Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 58ª Maratón de la Divina Misericordia, en el Centro Mariano de Aurora, Paysandú, Uruguay, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús

Mi Presencia en el mundo es inextinguible. Llegará un momento, cuando todo haya terminado, en donde Yo retornaré. Y no será una promesa más sino una verdad, porque estaré a su lado compartiendo Mi Gloria y la alegría de ustedes por haber encontrado el Reino de Dios, a pesar de las tribulaciones. Por eso sigan adelante y no bajen los brazos.

La Verdad que Yo traigo es muy dura, pero también es reveladora.

Con la misma pureza que ustedes me dan Yo puedo reconstruir el mundo. No hay nada que sea desaprovechado. Este tiempo tiene un valor incalculable ante los ojos de los hombres.

Pero en Mi Corazón aún se guardan muchos más misterios que espero poder revelarles algún día, para que sean parte del Universo, como son parte de la Tierra. Y para que así, las Leyes se unan y se cumpla la Sagrada Voluntad.

No dejaré para atrás a ninguno de los que he llamado por su nombre, aunque hayan pecado o Me hayan ofendido, porque el misterio de Mi Misericordia aún no es comprendido, solo es reconocido por el corazón que se abre para poder encontrarlo.

Como la proclamación de su fe hoy ha sido tan explícita ante Mi Presencia y sobre todo ante Dios, prometo regresar aquí en el mes de agosto, para que celebremos juntos la victoria de Mi Reino Celestial en todos los corazones de la Tierra que creen en la Palabra del Señor.

Benditos sean los que escuchan sin temor alguno y que solo buscan la verdad, para que estén dentro de Mi Sabiduría y para que, dentro de este momento cruel que vive la humanidad, puedan caminar libres, llevando el Amor de Mi Corazón hacia donde vayan y para los que más lo necesitan.

Hijos Míos, ustedes saben que sin amor nada es posible, ni en el plano espiritual ni en el plano material. El amor fue lo primero que brotó de la Divina Existencia para poder generar la Creación y después la vida. Es hacia esa Fuente que siempre  deberán redireccionar sus vidas, para que estén protegidas de todo en este tiempo final, en donde se definirá la próxima humanidad.

Tal vez esperarían escuchar palabras celestiales en Mis últimos mensajes, pero en verdad las escuchan porque el amor también es decir “no”. Eso los corrige. Eso los endereza y los lleva hacia la paz, encontrando siempre refugio en Mi Espíritu, que es insondable e infinito.

El mundo recapacitará a través de grandes sufrimientos, pero eso es lo que Yo no quiero, porque el sufrimiento en el mundo ya es muy grande y doloroso.

Por eso, el amor que coloquen en todo lo que hacen permitirá renovar los tiempos y las consciencias. Pero si ustedes no colocan amor en lo que Yo les pido, ¿cómo triunfará el Reino del Padre en la Tierra? Si es el amor que perdonará, es el amor que reconciliará, es el amor que concederá la cura a las almas. Sin el amor nadie podrá sobrevivir, por más que lo diga con su propia boca y lo pronuncie con sus propios labios.

Yo vine al mundo, hace mucho tiempo, para enseñarles el amor que la humanidad había olvidado por arrogancia, poder y ceguera espiritual.

Con ese mismo Amor que Me llevó hasta la Cruz, hoy Yo vengo a ustedes para bendecirlos y colmarlos con la Luz de Dios, que proviene de la Fuente Primordial. Es esta Luz que los hará invencibles. Es esta Luz que los hará humildes. Es esta Luz que los convertirá en pacificadores para estos tiempos críticos, en donde el juicio no tendrá poder, sino la Misericordia.

Necesito, compañeros, que Mis servidores ingresen en la próxima Escuela de la Lealtad, que es algo que la humanidad desconoce genéticamente.

