APARICIÓN RESERVADA DE LA VIRGEN MARÍA EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Queridos hijos:

Hoy traigo para ustedes el cántaro del Agua de Vida para que recuerden que, a través de él, siempre se podrán lavar y purificar. Que, a través del cántaro del Agua de Vida, podrán renovarse y también santificarse, porque Mi Hijo les ha dado Su propio Ser para que encuentren la redención.

Yo Soy la Señora de los cántaros del Agua de Vida y así como en Bethsajá, hoy vengo a purificarlos con este sagrado elemento para que sepan, desde ahora, que todo pasará y que un tiempo mejor llegará.

Para que eso sea posible, es necesario hacer lo correcto, es necesario vivir la Ley y cumplir los Mandamientos.

A través del Agua espiritual de Vida que Yo hoy les traigo, hijos Míos, vengo a sanar sus heridas espirituales e internas.

Vengo a traerles la paz y a depositarla en sus corazones, para que esta paz los pueda colmar y renovar.

Pero también les traigo este cántaro espiritual del Agua de Vida para que se preparen para atravesar sus desiertos.

Ese será el gran momento en el que, a través de las pruebas, se fortalecerán, y cada uno de ustedes tendrá consciencia del punto en el que está su entrega a Cristo.

En ese desierto encontrarán cosas inimaginables. Verán situaciones que nunca vieron y participarán de realidades de las que nunca participaron. Pero es necesario atravesar ese desierto espiritual y también el desierto físico.

Mi Hijo necesita que su definición se haga presente en los Libros Sagrados del Padre, para que se justifiquen todos los errores que comete la humanidad en este momento y así, la Divina Misericordia pueda seguir actuando en la humanidad.

¿Ahora comprenden, hijos Míos, la importancia de su fortaleza en Cristo?

Yo Soy la Madre de los cántaros del Agua de Vida y, como una samaritana de aquel tiempo, vengo a quitarles la sed, la sed espiritual, para que se puedan sentir saciados de lo que proviene del Divino Espíritu, de lo que hoy les traigo de la Fuente.

En sus desiertos, pruebas o momentos de definición, invoquen la Presencia de la Señora de los cántaros del Agua de Vida, para que Mi Hijo los pueda renovar a través de Mí, del ofrecimiento de Mi Inmaculado Corazón.

Delante de todo lo que vive el mundo, sus consciencias son muy agraciadas, son muy bendecidas, son muy contempladas por Dios.

Sus consciencias deben estar ante la realidad del propósito para este momento, delante de la necesidad y de la crisis planetaria, sabiendo que es importante que los apóstoles aprendan a atravesar los desiertos y tengan confianza en que nada les faltará.

Pero en esos desiertos es muy importante encontrar la soledad, la soledad que les hablará en el silencio y les mostrará la verdad. Una soledad que solamente ustedes pueden ver y reconocer. No es una soledad emocional, sino espiritual.

Es la misma soledad que alcanzó Cristo, Mi Hijo, durante Sus cuarenta días en el desierto, momento en el cual Él se preparó por ustedes para aceptar el cáliz que el Padre le ofrecía.

En ese momento se encuentra cada uno de Mis hijos, cada uno en su grado de escuela y de evolución, cada uno a las puertas de su propio desierto.

Pero ustedes deben afirmarse en la promesa de Mi Hijo. Él retornará y se hará presente, una vez más, entre ustedes y en el mundo.

En el momento en que la situación se agudiza más no pueden bajar los brazos. Un apóstol lucha para sobrevivir en la fe y para ser un testimonio vivo de la Presencia de Cristo, para ser un signo no solo sacramental, sino también de servicio, de oración, de abnegación.

Estos son los tiempos en los que todos entrarán en prueba. Pero también son los tiempos en los que sus talentos deberán despertar y estar disponibles para Mi Hijo. Él espera eso de todos Sus compañeros, de todos Sus servidores.

Es así, que deben entrar en el propósito del plan de rescate, de participar conscientemente de las operaciones de la Jerarquía y de saber que este es un tiempo de grandes movimientos espirituales, internos y físicos, no solo en la purificación del planeta y de la humanidad, sino también de todo el universo, de todo este Sistema Solar.

