APARICION DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO DURANTE LA SAGRADA SEMANA, DÍA 1, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, TRANSMITIDO AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

El Sol de Dios vendrá después de la gran tormenta planetaria y todos los secretos ya estarán desvelados.

El gran cofre de la redención será abierto y los Patriarcas del ayer convocarán a todas las tribus de la Tierra para que se congreguen en el Nombre del Señor.

El Todopoderoso se mostrará al mundo como nunca antes se mostró.

Ningún ojo quedará ciego por verlo, por más fuerte que sea Su luminosidad.

Él traerá a la Tierra todo Su resplandor, todo Su Poder y toda Su Gloria; y los Nuevos Cristos, que hoy se forman en Mi camino de donación y de amor, participarán de ese gran acontecimiento.

El ángel caído ya estará redimido y todas las fuerzas perversas de la Tierra serán expulsadas, porque por el poder de la oración de todos Mis seguidores y por la persistencia y la fe a pesar de los embates del enemigo, Mi Sagrado Corazón tendrá Su victoria y Su lugar en todos los Míos.

Una espada de luz atravesará el planeta y los Siete Sellos del Apocalipsis se mostrarán.

Aquellos que no hayan seguido a Dios golpearán su pecho por haber despertado tan tarde.

Este es el tiempo de Mi gran Misericordia para el mundo.

Este es el tiempo de que todos se puedan salvar y redimir antes de que todo suceda.

La hora  se aproxima cada día más y no hay reloj que lo pueda soportar, es algo inminente, sin precedentes, es algo inesperado.

Mientras tanto y mientras hay tiempo, beban de los frutos de Mi Sangre, coman de Mi Cuerpo por los méritos que Él alcanzó, y nadie perecerá.

Yo vengo al mundo para despertarlo por última vez, porque la ceguera de la humanidad es muy grande y la indiferencia tapa  los oídos de las criaturas de Dios.

Pero confío plenamente en los que hoy persisten, porque así Mi Reino Celestial desciende a la Tierra y por intermedio de él desciende Mi Padre, para darle Su Gracia y Su Bendición a todo el mundo.

Sé que quisieran escuchar palabras hermosas. Mi Amor y Mi Consciencia también se reflejan en esto. Este es el tiempo de la conscientización de la humanidad, es el tiempo de asumir responsabilidades verdaderas para que todos los corazones dejen de ser tibios, porque Yo los llamo a cargar con la cruz del mundo así como Yo cargué con sus pecados, aunque no tengan consciencia.

Mi Gracia permite, compañeros, que puedan alcanzar la verdad en este tiempo para que poco a poco abandonen las vestiduras de la ilusión, del hipnotismo mundial y de la indiferencia humana, que son las raíces profundas que crean las guerras y los conflictos entre las naciones.

Pero el sufrimiento terminará, no solo aquel sufrimiento que existe dentro de ustedes, sino en todo el mundo.

Necesito preparar, a través de ustedes, Mi llegada a la humanidad. Y este ya es el momento en que las revelaciones demuestran que el mundo no está comprendiendo el Mensaje de Dios.

Necesito que sigan construyendo en ustedes el refugio que Yo buscaré en el fin de estos tiempos, porque aún deberán seguir elevando sus consciencias para aproximarse cada día más al Propósito de Dios y a Su verdad.

Tengo tanto para dar al mundo y tan pocos lo reciben, pero si hoy ustedes están aquí, así como los hermanos que Me escuchan detrás de este medio, es porque aceptan lo que Yo les quiero entregar, para aliviar su padecimiento y sus sufrimientos, para hacerlos partícipes de la comunión con Dios y para que algún día sean Sus dignos hijos en la superficie de este planeta.

No teman a las revelaciones que les traigo. No son simbólicas, son reales y palpables.

Nadie podrá esconderse de las revelaciones de Dios, porque si es el propio Dios el que Me envía al mundo y en el comienzo de esta Sagrada Semana, es para que sigan creciendo en el amor y en la fidelidad a Mí.

Aún espero que muchos den la vida por Mí como Yo la di por ustedes.

Por eso es necesario que el mundo reviva una y otra vez los hechos de Mi Pasión, no para aterrorizarse por lo que Yo viví y padecí, que fue lo más profundo de todo lo relatado, sino para que algún día sean semejantes a Mí en el ejemplo y en la palabra, en la donación y en la entrega.

Su definición para Conmigo permitirá que Mi Obra se concrete completamente en la humanidad o no se concrete.

El mundo está sufriendo así como también sufren muchos pueblos, razas y culturas.

Quisiera poder abrazar aún más al planeta, porque él está ahogándose por tanto dolor.

Por eso en nombre del Amor, de la Luz y de la Paz, Yo vengo a liberarlo con el poder de todas las herramientas de Mi Padre, con los principios que existen en todo el Universo y con las grandes Potestades Superiores de este gran espacio sideral.

Por eso necesito que sientan Mis Palabras en el corazón, que puedan revivirlas y adoptarlas como parte de sí para cuando Yo ya no esté entre ustedes, porque este es el tiempo en que se cumple la última profecía que Yo mismo prediqué hace dos mil años.

