Martes, 6 de mayo de 2014

Maratón de la Divina Misericordia
Aparición de Cristo Jesús durante la 10ª Maratón de la Divina Misericordia, en la ciudad de Lisboa, Portugal, al vidente Fray Elías del Sagrado Corazón

No tengan miedo de seguirme, Yo les ofrezco un camino de sacrificio pero también un camino de paz y de consolación.

Hoy los llamo para que puedan salir de vuestros abismos. Mis ángeles del Cielo, los guardianes del Señor, aquellas supremas consciencias que alaban a Dios Altísimo, en este día de Misericordia, vienen en vuestro auxilio.

No teman por lo que encontrarán en el camino de vuestra vida. Mi Corazón Misericordioso se aproxima a vuestros corazones para abrirles una puerta hacia el Cielo.

Deseo profundamente que vivan en Mi Corazón y que Mi Corazón sea Uno con vuestros corazones. Así Yo podré ampliar Mi Obra en el fin de este tiempo y Mis servidores serán Mis apóstoles, los nuevos pescadores de hombres y de almas, que recorrerán el mundo para preparar Mi llegada, de una forma silenciosa y orante, irradiando el poder del amor del corazón, aquel que Yo les enseñé en tiempo pasado.

Pero ustedes han recibido de Mí muchas cosas durante la Sagrada Semana en Semana Santa.

¿Recuerdan todo lo que Yo les dije durante esos siete días?

Los invito a traer a la memoria todas esas cosas. Les he traído desde el Cielo un nuevo evangelio; una palabra de vida y de fuerza poderosa para que el espíritu se pueda sustentar a través de Mí.

Ayer Yo les hablé del sufrimiento que les ofrezco, pero hoy les ofrezco también el camino de la paz, una paz que se vive a través del sufrimiento.

Como anunció Mi Madre en Fátima hace tanto tiempo, ahora vengo Yo a anunciar a Portugal y a Europa un llamado especial, y para recordarles que los Nuevos Cristos deben despertar.

Por eso, sigan el camino de luz que Yo les estoy indicando. Ese camino lo encontrarán mediante la oración misericordiosa, la comunión y la confesión Conmigo diariamente. Necesito que Mis sacramentos sean vuestros sacramentos. Sacramentos renovados a través de la fuerza de Mi Corazón; Sacramentos que quieren llegar a todas las almas que no viven en Dios, principalmente, a aquellos que son ateos y que no han tenido la oportunidad de vivir en Mi Misericordia.

Ustedes son los puentes que están siendo construidos para las almas. ¿Han percibido a lo largo de estos años todo lo que ha sucedido? ¿Cuál fue la obra Mariana y la obra Crística? ¿Dónde está el poder del mensaje que Nosotros les hemos entregado? Ahora es el momento de vivirlo y de practicarlo. Solo vivan en la aspiración de querer vivirlo, queridos hermanos, eso bastará para poder vivir Mi palabra de vida.

En este tiempo, Mi Misericordia viene a buscar a aquellos que están solos y tristes. ¡Ay, de aquellos poderosos que dicen vivir en Dios, porque sus vidas serán solamente una teología, una teoría de vida, sin fundamentos de espíritu ni de verdad!

Vengo nuevamente, por esta segunda vez, para preparar a Mis rebaños hacia el momento del gran retorno del Redentor, donde nuevamente Me sentaré en la mesa de los más pobres, de las prostitutas, de los que han blasfemado a Dios y de los que han negado al Altísimo, al Creador.

Yo vengo a erguir a los espíritus que han caído. La fuerza de Mi Amor se ha duplicado a lo largo de los tiempos, después de la Cruz, después de Mi Pasión y de Mi Resurrección. Cristo ha sido el Cristo Liberador, el Cristo Universal y Cósmico que viene, a través del Rayo de la Misericordia, de la Sangre y del Agua, para iluminar a todos los espíritus del mundo, levantarlos de los abismos y resucitarlos a la vida de Dios.

