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En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el final de estos tiempos, estaré con Mi Corazón expuesto y Mi Mano de Luz extendida hacia quien la quiera tomar; así como lo hizo Pedro, cuando por falta de fe casi se ahoga en las aguas e, implorando por Mi Nombre, Yo lo ayudé y ayudé también a los demás apóstoles para que no tuvieran miedo, sino tuvieran fe en Mí.
Yo vengo, en este momento, bajo esta tempestad que están cruzando, en la que la barca parece ir a la deriva, en la que el planeta parece naufragar.
Yo vengo una vez más en la gran confusión de la noche, en la perturbación de las mentes, en la falta de sosiego de los corazones, para traer lo que les he prometido: la Luz de Dios y Su Amor Mayor que sostiene y vuelve a erguir a las almas para elevarlas a Dios, hasta Su Reino, hasta Su más Preciosa Morada.
Este es el momento en el que cada alma y cada corazón están ante su propio mar y océano desconocidos y deben caminar sobre las aguas a través de su propia convicción y fe, sin temerle a lo desconocido o a lo que no pueden controlar, para poder ser guiados por la fuerza de la fe y la luz inextinguible del Amor que Yo les irradio a los Míos, para que se animen a cruzar lo desconocido, lo que no es palpable, lo que no está bajo ningún control o poder.
Es así que Yo los invito, en este último día, a que se decidan a caminar sobre las aguas, con la experiencia de su propio caminar y de sus propios pasos, siguiendo las huellas de Luz que Yo dejo marcadas sobre los caminos y sobre los océanos, para que sus consciencias se fundan en la Presencia de Dios Padre, sabiendo que después de este aprendizaje en la Tierra, llegará el Paraíso que fue prometido desde el comienzo de Adán y Eva.
Así se volverán a unir los tiempos, los planos y las dimensiones, no existirá duda ni confusión, porque la claridad de Dios llegará a través de Su Sabiduría Divina, para dar entendimiento a los corazones que hayan perseverado en la fe.
Y cuando llegue esa hora y ese momento, momentos previos a Mi Retorno, todos los que hayan perseverado hasta el final Conmigo, comprenderán la razón y el motivo de haber vivido lo que vivieron, de haber experimentado lo que experimentaron, aun aquellas situaciones o los aprendizajes que les parecían incomprensibles o inaceptables.
Porque detrás de cada momento está el Amor de Dios, Su más silencioso y eterno Amor que sostiene al alma que se entrega a Él en confianza, que da vida a la consciencia y al espíritu a través de Su Divino Espíritu y que no permite que el alma que confía en Dios, a través de Su Hijo, se pierda en los abismos del planeta.
Pero algunos ya están caminando sobre las aguas y, de forma semejante y anónima, han padecido lo mismo que padeció Pedro, el apóstol: han dudado de su propia fe.
Pero Yo he venido aquí una vez más, de una forma inesperada y sorprendente, a enseñarles y sobre todo a entregarles Mi Amor, que es lo único que tengo y es lo único que quiero legarles y entregarles; porque desde el principio de la Creación de Dios, sus almas y esencias, y las esencias y almas de sus hermanos y hermanas en el mundo, llegaron con un tesoro precioso e interno para ser manifestado, que ustedes conocen como talentos.
Hagan brillar ese talento que existe en cada uno, busquen dentro de ustedes la revelación de ese talento de Dios.
No entren más en los conflictos o en las discusiones, en los juicios de valor o en las críticas; porque en verdad, en verdad les digo que están perdiendo el tiempo, el tiempo precioso, que es para Mí, en este ciclo final del planeta; porque como les dije en el propio Evangelio, Yo regresaré al mundo sin avisar y sin anunciarlo, porque el anuncio y el aviso ya fueron hechos desde los primeros tiempos.
¿Cómo estará su propia actitud ante ese gran acontecimiento?
¿En qué punto se encontrará su propio talento interior, que deberá ser ofrecido al Padre Celestial durante la hora marcada del Retorno de Cristo a la Tierra?
Quiero que vuelvan a mirar hacia adentro de ustedes de verdad; no sus miserias, sino sus tesoros que son los propios tesoros de Dios.
Cada uno tiene el don de Su Luz en su corazón, no dejen que ese don y esa Luz se apaguen, sino que esa Luz del interior de Dios resplandezca en ustedes.
Denle valor a lo que es espiritual, superior y evolutivo, tomando como base primera la Ley del Amor y de la Verdad.