Mientras el Real Tiempo empuja el reloj alternativo para que pueda ingresar la verdad del verdadero tiempo, Yo los invito, hijos Míos, a cruzar con valentía el desierto interior y a hacer de este momento una victoria para Cristo.

Por eso, hoy vengo aquí, hijos amados, a estar una vez más con ustedes, a entregarles en sus manos este cántaro del Agua espiritual de Vida que les traigo, para que puedan beber y saciar la sed, porque aún resta mucho por caminar en las pruebas del fin de estos tiempos.

El Padre no esperaba que la humanidad llegara a este punto y a esta situación. Por eso, deben ser conscientes de todo lo que reciben y tienen, deben ser agradecidos diariamente. Aún existen en el mundo situaciones más difíciles que las de ustedes, graves, dolorosas e injustas.

Carguen con la cruz dentro de este desierto desconocido, que solo ustedes podrán conocer y saber. Dependiendo de sus pasos, de sus acciones, de su ofrecimiento, ese desierto será más largo, será más corto o será más rápido, de poder cruzarlo y conocerlo.

Nuestras palabras, instrucciones y enseñanzas los prepararon en estos doce años para este momento.

El apóstol de Cristo es aquel que asume cargar la Cruz junto con el Maestro, así como lo hizo el Cireneo en el camino del Calvario. Mi Hijo los está llamando para compartir la Cruz que aún Él carga por el mundo, que es una cruz más difícil que la que Él cargó físicamente en este planeta. Es la cruz espiritual, la cruz de la adversidad, de la incertidumbre, de lo incierto.

Pero la fuerza de Emmanuel estará sobre ustedes, siempre y cuando reconozcan Su Faz, reconozcan la presencia de Su Corazón y de Su Vida, que puede palpitar como una llama de fe dentro de cada ser, dentro de cada corazón.

Hijos Míos, sean el testimonio que Mi Hijo espera, sean parte de las nuevas escrituras de Su Libro Sagrado.

Ingresen en el estado de los bienaventurados y aprendan de todos aquellos que se purificaron, se transformaron y se redimieron, para algún día llegar al Padre Eterno.

Estoy orando por todas las necesidades, por todos los corazones y por todas las causas. Pero ahora es el momento de que cada hijo Mío haga su parte, la parte más difícil y exigente; lo que significará la posibilidad o no, de que la Gracia descienda sobre la humanidad.

Ustedes saben que la humanidad está equivocada, que la humanidad se compromete con las fuerzas del mal. Pero deben pensar todos los días en ese Amor que viene de la Fuente y que todo lo puede; ese Amor que fue capaz de derramar la Sangre y morir en la Cruz por toda la humanidad, para que hoy la humanidad estuviera aquí presente en este planeta y fuera perdonada.

Yo los invito, hijos Míos, a ser esa Luz en la oscuridad, esa Luz de la que Mi Hijo los invita a formar parte, la Luz de Su Divinidad, la Luz de Su Espíritu.

Busquen, en este momento, ver la realidad, para que comprendan lo que estamos diciendo.

Vivan Mis palabras.

Les agradezco, los bendigo y los amo.

Bajo la Luz del Sagrado Corazón de Jesús, en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. 

APARICIÓN DE LA VIRGEN MARÍA, EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LOS VIDENTES FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS Y HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Queridos hijos Míos:

Hoy, Mis Palabras ya fueron escuchadas por sus corazones. Hoy, he venido especialmente para rezar por ustedes y con ustedes, por esta humanidad enferma, enferma de espíritu y de alma.

Mientras Yo estoy aquí entre ustedes, queridos hijos, el mundo sufre muchas cosas; principalmente sufren todas las almas preciosas, que son veneradas por los Ojos de Dios en Su Proyecto de Misericordia y de Redención.

Ya han escuchado Mis Mensajes, ahora es momento de vivirlos y de practicarlos. Dios Me ha permitido, en gloria a Mi Hijo Jesús, rezar esta noche con ustedes el Santo Vía Crucis, aquel misterio infinito que Mi Hijo dejó grabado en el universo a través de las señales de Su Pasión. En cada estación, queridos hijos, encontrarán una llave para vivir los pasos de conversión y de redención.

