MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

Queridos hijos:

En la víspera del gran encuentro con Mi Amado Hijo, hoy les recuerdo que la Sagrada Ermita del Centro Mariano de Figueira cumplirá una tarea complementaria con la Ermita de San Miguel Arcángel del Centro Mariano de Aurora.

Es en esta Ermita de Cristo que Mi Hijo dejará Su Presencia espiritual, para que todos los que veneren Su Imagen Santa reciban los dones que, por Gracia, ayudarán en la nueva configuración de la vida planetaria.

La Ermita de Cristo es el símbolo del refugio espiritual para las almas que vendrán a Su encuentro y que tendrán como aspiración poder reencontrar la paz. La Sagrada Ermita será un precioso portal para la liberación de los espíritus impuros a través del manantial de amor y de oración que será derramado por todos los que clamen por libertad interior.

Esta Sagrada Ermita tendrá la dicha de que se oficie una vez a la semana la santa comunión ecuménica con Cristo y esto reforzará la unión de las almas con el Rey del Universo. La ermita podrá ser un recinto para la fuente de aspiraciones internas y de vocaciones, las que primero serán preparadas en la consciencia.

Al mismo tiempo, quien cruce las puertas de la ermita y permanezca en adoración a Cristo recibirá el impulso espiritual de consagrarse al Sagrado Corazón de Jesús. La ermita también será considerada el templo interior para cada alma que busque la elevación de la materia y principalmente la cura de la vida.

En la ermita no faltará la presencia de los ángeles; ellos serán los conductores y los guías para las almas que allí depositen sus momentos de oración y de súplicas. Cristo tendrá un espacio dentro de la Sagrada Ermita; Él estará llamando a las almas para que residan en el Templo de Su Sagrado Corazón.

Para que eso sea posible, la Fuente Purísima de San José será el medio que lavará a las almas y saciará a los buscadores de una verdadera unión con Dios. La Fuente de San José representará el recuerdo de la constante búsqueda de la pureza original y de la humildad que cada espíritu deberá conquistar para concretar esa fusión interna y espiritual con Cristo.

Por eso, la Fuente de San José será para beber del Agua Divina, la que lavará y purificará las manchas del pasado y la que renovará los corazones. Será importante para los devotos y peregrinos recitar frente a la Fuente de San José la siguiente oración, antes de ser lavado por la humildad del Casto Corazón:


Oración para lavar las almas

¡Oh Sagrada Fuente!,
que brota en humildad
del Sagrado Corazón de San José,
renueva nuestra vida,
purifica nuestro ser,
libéranos de todo mal.

Amén.


Así, queridos hijos, entrarán a la ermita más purificados y podrán ofrecer a Cristo el resultado sincero de su conversión y redención.

La Fuente de San José es el preámbulo para el ingreso a la ermita. San José Castísimo es el Pastor de las almas, es el Padre de las esencias del mundo, de las esencias que se dejan conquistar por Su humilde Amor. Él es el Obrero que construye las nuevas almas redimidas para después entregarlas en los Brazos de Cristo y así establecer el Reino de Dios en cada ser.

La Ermita de Cristo será para cada ser el momento de estar frente a uno de los aspectos de Dios: frente al Hijo Divino. Así, en reverencia y gratitud, cada vez que ingresen a la ermita, recitarán la siguiente oración:


Oración para estar frente al Hijo Divino

Sagrado Corazón de Jesús,
Glorificado y Amado Hijo,
ten Misericordia de nosotros
y cumple Tu Obra perfecta
a través de nuestros seres
para que ahora y siempre
reine Tu Poderosa Luz.

Amén.


Así, queridos hijos, cada vez que estén delante de Cristo, estarán delante de Dios. Estas dos oraciones podrán ser ejercitadas también por los peregrinos como una novena, cuando ellos peregrinen hacia el Centro Mariano de Figueira.

En la esperanza de la redención, les agradezco por responder a Mi llamado.

En la víspera de la divina consagración de la Ermita de Cristo,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz