APARICIÓN DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO EN EL PRIMER DÍA DE LA SAGRADA SEMANA, EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

En este día de la entrada triunfante de Jesús en Jerusalén, en solemnidad y reverencia, vamos a prepararnos para recibir a nuestro Rey a través del cántico “Pater Noster”.

 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ha llegado el día del Juicio Universal y, cada día que pasa, ese momento se aproxima a la humanidad. Pero no piensen que ese momento, ese gran acontecimiento universal, podría ser un castigo para el planeta o para todos sus habitantes.

Este es el tiempo de la corrección para que la energía de la impunidad y de la injusticia mundial sea erradicada de la consciencia humana y, de esa forma, sea liberada de todos los habitantes de la superficie del planeta.

Por eso, ese día se aproxima y, todos ustedes, con sus propios ojos, ven suceder esos acontecimientos, eventos muy dolorosos para el Padre Eterno, situaciones muy inexplicables para millones de almas en el mundo.

Pero en este día, en el que Me reciben y Me glorifican, una vez más vengo a concederles la amnistía espiritual, no solo para los presentes, sino también para todos los que Me escuchan en este momento y que creen en la Palabra del Señor.

Por eso, estamos, no solo como planeta, sino también como universo, en un gran momento de inflexión, en el que las corrientes poderosas del universo, a través de la manifestación de los Ángeles y Jerarquías, se movilizan silenciosamente para auxiliar en este momento a la humanidad.

Y aunque, en este momento, la guerra, la persecución o la muerte, sean noticia en todo el mundo: 

 ¡Levántense, compañeros, porque el día de su redención está próximo!

¡Levántense, compañeros, porque los Cielos se abrirán cuando Yo Retorne al mundo!

¡Levántense, compañeros, y sostengan con fe el estandarte de Mi Paz!

Han venido, en este tiempo y en este momento planetario, a vivir por Mí estos acontecimientos. Por eso, como Mis sagradas ovejas y como Mis amados apóstoles, serán colocados por Mí mismo en donde Yo los necesite; eso permitirá que su Maestro y Señor ingrese en aquellos lugares del mundo en donde más se necesita, no solo de Paz, sino también de Misericordia.

En esta Sagrada Semana, culminante para Mí, pero también definitiva, los invito a ingresar en el mismo Espíritu Crístico del Amor, para que la compasión en sus vidas les muestre y les revele la verdadera necesidad de estos tiempos, que ustedes saben, amados Míos, que no se restringe a sus purificaciones o pruebas, sino a la imperiosa necesidad de servirme, de anunciarme y de testimoniarme en el lugar del mundo que Yo necesite.

Por eso, lo más importante en esta Sagrada Semana es que, además de que sus corazones ya tienen que estar prontos, sus corazones ya deben estar abiertos para escucharme, porque Cielo y Tierra pasarán, pero Mis Palabras permanecerán vivas y latentes en los corazones que confían en Mí.

Ahora, que están a las puertas del Templo de la Iglesia Celestial del Padre, preparemos este momento, bendiciendo este altar que han ofrecido a Mi Corazón, a través de una amorosa pero simple oferta de dos almas que Yo he escogido, para que, en nombre de la humanidad y en nombre de Mi amada África, glorifiquen al Señor a las puertas de la Nueva Jerusalén, en donde todos están siendo contemplados y recibidos por el Padre Celestial, Adonai, a través de la Presencia de su Maestro y Señor.

Los invito a colocarse de pie.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Y vamos a traer en este momento el incienso que será ofrecido a Nuestro Señor, en el comienzo de esta Sagrada Semana, por las hermanas de Etiopía, Marta y Tseguereda. Pueden venir aquí, delante de Nuestro Señor.

Mantengamos la concentración, a pedido de Cristo, para que nuestra consciencia no se desconecte de Él, sino que, a través de Él, sostengamos este momento de intervención planetaria en este primer día de la Sagrada Semana, que Nuestro Señor hoy bendice y abre para todos.

