Martes, 4 de julio de 2017

Mensajes mensuales
MENSAJE ESPECIAL DE CRISTO JESÚS GLORIFICADO, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE SANTIAGO DE COMPOSTELA, LA CORUÑA, ESPAÑA, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS, PARA LA 48.ª MARATÓN DE LA DIVINA MISERICORDIA

Aquí está el Arca Sagrada de Dios, que guarda los mayores tesoros del universo. Ella retornará Conmigo a la Tierra para instituir el nuevo Plan de Dios en el momento del surgimento de la Nueva Humanidad.

Retornaré más brillante que un sol y más luminoso que cientos de estrellas. Mi Espíritu será tan fugaz como el viento y tan semejante a la fuerza de los océanos y de todos los mares.

Un portal del universo se abrirá sobre la Tierra y los 144 000 lo sentirán, porque escucharán Mi Voz en sus corazones y sabrán que la hora se aproxima. Será el momento en que Dios habrá declarado Su Justicia sobre el mundo, y los impíos, los injustos, lo sabrán.

Por eso, vengo a ofrecer esta Sagrada Arca como última salvación de la humanidad. He colocado dentro de ella Mi Sagrado Corazón para que, lleno de espinhas, sea venerado, sea adorado y reparado por los hombres.

Los ángeles participarán de ese acontecimento de la Venida del Hijo del Hombre y no habrá consciencia que no lo pueda saber, porque Dios ya está poniendo fin a las injusticias humanas, a todo lo que es pecado y a todo lo que está perdido.

Como lo hice hace más de dos mil años en Tierra Santa, vengo a ofrecer Mi Corazón como símbolo de expiación universal para que las almas encuentren un refugio seguro y sepan conducirse en los tiempos que vendrán, sin perder la posibilidad de ser guiadas.

Con todo esto, vengo a revelarles los misterios de Mi Sagrado Corazón, que no son verdaderamente contemplados ni buscados por todos, en estos tiempos.

Por eso, he escogido este lugar para hacerlo, porque aquí ha venido uno de los Míos; ha venido en Mi Nombre a dejar algo que la humanidad no ha comprendido y que ha convertido esa oportunidad en una perdición para muchas almas. Pero Mi Misericordia es más infinita y más grande que todos los océanos y que todo el universo.

Mi Fuente de Gracia nunca dejará de brotar, pero debo ser obediente a Mi Padre, así como ustedes deben ser obedientes a la Ley y a la Justicia. Mi Gracia no terminará, pero deberé cerrarla en algún momento.

Por eso, en estos tiempos, Yo los vengo a fortalecer para intentar hacer de sus vidas nuevos instrumentos que puedan corresponder a la necesidad de Mi Plan y de Mi urgente retorno al mundo.

Mientras el mundo sea injusto por todo lo que Yo le he dado a través de Mi Sacrificio y de la Cruz, a través de la profanación de la Palabra, del Divino Verbo y de la Eucaristía, aún el mundo sufrirá, más de lo que él espera.

Por eso, vengo con tan pocos a cambiar los acontecimientos y hacer de sus encarnaciones un momento de renovación y de esperanza para el mundo.

Quisiera que todos los días Me oraran como Me oraron hoy. Quisiera que todos los días caminaran hacia el Portal de la Paz, así como caminaron hoy, en simplicidad, en amor y en sintonía. Eso ha permitido que Yo viniera aquí, a recoger los purgatorios que existen por toda Europa.

Cuando sus pies caminan con determinación y firmeza hacia Mi Portal de la Paz, muchas cosas Yo puedo hacer a través de ustedes y, todas las que Yo puedo hacer, son muy desconocidas para la humanidad.

Hoy, han permitido que Mi Padre concediera traer hasta aquí el Arca de la Santa Alianza, bajo la veneración profunda de Mi Sagrado Corazón, dentro de la misma, como esencia y energía.

Quiero que sus ojos observen el horizonte de Mi Corazón, el universo de Mi Amor y la Divinidad de Mi Consciencia, y que puedan creer que, más allá de todo esto, existe algo mayor y verdadero que el mundo aún desconoce.

Hoy, pude dejar en sus corazones las moradas de Mi Padre, aquellas moradas de las cuales Yo he hablado en el Evangelio, en el Nuevo Testamento.

Quiero que no solo oren por ustedes, sino también por el mundo infiel y egoísta, por aquellos que usan Mi Nombre y el Nombre de Mi Madre para promoverse y hacerles creer a muchas consciencias que todo es verdad.

No saben cuánto lo siente Mi Corazón cuando desvirtúan las cosas, como propósito y como designio celestial.

No tengo nada más para entregarles que Mi Corazón y Mi Vida, Mi Alma y Mi Divinidad.

Aspiro a poder ser en los Míos mucho más de lo que Soy.

Aspiro a poder convertir lo que aún no Me permiten.

Aspiro a poder liberar lo que aún se resiste en ustedes, por miedo o por vergüenza.

Mis Ojos de Misericordia no vienen a ver lo que está mal, sino vienen a ver lo que Mi Padre ha creado en lo profundo de sus consciencias, desde el principio.

Es por la esencia de las almas del mundo que rezo todos los días, a los pies de una luminosa Cruz, tan semejante a esta que está a los pies de Mi altar.

En esta Cruz Yo di todo por el todo, y mucho más de lo que los hombres conocen por historias o por relatos, por experiencias o por visiones.

Dios nunca revelará totalmente Su misterio, porque sabe que el hombre es débil en la carne y en la tentación. Pero, sí, Él podrá dar todos Sus tesoros y lo que existe más allá de este universo, a los que tienen fe en Él, a los que creen en Su Palabra, a los que viven en Su Voluntad y la respetan, a los que confían plenamente en Su Misericordioso Amor.