Mi Hijo vivió en aquel tiempo, queridos hijos, una Pasión más amplia, más allá de lo que ustedes conocen. Por eso, Yo les vengo a revelar, a través de esta oración, los poderes que Mi Hijo dejó grabados, por medio de Su Pasión, en cada uno de los pasos de Su Calvario, porque mediante Su oferta de Amor, Él liberó muchas cosas de este mundo.

Por eso, en esta noche Yo los vengo a renovar con el Vía Crucis, así oraremos juntos por esta humanidad tan necesitada. No es necesario, queridos hijos, que ustedes conozcan las realidades de este mundo. Sus corazones, en la oración, pueden sentir y percibir las grandes necesidades planetarias; por eso, como Madre y Reina de la Paz, vengo a derramar Mis Gracias sobre ustedes y sobre el mundo.

Oremos juntos este Santo Vía Crucis, recordando la Pasión de Jesús como la pasión que muchos viven en este tiempo, pasión que los lleva a encontrar la liberación y la cura en todas las cosas. Muchos viven otras pasiones a través de la Pasión de Jesús. Su poderosa Sangre y Su poderosa Agua vienen a liberar a los corazones que están condenados en este tiempo, presos del enemigo. Por eso, Yo los invito a orar en esta noche, los invito a encender sus corazones en el Amor de Jesús, en la Devoción de Cristo y en Su profunda y predilecta Fe por toda esta humanidad, que necesita mucho en este tiempo.

Mi silencio perpetuo, en el fin de estos tiempos, les revelará muchas cosas. Por eso, estén atentos, queridos hijos, cuando Yo permanezca mucho tiempo en silencio y no les diga nada; ésta será la señal verdadera de que algo muy grande estará sucediendo en la superficie de este planeta.

A través de Mi Amor Maternal y de Mi Misericordia por todos ustedes, abro las puertas del Cielo por medio de este Vía Crucis para que Mi Corazón Inmaculado recoja sus ofertas e intenciones.

Hoy, orarán Conmigo con consciencia, de verdad, por amor, buscando ese Amor Supremo a través de la Pasión de Jesús.

Mi Hijo Me ha permitido, en esta noche, que Mis pequeños hijos en el mundo se unan a través de este gran misterio de Amor, sin importar las cosas que sucedan. Eleven sus corazones, a través de la oración, para que vivan Conmigo este encuentro verdadero. Recemos por la paz y por las almas que más necesitan de la Misericordia de Dios.
 

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Anunciamos en la primera estación, la Condenación de Jesús. En ese momento, Mi Hijo sintió la flagelación interior del mundo, pero el poder de Su Amor y de Su confianza absoluta en Dios le permitieron vencer al enemigo.

Jesús carga la Cruz del mundo en la segunda estación, pero Sus dolores no se fijaban en el peso del madero, sino en la liberación del pecado del mundo. Él cerró los infiernos durante tres días, y esa principal tarea espiritual, realizada por el Misericordioso Rey, comenzó en el Calvario.

Jesús cayó por primera vez y, en ese momento, Él liberó la maldad del corazón de los hombres. Así, desterró el mal de las consciencias miserables.

Y antes de que Él cayera nuevamente, Yo lo encontré en el camino y le di Mi abrazo maternal, el abrazo de una Madre a todos los hijos del mundo. Así, en ese misterio de la cuarta estación, Yo escogí a los espíritus más impuros para liberarlos por la fuerza de Mi Amor.

Y de la multitud salió un semejante, uno que fue escogido por el propio Señor Jesucristo. Este era un hombre de Cirene que se dispuso, en nombre de la humanidad, a cargar una parte del gran peso de la misma. Así, la humanidad, en aquel tiempo, se volvió redimida por la victoria de la Cruz.

Y después de esta gran revelación de amor en la fe del Cireneo, una mujer llamada Verónica, piadosa y humilde, salió al encuentro de Mi Hijo. A través de la oferta del agua, humedeció una gran sábana para lavar del Rostro de Jesús los pecados cometidos por el mundo. En esa gran sábana de Luz quedó marcado Su precioso Rostro, el que veneró por mucho tiempo. Jesús dejó presente, para todos, el poder de Su Faz por medio de Su sacrificio de Amor.

