APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA EN LA CIUDAD DE CAMPINAS, ESTADO DE SAN PABLO, BRASIL, TRANSMITIDO AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Queridos hijos, no quisiera que perdieran la paz, porque la paz es valiosa en estos tiempos.

Mientras escucho el llanto de Mis hijos de la República de Venezuela, Yo los invito a renovar el Espíritu de la Caridad en nombre del amor de Mi Hijo y por el establecimiento de la paz en ese país.

Con ojos de misericordia, Yo los invito a mirar los acontecimientos con madurez y consciencia, en cooperación y fraternidad, para que las almas alivien su sufrimiento.

Abran las fronteras de sus corazones para que el pueblo de Dios pueda ingresar en ustedes y finalmente sentirse amado y consolado por todos.

A través de este misterio que hoy les revelo, Yo les doy a conocer, queridos hijos, el potencial de sus corazones que es muy desconocido por la humanidad, al estar apartada de Dios y de Su infinito Amor.

Con manos de caridad, Yo los invito, queridos hijos, a servir a todos los que desconocen, especialmente a Mis hijos de Venezuela, que en este ciclo final necesitan de su ayuda y caridad, así como otros pueblos también lo necesitarán en este tiempo de purificación y transición.

Pero Yo no vengo a traerles el miedo; sino que vengo a traerles consciencia sobre la necesidad de mantener el equilibrio en la humanidad.

Que en su identidad ya no exista país, ni nación, lengua, religión o sociedad.

Yo los invito a ser uno solo en el espíritu de la paz, porque así podrán percibir, queridos hijos, donde está el llamado de Dios para derramar la caridad y el bien hacia los que más lo necesitan.

Ustedes, que son un pueblo amado por Mí, y que tienen en su advocación a la Señora de Aparecida, los invito al igual que la Señora de Guadalupe, a unir sus consciencias en una sola humanidad, en un profundo acto de amor y de misericordia por todos aquellos que padecen el caos.

A ustedes que son un pueblo amado por Mí, y que también enfrentan sus pruebas como sociedad y como pueblo, Yo los invito a superar todos los limites, a abandonar en la vida toda crítica, todo juicio de valor, toda palabra que pueda destruir al semejante.

Yo los invito, queridos hijos, a dejar de culpar a los demás y a tener misericordia, así como Yo la tengo con toda la humanidad. Los invito a sentir como siente Mi corazón, porque Mi Corazón fue humano y ahora es un Corazón Glorificado.

Si Mi Corazón es glorificado, queridos hijos, sus vidas se pueden glorificar en Dios, así como en este día que ustedes Me ofrecieron sus oraciones y cánticos para que el espíritu y la fuente de la paz se establezcan en los que más lo necesitan.

En esta nueva etapa, queridos hijos, en donde los Sagrados Corazones peregrinarán por Centroamérica y México, cerrando puertas inciertas y abriendo oportunidades para las almas que más lo necesitan, Yo los invito, queridos hijos del Brasil, a llevar adelante esa gran misión por Venezuela; únanse como una sola consciencia de amor, porque deben crear en estos tiempos fuertes lazos de amor y de hermandad, atributos que Mi adversario desconoce completamente, porque donde está el amor queridos hijos, no está el mal.

Yo les agradezco, hijos Míos, porque han ampliado su consciencia y especialmente sus corazones, en la colaboración y en la cooperación de la Obra y de los Planes de su Madre Celeste.

No imaginan, queridos hijos, qué gratitud infinita siente Mi corazón, porque sus espíritus dan un paso a la consciencia de la Verdad.

Unidos a Mi Corazón Inmaculado, establecemos poco a poco, por medio de la oración y del silencio, el Reino de Dios en la Tierra; un Reino Divino que a todos los espera y que está olvidado por la mayoría de los hombres.

Yo los invito, queridos hijos, a salir de ustedes, así como siempre lo intentan todos los días.

Yo los invito a seguir esforzándose, porque su Madre Santísima los ayudará y San José Castísimo les dará el apoyo que tanto necesitan.

Yo sé que muchas de sus vidas se están purificando y cosas inimaginables están saliendo de dentro de ustedes.

No coloquen la atención en la imperfección de la vida, sino en la perfección que les da la oración, porque así, sus vidas se iluminarán y se santificarán siempre y cuando crean que todo esto es posible.

Si San José, Mi fiel esposo, era un simple hombre de Nazareth, sus vidas siendo simples, ¿ya no podrían ser grandiosas?