El mundo está muy enfermo de cuerpo, de mente y de espíritu.

¿Quién socorrerá a este mundo llagado y lleno de heridas?

Un mundo que sufre como consciencia, a través de la humanidad y de los Reinos que Mi Padre ha creado para su beneficio, para el beneficio de Sus criaturas.

Estoy como un árbol, esperando que Me contemplen.

Estoy como las aves, esperando que Me alaben.

Estoy como el mar, para que Me busquen en el silencio.

Estoy en el viento, para que reconozcan la caricia de Mi Amor en todo lo creado.

Mi Amor, que es el Amor de Mi Padre, está en todo, esperando por reparación y por cura.

Que los valientes se animen a seguirme.

Que los perseverantes no se cansen de seguir Mis pasos.

Que los imperfectos no se amedrenten.

Que los enfermos crean en el poder de Mi Cura y que los pacificadores no dejen de dar la paz, a pesar de lo que suceda.

Porque, en verdad, les digo: “Dichosos serán los que hagan cosas más grandes que las que Yo hice, porque en el Cielo serán coronados por vivir y buscar Mi humildad, porque en el universo serán reconocidos como Mis siervos del fin de los tiempos y los santos de los últimos días”.

Ofrezcan sus pequeños sufrimientos por los que más sufren. El planeta, como un todo, como consciencia, es el mayor dolor de este universo.

Retornaré en Gloria para corregir este proyecto humano, esta gran idea divina e inmaculada, que Mi Padre emanó de Su Corazón al infinito.

Cuando vean que el mal hace temblar las cosas y que las mayores dificultades de la Obra se presentan, sepan que Mi enemigo está inquieto, porque estoy dando pasos firmes, camino a Mi Retorno.

Que se enciendan las antorchas de los Nuevos Cristos.

Que se eleven los estandartes de la rehabilitación.

Que en lo alto de los montes se vean las banderas de la paz, porque el fin está llegando, aunque muchos no lo crean.

Refúgiense en el Inmaculado Corazón de Mi Madre.

Oren, adoren y esperen en silencio, porque una señal significativa pasará y no podrán estar distraídos, sin poder verla. Esa señal indicará el fin del último fin y la llegada del Omega a la humanidad.

Los Libros Sagrados terminarán de ser escritos porque la Mujer Vestida de Sol abrirá el nuevo cofre, en donde las perlas más preciosas de la redención serán presentadas ante los Tronos de Nuestro Señor.

El Arcángel Gabriel anunciará a Sus ángeles el momento de Mi llegada y la última trompeta en el Universo Celestial se escuchará.

¡Ay de aquellos que no hagan penitencia!

La Justicia será muy grande por lo que la humanidad ha hecho, pero Mi Misericordia salvará a aquel que se rinda de verdad, por él mismo y por sus hermanos.

Ya no busquen la paja en el ojo ajeno. Ya no juzguen, ya no critiquen.

Sean misericordiosos como Yo lo Soy, hasta el final de la cruz, hasta que sean traspasados por la lanza del Amor de Nuestro Padre. Aun en esa hora, no desistan; porque, aunque aparentemente Yo no esté presente, Mi Espíritu Divino siempre lo estará en aquel que crea y que viva Mi confianza.

Que esta Arca sea el símbolo de los nuevos redimidos que veneran, pacíficamente, a Mi Sagrado Corazón y que lo hacen por una raza perdida e indiferente.

Alegres serán los que así lo hagan, porque nunca les faltará la fe.

El Reino de Dios se aproxima para derramar Su Justicia, y Yo haré todo lo posible y un poco más por los caídos. Que así sea.

Cantemos.
 

Canción: "Adoramos".
 

Aquí se encuentra el código de la redención para las almas. Dichosos los que beban de él, porque vivirán la plenitude de Nuestro Señor.

Aquí se encuentra el elemento sagrado que regenera la vida y la consciencia, trae la cura y la paz para el surgimento de una Nueva Humanidad.

Oremos:

Señor,
que se cumpla el advenimiento de la nueva raza.
Que la humanidad pueda expresar su arquetipo.
Que la Palabra sea viva y construya Tu Templo.
Que se expanda en nosotros Tu misterio
y que se revele al mundo la verdadera existencia,
para que podamos reunirnos en Tu Nombre
y glorificar la perfecta unidad.
Amén.

 

Que así sea.

Rezaré en estos días, junto a ustedes, para que estas rosas que han traído a Mi altar sean bendecidas y, al tercer día de este encuentro, se las lleven como un presente de Luz de Mi Sagrado Corazón y como parte de la donación de los Reinos de la Naturaleza a la humanidad, una donación incondicional.

Que, en esta Maratón, oremos por los que no viven Mis Mandamientos, por los que infringen las Leyes del universo todos los días, por los que son religiosos y espirituales y no son verdaderos, para que el Espíritu Santo abra sus ojos y rompa los candados de sus corazones, para que descienda la Gracia de Mi Misericordioso Corazón y las almas sean rescatadas de sus abismos. Amén.

Mientras Me elevo al universo, con todas las súplicas recibidas, necesito en esta hora que alivien Mi Corazón de todo lo que ve de este mundo, día a día.

Estoy aquí por los que Me escuchan, por los que Me viven, por los que Me buscan, por los que creen en su Divino Señor.

Necesito que reparen Mi Corazón hoy con una canción, tan profunda para Mí.

Yo estoy aquí con ustedes, y ustedes, a través de esta canción, dirán: “Señor, Tú estás aquí, siempre”.

Los bendigo con el poder salvador de la Cruz, con la Señal Luminosa de la redención y de la paz, para que los espíritus impuros sean liberados y para que las almas encuentren la paz.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Canción: "Tú estás aquí".