Por segunda vez el mundo está caído. Las antorchas de luz ya no se encienden lo suficiente, por eso Me aproximo desde Cielo hacia ustedes para encender nuevamente vuestros corazones en Mi luz y extender la victoria de la luz sobre la Tierra.

No teman a los demonios ni a las fuerzas contrarias. Sus embates significan que Mi Obra se está cumpliendo en el fin de este tiempo. Mas ¿quién estará dispuesto a ser Mi discípulo en este fin de tiempo y de ir hasta el final?, ¿quién Me seguirá hasta el final de todo?, ¿quién entregará la vida por amor a los otros, tanto la vida material como la vida espiritual? ¿quién entregará todo para seguirme?

Pero ahora necesito que ustedes trabajen con vuestras familias, con todas las personas con las que han tenido un problema mayor. Vayan y perdónense, reconcíliense en este tiempo de misericordia. Mis últimos rayos se están derramando sobre el mundo para dar oportunidad y Gracia a todos. Pero son pocos los ojos que ven Mi Misericordia. Sean difusores de Mi Divina Misericordia, para que eso sea posible en el mundo, en las naciones y principalmente, en vuestros hogares, únanse como un solo corazón y una sola mente en Dios.

Ya no busquen la separatividad en las cosas materiales ni en las cosas espirituales. Yo vine en el pasado a enseñarles a vivir en la fraternidad y en el amor entre hermanos. Muchos están ciegos a la fuerza de este amor.

¿Cuántas veces he pasado por vuestros hogares y no Me han visto? A través de vuestras familias y de vuestros amigos, Mis ojos y Mi sonrisa se han reflejado en el rostro de los hombres, ¿Me han visto?, ¿Me sintieron?, ¿pudieron escuchar Mi palabra de confortación y de vida?

Yo vengo a animarlos a seguir adelante. No vengo a ver vuestras imperfecciones ni pecados, sino vengo a buscar el talento que Dios les entregó. Por eso, Mi Misericordia, a través de la Maratón, a través de este acto simple de orar con el corazón, recorre el mundo para expandir Mi luz misericordiosa. Y a ustedes queridos compañeros, viejos pescadores de almas, les llegó la hora de volver a activarse a través del corazón.

Muchas almas que no siguen el camino Crístico, viven el camino de la desesperación y de la soledad. Por eso les entrego, les envío sufrimientos, para que esas almas puedan ser aliviadas y consoladas por Mí. Más no piensen en lo que sufrirán, piensen en cuánto podrán servirme y amarme.

Yo solo busco a los corazones simples y puros. Si vuestros corazones se han cerrado a Mi Corazón, por las fuertes lecciones de la vida y del sufrimiento, no teman queridos amigos, almas preciosas, eleven vuestros corazones a Mi Corazón con decisión y determinación, entonces Yo podré actuar a través de vuestras vidas.

Así como esperé en el Cielo encontrarme con los doce apóstoles antes de llegar como el Mesías a la Tierra, en este día también esperaba encontrarme con todos estos hijos de Europa. Hace 2014 años esperaba decirles estas cosas, pues vuestros corazones debieron pasar por muchas pruebas para poder comprender el valor de Mi Palabra y la majestad de Mi Amor por cada uno de ustedes, de vuestras familias y seres cercanos.

¿Entienden ahora, queridos compañeros, qué es lo que Yo les estoy entregando? ¿Han pensado en eso?

Sientan con el corazón, el corazón siempre responderá lo correcto. La mente siempre traerá confusión, pero ella, algún día a través de vuestra unión Conmigo, podrá santificarse y sublimarse. Entonces, alcanzarán la transcendencia que Yo espero de vuestras vidas, para que encuentren el Reino de Dios en todas las cosas; en lo bueno y en lo malo, en lo que es bello y en lo que es triste. Piensen que Dios les ha dado todo lo que necesitan, a ustedes, a vuestras familias y amigos.