 

Hoy, Mi Corazón reúne aquí la universalidad de todos los pueblos y razas que, a través de los tiempos y de las generaciones, participaron de la sagrada oportunidad del Proyecto de Dios a través de las culturas, de las razas y de los pueblos, así como fue con el pueblo de Israel.

Este incienso, que hoy están ofreciendo a su Maestro y Señor, representa el mayor ofrecimiento para este ciclo preparatorio del Retorno de Cristo, en el que las almas del mundo se unen a Mí, para preparar este sagrado momento de la llegada del Mesías, el Salvador y Señor del mundo.

Por eso, este incienso traído de las tierras de Etiopía, no solo glorifica al Señor como fue en la Gruta de Belén, sino que prepara el gran momento planetario durante el Viernes Santo, en el que su Maestro y Señor volverá a morir por ustedes para que tengan vida en abundancia y vivan a través de Mí.

Yo santifico estos elementos, así como santifico este altar y a todos los que escuchan en este momento.

Que vuelva a despertar en ustedes la esperanza, esperanza que los llevará a la Paz y a la Luz de Dios, porque el fin del calvario está próximo y tendrán parte Conmigo en la Sagrada Mesa del Retorno de Cristo, en donde junto a los ángeles, santos y bienaventurados gozarán eternamente de la Presencia del Señor.  

Que suenen los Campanarios del Cosmos. Que se abran las puertas y las dimensiones en este mismo momento para que, a través de San Miguel Arcángel, San Gabriel Arcángel y San Rafael Arcángel, las almas reciban en lo más profundo de su ser Mis impulsos de cristificación y santidad, por la victoria y el triunfo de Mi Corazón por los siglos de los siglos. Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Turíbulo.

Cristo les está pidiendo a las hermanas que oren el Padre Nuestro en amárico, como oferta para la importante tarea que Él tendrá en África, a través de esta Obra, en algunos países de ese continente y para que, muchas más naciones africanas puedan recibir los códigos regeneradores del Amor y del Perdón.


 

A través de estas consciencias, su Maestro y Señor bendice a todos los exiliados y refugiados del mundo, en especial a aquellos que escapan de la guerra, del peligro y de la adversidad para que, en Mi Nombre y por Mi Nombre, reconstruyan sus vidas y sus familias para siempre. Amén.

 

“Adonai, Padre Amado,
que escuchas en Tu silencio
la voz de Tus hijos que Te claman,
santifica este altar y todos los elementos
que serán ofrecidos en estos días
para recordar la Pasión de Su Maestro y Señor,
por la Redención y la Paz de todo el género humano.

Que se cierren las puertas al mal.
Que se abran las puertas de la Luz
para que los ángeles desciendan
y, en este momento, otorguen a todas las consciencias
la Vida Eterna”.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Agua.

 

“Santísimo Padre del Universo, 
Tú que tienes el poder de resucitar toda la vida,
Tú que tienes el poder de curar a todos los corazones,
Tú que tienes el poder de reerguir a todas Tus criaturas,
a través del agua que Tú has creado
a imagen y semejanza de Tus hijos,
bendice al mundo entero,
bendice a todos los que escuchan
y, en especial, bendice, Señor,
a todos los que escapan de la guerra buscando la paz,
para que los que se refugien en Tu Corazón,
los humildes y simples refugiados,
sean reconocidos, honrados, respetados y amados,
como Tú los amas Señor.
Porque Yo Te he prometido, Padre Eterno,
primero retornar por todos ellos,
para que participen Conmigo del júbilo de la Nueva Tierra”.

 

Me recojo en los corazones que Me escuchan.

Me alivio en los corazones que Me abrazan.

Me alegro en los corazones que Me reciben.

Descanso en los corazones que se abren.

Y así, santifico todo lo que toco, para glorificar al Señor, el Dios del Universo.

