Apariciones extraordinarias
APARICIÓN EXTRAORDINARIA DE LA VIRGEN MARÍA EN GINEBRA, SUIZA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Cuando el mundo comprenda que somos uno solo, la humanidad se salvará y ya no habrá sufrimiento ni tampoco desesperación en los corazones.

Cuando la humanidad comprenda que somos uno, la alegría volverá a los corazones y la esperanza hará renacer a las almas.

Cuando la humanidad comprenda que somos uno, una Nueva Humanidad nacerá y no será necesario vivir más en el pasado, sino mirar siempre hacia el futuro: a lo más alcanzable, a lo inmediato, a lo que está disponible para todas las almas y que proviene del Reino de Dios.

Cuando la humanidad comprenda que somos uno, no será necesario guardar más misterios del Universo, porque todo será revelado y el conocimiento divino estará para todos. La ciencia humana algún día comprenderá que Dios, Nuestro Padre, es el gran Gestor de la Creación y de la Vida; y que todos provenimos de Él y que algún día deberemos volver a Él para realizar la síntesis de esta experiencia y así recrear a la Creación.

Por eso vengo a Ginebra, buscando unir a todos los cristianos bajo el Espíritu Purísimo de Mi Hijo, en donde todo se realizará, en donde todo se podrá llevar adelante, siguiendo los pasos de la Luz del Señor.

Vengo, de esa forma, a estabilizar todo lo que se moviliza en contra de la evolución de Dios. Por medio de la neutralidad divina, vengo a pacificar a los corazones que lo necesitan y vengo a despertar a las almas que deben abrir sus ojos a la Verdad de Dios.

Por medio de la Paz vengo a conceder estas Gracias al mundo, sabiendo que para Dios nada es imposible y esto es un ejemplo de lo que sucede hoy; nada es imposible para Dios cuando Él lo desea con el ardor de Su Corazón.

La espiritualidad que el mundo no vive conscientemente, que es grandiosa e infinita, es muy simple y humilde. Tan simple y humilde que la siempre Virgen María, Madre de Dios, viene a su encuentro para testimoniar y confirmar la importancia de esta unión ecuménica entre los servidores de Cristo. Porque estableciéndose esta unión ecuménica, se abrirán puertas en todo el mundo que no estaba previsto que se abrieran; puertas por las que se derramarán muchas Gracias y se concederán muchas expiaciones a lugares del mundo que están considerados por desaparecer.

Por eso, hijos Míos, cuando se da el primer paso hacia el Llamado de Dios, muchas más cosas pueden suceder de las que estaban previstas.

Cuando la respuesta es verdadera, llena de amor y de simplicidad, Dios puede seguir obrando en los corazones y puede traer al mundo más Misericordia.

Por eso estoy aquí, hijos Míos, en Ginebra, a la espera de ese gran momento, que anticipa la venida de Cristo de una forma sorprendente y nunca antes vista por esta humanidad.

Mientras tanto, hijos Míos, sigan el camino que Yo les estoy indicado. Sigan construyendo en ustedes ese espíritu ecuménico que necesito para llevar adelante los Planes de Paz de Mi Amado Hijo.

Yo los necesito en ese camino y en esa realización, sabiendo que es importante e inmediato responder a las necesidades de la humanidad, para que más corazones se puedan curar y redimir.

Yo los animo a vivir ese espíritu del ecumenismo cristiano que unirá aún más a las razas y a los pueblos, que derrotará los proyectos de Mi enemigo y que hará triunfar el Sagrado Corazón de Jesús en todas las almas.

Por eso la importancia de este momento, hijos Míos, porque mientras la Madre de Dios está presente aquí con ustedes y con el mundo, con cada corazón devoto y creyente, la omnipresencia de la Madre de Dios puede destruir las grandes corrientes del mal que hacen pervertir a las almas y sacarlas del camino del Amor de Mi Hijo.

Por eso, si Yo estoy aquí, ¿por qué deberían temer?

Yo estoy aquí y soy su Madre y quien esta cerca de la Madre de Dios, no tiene por qué temer al mal, porque el mal no existe, el mal es creado por la indiferencia y la ignorancia de los hombres.

El Amor de Dios sí existe; todo lo neutraliza, todo lo armoniza y trae paz a los corazones.

Aférrense al Amor de Dios y sus vidas triunfarán en la conversión, no solo por la oración diaria, sino también por los Sacramentos que les ofrece Mi Hijo, que deben ser valorados y contemplados como verdaderas joyas del Universo Espiritual.

Entonces, hijos Míos, Yo los invito al espíritu del ecumenismo, porque el mundo lo necesita para poder darse cuenta y percibir en donde se encuentra esta actual humanidad y qué camino tan apartado de Dios está recorriendo.

Los invito a hacer todos los esfuerzos necesarios, porque esto ayudará al Plan de Dios y constituirá en sus corazones un propósito verdadero, que los llevará a caminar por el Sendero de Cristo y los impulsará a la transformación interior.

Siguiendo estos pasos, respondiendo Mis pedidos, todo estará dicho.

Mientras estoy aquí, estoy con el pueblo de Suiza, de Norte a Sur y de Este a Oeste, sembrando la cruz de la victoria de Cristo en el punto más alto de los Alpes. Para que todos los espíritus, todas las consciencias y todos los corazones, por medio de la Cruz Redentora de Nuestro Señor, reconozcan el Advenimiento de Cristo en Su segunda gloriosa Venida al mundo.

Sigan orando por la paz y la paz será concedida al mundo por un tiempo más, y los grandes representantes de esta humanidad tomarán decisiones correctas, que estarán acordes con la Voluntad de Dios y especialmente con la necesidad de los pueblos más humildes y pobres.

Como Señora de todas las naciones, vengo a llamarlos a la solidaridad y al bien, porque así los corazones también se curarán y las almas más solitarias de este mundo reencontrarán la esperanza que necesitan para poder volver a ver a Cristo.

Me voy de aquí con una etapa cumplida por todos los que han respondido a Mi Llamado. Porque no importa la cantidad, sino la verdad, lo que trae aquí a los corazones que escuchan el llamado interior de la Madre de Dios, eso construirá el Plan de Dios en las almas y traerá Luz a todas las esencias del mundo.

Con tan poco Yo puedo hacer mucho, porque en lo poco está lo simple, lo que es humilde y sincero.

¡Gracias Madre Divina, por cuánto nos das!

Y Yo les doy la Luz de Mi Esperanza.

En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Le agradezco por este importante momento porque después lo verán. Amén.