MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Del más profundo Amor del Corazón de Dios provienen los hombres. La humanidad es la revelación del Amor del Padre y, a lo largo de los siglos, Él se los recuerda, a través de las diferentes expresiones de Su Presencia.

Dios les recordó Su Amor a través de los patriarcas y de los profetas, mediante el Soplo de Su Espíritu, de Su Perdón y de Su Reconciliación con la consciencia humana, a través de Abraham y de Moisés.

Dios les recordó Su Amor a través de Buda, quien comprendió que la humanidad era la expresión del más profundo Amor del Padre y despertó en sí la compasión, como un símbolo, de la forma más elevada que podía alcanzar para imitar ese Amor en aquel tiempo.

Buda buscaba, en la verdadera expresión de la consciencia humana, el objeto del Amor de Dios; y buscando esta Verdad se encontró, no sólo a sí mismo, sino con la propia Consciencia Divina. Cuando conoció la verdad sobre sí, Buda encontró, dentro de sí mismo, a Dios.

La revelación máxima de Dios fue a través de Jesús, cuando el Padre no solo amó a la humanidad, sino que experimentó la humanidad y vivió la condición humana. Dios se manifestó en plenitud, despertando así la plenitud del hombre y revelando Su semejanza con él. Jesús es la manifestación de la semejanza entre Dios y los hombres. Él es la nueva y eterna Alianza, la Revelación del propio Dios.

La semejanza con Dios es el Amor revelado en Cristo. Cristo es la Alianza hecha Vida. Dios pleno, creando al Hombre pleno y, todo eso, solo es posible a través del Amor.

A partir de ese momento la revelación fue hecha, la Verdad fue develada y solo necesita que la consciencia humana la recuerde y la profundice.

Dios, entonces, le recordó Su Amor a Mahoma para que él le recordara ese Amor a los hombres que se perdían en su época. Y así, a lo largo de toda la evolución humana, el Padre viene recordándole Su Amor a Sus hijos.

Lo que llamamos revelaciones en estos tiempos es la profundización de la revelación primera de Dios en Jesús. Hijo, la verdad es única y hoy ella llega nuevamente a los hombres, porque ha llegado el momento de profundizar aún más, no sólo en su comprensión sobre ella, sino en la experiencia y en la vivencia de ella. Porque en estos tiempos el Padre aspira a retirar los velos de sus ojos y de sus corazones para que, conociéndose a sí mismos, ustedes reconozcan a Dios en su interior.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo

MENSAJE PARA LA APARICIÓN DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE SAN ESTEVE, MONTSERRAT, BARCELONA, ESPAÑA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Vengo como un nuevo Sol, para iluminar el mundo y retirarlo de las tinieblas.

Vengo como parte del Santo Corazón de Dios, para que Su Nombre sea conocido y amado por todas las criaturas.

Vengo para que la humanidad conozca la paz, la proclame y la viva todos los días de su existencia.

Vengo en un tiempo de guerras y de conflictos, en donde las naciones comienzan a colapsar, una a una, como consecuencia de sus acciones y de sus equivocaciones, por el engaño y por la ceguera mundial, en la cual los hombres se mienten unos a otros y a sí mismos; pero nunca engañarán a Dios.

Vengo a un mundo sin fraternidad y sin amor, en el cual las naciones estimulan guerras y conflictos unas contra las otras, para sobresalir y usufructuar del sufrimiento y de la carencia de los que padecen esa ilusión.

Vengo por los inocentes que se están perdiendo en este juego de fuerzas humanas, sin comprender por qué sufren tanto, y que se preguntan en dónde está Dios para ampararlos.

Dios, hijos, contempla a cada corazón y a la humanidad como un todo. Si los hombres no le abren las puertas, no claman, no oran y no buscan la paz, ¿Cómo podrá llegar a los que más necesitan y que se sienten olvidados no solo por la humanidad, sino también por su Padre?

Vengo por una humanidad ignorante, que necesita comprender que el tiempo de los juegos y de la infantilidad espiritual ya terminó, porque las consecuencias de sus ilusiones se muestran en la decadencia de las naciones, de las culturas, de las religiones, de las almas y de los Reinos de la Naturaleza.

Vengo por los reinos que no pueden elevar su verbo orante ante los hombres, para pedirles misericordia y paz, para pedir el fin de la sangre derramada, tanto en la tierra como en los océanos; el fin del martirio de los árboles, del desequilibrio generado en los minerales, para que los hombres adornen sus cuerpos y fortalezcan sus ilusiones.