Es así que Yo los preparo para los próximos tiempos, para que junto a Mí construyamos las bases de la redención por el bien del mundo, por la paz de la humanidad.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús: 

En este momento, vamos a celebrar la Santa Eucaristía en presencia de Nuestro Señor Jesucristo y, en este primer día de la Sagrada Semana, vamos a celebrar este momento a pedido de Cristo por todos los refugiados; para que, a pedido de Nuestro Señor, sean escuchados, acogidos y amados como parte de esta humanidad viva. Y Cristo invita a las hermanas de Etiopía a que nos acompañen en esta celebración. Vamos a prepararnos para ese ejercicio.

 

 “Padre, glorifica todo lo que has creado, 
unifica todo lo que has construido
 y acepta este ofrecimiento del altar, 
para que Tú, Padre, 
seas glorificado, adorado y honrado, 
por los tiempos que vendrán, 
a través de los corazones humildes y simples 
que Te vivifican y Te adoran”.

 

 A las puertas de la Nueva Jerusalén, delante de los Ángeles y de los Arcángeles, de todos los seres de buena voluntad que en este momento están congregados por Mi Amor en esta Sagrada Semana, vuelvo a ofrecer el mismo sacrificio que una vez ofrecí por ustedes.

Como aquel momento que compartí con Mis apóstoles, hoy vuelvo a compartirlo con ustedes, tomando el pan y ofreciéndoselo al Padre para que sea convertido en Mi Cuerpo. Y así, Me vuelvo a partir y a compartir con todos los Míos, diciendoles: “Tomen y coman, porque este es Mi Cuerpo, que será entregado por los hombres para el perdón de los pecados”.
 

Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Adoramos el Cuerpo de Cristo, por la redención de todo el género humano, para que se establezcan los Mil Años de Paz.

 

Del mismo modo, antes de terminar esta Cena, vuelvo a tomar el Cáliz entre Mis Manos, ofreciéndoselo al Padre para que sea convertido en Mi Preciosa y Divina Sangre. Es así, que lo vuelvo a ofrecer a Mis compañeros diciéndoles: “Tomen y beban, porque este es el Cáliz de Mi Sangre, la Sangre de la Nueva y Eterna Alianza, que hoy es derramada por su Redentor para la remisión de todas las faltas. Hagan esto en Mi memoria, porque Yo ya estoy retornando”.

 

Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Te alabamos, Señor, y te bendecimos.
Amén.

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Adoramos la Preciosa Sangre del Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo, nos libera y nos otorga la Paz.

Que la Paz de Cristo descienda a la Tierra, y en un acto de reverencia damos la paz a nuestros hermanos.

 

En esta Sagrada Semana, quiero verlos y sentirlos con la misma fe y convicción del centurión y que, ante Mí, con devoción y fervor, repitan esa simple pero profunda oración:

Señor, 
yo no soy digno de que entres en mi casa,
pero una Palabra Tuya bastará para sanarme.
Amén.
(tres veces) 

He aquí el Cuerpo y la Sangre de Cristo, que se alegren Mis compañeros porque Yo les prometí la reconciliación y la vida. 

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Así, anunciamos en nombre del Señor la Comunión Espiritual de todos los congregados en el Amor de Jesús, que están presentes en el mundo entero.

Y, a pedido de Nuestro Señor Jesucristo, vamos a acompañar en vivo este momento de Comunión de todos los presentes, para que cada uno de los presentes, a través de este momento de Comunión con Cristo, realice su oferta para esta Sagrada Semana.

Como un solo corazón y una sola voz, mientras los hermanos sacerdotes se preparan para distribuir la Comunión, vamos a cantar una canción que Él nos ha pedido, la canción del centurión: “Señor yo no soy digno”.

 

Quiero convertir sus corazones en sagrarios vivos de Mi Amor, porque Mi fin es que sean instrumentos de Mi Padre, para que Yo pueda curar la Tierra y así renovar al planeta. Esa es Mi aspiración por cada uno de ustedes.

Les agradezco por haberme respondido, y que en esta Semana Santa sus esencias reciban los Códigos de Mi Pasión por la redención de todo el género humano.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Pueden ir en paz.

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 58ª Maratón de la Divina Misericordia, en el Centro Mariano de Aurora, Paysandú, Uruguay, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús

Que la luz del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo estén en este lugar y en los lugares del mundo que más la necesitan. Amén.