Hoy, no responderé a más preguntas, pero llevo en Mi Corazón sus inquietudes e intenciones.
Sin embargo, vengo a responderles algo a todos, algo que ya saben, pero que necesitan imperiosamente recordar; de esto dependerá la continuación de Mi Obra en la Tierra, principalmente a través de sus corazones y vidas; porque los quiero a todos en la dimensión de Mi Amor Crístico, sin excepción.
Quiero darles la gran respuesta y decirles que se amen los unos a los otros, así como Yo los amo en este momento. Y para que ese amor que da vida y nutre el espíritu se haga presente, cure las heridas y reconcilie a los seres, es necesario vivir el perdón.
Quisiera que, a partir de hoy y por los tiempos que vendrán, cuando se den el saludo de la paz, que sea verdadero; así como Yo siempre les daré Mi Paz, no Me cierren la puerta a esto.
Por eso, Mi Corazón hoy está expuesto a ustedes y al mundo, y Mi Mano de Luz se extiende a cada uno de ustedes para poder tocarlos; para que, en este momento, reciban Mi Unción Espiritual.
Recíbanla.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Y así, lleven en ustedes el signo de Mi salvación: la poderosa Cruz del Redentor, a la cual los infiernos le temen y no hay mal que pueda soportarlo o resistirlo; porque el signo de Mi Cruz es la señal del Amor Vivo de Dios por las almas, por todos los pecadores.
Sus pecados hoy sean perdonados para que vuelvan a renacer en Cristo, por Cristo, su Señor, en honor a Su gloria y a Su Reino, por amor a Nuestro Padre-Madre Creador.
Por eso, salgan de esta Sagrada Semana con el corazón lleno del Amor de Dios, pero también con sus corazones vacíos, libres de cualquier incomprensión o de cualquier juicio, aferrándose al Amor de Mi Corazón Misericordioso y confiando en la promesa de Mi esperado Retorno, que no está lejos.
Pero cuando Yo vuelva, golpearé a sus puertas, los llamaré en sus casas, volveré a tocar sus corazones para recordarles que, el Señor, su Dios, que no es de Justicia, sino de Misericordia y de Amor, ha retornado.
Abre las puertas de tu corazón para que el Señor, tu Dios, vuelva a entrar en la esencia de tu ser y seas parte de la filiación eterna, recibiendo en júbilo y alegría el Retorno de Cristo; porque el mal ya no existirá, porque triunfará la Luz de Dios eterna e invencible, la Luz que proviene del Corazón del Padre, de Su centro regente de Amor, bálsamo inagotable para las almas, renovación y júbilo para los corazones, ennoblecimiento de los espíritus que creen y viven la Palabra de Cristo.
Cuando se amen los unos a los otros de verdad, en verdad les digo que finalmente serán libres de ustedes mismos y ya no sentirán el peso del cautiverio, de la dualidad o aun de la duda, porque quién cree en el Señor, su Dios, Rey del Universo, no perecerá, aunque parezca que las aguas lo ahoguen, que la tormenta lo golpee, que los vientos impetuosos lo derriben o que cualquier situación quiera disolver el Amor de Cristo.
Vean el ejemplo de San Pablo que, en su gran conversión y redención, de un miserable hombre fue convertido en un nuevo Cristo, nadie pudo retirarle el Amor de Cristo de su corazón.
¿Será que ustedes serán capaces de impedir que Mi Amor, el Amor de Cristo, su Señor y Redentor, se disuelva de sus corazones?
En estos doce años de Sagradas Semanas, les he entregado todo y un poco más, pero llegará el tiempo en el que ustedes mismos deberán dar cuenta a Dios y al universo, así como toda la humanidad; porque llegará el tiempo de que se decidan a ser Mis testigos, que el amor está primero en todo, primero en ustedes mismos y después en los demás; porque deben vivir en la nobleza de Mi Amor y en la Gracia soberana de Mi Espíritu que vengo a compartir con los Míos y con toda la humanidad.
Ya fue todo dicho, está todo consumado, ahora solo dependerá de ustedes y de cumplir Mi Voluntad.
Les agradezco a los que no le temen al Amor de Mi Corazón, a los que dicen sí, aun en las batallas, a los que están a los pies de la cruz como guerreros de la oración y de la Misericordia.
Que se eleven al Cielo todos los corazones.
Que las almas reciban la grandeza del Amor de Dios.
Que los hijos e hijas del Padre sean ungidos por Su Espíritu, para que la fuerza y el poder de la Gracia les conceda la superación y la concreción de la Voluntad de Cristo de ser Cristos del Nuevo Tiempo.