En la segunda caída se encontraba el alivio del dolor de esta humanidad. Jesús transformó a través de esa caída el sufrimiento humano, la indignación y la falta de misericordia. Por la fuerza de Su Amor, Él triunfó victorioso.

Jesús les dijo a las piadosas mujeres de Jerusalén que debían llorar por sus hijos y por sus familias. Mas esto era simplemente una profecía de lo que sucedería en el final de estos tiempos, a través de estas generaciones humanas. Mas aún estamos a tiempo, queridos hijos, de levantarnos del suelo y seguir el camino que indica el Maestro en Su Retorno.

Jesús cae por tercera vez y libera a muchas almas de la condenación eterna. Su Preciosa Sangre, derramada durante el Calvario, dejó códigos de Luz impresos en este mundo, que brillan perpetuamente en los Recintos de Luz.

No solo Jesús fue despojado de Sus vestiduras, sino que también la humanidad despojada de sus pecados, por la oferta grandiosa de Amor del profundo silencio de Cristo, en donde se encuentra la Verdad.

Jesús fue crucificado, como se dijo, y en Su Sangre derramada se encontraba la Misericordia. Esta Sangre Preciosa fue depositada en los cálices de Luz de todos los ángeles del Cielo. Por medio de esta ofrenda preciosa, la humanidad se redimió, la paz se estableció y se cerraron todos los infiernos. Este es el gran misterio de Amor: ser lavados por la Preciosa Sangre de Cristo, en la profunda aspiración de poder vivir Su gran misterio.

Jesús murió en la Cruz por Amor a todos. Cuando Su Consciencia expiró, elevó a todas las almas de la Tierra en una profunda comunión, en una profunda gloria, celebrando Su victoria en todos los mundos y en los lejanos universos.

Fue recogido por Mis Brazos, por Mi Maternidad. Nuestra Señora de los Dolores padeció el dolor del mundo para poder liberarlo de los corazones de todos los seres que, en aquel tiempo, vivían la ira y el mal. En este misterio, en esta estación de Amor, la Piedad se reflejó como una expansión de Luz por todos los confines de la Tierra y, así, el mundo se volvió rescatable.

Jesús no solamente fue sepultado, Él desterró el mal del mundo, transmutándolo completamente de las células de todos los seres de la Tierra y, así, el nuevo código crístico fue sembrado en los que creyeron en el Mensajero de Dios, en el Mesías que retorna, que retornará entre las nubes.

Y como Él lo hizo con otros, resucitó entre los muertos, manifestando la Gloria de Dios en el esplendor de todos Sus Cuerpos. Los ángeles y arcángeles lo alabaron por haber cumplido la Misión de Dios. En este gran misterio se encuentra una llave: el Amor del corazón.

En la decimosexta estación, el Mesías que ya había ascendido a los Cielos, envió a la Virgen Santísima y a Sus apóstoles a fundar la Orden de los Templarios, la Orden de la Eucaristía, que se extendió por los cuatro puntos de la Tierra y, así, toda la humanidad conoció a Dios a través de Jesús, hecho Cuerpo y hecho Sangre, en gloria y alabanza al Supremo.

En la decimoséptima estación, María, la Madre de Jesús; María Magdalena; José de Arimatea, sacerdote de Jerusalén y un grupo de mujeres de fe, consagradas al Redentor, llevan las Reliquias de la Pasión en una larga peregrinación por el mundo, derramando sobre cada punto de la Tierra los códigos crísticos de la redención, y así nuevas luces surgieron del interior de la Tierra.

En la decimoctava estación, la última estación de este Vía Crucis, los apóstoles de dos en dos, con muchos más amigos que vivían en aquel tiempo el Evangelio, difunden la Sagrada Palabra, el mensaje de la Pasión de Jesús, despertando a los 144 000 como los Nuevos Cristos, que despiertan en este tiempo.
 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Quiero hacer de este Vía Crucis un camino eterno para sus corazones.