Después  que han acogido Mi llamado, ahora sí podré volver a Egipto, luego de haber pasado por allí como niño; pero ahora volverá el Rey, a liberar al pueblo de su esclavitud, a traer a ese lugar y a Medio Oriente, la Paz.

Y aunque aún los acontecimientos se desencadenen en el mundo y en esta humanidad, llevaré Conmigo a las almas que más necesitan y retornaré a los corazones que más Me buscan, no importando su creencia o religión, porque lo que permite la vida en este mundo es el amor; es el amor que los mantiene vivos, es el amor que les permite respirar y soñar con un tiempo mejor, con esperanza.

El cautiverio terminará algún día, no solo en Egipto, sino también en el mundo. Por eso debo retornar a los lugares en donde una vez ya estuve, siendo niño, joven o adulto, en Oriente, o en el lejano Oriente.

Los valores de la espiritualidad se deben recuperar para que el mundo no pierda la paz. Por eso estoy volviendo a esos lugares, como sacrificio y también como Gracia, para llevar a los corazones el reencuentro con Dios desde los planos internos y para que estos se espejen en la superficie, en la sociedad. Eso hará todo más justo y equilibrado, eso aplacará el sufrimiento y las agonías, porque es a través de los méritos que su Maestro y Señor alcanzó en la Pasión, que estas Gracias son posibles en este mundo y en su humanidad.

No puedo dejar de decir que a veces Mi Corazón está triste por los que no entienden, pero el gozo de los que Me viven y de los que creen en Mi y Me dan su confianza Me alegra, como lo han hecho ustedes ayer y hoy, de forma simple.

El Reino de Dios es el mayor tesoro de la simplicidad para este mundo y para las almas. Si son simples siempre vivirán el Reino de Dios y Él siempre estará próximo de sus vidas y sobre todo, estará en sus corazones.

Quiero que este gozo y júbilo que viven Conmigo de tiempo en tiempo llegue al mundo entero y no solo a Sudamérica. Ahora llegó el momento de vivir el apostolado y de hacerlo parte de ustedes en cada etapa de la vida.

Así Mi Misericordia llegará a los que más sufren, como también a los Reinos de la Naturaleza, que en esas partes del mundo también viven su sufrimiento silencioso, porque no pueden hablar como los hombres de la Tierra.

Sé que a su alrededor también existe el sufrimiento, a veces en sus familias, en sus ciudades, en sus trabajos, en sus seres más queridos. Pero Yo les pido, por misericordia, que den un paso más hacia Mí y llevemos este tesoro del amor a los lugares que más necesitan y que durante miles de años no han recibido nada, ni del Universo, ni de los Cielos.

Vengo a recuperar a través de Egipto los valores de las últimas humanidades, porque la evolución continúa y el despertar también.

Llegó el momento, compañeros, de que recuperen lo que una vez vivieron Conmigo en Tierra Santa y más allá de ella. Esto no es una teoría ni tampoco es una ilusión. Es hora de vivir el Plan de forma verídica. Es hora de hacer el Plan vivo en más corazones del mundo, que Me están buscando y no Me encuentran porque no saben la salida.

Ustedes sí encontraron la salida, pero el mundo aún no la ha encontrado. Por eso debo volver y retornar al centro, desde donde todo se crea, como conflicto, guerra y persecución.

Porque esta vez no solo la Señora de la Luz pisará con Sus pies a la serpiente, sino también su Maestro y Señor pisará con Sus Pies a sus aliados y los derrotará, para que se arrepientan algún día. Y ya no existirá arma contra arma, religión contra religión, porque a pesar de que el momento más grave no ha pasado todavía, aún el ímpetu y la fuerza de Mi Corazón poderoso podrán transformar todas las cosas cuando tan solo Me digan “sí, Señor, aquí estoy”.