Que la paz colme los espacios y renueve todas las formas, especialmente los corazones más endurecidos.
Mi Amor siempre estará aquí, si ustedes Me lo permiten. Eso es lo que espero.
Les agradezco a todos los que han llegado aquí desde muy lejos para escuchar la Palabra del Señor, así como la escucharon en el Monte de las Bienaventuranzas, en la multiplicación de los panes y de los peces, así como escucharon en la Cruz a Cristo decir: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen".
Que se cumpla el tiempo esperado de los que renacerán bajo la Gracia de la resurrección, por intercesión de Mi Santísima Madre, la Virgen María, y del Casto y Puro Corazón de San José, hoy presentes como testigos de este momento, del legado de Amor que fue entregado en confianza para cada uno de ustedes.
Adonai,
Te doy gracias por permitirme
estar aquí una vez más,
con Tus hijos de la humanidad;
porque Tú Me has creado para esto,
para que Tu Amor infinito e invencible
viniera en auxilio de Tus hijos
y de Tus hijas de la Tierra,
para que todos, como pueblo de Dios,
reciban la Gracia de la comunión Contigo.
Amén.
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:
El Maestro quiere deleitar Sus Oídos a través de una canción que todos cantan desde lo más profundo. Él quiere escuchar: “Tú eres el Rey”.
Y vamos, a través de esta canción, a acompañar la consagración de los postulantes a auxiliadores en gratitud a Cristo.
Hoy, vuelve a mirar Mi Corazón traspasado y herido por los sufrimientos de todas las almas del mundo.
Este es el Corazón paciente y bondadoso de Dios a través de Su Hijo, que en perpetua entrega se ofrece incansablemente por la reparación de los graves pecados del mundo.
Mi Corazón es un bálsamo de esperanza y de sostén para las almas, es el espacio sagrado en donde los hijos de Mi Padre se pueden ver y sentir reflejados, porque Mi Corazón es el receptáculo que amorosamente acoge los ofrecimientos honestos de los que Me dicen sí.
Este es el Corazón que se ofreció por todo el género humano a través de la Eucaristía, que fue instituida y celebrada con Mis apóstoles durante la Última Cena.
Este es el Corazón que por su redención soportó las más terribles ofensas y sufrió los más dolorosos e indescriptibles martirios, para que la humanidad de hoy pudiera estar aquí y el planeta no desapareciera.
¿Pero, quién es capaz de meditar sobre esto a través de la sagrada enseñanza de la Vía Dolorosa de su Maestro y Señor? Porque en cada estación dolorosa encontrarán la enseñanza e instrucción que necesitan en cada etapa de la vida.
Fueron muchas las enseñanzas que Yo les dejé a Mis compañeros. Así como, en este tiempo, Yo les dejo estas enseñanzas principalmente a los que se decidieron a seguirme en fidelidad y consagración, más allá de las circunstancias de la vida.
Porque lo más importante para el Padre es que Sus amados hijos de la Tierra aprendan a crecer en el amor y a retirar de sí mismos toda arrogancia y soberbia, para que la luz de sus corazones no quede opacada por la discordia y los conflictos que tanto vive el mundo y que ya no los soporta.
Imiten a Mi Corazón paciente. Reciban de Mi Espíritu la llama incandescente que los retirará de la noche oscura del alma para que, pudiendo ver Mi Luz en lo más profundo del abismo de la consciencia, ustedes sepan y aprendan a reconocer Mi Santa Faz en el momento del Retorno de Cristo.
Que, en esta hora de apremios e incertidumbres para la mayoría, Mi Corazón sea el esperado refugio del espíritu y del alma que acoge Mis Palabras en el nombre de Adonai.
Que sus pies sigan recorriendo la senda hacia el despojamiento total de ustedes mismos y hacia el desprendimiento del pasado. Así, su mirada podrá estar fija en el horizonte para reconocer las señales del Cielo que anuncian el esperado tiempo del Retorno de Cristo.
Que sus oídos internos, los oídos del corazón, estén siempre abiertos a Mí y al semejante, porque podría estar dándoles una simple instrucción.
Reciban Mi Palabra, que es la Palabra del Padre Celestial, porque el Verbo se hizo carne y una vez habitó entre ustedes para que, por Gracia, conocieran la existencia del Reino de los Cielos.
Les agradezco por guardar y por vivir cada una de Mis Palabras.