Sigan orando con fe y de corazón para que su Madre desatadora de nudos, pueda seguir liberando a la humanidad del pecado y llevando la consciencia del planeta hacia su verdadera filiación con Dios, con la Fuente del Amor y de la Unidad.

En este testimonio que hoy les traigo, queridos hijos, se guardan las palabras de Mi Hijo y de San José.

Con amor y misericordia calmo sus corazones de toda dolencia espiritual, mental o emocional. Traigo la Luz de Mi Reino, para que sus vidas se vivifiquen en Cristo y dando ese "sí" al Universo, mantengan la fe en ustedes y en todas sus amadas familias.

Hoy uno lazos de amor con sus semejantes, con sus seres queridos, con todos aquellos que me niegan una y otra vez.

Establezco la verdadera y única religión, que es la religión del amor y de la paz que los Sagrados Corazones vivieron en la Tierra.

Vivan nuestro modelo de vida y siempre estarán en la paz. Imiten aquello que pueden imitar y no se perturben, queridos hijos, pues Mi Corazón de Madre les enseñará a vivir la caridad simple y la fraternidad humilde, con cada uno de sus hermanos.

Hoy abro Mis brazos sobre este lugar y aproximo Mis manos a cada uno de ustedes.

Sustentando entre Mis manos el Santo Rosario de Luz, rezo por la redención de todas las vidas sobre la Tierra, y también por todos los pacificadores, para que se mantengan firmes en el momento de su purificación y no se aparten de Mí por nada; porque en la transformación, queridos hijos, en la purificación de sus vidas y de sus consciencias, se encuentra la liberación de sí y la ascensión de sus espíritus al Reino de Dios.

Crean que es posible, queridos hijos, dar esos pasos. Hoy ustedes Me entregan sus súplicas, y Yo les entrego Mis Gracias, en esa infinita comunión de sus corazones con el Mío, haciendo triunfar el Plan de Dios en la Tierra.

Hoy vengo acompañada por un gran ángel del cielo, por el Ángel de la Paz, aquel que fue conocido en Fátima por los pastores.

Vean en el pecho de este sagrado ángel, la Llama de la Santísima Trinidad.

Vean ahora en sus corazones, la Llama de la Santísima Trinidad y las Tres Personas de Dios en una sola, y guarden este sagrado conocimiento para la transición que vivirán, de morir para ustedes y de nacer a la vida eterna, así como los ángeles lo hacen todo el tiempo, por el sagrado servicio a Dios en el cumplimiento de Su Divina y Santa Voluntad.

Como les dije en el mensaje transmitido a Mi hija Lucía de Jesús, hoy no vengo a ver sus imperfecciones, queridos hijos, quiero que esa Llama de la Santísima Trinidad en ustedes se encienda en sus esencias profundamente; por eso los invito a colocar su mano izquierda sobre el corazón y a sentir esa Gracia que los colma, completamente.

De la misma forma coloco Mi mano sobre Mi Inmaculado Corazón y con Mi mano derecha les ofrezco Mi Rosa de Luz para que alcancen la pureza original que se guarda en este planeta, en sus más divinos recintos sagrados.

Busquen esa pureza esencial por encima de todo, no importa que caigan, queridos hijos, comiencen todos los días aferrados a la Mano de Nuestro Señor Jesús.

Él los levantará, así como levantó a María Magdalena del suelo; porque Él vio en sus ojos, no los pecados, sino su verdadero amor por haberse rendido ante el Rey.

Queridos hijos, con esta llama que los fortalece y los une a Dios, en la sagrada presencia del Ángel de la Paz, nuevamente los invito a orar por el Ángel de Venezuela, unidos a todos los ángeles de las naciones en esta propuesta de atraer desde Universo el Reino de Dios, la paz y el amor que muchos necesitan en este momento.

Y ahora, en Mi Omnipresencia Celestial, Me encuentro en la frontera entre Brasil y Venezuela, rezando por Mis hijos que escapan del peligro y observando cómo ellos cruzan los caminos, buscando una oportunidad y una esperanza de luz.

Quisiera que el Brasil entero diera esa asistencia humanitaria. Para eso les doy los treinta días de noviembre, porque los quiero ver Conmigo, junto a los grupos de oración sirviendo por la paz, dando alimento a los que lo necesitan y principalmente transmitiendo la Misericordia del Corazón de Jesús, para que esos espíritus que sufren se puedan calmar.

Si ustedes como nación dan ese paso, queridos hijos, muchas naciones más también lo darán.