Prometí estar con ustedes hasta el fin de los tiempos y aquí estoy, con humildad y en servicio, con resignación y con entrega como muchos de sus corazones, postrados ante Dios y Su Majestad, ante Su Trono y Sus Jerarquías Celestiales, ante Sus ángeles, arcángeles, santos y bienaventurados, todos ellos hoy participando de la apertura del Gran Portal hacia la Redención y hacia la Paz.

Pero ya veo hoy los frutos de este Misterio de Amor que hay en ustedes y que trabaja silenciosamente cada vez que le dicen si a su Señor, a Su convocatoria y llamado, a pesar de lo que sea.

Dios hoy siente un gozo profundo por Sus hijos, por todo lo que le han ofrecido para que hoy Su Primogénito estuviera aquí.

Sé que no saben lo que eso significa y representa para el Universo y sobre todo para su humanidad, pero así como Yo estuve con los Míos hace tanto tiempo atrás, hoy estoy con ustedes en la comunión con el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, para que se cumpla Su Voluntad.

Hoy les vuelvo a decir y a pedir: "Ámense los unos a los otros así como Yo los amé y los amo", porque no vengo a buscar sus miserias sino su fidelidad, su perseverancia y su fe en el Plan de Mi Padre, que está en los Cielos.

Hoy vengo con una buena nueva. El mundo dejará de sufrir, de padecer y de perderse, porque en el horizonte verán venir al Hijo de Dios con todo el poder del Cielo y del Universo, revelando los misterios de la Creación y de Sus Jerarquías, abriendo los ojos de los que están ciegos de espíritu.

Y en esa hora, Yo los encontraré en un lugar que ustedes ni imaginan, pero los encontraré. Los llamaré por su nombre verdadero y profundo, y los congregaré como un solo pueblo y una sola raza sin diferencias, sin reconocimientos y sin protagonismos.

Porque Aquel que vendrá después de Mi será más poderoso, es Aquel que los creó, que los gestó y les dio la vida, para que en la vida vivieran Su Amor y lo reconocieran así como el Hijo y Su Santa Madre lo reconocen.

Yo Soy el principio y el fin.

ABBUN DAVIN ABBA, AKSHOLAM EMMANUEL, ELI BAJDA, OLAM, IKSI.

Es Él que los llama para que vivan en Él y para que Su misterio, guardado en lo profundo de Su Corazón Eterno, sea revelado al mundo y la humanidad de este tiempo recupere el proyecto que perdió algún día.

Las trompetas sonarán y los ángeles llamarán a los pueblos, a las razas y a las culturas. Y las religiones del mundo, finalmente, reconocerán al Cristo en sus semejantes.

Y una unión desconocida, inquebrantable e intransferible se vivirá en el corazón de los hijos de Dios.

Y ya no existirán religiones sino un solo pueblo, una sola humanidad bajo un solo poder y un solo gobierno ante la autoridad del Amor Vivo de Dios.

La Tierra y su superficie serán reconstruidas. Las raíces del mal se disolverán porque los redimidos proclamarán el Nombre Santo de Dios, así como lo hizo el pueblo de Israel.

Y ya no existirá conflicto ni enfrentamiento, duda o incertidumbre, porque la fe de los orantes y de los que perseveran en este camino triunfará, y el mal será vencido en su esencia para siempre.

No habrá dualidad, no existirán dos caminos, ya no existirá la elección porque el pueblo de Dios, que son todas la razas y todos los pueblos, vivirán en el Dios vivo, en Aquel que siempre quiso desde el principio que fueran partícipes de Su felicidad celestial y de Su gloria.

Tengan fe en lo que les digo y ya no importa, compañeros, quien participe o no de eso. Lo importante, en este tiempo, es que creen la condición para que eso suceda, para que los más pequeños de hoy lo vivan en el cercano futuro.

Y las madres de esta Tierra ya no llorarán por sus hijos. Las familias ya no se refugiarán en otra nación. El hambre y la injusticia no serán más el mal del mundo.

Porque Aquel que viene en el horizonte traerá la Paz y todo cambiará porque es Voluntad de Dios. Y el mundo vivirá en hermandad. Amén.

Celebremos el comienzo de esta Semana como el principio de la victoria de Cristo en el corazón de los hombres y de los que tienen fe en Su Presencia inmaterial.

Abriendo las puertas de Mi Iglesia Celestial, hoy los reúno en torno a Mi mesa para que vuelvan a ser partícipes de Mi Cuerpo y de Mi Sangre, de los Dones de Dios que se donaron al mundo a través de Su Hijo, para poder salvarlo y redimirlo.

Pero que esta Cena de hoy que celebraremos, sea la Cena triunfante de las almas bondadosas y piadosas en el Señor, que llevarán en su corazón el triunfo del Amor de Cristo y la llama de la Fe para iluminar las tinieblas de estos tiempos.

En el Nombre del Altísimo postrémonos así como hoy Yo me postro ante el Padre, a Sus Pies.