Le agradezco a España por su cálida acogida y rezo por los que padecieron la catástrofe total en este país, bendecido por una de las más resignadas y emblemáticas santas de todos los tiempos, Santa Teresa de Jesús.
Bendice a España,
Vuestro Maestro,
Cristo Jesús
Y ahora que he venido a tu encuentro, recuesta tu cabeza sobre Mi Pecho y siente toda la paz que Yo te puedo brindar en este tiempo, una paz que nadie más te puede dar, ni entregar.
Siente ahora Mi Corazón vivo, que pulsa interiormente cerca de tus oídos. Este es el Corazón que ha padecido por el mundo y por la humanidad.
Es el Corazón que ha derramado Su Sangre por las almas para el perdón de las faltas y que aún lo sigue haciendo por todos sus compañeros y por sus enemigos.
Pero hoy no pienses, amado Mío, qué es lo que estás sufriendo o lo que podrías sufrir. Piensa en Mí, únete a Mi Consciencia y siente Mi abrazo paternal, porque Yo cuido de todas Mis ovejas, una a una, y nunca Me olvido de nadie.
Entrégate a Mí, y ríndete, como tantas veces te lo pido.
No temas por lo que vendrá sino por lo que no está sucediendo en tu vida.
Ahora, refugia tu alma debajo de los Rayos de Mi Corazón y siente el soplo del Espíritu actuando en cada momento, en cada respiración, así como en cada palabra.
Yo puedo restaurar todas las cosas. Yo puedo suplir todas las cosas, porque no soy Yo quien lo hace, es Mi Padre que está en los Cielos, es Él quien obra, quien realiza y quien manifiesta la Voluntad Superior.
Deja para atrás lo que no comprendes, lo que no aceptas o lo que no entiendes.
Confía en este Amor que Yo te estoy donando, porque es un Amor que debe realizarse en ti para que el Plan de Dios se realice en la Tierra.
Recuéstate como Juan, el apóstol, sobre Mi Pecho y siente los dolores y las agonías de tu Señor, en el silencio y en la calma.
Dios no ofrece sufrimiento a las almas, son las almas que buscan el sufrimiento, porque en el Reino de los Cielos, desde donde hoy provengo, no existe el dolor ni la culpa. Alégrate por estar recostando tu cabeza sobre el Pecho de tu Maestro.
Sé que no lo comprenderás todo de una sola vez, pero eso no importa para tu Señor. Lo que importa es que lo vivas plenamente, unido a Mí, en espíritu y en esencia.
No confirmes tus pecados, no afirmes tus errores, eleva tu corazón y colócalo dentro del Mío, para que Yo lo pueda transformar y pulir como las manos del alfarero. Y así estarás en perfecta libertad y en profunda calma y de la noche a la mañana no sabrás qué es lo que te ha sucedido, porque todo se habrá transformado tal cual Yo lo he pensado, según los designios de Dios.
Recibe el Amor de Mi Corazón como un bálsamo y ríndete. Mi Corazón no te hará mal, Mi Corazón no te hará daño. Mi Amor es bien y es pacificación para las almas.
Sírvete de todo lo que Yo te puedo donar y confía, porque todo está marcado, todo tiene su hora y su tiempo.
Así como tú estás hoy sobre Mi Pecho sintiendo el fuego de Mi Corazón y la suavidad de Mi Alma, la acción de Mi Divinidad y de Mi Espíritu, quisiera que muchos más imitaran este ejemplo de unión con el Señor.
Calma tu corazón de toda angustia y acepta lo que te entrego, porque todo tiene un fin mayor y un propósito que aún estarás por descubrir, algún día.
Deja para atrás lo que has padecido, lo que no has entendido, sumérgete en el océano de Mi Luz y todo se disipará, porque quien confía en su Maestro, confía en Dios, Todopoderoso. Y su vida, día a día, paso a paso, con esfuerzo y sacrificio, se volverá libre.
Yo quiero de tu alma un nuevo ser que sea parte de una Nueva Humanidad, consciente y despierta, responsable y digna con la Creación.
Hay tantos tesoros en el Cielo, querida alma, que tengo para revelar; Mis Manos están llenas de designios y aún no los puedo derramar sobre el mundo porque no encuentro lugar ni refugio en la humanidad entera.
Pero si tú, valiente Mío, hoy das el paso por muchos más, algún día muchos más reconocerán Mi Nombre y Mi Gloria, y la harán digna en sus vidas para que así triunfe el Amor de Dios.