Por medio de los méritos alcanzados por su Maestro y Señor durante Su Vida pública durante su Pasión, Muerte y Resurrección, Yo les traigo en este día el código de la Lealtad, que los hará verdaderos entre ustedes, como hermanos. Esto los hermanará cada vez más, cuando los tiempos se vuelvan más difíciles y solo exista la unidad entre las criaturas para poder vencer al enemigo, que subirá a la Tierra desde su más profundo abismo, para intentar llevarse a muchos más.

Esta Tierra, este planeta, deberá convertirse en la nueva Tierra prometida. Y esto comenzará en Sudamérica, hasta que finalmente sea en todo el planeta. Pero primero, compañeros, deberá nacer de ustedes esta Tierra Prometida. Ustedes deberán tornar sus vidas sagradas, para que la nueva Tierra, junto a la nueva Aurora, puedan despuntar y llevar hacia el Universo este legado de la redención de sus vidas como el trofeo más preciado de la victoria de Cristo, su Señor.

Por eso llegó la hora, compañeros, de que en el silencio de su corazón se pregunten si están cumpliendo con Mis designios o los están apartando de sus caminos. Cada uno sabe lo que vino a darme, por más de que no tenga consciencia.

El Amor que Yo les traigo, de tiempo en tiempo, es lo que les revelará la virtud de su propósito para esta vida. Por lo tanto, antes de dar un paso en falso, recapaciten. Y a los que están perturbados por no poder trascenderse, que crean más en Mí, para que Yo pueda estar en ustedes y hacer de este momento un triunfo celestial.

Por medio de Mis palabras, Yo les traigo las redes de la salvación, las cuales extiendo del Cielo a la Tierra para que las almas se eleven a Dios y reencuentren el camino hacia el origen, en donde se ha firmado el compromiso real de sus consciencias. Que Me escuchen en el mundo y hagan vivas Mis palabras en sí mismos, desde donde nacerá la nueva Tierra, la que impulsará a un gran cambio, a una gran mudanza planetaria en la humanidad. Y que este impulso sea la preparación para la próxima venida de su Maestro y Señor.

Aún hay mucho por trabajar. Los designios todavía no se han cumplido. Y necesito que comprendan que cada etapa cumplida es un triunfo para el Reino de los Cielos en esta humanidad. Cada aporte y cada esmero que colocan para que Mi Voluntad se cumpla es un triunfo del Reino Celestial, en una humanidad perversa que por alejarse de Dios, ha perdido la paz.

Pero a pesar de que este escenario se encuentre de esa forma, aquí en este planeta despiertan nuevos Cristos, que conocerán qué es estar vacíos de sí y entregados a la nada, para que el Espíritu arrebatador del Amor de Dios los transforme por entero.

No pierdan la oportunidad de amar. No pierdan la oportunidad de servir. No pierdan la oportunidad de convertir sus vidas según Mi mensaje, porque esta es la nueva parábola que Yo les traigo. Ustedes deben superarme en el amor, porque sé que lo pueden hacer, aunque no lo crean.

Vayamos juntos al destino de una nueva humanidad, libre del error, libre del sufrimiento, libre del dolor y de la indiferencia. Concretemos juntos este Plan, que se muestra a esta parte del mundo desde el Universo por medio de la Presencia del Hijo de Dios, de la emanación del Amor de Dios para todas las criaturas de este Universo y de otros.

No pierdan el amor por Mi Obra, porque si no, no podré seguir adelante y eso sería grave, porque muchos se darán cuenta muy tarde de lo que hicieron.

Mientras aún hay tiempo, compañeros, trabajen diariamente por el amor y la lealtad; para que el mundo sea convertido, para que las naciones sea aliviadas, para que más y más sufrimiento desaparezca y triunfe el Amor del Hijo de Dios en los corazones del mundo.

Con el amor de la Luz de Aurora, que hoy nos irradia y nos colma, reconfirmemos, hijos de Mi Padre, este compromiso de hacer vivo el Plan en sus vidas, para siempre:


Que los que están confundidos reciban sabiduría.