Cuando enfrenten su purificación y transición planetaria, no temerán por los acontecimientos; porque si ustedes creen en la Llama de la Santísima Trinidad que hoy recibe cada uno de sus corazones, nada perderán, sino que ganarán, queridos hijos, el Cielo con sus obras de servicio y de amor.

Y así, juntos, disiparemos el mal y colocaré Mi Cetro de Luz sobre las naciones de América, para que ellas constituyan en la Sagrada Obra de Dios, en el cumplimiento sagrado de Su Voluntad.

Les enseñaré una oración para que se unan a la Santísima Trinidad; una oración muy simple que me enseñó el Arcángel Gabriel cuando nació Jesús, en el pesebre de Belén, cuando la Estrella de Belén brillaba en todo el Universo local, trayendo los atributos de la Redención y del Amor para el mundo.

Repitamos frase por frase, orando con su Madre Celeste por las Américas:

 

Llama de Mi Corazón que todo iluminas,
úneme a la Santísima Trinidad,
para que se establezca el Plan de la Paz. (x3)

 

Ahora, queridos hijos, recemos junto al Ángel de Portugal para que la pureza original emerja en las almas de Venezuela y de toda América.

 

Llama de Mi Corazón que todo iluminas,
úneme a la Santísima Trinidad,
para que se establezca el Plan de la Paz.(x3)

 

A continuación: "Oración del Ángel de la Paz" (x5)

En esta comunión con el Ángel de la Paz, establezco la reconciliación en sus corazones y en cada una de sus familias, para que saliendo de este lugar, recuerden todos los días este momento divino y sublime con la Santísima Trinidad, cuando enfrenten las pruebas y los desafíos del fin de los tiempos.

Antes de reaccionar queridos hijos, piensen primero en la paz y recuerden este momento sagrado Conmigo. Así cortarán la cadena del mal.

Hoy el Ángel de la Paz ha venido a consagrar a los Hijos de María; cuarenta hijos que se unen a Mí en este momento para renovar sus votos con Mi Corazón Inmaculado y con la Santísima Trinidad.

Que vengan aquí para que Yo les pueda entregar los Dones de Dios, y bendecirlos como Mis pequeños, Mis pequeños hijos.

Que estos niños que hoy están a Mis pies, sean una chispa de Jesús, por todos los niños de Venezuela y del mundo entero que sufren las consecuencias del hombre de superficie.

Que estos niños, como los pastores de Fátima, representen la nueva humanidad, la gran siembra del amor y del bien, por toda la humanidad y el planeta.

Y ustedes, Mis hijos adultos, también sean niños en este momento; pero no recuerden sus sufrimientos del pasado, sino la alegría de haber nacido en este planeta, para renacer y renacer en el Corazón de Dios.

Que esta Fuente de Amor que hoy nos une a través de la Llama de la Santísima Trinidad, los fortalezca en esta nueva misión de vivir Conmigo el llamado de Dios, de responder a Mis peticiones y a todas Mis solicitaciones, siempre y cuando les sea posible.

Al menos les pido a los más pequeños que hoy están a Mis pies, que recen un Ave María todos los días, por los niños de Venezuela y por los niños que sufren la enfermedad y que están huérfanos, que no tienen quien los consuele y los ame.

Si ustedes dieran un Ave María a Mi Corazón Inmaculado, Yo podré estar con sus hermanos más pequeños y ellos también se consagrarán recibiendo la Gracia de la Redención y de la Liberación.

Al igual que pedí a los pastores en Fátima, hoy les pido a ustedes queridos hijos, que recuerden su pureza original para que acabe la guerra y se establezca la paz.

Colocando Mis manos sobre ustedes, mientras el Ángel de la Paz derrama el agua de vida, espiritual y divina, sobre sus consciencias, repitamos:

Padre Nuestro...

Y también bajo la bendición del Ángel de México, aquel que aparece a los pies de la Virgen de Guadalupe, Yo preparo a todos los niños de Centroamérica y de México, para que nuevamente reciban Mi maternidad y Mi amor, y cumplan su sagrada misión, en este fin de tiempo.

Con alegría, devoción y regocijo, junto al Ángel de la Paz, y a los ángeles de todas las naciones de América, Yo los bendigo y los consagro como Mis hijos eternamente:

En el nombre del Padre, del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

Hoy canten por Venezuela y por América, el Himno de los Hijos de María.

Hoy Me retiro de aquí agradecida, por todo lo que han hecho, por el estado de San Pablo y por todo lo que deberán hacer para que triunfe el Amor y la Unidad, en nombre de Cristo, vuestro Señor.

Les Agradezco.