Maratón de la Divina Misericordia
APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO Y DEL PADRE ETERNO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, EN EL SEGUNDO DÍA DE LA 49.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

La Voz de Cristo Jesús:

Hoy, vengo a proclamar Mi advenimiento y también Mi agradecimiento a las almas buenas, honestas y sinceras que se congregaron aquí para celebrar con su Señor el triunfo de Su Reino en la humanidad, acontecimiento que es parte de Mi victoria celestial en el planeta.

No teman, compañeros, ni aquí ni en ninguna parte del mundo, porque si Mi rival está agitado es señal de que está próxima su derrota.

Hoy, vengo también por las almas que sufren y que no están presentes aquí, como ustedes, participando de esta comunión íntima con Mi Corazón Misericordioso.

A través de sus oraciones, en estos dos días, un gran número de almas pudo ser sumergido en el océano de Mi Misericordia; los pecados más imborrables e imperdonables fueron disueltos por la llama celeste de Mi Gracia.

Ahora vean, compañeros Míos, soldados Míos, discípulos Míos, cuál es la verdadera tarea en el fin de estos tiempos. No busquen resultados mayores a través de esta Obra, eso sucederá si Mi Padre así lo desea.

Yo los invito a vivir siempre en el amor y en la verdad, porque así sabrán cómo estar libres de las prisiones de este planeta y de toda la ilusión mundial.

Hoy, sus almas abrieron los ojos de sus consciencias.

Hoy, sus corazones abrieron las puertas hacia el Infinito y esto es parte de Mi Gracia, de todo lo que les concede Mi Sagrado Corazón a las almas, después de que Yo viví la Dolorosa Pasión, hace tanto tiempo.

Hoy, han hecho Mi Cruz más liviana. Por eso, estoy aquí, junto con los ángeles del universo, para celebrar con ustedes esta nueva cena, la cena de la alegría. 

La esperanza es muy necesaria en estos tiempos. Sus corazones nunca pueden perder la esperanza, porque sus hermanos vendrán a buscar esa esperanza en ustedes y en cada ejemplo de amor y de caridad.

Así, vengo a verter Mis dones sobre ustedes, los dones del Espíritu Santo, de la Llama Sagrada de Dios, que construyen la consciencia evolutiva, la trascendencia y la ascensión.

Hoy, vengo a hablar con ustedes a través la Ley de la Ascensión, Ley que el Universo aplicó para elevar Mi Consciencia hacia él, hace más de dos mil años. Esta Ley les permite vivir la trascendencia de todo lo corrupto cuando tan solo abren sus corazones, así como los han abierto en estos dos días.

La Ley se cumple por sí misma y las almas ya no tienen más deudas impagables que vivir. Las cadenas se liberan, las amarras se desatan y el Rayo de la Voluntad-Poder se manifiesta en todo lo que es vida planetaria.

Y, a pesar de que las aguas del mundo y de las naciones estén turbias, sepan que no los abandonaré. Cumplo las promesas que Yo les dicto, así como las he cumplido con Mis apóstoles, con todos los cristianos a lo largo de los tiempos y por medio de todos los milagros.

Hoy, vengo del Cielo con Mi Iglesia Celestial. Que las puertas se abran para que los ángeles del universo desciendan y así alabemos al Todopoderoso, el Creador, por hacer a la humanidad merecedora de tantas Gracias.
 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Vamos, a pedido de Nuestro Señor Jesucristo, a cantar “Alabado sea Dios”. Cantemos todos juntos, abriendo las puertas de la Iglesia Celestial.

Y ahora, a pedido de Cristo, abriremos las puertas del universo angélico y arcangélico, cantando “Kodoish” melódico, unidos a nuestros ángeles de la guarda, acompañando la tarea que Nuestro Señor está haciendo.

Vamos a alabar, junto con los ángeles, a nuestro Creador.

Nos vemos acompañados por Cristo, delante de la Fuente Primordial.

Visualizamos, a través de nuestro corazón, la Presencia Luminosa del Padre que se aproxima a la humanidad por medio de Nuestro Señor Jesucristo y del poder de Su Sagrado Corazón.

Vamos a ver cómo el Maestro, desde adentro de Su Iglesia Celestial, nos abre la puerta que nos llevará al encuentro con el Creador.