Quiero poder llegar al mundo, hijos Míos, y contar en un futuro el Vía Crucis de la nueva era, hablándoles a los que vengan en un próximo tiempo, sobre aquellos que renovaron la Cruz de Cristo, trascendiendo los pecados de ese momento planetario y padeciendo en nombre de Dios por la renovación y por la salvación de todas las almas.

Este es el momento, Mis queridos, de que cada uno cargue su cruz así como la cargó Mi Hijo, de que sean capaces de vencerse a sí mismos y a lo que este mundo les ofrece para entonces alcanzar la redención no solo de sus almas, sino de toda esta raza que hoy vive en el mundo.

Quiero contarles, al final de este Vía Crucis, que Nuevos Cristos renacieron, que realizaron en este universo la concreción de este Proyecto Divino, porque fueron capaces de vivir el amor, de renovar como raza el Amor que Mi Hijo vivió hace tantos años.

Hijos Míos, quiero hablarles de aquellos que resucitarán después de haber muerto en vida. Quiero hablarles de aquellos que ascenderán a los Cielos, que se tornarán uno con Cristo y que volverán en esencia a la Esencia Única de Dios. Quiero hablarles, hijos Míos, en el universo, dejar que Mi voz resuene en todos los mundos, así como hoy resuena en las naciones, anunciando no solo la victoria de Mi Hijo, sino la victoria de todas las almas de este mundo, que finalmente, hijos Míos, una raza de Cristos nació en este universo para vencer definitivamente el mal y manifestar para siempre la Gloria de Dios.
 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Estas nuevas estaciones son los frutos generados por Cristo a través de la Pasión. Esto es importante que lo sepan, principalmente aquellos que son devotos, aquellos que viven el sacerdocio de Jesús como los que viven la vida religiosa.

Hoy, les traigo los frutos espirituales de Cristo, perlas preciosas para esta humanidad que debe volver a resucitar a través del Espíritu de Jesucristo.

Les agradezco por responder a Mi llamado esta noche.

La Reina de la Paz los bendice y los ama.

Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a todos los seres de buena voluntad.

¡Aleluya, aleluya, aleluya! ¡Viva el Supremo Padre, Rey del Universo, Amor entre los amores, Curador entre los curadores, Fuente Suprema de Unidad y de Amor por toda la eternidad!

Que así sea en ustedes y en todos los seres de la Tierra. Amén.

 

Hermana Lucía de Jesús transmite las Palabras de la Virgen María:

Antes de elevarme, hijos Míos, como símbolo de esta cruz que derramé hoy sobre ustedes, quiero llamar a aquellos hijos Míos que decidieron consagrar sus vidas a Mi Corazón. Y, al mismo tiempo que elevo Mi Corazón a lo Alto, derramo sobre este mundo las Gracias Celestiales que ayudarán siempre a sus vidas para que puedan seguir Mis pasos.

Les agradezco eternamente.

 

 

Fray Elías del Sagrado Corazón de Jesús:

Y para cerrar este encuentro sagrado con María, respondiendo a Su llamado, vamos a realizar la Oración a la Madre de la Infinita Misericordia y vamos a brindar toda nuestra gratitud a nuestra Madre del Cielo, a nuestro Señor Jesucristo y a nuestro Supremo Padre Creador.

¡Oh Madre Purísima de la Infinita Misericordia!,
que Te dignaste a venir del Supremo Cielo en nuestro auxilio,
ayúdanos a ser libres de nosotros mismos.

Fortalece nuestra fe para que podamos cumplir con el Sagrado Propósito.
Protege día y noche el caminar de nuestros pasos.
Libéranos de las amarras del mal.

¡Oh Sagrada Madre de la Infinita Misericordia!,
que revelaste el poder de Tu Faz
sobre los sagrados suelos de Aurora.

Que Vuestro Santísimo Corazón
renazca en nuestros corazones.
Que Tu bondadosa Mirada de Madre
guíe el camino interior que debemos recorrer.
Que Tus benditas Manos
bendigan la misión mayor que debemos cumplir.

¡Oh Madre de la Infinita Misericordia!,
que Tu Corazón nos una al Corazón Glorificado de Cristo,
y que nada nos separe de Ti,
para que en el día del Gran Retorno del Redentor,
glorifiquemos por siempre la Gracia de Dios.

Amén.

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Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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