Que los que han cerrado su corazón reciban el perdón.

Que los que se han apartado de Mí reciban discernimiento.

Que los que odian por alguna causa reciban Mi Amor, para volverse libres de sí mismos.

Que todo lo que ha sido obstruido sea reparado.

Que el mal que es hecho en el mundo sea disuelto.

Que los infiernos se cierren.

Que la perdición de las almas termine y que la Luz del Cristo vivo, del Dios del Amor, triunfe en las esencias. Amén.



Y así, que se cumpla el advenimiento de lo nuevo y que todo sea renovado, porque en Mi Corazón siempre tendrán refugio para comprenderlo todo.

En el Amor se encuentra la Verdad y la Verdad los llevará a la Paz. Y la Paz les dará la Lealtad para que sus vidas representen a Cristo en la Tierra, a pesar de todos los ultrajes y de todos los errores cometidos hasta el presente.

Hoy bendeciré de forma especial a los que se lavarán los pies, para que reciban el Don de la Sabiduría y para que esa Sabiduría abra sus caminos hacia el sendero de la Redención.

Que todo sea renovado y que nadie quede para atrás, porque Mi deseo es verlos a todos cuando Yo retorne al mundo, para reconsagrar el planeta al Eterno Corazón de Dios.

Que en este momento, los ángeles transustancien los elementos, como el Hijo de Dios transustanció el pan y el vino para que las almas comieran de Su Cuerpo y de Su Sangre, y se unieran así al Dios del Amor.

Que todas las faltas sean disueltas. Que el pasado sea borrado y que el eterno presente sea el propósito que guíe a los corazones.

Tú, Señor, que creaste primero el agua para este planeta, de donde proviene la vida y la humanidad, deposita en ella los Dones de Tu Fuente, para que todo sea curado según Tu Voluntad.

Que el Uruguay sea bendecido con un mayor discernimiento y que las almas tomen consciencia de la verdad; para que, en un profundo arrepentimiento y en una soberana penitencia, todo sea reconstruido para que vuelva a vivirse el Principio de Dios.

Lava los pies, Señor, de los que están heridos. Disuelve sus faltas y tormentos, y entra en sus corazones, para que todos vivan Tu Eternidad.

Y hoy, con especial gozo, recuerdo junto a los Míos este divino legado, tan simple, pero verdadero, que Yo dejé para todos cuando tomé el pan, di gracias a Dios y Él, con el soplo de Su Espíritu, lo bendijo. Y le dije a Mis apóstoles y a todos los que estaban presentes, en el silencio de los planos internos: Tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado para el perdón de los pecados.

Y así, la Divina Gracia descendió.

De la misma forma tomé el Cáliz. El Padre lo bendijo con los méritos de Su Gloria. Lo pasé a los apóstoles y les dije: Tomen compañeros y beban todos de él, porque esta es Mi Sangre, Sangre que será derramada, Sangre de la Nueva Alianza que unirá a los corazones Conmigo, hasta el fin de los tiempos. Hagan esto en Mi memoria y por la redención de la humanidad. Amén.

Padre Nuestro...

Y así se constituyó el legado del Cuerpo y la Sangre de Cristo.

Antes de retirarme del Huerto Getsemaní, para vivir los primeros pasos de Mi agonía y después de la última Cena, Yo les dije a los apóstoles, así como a todos los ángeles que estaban presentes: Yo les doy Mi Paz y vivan en Mi Paz por amor a Mí. Dense el saludo de la paz.

Que esta paz renueve todas las cosas. Que esta paz traiga la esperanza y la alegría de poder vivir siempre en Dios, a pesar de lo que suceda.

Que esta paz se extienda a toda la Tierra y se grabe en los corazones que más necesitan de paz.

Yo los bendigo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.

Les agradezco por proclamar hoy la oración de la Divina Misericordia con el corazón. Y que esto se repita mañana con la misma alegría que hoy.

¡Les agradezco!