Vengo por la consciencia de un planeta que está vivo, que sufre y que padece junto con todos los inocentes, de la naturaleza como de la humanidad; y que no es escuchado sino por Dios y por el Universo, cuando clama por la vida y por la evolución.

Vengo hoy, para apelar junto con Mis Hijos, por un mundo con más paz, para que cada uno que Me escuche, construya esa paz en su propia vida y de testimonio de su transformación con el ejemplo y con la oración.

Vengo para pedir que difundan Mi llamado más allá de las fronteras, de las creencias y de las religiones, porque solo pido que los corazones fortalezcan su fe y que, siendo ella verdadera y pura, si los lleva a amar al prójimo y a Dios por sobre todas las cosas, la vivan con plenitud y sin engaños.

Vengo para pedirles la unidad interior entre las culturas, el respeto entre las religiones, la comprensión de los caminos que Dios inspiró a Sus hijos para que vivieran, no para competir entre sí, sino para que, en la diversidad de Sus criaturas, cada una encontrara la forma de llegar a Su Corazón, ya sea a través de Buda, Mahoma o Cristo. Si son sinceros y buscan la expresión del Amor, todos llegarán a Dios y allí comprenderán la esencia de la unidad, que hoy sus mentes no pueden concebir, por estar tan llenas de conceptos y de ideas humanas.

Estoy aquí como una simple Mediadora, como la Corredentora de este Plan de Amor, como una Madre Celestial y Divina, enviada por Dios, para guiar a la humanidad hacia el retorno al Origen en el Corazón del Padre Celestial.

No les pido que Me adoren, sino que Me escuchen y que se unan al propósito que Yo les traigo, reconociéndolo verdadero ante la necesidad del mundo.

No soy Yo, Hijos Míos, quien necesita de sus oraciones. Son ustedes, como humanidad, que deben aprender a orar, para salvarse y para retirar este mundo de la ceguera y del cautiverio espiritual y casi físico en el que se encuentra.

Solo les pido que se unan a Dios y comprendan Su Amor por la vida y por cada una de Sus criaturas. Que comprendan a cada ser humano, así como a cada elemento y especie de la naturaleza, como una joya preciosa del Creador, una parte indivisible del Corazón del Padre. Cada vez que uno de Sus hijos se pierde, es Su Corazón el que padece, el que sufre y que muere con esa pequeña esencia que proviene de Él.

Mi llamado es por la Paz, por la Verdad y por la vivencia del Amor entre las criaturas. Todos los misterios se revelarán a los ojos de los que así vivan, respondiendo a Mi llamado. Y todo se cumplirá, si Mis peticiones se cumplen en sus vidas.

Los amo y los bendigo,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz

MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

El Código Crístico celular

Queridos hijos:

Hoy les revelo y les enseño la importancia del Código Crístico celular, que fue la sagrada y mayor experiencia de Amor de Cristo, vista por todo el universo.

Se entiende por Código Crístico a todos los grados de Amor, de Perdón y de Misericordia alcanzados por Jesús durante Su Pasión y Muerte.

La expresión viva y sublime de este Código Crístico se manifestó espiritualmente durante la flagelación y; desde allí, este Código de Amor, que todo lo comprende y todo lo perdona, fue profundizándose en la consciencia humana de Jesús.

Para llegar a dar ese paso, Mi Hijo tuvo que encarnar en condiciones espirituales, cósmicas y humanas muy preparadas y especiales para la época. En la esencia espiritual de Jesús, este Código Crístico fue despertando a medida que el pequeño Niño crecía en el seno de la Sagrada Familia.

Este mismo Código Crístico se fue manifestando a nivel celular desde el momento en que Mi pequeño Hijo predicó por primera vez en el templo. Fue en ese evento, tan especial que la intervención divina del Arcángel Miguel se hizo presente hasta que se cumpliera la santa profecía anunciada por los profetas.

El Código Crístico encarnó en Jesús desde las esferas sublimes de consciencia para poder enseñarle al mundo la verdadera y única Ley del Amor-Sabiduría.

En la historia de la humanidad terrestre, el planeta como consciencia madre, siempre fue ayudado y los grados crísticos de Amor-Sabiduría también se manifestaron ampliamente desde el momento de la iluminación de Buda.