Ahora, abrázame y siente el calor de Mi Espíritu, siente la protección de Mis Brazos y la respiración de Mi Cuerpo como un soplo renovador que a todo santifica y que a todo renueva.
No hay nada que se pueda perder. Todo es transformado según Mi Voluntad.
Conviértete en una de las santas mujeres de Jerusalén, o tan semejante al apóstol Juan, en total entrega y abnegación.
Todo lo que vives, alma Mía, tiene un motivo y un significado para Dios, no hay nada que esté fuera de lugar, todo tiene un sentido y un tiempo para realizarse. Sea en el bien, o lejos de él.
Pero Yo quiero que hoy sientas el latir de Mi Corazón manso, de un Amor inexplicable y redentor, que ansía por las almas buenas y dignas, que cumplan la Voluntad de Dios en este tiempo de difíciles pruebas.
Abrázame fuerte y siente Mi consuelo que es intransferible e inmediato. Deja que Yo te nutra con Mi Paz y con la llama de Mi Fe, que es la que me trae al mundo para buscar a los que he llamado por su nombre para que Me acompañaran en esta era y en este ciclo, en donde el mundo vivirá su mayor desafío de todos los tiempos y de todas las eras. No podré decirles lo contrario.
Almas Mías, es hora de vivir Mi Plan y de no esperar más tiempo.
A veces su Señor y Maestro necesita sentir el calor del amor de Sus hijos para poder seguir adelante. Por más que Yo esté en el Cielo no significa que no sienta como un ser humano, porque como ser humano estuve entre ustedes, para que me pudieran vivir y comprender.
Así estarán abrazando a su Padre Celestial, que también necesita de consuelo, al ver las ofensas y los agravios del mundo.
¡Cuánto el Amor puede hacer en los corazones que se deciden a vivirlo plenamente, el Amor que viene de lo alto y que puede brotar de los corazones haciendo nacer Nuevos Cristos!
Quiero que hoy Me ofrezcan su abrazo porque lo necesito, así como ustedes necesitan de Mí para seguir caminando por este sendero, el más difícil de todos los tiempos, el que ninguna otra humanidad vivió, en ninguna otra época.
Ustedes vinieron aquí, almas Mías, por un propósito y un designio mayor que conocerán algún día.
Pero hoy no necesito que comprendan Mis misterios, sino que sientan la agonía de su Señor y el pedido de consuelo a los corazones valientes.
Ahora, siente cómo Yo te cubro con Mi Manto, aquel manto que fue rasgado por las manos de Mis enemigos durante la Pasión y que cubrió Mi Cuerpo llagado de heridas y de ofensas.
Estas son las Llagas que Yo vivo por el mundo y quiero compartirlas con Mis servidores, con los que se han dispuesto a seguirme incondicionalmente.
Yo quiero ofrecerles Mis sacrificios y Mis dolores, porque quien padece con su Señor, padece con Dios, y el Amor que nunca acaba, todo lo transforma, hasta lo más impenetrable. Que Mis Llagas sean motivo de su santificación, de su persistencia y de su renuncia.
Porque Yo tengo un plan precioso para cada uno de Mis servidores que debe cumplirse en esta hora aguda del planeta, en donde todo se precipita, hora tras hora.
Por eso consagro hijas e hijos, para tener ejércitos sobre la Tierra que estén firmes en Mí, a pesar de lo que suceda.
No tengo nada más para dar, solo el Amor de Mi Corazón, que es el que Me ha traído hasta aquí, a través de los tiempos y de las generaciones.
Amor que testimonia la presencia del Cuerpo y de la Sangre de Cristo para la reparación de las faltas y de todos los cometidos que no están en la Ley de Dios. Les vuelvo a decir, almas Mías, que necesito aún más de sus corazones abiertos para que Yo pueda ingresar con Mi Consciencia en los recintos más profundos de sus almas, en donde el Reino de Dios debe realizarse, para que el mundo y la humanidad aún existan.
Por eso en este miércoles santo de recogimiento y oración, no solo les pido sus oraciones, sino también su abrazo, para que el espíritu consolador pueda estar presente y las almas se animen a decir ‘sí’, cada día más.
Hoy les traigo el momento más sagrado de Mi vida, que fue la antesala de la última Cena. Les vengo a hablar con el mismo amor con el cual Me dirigí a Mi santa Madre y a las mujeres de Jerusalén, así como a Mis apóstoles. Es este Amor irrestricto e infinito el que nunca acaba, porque parte y nace de la Fuente de Dios para Sus criaturas.