Así Yo tendré el permiso de seguir obrando, tendré el permiso de seguir transformando y unificando a las almas con Dios, para que Su Reino celestial descienda a la Tierra y se cumpla Su Voluntad. Porque al fin de todo, Su Sagrado y Eterno Corazón triunfará.

Los caídos serán perdonados, los asesinos serán redimidos, los perseguidores serán amados y se disolverá el mal, porque el mal no conoce el Amor que viene de la Fuente. El mal es la incomprensión de la consciencia humana por no aceptar la Voluntad de Dios, como fue la Voluntad de Dios traer a Su Hijo a la Tierra para enseñarles la Escuela del Amor y de la Redención.

Vuelvo a reunir en este tiempo a los que estuvieron Conmigo en algún momento, sea en la vida consagrada, o en la vida del espíritu; en la vida del servicio, o en la vida abnegada; en la vida misionera, o en la vida orante.

Que ese compromiso sea revivido por los que despiertan.

Que ese compromiso sea reconfirmado por los que ya despertaron, para que se siga cumpliendo la Voluntad del Creador en estos tiempos críticos.

Mi Corazón abrazará al Medio Oriente y a todos los que se encuentren en ese lugar, no importando su condición o su condenación. Porque en verdad, compañeros, Mi Misericordia es muy grande y aún desconocida. Mi Misericordia es tan grande, que Mi Sangre se dejó verter en la Cruz gota por gota, dolor por dolor y angustia por angustia, para disolver el mal de la humanidad y su condenación eterna.

Es el tiempo de dar a conocer Mi Amor al mundo. Y que los demás pueblos y razas sepan que los amo, como los amo a ustedes.

Que anuncien que estoy volviendo al mundo por segunda vez y que el Reino celestial se reaproximará a la Tierra junto a los ángeles y arcángeles, para poner fin a la perdición de la humanidad y para disolver las tinieblas por la intervención del poderoso Padre San Miguel Arcángel,  de San Rafael Arcángel y de San Gabriel Arcángel.

Los anunciadores de la Palabra de Dios retornarán a la Tierra, como fue en el principio del pueblo antiguo del Medio Oriente.

Y a partir de allí se escribirá una nueva historia y se borrará el sufrimiento, trayendo del Cielo los Libros de Dios abiertos, para mostrarle al mundo Su nuevo Propósito en la Nueva Humanidad.

Bienaventurados serán los que vivan las profecías y se regocijen en ellas, porque el Señor, el Todo Poderoso, le mostrará Su Poder a los humildes.

Con esta Luz que traigo extiendo la Paz hacia la Tierra, renovando este ciclo y este momento para todos; dando la chance a los que están confundidos, de poder retornar a Mi camino antes de que el Portal se cierre.

Que se eleven los corazones hacia Mi Iglesia celestial y que en comunión con la vida de cada ser, todo sea renovado.

El Universo de Dios desciende a la Tierra y en este simple lugar, las almas siempre encontrarán a Dios. Aunque Mi Presencia no sea aceptada, Yo siempre aquí estaré para abrazarlos con la Luz de Emmanuel.

Vengo a bendecirlos con la Palabra de Vida. Vengo a ungirlos con el soplo del Espíritu. Vengo a bautizarlos con el Agua que brotó de Mi Costado en la Cruz, como parte de la Fuente de la Divina Misericordia, para que sean santificados por el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo.

Hoy no existen fronteras ni separaciones entre las naciones y los pueblos. El amor que Yo pude ver aquí es el que necesito para renovar los tiempos y sobre todo, a la humanidad. Es el amor de los que se congregan dentro de Mi Iglesia celestial para comulgar de la Llama de la Santísima Trinidad, junto a los Ángeles de nuestro Padre-Madre Creador, Emmanuel.

Hoy, los Elohim, llamados seres resplandecientes del Universo mental, los Ángeles de Dios, testimonian con Su puño y letra que Mi misión en Egipto será realizada por la receptividad y la oración de las almas que colaborarán para que eso sea posible y así, Mi gran Espejo de la Misericordia se encienda en Medio Oriente.