Así, a través de la Compasión Divina que es una vertiente del Rayo del Amor-Sabiduría, la humanidad pudo comprender que los errores cometidos y todas las deudas contraídas tienen un camino de liberación que, por medio de la Compasión, lleva a la consciencia hacia el perdón.

El primer impulso espiritual de la Compasión fue expresado por la consciencia de Buda quien, en aquel tiempo, despertó profundamente a una revelación del Amor Divino que la humanidad nunca en su historia había conocido.

Quisiera, hijos, resaltarles que los santos esenios tuvieron una tarea importante a nivel espiritual y también en la prolongación de esta corriente de Amor-Sabiduría y de Compasión que la humanidad estaba necesitando.

¿Dónde está el puente espiritual que une la época de Buda con la época de Jesús?

La verdadera esencia de ambas manifestaciones de Amor reside en la Voluntad del Padre y en Su Divina Misericordia, al encontrar a la raza humana en una constante tentativa de autodestrucción espiritual, moral y humana. Fue así, queridos hijos, que la intercesión del universo se presentó en la consciencia humana a través de la revelación de la Compasión y de la encarnación del Hijo Primogénito.

El Código Crístico fue formándose como consciencia de Amor en la humanidad a partir de la experiencia de Jesús en la Tierra.

Yo les decía, en enunciados anteriores, que los esenios fueron las consciencias que unieron, en los mundos internos, todas las experiencias del Amor-Sabiduría de la humanidad.

Ellos recogieron la esencia de la Instrucción Crística manifestada desde el surgimiento de Buda hasta la encarnación de Jesús. Así, esa fuente y esa experiencia de Amor fueron depositadas, como ofrendas, en la consciencia del planeta para evitar que se autodestruyera.

Esta fuente se mantuvo activa en la humanidad hasta que Jesús comenzó Su vida pública y con la aproximación divina del Arcángel Miguel se permitió que ciertos valores espirituales comenzaran a recuperarse en la consciencia humana terrestre.

La Jerarquía Espiritual del universo acompañó todos los acontecimientos de la vida de Jesús, y así el Plan fue modificado después de la Resurrección de Cristo.

El Código Crístico celular fue cultivado por la esencia del Amor-Sabiduría que el propio Maestro irradiaba con Su Presencia.

El Hijo de Dios trajo al mundo la posibilidad de que las criaturas de la Tierra reconocieran su dignidad ante el Creador y, al mismo tiempo, que todos encontraran el Camino, la Verdad y la Vida que el propio Cristo les mostró a todos.

El Código Crístico quedó aún más latente desde el momento de la Ascensión de Jesús, y después fue derramado por el impulso divino del Santo Espíritu en Pentecostés. Fue en ese momento sagrado que su Santísima Madre instituyó el apostolado y la formación de las primeras órdenes monásticas crísticas, abriendo así las puertas para la evangelización por medio del Amor Crístico.

Después de más de dos mil años de apostolado y de misión, en los que el hombre de superficie usó, a través de la religión, la autoridad máxima que Cristo le había dado, la Jerarquía Celeste se presenta en este ciclo para corregir y restaurar los valores sobre la verdadera cristiandad.

Es por eso, que todos son llamados a contemplar el seno inmaculado de la Sagrada Familia, porque allí encontrarán los valores espirituales y humanos que también los llevarán a la redención y al perdón.

Cada ser que encarnó en el planeta, después de la Ascensión de Cristo, guarda en su interior el Código Crístico celular; Código que el adversario ha apartado del interés de los que duermen para que no puedan evolucionar. Este potencial de Amor Crístico es necesario y vital en este ciclo planetario, en el que el caos batalla contra las fuerzas del mal para conquistar la consciencia de la humanidad.

El proceso de purificación, de transformación y de no resistencia permitirán que ese precioso Código Crístico celular despierte y se manifieste en pro de la redención de la raza. Para eso, los actos de sacrificio, de silencio, de caridad, de oración, de Comunión y de consagración al Plan favorecerán el surgimiento del Código Crístico celular en la consciencia humana.

Las posibilidades están siendo dadas a todos, solo bastará determinación y prontitud para que cada ser humano sea, en este tiempo, la prolongación del Amor-Sabiduría que fue sembrado en los principios de esta raza.