Ustedes necesitan, finalmente, ser como Yo y superarme, porque Yo vengo aquí para que hagan cosas más grandes que las que Yo hice algún día. Eso demostrará ante el Universo que es posible una Nueva Humanidad, que estará arrepentida y pedirá perdón por todo lo realizado, que no tendrá vergüenza de confesar sus faltas y estará abierta a recibir la Misericordia de Dios, que es inextinguible y eterna.
Quiero que vivan en el gozo de Mi Amor Celestial y tú, pequeña alma, que estás aprendiendo a amarme, no lo dejes de hacer. Anímate a cruzar los umbrales de la resistencia humana, porque Yo te ayudaré a ser verdaderamente libre de ti para siempre.
No dejes de sentir el Amor que hoy emana Mi Corazón y vivifícalo como si fuera la última vez, porque lo que Yo vengo a dar hoy no podré darlo nuevamente; ya se está cumpliendo el tiempo y la hora definitiva se aproxima.
No quiero coronarte con flores, sino con espinas, para que Me puedas superar en el Amor, sabiendo que el ser humano es un ser impredecible en todo este Universo, así como Yo lo fui, testimoniando Mi Pasión, Muerte y Resurrección.
Yo ofrezco la gloria y el honor para los que se han decidido estar a Mi lado, pero también ofrezco Mi dolor y Mi agonía para los que se han confirmado ante Mí en esta tarde de Gracia eterna.
Y ahora, devuelvo tu alma al centro de tu ser, en donde existe el Templo sagrado del Amor, que siempre debe estar encendido por la luz del Espíritu Santo.
Y Mi Corazón se recoge para ofrecerse nuevamente a otras almas en el mundo, que también Me necesitan.
Benditos sean los que recibieron Mis Palabras con gratitud, porque lo comprenderán todo en el próximo tiempo. Y cuando Yo ya no este aquí entre ustedes, en poco tiempo, conocerán profundamente todo lo que he querido hacer en este lugar y en esta casa, y principalmente, en ustedes.
Porque deberé aparecer en otros lugares del mundo que también Me necesitan, que también tienen sed de Mi Palabra y de Mi Verbo y sobre todo, del Amor de Dios.
Con esa solemnidad que intento construir en sus corazones a través de este encuentro, quiero que hoy se dignifiquen ante Nuestro Padre Celestial, asumiendo este compromiso Conmigo hasta el fin de los días, sabiendo que todo lo que vivirán será una gran escuela para el alma y el espíritu.
Solo necesito que den su amor al mundo, no importando quién sea, no importando su creencia o religión, su pobreza o su riqueza, su enfermedad o su salud.
Quiero que amen como Yo los amo, porque la prueba que llega al mundo será muy dura. Y no todos soportarán ese momento. Por eso, los fortalezco en este tiempo y por medio de Mi servicio incondicional a las almas les doy Mi Cuerpo y Mi Sangre para que puedan sobrevivir, así como su Maestro sobrevivió en cada paso de la Cruz, y de Su Agonía.
No es hora de estar divididos, distanciados ni indiferentes. Coloquen sus corazones dentro del Mío y todo pasará. Porque lo que Yo deseo del mundo es muy grande y eso podrá suceder cuando retorne por segunda vez. Ofrezcamos entonces, almas Mías, este momento a nuestro Dios Todopoderoso, El que ha permitido nuevamente, en este día, esta Gracia espiritual para un mundo infiel. Pero el Amor siempre superará todas estas cosas. Todo será cumplido como Dios lo ha pensado.
Incienso.
Nos podemos poner de pie para la bendición de estos elementos.
Yo los llamé aquí porque nunca Me olvidé de ustedes y porque todo tiene un tiempo para Dios y para el Universo (*)
Al igual que estos elementos sagrados que están a los pies de su Maestro y Señor, hoy también ofreceré sus consciencias a Dios para que Él pueda cumplir Sus designios en ustedes.
El Señor Todopoderoso, nuestro Padre Eterno que está en los Cielos, bendiga con Su más infinita Luz y Sabiduría.
En el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.
Gracias por abrazarme de verdad.
Hoy he escogido una canción que testimonia la Obra de la Madre Celestial, de cómo cada alma de esta Tierra, al igual que María Santísima, puede responder al llamado de Dios cuando Él lo realiza.
Hoy escogí voces tan complementarias, una de la otra, para que puedan ofrecer a Mi Corazón esta respuesta de las almas, este ofrecimiento que los corazones han realizado a Mi Espíritu.
(*) Cristo llama dos personas al palco.
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más