Alegren sus corazones porque están siguiendo el camino correcto. No habrá otro lugar que Me represente en la Tierra, sino este. Porque vuelvo a decirles, compañeros, vengo fuera de Mi Iglesia para llamar a los rebaños que más Me necesitan y que Mis representantes no han sido dignos de acogerlos con castidad.

Que el amor de los simples promueva la Paz en la Tierra.

Que el servicio de los humildes restaure a los Reinos de la Naturaleza.

Que la oración de los que se congregan en comunidad y en luz, transforme los tiempos, a fin de que el Cetro del Hijo de Dios descienda a la Tierra para poner fin a la maldad humana.

Y ahora elevaré al Cielo esta ofrenda que han colocado a Mis Pies, porque en verdad todo pertenece a Dios, nuestro Padre, que está en los cielos y hoy escucha con atención la Voz de Su Hijo y de Sus compañeros, a fin de que un grano de Su Reino celestial se siembre en esta humanidad, para que la humanidad sea recreada por medio del amor y del bien entre los hombres.

Que todo sea santificado y que todo sea elevado bajo el Rayo de la Transubstanciación. Y que a los pies del Altar de Dios sea colocada la ofrenda de cada corazón humano, en esta tarde.

En el silencio, compañeros, pueden hacer su ofrenda ante Mi Iglesia celestial. Los escucho en el silencio de la oración.


Padre Celestial, que a todos conduces,

acepta nuestra oferta de entrega a Ti.

Guíanos por el camino del amor,

para que Tu Voluntad sea hecha.

Amén. (x3)


La oferta ha sido aceptada.

Los que hoy serán bautizados serán iluminados, y al ser iluminados, se convertirán.

Los que hoy serán ungidos recibirán la Gracia que tanto esperan, pero por ella deberán orar.

Padre, que Te has hecho pequeño para que el mundo Te comprendiera y así pudieras ingresar en la esencia de Tus hijos a fin de que te vivificaran y exaltaran Tu Nombre, para siempre, a la mesa de estos nuevos apóstoles Míos, hoy Te vuelvo a declarar, mediante esta fórmula sagrada que Tú has dictado al humilde Corazón de Tu Amado Hijo.

Que escuchen los mundos internos lo que hoy declara su Rey y Señor del Universo: Les pido que tomen y coman todos de Él, porque este es Mi Cuerpo, que fue entregado por los hombres para el perdón y la remisión de los pecados.

Señor Mío y Jesús Mío, que escuchen las almas de la Tierra la Voz de su Maestro y Señor, el Cristo Vivo, que les dice: Tomen y beban todos de Él, porque esta es Mi Sangre, que fue derramada por los hombres para el perdón de los pecados.

Les pido, que por los tiempos que vendrán y los acontecimientos que llegarán, hagan esto en Mi memoria a fin de que la Paz y la Misericordia de Dios estén presentes en el planeta.

Señor Mío y Dios Mío, este es El que ha dado la vida por todos y que ha resucitado para volver al mundo en espíritu y divinidad, a fin de transfigurar la Tierra en una humanidad redimida.

Padre Nuestro...

Y como les dije a Mis apóstoles, Mi Paz les dejo y les doy Mi Paz, porque siempre su Maestro y Señor mirará la fe de los miembros de Su Iglesia celestial a fin de que todo sea reparado y la humanidad sea curada de su enfermedad espiritual.

Que esta Paz sea llevada a Egipto y a los lugares que fueron encomendados por su Maestro y Señor y por Su dulcísima Madre, la Santísima Virgen María, para que Sus Corazones de Servicio y de Humildad, de Amor y de Esperanza, lleguen a todo el mundo. Amén.

Dense ahora la paz.

Que la paz repueble a la Tierra de esperanza y que la esperanza renueve a los corazones que aspiran a alcanzar la Misericordia de Dios.

Con las voces de sus corazones hoy deseo expandir, por medio de una canción, la lluvia de amor en todo el planeta, dando la bendición al mundo en el Nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Les agradezco por estar Conmigo en la simplicidad del corazón y de la vida.

Quiénes somos

Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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