus corazones se vuelva a fortalecer y a reencender para que el amor y la gracia abunden en el mundo y se respete el amor a la vida.
En la Presencia de Cristo, Nuestro Señor, por su invitación y llamado, vamos a ingresar en la consciencia de Su Iglesia Celestial entonando todos juntos el “Kodoish melódico”.
Vamos a volver al instrumental “Y así habló el Maestro”.
Y ante la Presencia de nuestro Señor Jesucristo, nuestro Redentor y Salvador, a Su pedido y llamado, en este momento vamos a participar de la consagración y de la transustanciación del pan y del vino, que se convertirán en el Cuerpo y la Sangre de Nuestro Señor.
Invitamos a los que puedan, a arrodillarse o a quedar de pie.
Damos gracias a Dios por la renovación de este sacrificio y por la inspiración, en este momento, que nos da nuestro Señor Jesucristo a través de los Sacramentos y especialmente del Sacramento de la Eucaristía.
En aquel tiempo, Jesús estaba reunido con Sus apóstoles y muchas consciencias más en los planos internos, que están hoy aquí presentes.
Él tomó el pan, lo elevó, reconoció el sacrificio que el Padre le estaba pidiendo vivir y con la inmensidad de Su Amor agradeció, lo entregó a Sus apóstoles y les dijo: “Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo que será entregado por ustedes para el perdón de los pecados” y al sonar de tres campanadas se estableció la transustanciación del pan en el Cuerpo Divino de Cristo.
Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).
Y antes del Señor finalizar con Su Cena y entregar el mayor regalo de amor a la humanidad, tomó el Cáliz, elevándolo a Dios, el Padre lo bendijo y Él agradeció profundamente por ese sacrificio que viviría por cada uno de nosotros hasta el fin de los tiempos. Lo entregó a los apóstoles diciéndoles: “Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que será derramada por Su Redentor y por muchos mártires para el perdón de los pecados. Hagan esto en Mi memoria”. Y al sonar de tres campanadas se estableció la transustanciación del vino en la Sangre preciosa de Cristo.
Te alabamos Señor y te bendecimos (se repite tres veces).
El Cuerpo y la Sangre Divina de nuestro Señor. Amén.
En unidad a Su Sagrado Corazón, y por el triunfo y la victoria de Su Reino en la humanidad, unidos a Él, en absoluta consciencia y sintonía, repetimos la oración que Él nos enseñó: Padre Nuestro.
Nos podemos poner de pie.
Compañeros, nunca pierdan la esperanza y la fe porque son virtudes que los renovarán y siempre los impulsarán a seguir adelante, sabiendo trascender barreras, sabiendo vivir desafíos, y así alcanzarán la paz, nunca la perderán porque estarán en Mí y Yo en ustedes.
Que la paz en este día, esté en ustedes y en Argentina. Amén.
En presencia del Amor del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, en fraternidad, se darán el saludo de la paz.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más