Será ese Amor Crístico que el colocará a la humanidad en otra realidad más evolutiva. Por eso, llamo a Mis soldados de la oración y del servicio para que reflexionen sobre lo que les he dicho. Estaré agradecida por su atención.

Quien los impulsa al Amor de Dios,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz, Guardiana de los Códigos preciosos de Cristo

MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Muchos se preguntan de dónde partirá la unidad entre las diferentes culturas, religiones, razas y naciones. ¿Cómo unir tanta diversidad?

Pocos descubrieron la potencia del Amor de Dios y casi nadie vive la verdad que es saber que, si un Dios tan infinito fue capaz de crear tanta diversidad, Él se encuentra en todas las cosas y también en las diferentes religiones inspiradas por Él.

Las criaturas están dentro de la Consciencia de Dios, y Dios en ellas, pero la ignorancia que cerró sus ojos no les permite ver que el Creador está ahí, en lo profundo. Y, así, viven una ilusión, una vida separada de Él, solo por el hecho de no saber que Él Es en todo lo que fue creado. No lo ven y no lo sienten porque no se abrieron para saber que Él está en el interior de los seres.

El Creador, en Su posibilidad inconmensurable de amar, a lo largo de la existencia de la humanidad, concibió muchas religiones. Cada una conduciría una parte de Su Creación, pero al mantener viva su esencia todas llevarían a un único fin.

Cuando María dice que unirá, en Su Inmaculado Corazón a las diferentes religiones, pueblos y razas, no significa que todos reconocerán a la persona de María como Madre de Dios. María es la propia Unidad, pues Su Manto ampara en sí a toda la Creación. Como Unidad, Ella conduce a las diferentes religiones al Amor, que es el Principio que expresa Su Hijo.

Puede ser que muchos no reconozcan a la persona de Cristo como el Camino, la Verdad y la Vida, pero aquellos que creen en el Amor y viven en el Amor están en Cristo, sin saberlo.

El Amor que Cristo expresa trasciende la existencia de la persona de Jesús. La Unidad que expresa María trasciende la persona de María. Ellos ya no son parte material de una Creación. Aquellos que provinieron de un Espíritu Único se manifestaron en la Tierra para construir un camino, para expresar un arquetipo, para dar un ejemplo vivo y, ahora, en las diferentes escalas de evolución, siguen dando ejemplos y dejando Sus pisadas en todas las dimensiones, para que incluso los ángeles sigan Sus pasos.

Los principios de Amor y de Unidad son posibles de vivir para todas las religiones verdaderas e, incluso, aquellos que no tienen una religión guiada por una institución, pero que, en sus corazones, buscan religarse con Dios todo el tiempo por el Amor y por la Unidad. Es así como Cristo y María conducen a la humanidad. 

Ser cristiano es más que creer en Cristo. Si quieren llegar a la religión del corazón, en la cual todos son hermanos, hijos de un único Dios, crean en el Amor y en la Unidad.

El Amor y la Unidad los llevarán al Origen. Esta es la razón de la existencia humana: vivir esos dos atributos universales, que un día se hicieron carne y que hoy retornaron al Corazón Purísimo del Creador, para que toda criatura que vive, desde la materia hasta el espíritu, pueda retornar a Dios.

Quiero que anuncien al mundo que Dios es único y que los une a Él en los principios del Amor y de la Unidad. No importa que el camino sea aparentemente diferente, porque unos tendrán más apertura para seguir los pasos de Mahoma; otros, los de Buda; otros, de Cristo; otros, de María; pero todos pueden unirse, en espíritu, en el Propósito de Dios para la humanidad, que es único: el Amor y la Unidad para llegar a Él.

Vivan con esa certeza en el corazón y no duden, ni un solo instante, de la posibilidad de que Dios, del cual provienen todas las cosas, pueda hacer retornar hacia sí, todo lo que un día Él creó.

Yo los amo, los bendigo y les pido que sigan orando por la Paz en el planeta. Todos los días recuerden que sus espíritus ya viven en Dios y que, solo de ser conscientes de la Presencia de Él dentro de ustedes, ya son portadores del mayor misterio de Amor y de Misericordia de esta Creación.

Oren por los que desconocen el Amor de Dios y por aquellos que creen que lo aman, pero que no conocen el verdadero Amor ni la verdadera Unidad que llevan al Creador.

Su padre y compañero,

San José Castísimo

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Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más

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