Vamos a visualizar, a través de ese portal de luz que Cristo nos abre, un gran océano de luz celeste profundo. Por encima de él, vemos una gran esfera de luz dorada, más luminosa que muchos soles y, sobre ella, vemos a nuestro Padre Eterno en Su Aspecto de Sabiduría y de Discernimiento, de Bondad, de Amor y de Misericordia.

Vamos a ver alrededor de nuestro Padre a diferentes consciencias angélicas aladas que se postran ante nuestro Padre, e inclinando levemente nuestras cabezas, nosotros vamos a saludar a nuestro Padre Creador, Abba.

Jesús nos ha llevado hacia Él para que lo escuchemos, para que escuchemos la Voz de nuestro Padre, así como la Voz de nuestro Padre le ha hablado muchas veces a Su Amado Hijo.

En ese recogimiento y adoración ante la Fuente Primordial y el Universo Espiritual, de los que Cristo nos invita a comulgar plenamente, vamos a realizar, a Su pedido, un acto de perdón y de reconciliación. 

Y ante la Fuente Primordial, vamos a depositar nuestros sentimientos, pensamientos, errores, equivocaciones y desvíos; para servirnos del Padre a través de Cristo, de la Fuente de Su Misericordia.

Pongamos nuestras manos en señal de recepción, apoyándolas sobre nuestras piernas. Vamos a dejar nuestro cuerpo físico distendido para que la Energía Espiritual del Creador ingrese en nuestra consciencia y, a través de la cabeza, a todo nuestro cuerpo, llegando al centro de nuestro corazón.

En este momento, ante la Presencia de Nuestro Señor Jesucristo, de los ángeles, de los arcángeles y de nuestro Padre Celestial, vamos a emitir este acto de perdón y de reconciliación, liberando nuestros corazones de cualquier amargura, perturbación o aflicción que nos amarre o nos limite en nuestro caminar espiritual.

En el silencio de nuestro corazón y de nuestra consciencia, vamos a entregar nuestras miserias en las Manos de Cristo y a recibir de Cristo lo que Él retirará de la Fuente y nos entregará en un profundo vacío, sin intención ni expectativa, en una profunda nada.

Vamos a entregarnos a los Pies del Padre Celestial. Vamos a ver Su Mirada bondadosa y misericordiosa y cómo nos tiende Sus Brazos y Sus Manos, como un padre que abraza a su pequeño hijo. Nos vamos a sentir en paz, en comunión con la vida universal.

 

La Voz del Padre Eterno:

Escuchen, hijos, la Voz de su Padre. Escucha, humanidad, la Voz de tu Padre Creador.

Enderecen sus caminos. Coloquen sus corazones en las Manos de su Señor porque, en el mundo, la inocencia se está perdiendo y la oscuridad está avanzando, alejando a todas Mis criaturas de la Fuente de Mi Amor.

Reciban de Mi Reino Celestial la Cura para sus consciencias, la Luz para su renovación, el Amor para su ascensión, la Redención para su liberación.

Ingresen en Mi Iglesia Celestial y díganle a todos sus hermanos que ha llegado la hora de retornar al Padre, de testimoniar lo que han aprendido en este planeta. Hoy, una síntesis se realiza en sus vidas y un nuevo ciclo espiritual comienza en sus pequeñas consciencias.

Hijos de esta Creación, dejen que su Amoroso Padre deposite Sus dones en sus corazones y, finalmente, en nombre del Amor sean otros en este planeta que tanto sufre, que tanto agoniza y que padece la persecución de esta raza y la destrucción de todo lo que he creado a imagen y semejanza de Mi Consciencia.

Sientan el dolor de la Madre Tierra y su pedido de misericordia. Sientan el dolor de los Reinos y su pedido de redención. Sientan a la naturaleza que pide por paz. Sientan a la consciencia de este planeta, el Gran Cristal del centro de la Tierra que, en su silencio, pide por piedad.

Ustedes son parte de este mundo y de este Universo Creador. Ustedes son parte de una Vida que no les pertenece. Ustedes son parte de un origen, de un principio y de un fin pensados por Mi Corazón Paternal.

En este profundo vacío que hoy los invito a vivir, en los Brazos de su Padre Eterno y en una profunda entrega de amor y de unidad, les pido, hijos, que ayuden a Mi Plan Universal, a todos Mis ángeles, a todos los arcángeles, a Mi Amado Hijo y a Mi Bienaventurada Madre.