Que las secuelas de sus sufrimientos sean curadas y que esta Gracia espiritual que hoy les entrego, sea compartida como el gran testimonio de la unidad entre los seres y entre los pueblos.

Hoy rezo especialmente por Venezuela. El fin está llegando y verán la Luz en lo alto de su monte sagrado, la Luz que destruirá al mal para siempre, porque América es la Nueva Tierra prometida.

Y todos los pueblos y naciones, en el Nombre del Señor, son llamados para que América y África sean la cuna de la Nueva Humanidad. 

Que así sea.

Podemos ponernos de pie y seguimos en esta construcción hacia lo divino, lo inmaculado y lo puro.

Que suenen los campanarios del Universo. Que suenen las campanas de esta comunidad y de este monasterio, porque el Todopoderoso, en esta Santa Semana, se vuelve a entregar a través del misterio del Amor y de la Eucaristía a cada uno de Sus hijos.

Que hoy sean lavados por el Espíritu Santo, sean purificados por Su Llama de Amor para que, libres de toda falta y de toda deuda, sus templos internos se enciendan en la comunión con el Amor de Dios.

Agradecemos y celebramos, en lo profundo del corazón, porque el Dios de la Misericordia y no el Dios de la Justicia escuchó la voz de los orantes. Y por los méritos de Mi Pasión hoy las almas del mundo y las esencias de Dios son rescatadas por la fe que los orantes dieron a Mi Corazón.

Celebremos, porque muchas almas del infierno hoy entran al Cielo por obra de los misericordiosos.

Que florezcan los altares de la Creación. Que se enciendan las velas de la Adoración, porque Aquel que los ama los escuchó y Su Reino Celestial tocó la Tierra y curó profundas heridas.
 

Padre Universal,
Eterno Dios de la vida y de todo lo creado,
escucha ahora la voz de Tu Hijo,
que, a las puertas de la Nueva Jerusalén,
implora por Tu Gracia y Tu Luz
para que el mundo sea bañado por
la potencia de Tu Espíritu, de Tu Alma y Divinidad,
y para que todos celebren
el júbilo de hoy estar en Ti. 
Amén.


Así como Tú bendices al Cielo,
hoy bendices a la Tierra,
por el poder insondable
de Tu Misericordia y de Tu Piedad.
Borra de los corazones el sufrimiento,
reenciende en las almas la llama de Tu Fe
para que en el fin de sus vidas,
en la última espiración de sus cuerpos,
vean abrirse el portal que los llevará
hacia Tu Reino Celestial.
Amén.

Santo eres, Señor del Universo,
por todo lo que creaste y manifestaste.
Santo eres, Señor, por la vida
que generaste y despertaste.
Santo eres, Señor, por haber creado
a las mujeres para que fueran madres
de Tus hijos hasta el fin de sus días.
Santo eres, Señor, por los hombres
que trabajan Tu tierra y la cultivan
para alimentarse de Tus Sagrados Dones,
de los Dones de la Naturaleza.
Santo eres, Señor, por haberme enviado
al mundo como un simple y humilde hombre
para demostrar el infinito Universo
de Tu Humildad y de Tu Paz.
Amén.

 

Y se acerca el momento en que el Hijo del Hombre se transubstanciará a través de la forma del pan y del vino, en Su Cuerpo y en Su Sangre.

Que sus corazones revivan este momento del sacrificio y de la entrega de Su Maestro y Señor por la humanidad.

Los que podamos nos arrodillamos y los que no puedan se quedan de pie.

Señor, recuerdo la oportunidad que Me diste, de poder vivir este gran sacrificio por la humanidad, y en nombre de los hechos vividos en la Última Cena, hoy les recuerdo: "Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Santo Cuerpo que fue entregado por los hombres para la remisión de los pecados".

Repitamos: Te adoramos, Señor, y te bendecimos.

Del mismo modo que en el pasado hoy les vuelvo a decir: "Tomen y beban todos de Él, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, Sangre de la Nueva Alianza, que es derramada por el Cordero de Dios para el perdón de los pecados, hagan esto en Mi memoria".

Te adoramos, Señor, y te bendecimos.

Y en unión con la Santísima Trinidad, nos tomamos de las manos para repetir el gran decreto de la unión de las almas con el Universo de Dios.

Padre Nuestro (en portugués).

Y así es consumado el misterio del Amor de Dios en la Eucaristía y en la Sangre de Cristo.

Así se revela al mundo, de una forma simple y humilde, sagrada y bendita, la Voluntad de Dios y el cumplimiento de Su Proyecto de Amor en la Tierra.

Veneremos y adoremos a Aquel que nos dio la vida y la oportunidad de amar, de perdonar y de reconciliarnos.

Que por los méritos de Su Amado Hijo, el Señor los absuelva y les conceda el Sacramento de la Reconciliación, a fin de que sientan Su Eterna Paz.

Yo los bendigo en este primer día, a las puertas del tiempo de la revelación y de la consciencia.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Nos ponemos de pie.

Y en el nombre del Amor y de la Unidad en toda la humanidad se darán el saludo de la Paz.

Les agradezco.