Cada uno de ustedes vive una escuela especial en este tiempo, Yo espero caminar a vuestro lado para poder instruirlos. Yo estoy al lado vuestro todo el tiempo, en el silencio del corazón y en la paz, en la serenidad del alma y en la alegría, en todos los corazones que se abren para recibirme.

Ustedes son el motor para la futura consagración de Europa, y muchas almas también la podrán vivir a través de ustedes. Sean fuente de misericordia todo el tiempo, ingresen sin miedo al océano de Mi Amor infinito para que vuestras almas puedan ser lavadas de las heridas y de los dolores.

Renazcan a través del espíritu de Mi Cristificación y tengan la fuerza suficiente para cumplir con Mi llamado. A pesar de todo lo que han vivido Mis amigos, Yo les agradezco por haberme entregado un poco de vuestras vidas; y agradezco a aquellos que entregaron su vida a Mi Corazón, su confianza, su fe y sus familias, porque serán irradiados por el amor de Dios, por la fuerza del Espíritu Santo.

Quien Me entregó todo, lo recibirá todo. Esto es una Ley.

Y antes de despedirme y regresar al Cielo sepan que una morada especial los espera en la Divinidad de Dios, en la Fuente Primordial del Amor y la Unidad, en el centro del Corazón de Abba. Allí existen las millares de moradas para las almas, donde todas podrán recogerse en el Señor después de esta vida terrenal. Aspiren a alcanzar la eternidad y que la fuerza de la oración, el ímpetu de la fe y del amor sean las bases para poder concretar esa aspiración.

En esta tarde santifico a los corazones, especialmente a aquellos que lavarán sus pies recordando Mi pasaje sobre el mundo, en el Sacramento de la última Cena, de la Comunión. Antes, Yo lavé los pies a Mis apóstoles para revelarles el misterio de Mi humildad, el amor que Yo tengo por todos ustedes. Quien vive en Mí, vive en Dios. Dios nunca los abandonará porque Dios los ama por encima de todas las cosas.

Les agradezco. La paz sea en ustedes. Bajo la unión del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Gloria a Dios en las alturas y paz en la Tierra a los seres de buena voluntad. Amén.


Fray Elías del Sagrado Corazón:

Cristo nos sorprende en momentos inesperados. Hoy en el momento anterior a la Aparición, cuando estábamos cantando, Nuestro Señor envió a los ángeles para que Portugal, España y Francia fueran ayudados. Entonces una gran liberación ocurrió. Liberación de cosas muy antiguas, cosas que, según dijo Nuestro Señor, no podríamos imaginar con nuestra consciencia ni con nuestra mente. Pero Él dijo que la fuerza de nuestra fe y amor permitieron que eso sucediera.

Hoy Cristo trajo el Reino del Padre hasta este lugar tan pequeño. Cuando Él apareció como el Cristo Glorificado, Su rostro vivo y nítido iluminó nuestro corazón, iluminó nuestra presencia. Y mientras Él hablaba nos miraba a cada uno y veía nuestras vidas, nuestro pasado, veía nuestro corazón, nuestra alma y nuestro espíritu.

El amor que transmitía era muy fuerte y superaba todas nuestras dificultades e imperfecciones, como así las llamó. Él trajo la energía de la serenidad para este momento, porque considera que muchos de nosotros necesitamos de esa energía. Esa presencia de la serenidad la podemos encontrar en Cristo.

Él dijo que nosotros no reconocemos lo que significa esa serenidad y la paz, porque siempre, explicaba, somos influenciados por las situaciones externas de la vida, lo que nos lleva a perder la paz que tanto buscamos. Él nos trajo esa paz a través del Reino del Padre.

Y a través de Su presencia reveló muchas cosas y también trajo serenidad a nuestros corazones.