Reciban de la Fuente a la Santísima Trinidad y comulguen, en Mi Iglesia Celestial, con estos principios. Que sus células despierten a lo nuevo, que sus sentimientos se eleven y que sus miedos se disuelvan, porque ha llegado la hora del Gran Juicio del Amor, en el que vendré a pedirles, hijos, todo lo que Yo les he dado desde Mi Universo Inmaterial.

Delante de Mi Fuente, encuentren en el universo de Mi Amor la Divina Pureza. Crean que es posible poder recuperarla, porque si Yo Soy su Padre que está en los Cielos, nunca habrá nada imposible para Mis hijos, cuando sea Mi Divina Voluntad.

Hoy, reciban en sus mundos internos una pequeña chispa de la Fuente de la Pureza Original y háganla crecer en ustedes, así como crece una flor para alabar a la Creación.

Ahora, lleven sus manos sobre su pecho y vean cómo una flor de Luz se abre en sus mundos internos, y la reconciliación se establece entre el Universo Espiritual y el Universo Material. 

Ya no hay mal que se oponga a esto, porque si Mi Voluntad, hijos, es que Yo esté en ustedes, también es Mi Voluntad que ustedes estén en Mí, así como lo está Mi Hijo y Yo estoy en Él, en perfecta unidad.

Con este ejercicio del más puro Amor de su Creador, disipo algunas tinieblas de la Tierra y, en esta tarde, traigo la Gracia del despertar de nuevas consciencias.

Hijos, sean las columnas para que Yo pueda erguir Mi Templo sobre ustedes y guardar en él a todos los que sufren.

Los dejo con Mi Hijo, porque en Mi Hijo está la Vida, como parte de Mi Divina Emanación y de Mi Sublime Consciencia en todos los universos de la Creación.

Hoy se cumple, en este lugar, una Ley Cósmica. Hoy, una Gracia inexplicable se manifiesta a un gran número de consciencias. Esto es obra del Amor que siento por Mis hijos, aún más por los que se alejaron de Mí y están perdidos.

Sean el espejo de Dios en el mundo y Mi Luz podrá reflejarse en la humanidad. Crean que es posible y así no se reconocerán.
 

La Voz de Cristo Jesús:

Si Mi Padre no Me hubiera enviado al mundo, nunca hubiera aprendido a amar, porque a través de Mis enemigos encontraba la vivencia del amor y la expresión de Mi Divina Misericordia.

Hoy, los he traído aquí, a la Fuente, y ante Mi Padre Celestial para que lo escuchen, lo vivan y lo sientan, así como Yo lo siento en cada segundo de la vida y en cada respiración.

Que el mundo vuelva sus ojos al universo, para que recupere su filiación con Dios. 

Que el mundo no ofenda más a Dios, porque el Padre se siente muy ofendido por tanta indiferencia, por tanta maldad y por tanta crueldad.

Sean portadores de la Misericordia de Dios y alcanzarán el Reino de los Cielos; así como hoy han vivido, por un momento, el Reino de los Cielos.

Dios se ha pronunciado, después de Su silencio. Dichosos sean los que abrieron sus oídos sin poder ver, porque serán dignos del Reino de los Cielos.

Quisiera que el mundo viviera los Universos Sublimes, pero sé que Mi enemigo se ha encargado de apartar a la humanidad de su verdadera consciencia.

Hoy, después de haber aprendido cómo conectarse con Dios, imiten Mi ejemplo y háganlo por sus hermanos, por todos los que están dormidos.

Vengo a cerrar este encuentro a través de esta unión con el Creador. 

Vengo a oficiar estos Sacramentos como una dádiva más para las almas. Les pido que no pierdan estos tesoros internos. Que nada ni nadie se los quite, porque le pertenecen al Creador, para vivencia de las almas.

Ahora, Mis ángeles transustanciarán los elementos y las sustancias para que les sirvan de cura, de júbilo y de gozo a las almas simples. Amén.
 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

A pedido de Nuestro Señor, podemos ponernos de pie para la consagración de los elementos.
 

Ahora, reciban de Mi Corazón la bendición del Amor y la gratitud eterna por este encuentro. 

Y, como esto es parte del júbilo de Dios y de la obra de Su Gracia, quiero que hoy las naciones del mundo, además de Brasil y el Cono Sur, reciban en sus corazones el rayo de la esperanza, que abre las puertas a la cura de la humanidad.

Me elevo al Cielo, escuchando “Color Esperanza”. Que sus voces canten por el mundo, para que los corazones se curen de su dolencia espiritual.

Que así sea.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.