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Ama a Dios y a Su Plan, y en él aprenderás a amar todas las cosas.
Busca, por encima de todo, el amor al Padre y el Amor del Padre, y puro será el amor que nacerá de tu propio corazón.
Todas las cosas verdaderamente espirituales te parecen distantes porque, en verdad, tu corazón aún está distante de Dios.
Busca, hijo, el Amor verdadero en Dios y descubrirás Su simplicidad y Su pureza. Descubrirás que la vida devela sus misterios cuando tu corazón ama a Dios, porque el propio Amor dentro de ti permite que tus ojos reconozcan al Padre en todas las cosas.
Aspiras a la sabiduría, al conocimiento y al discernimiento. Aspiras a conocer los misterios celestiales y las verdades universales, pero hoy, Yo te digo que, antes de todas las cosas, debes aspirar al Amor y buscar a Dios; debes buscar el Amor al Padre y Su Presencia, y el propio Dios te revelará Sus Misterios.
Sin Amor no hay sabiduría, no hay verdad y no hay paz. Sin Amor no hay misterio que se revele ni madurez espiritual verdadera que nazca del corazón. Sin Amor no hay cómo superar las pruebas ni cómo superar los desafíos.
Busca, ante todo, el Amor de Dios y en él encontrarás todas las cosas.
Tienes Mis bendiciones para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijo Mío:
Cuanto más busques a Dios, más ingresarás en el Conocimiento de Dios y más amarás a Aquel que está en todo y que abarca toda la vida.
Deja que tu corazón se adentre en el Conocimiento de Dios cuando oras; cuando lees las Palabras que Él te envía por medio de Sus Mensajeros; cuando te adentras en el misterio de los Libros Sagrados y dejas que la inspiración de Dios, a través de la palabra y de la vida de los profetas, te inspire; cuando entras en una verdadera comunión con la Naturaleza, con los Reinos, con la vida.
No te lamentes por no amar a Dios como quisieras o como sentirías correcto amarlo.
No te lamentes por no tener las circunstancias que crees necesarias para buscar a Dios, porque la búsqueda de Dios está en tu corazón y tu corazón está contigo dondequiera que estés.
Por más que estés en una situación de caos, Dios sigue estando dentro de ti.
Por más que estés en un desierto interior, Dios sigue estando dentro de ti.
Por más que estés sumergido en las distracciones y en los quehaceres del vivir común humano, Dios sigue estando dentro de ti.
Y hoy te digo que es con muy poco que Dios se hace sentir en tu corazón. No necesitas ser conocedor de grandes ciencias ni de filosofías trascendentales, porque la Verdad de Dios se revela en ti, en lo que tú verdaderamente eres.
Todo lo que existe son caminos que te ayudan a llegar; son manos que se tienden a través de las Palabras sagradas que Dios le entrega al mundo por medio de las ciencias espirituales, de Sus Mensajeros, de Sus profetas.
Busca a Dios y acepta la Mano que se tiende hacia tu corazón a través de Sus Palabras.
Busca a Dios en una oración sincera y deja que Él te revele la inmensidad de Su Presencia, de Su Existencia; y que también te muestre la pequeñez de tu vida, de tus problemas, de tus lamentos.
Eleva tu consciencia en oración para que Dios te revele Su Simplicidad.
Rinde tu mente a Su Divino Corazón y deja que Su Grandeza disuelva tus mezquindades.
Ya es tiempo, hijo Mío, de elevarte verdaderamente, de elevarte al Corazón de Dios.
Eres llamado a amarlo por encima de todas las cosas y a expresar ese amor a través de tu vida, y para eso debes darle lugar para que Dios se exprese en ti.
Muchos caminos ya te fueron presentados, muchas manos vinieron en tu auxilio. Sintetiza todo eso en tu mundo interior y encuentra en ti la Presencia de Dios.
Silénciate para sentirlo; silénciate para escucharlo; silénciate para expresar a Dios, que está vivo en tu corazón.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Cuando tus ojos se abran cada día, hijo Mío, contempla en tu corazón la Verdad y la Presencia de Dios. Recuerda que hay una realidad superior que te llama y que hay un Plan Mayor por ser manifestado.
Cuando tus pies toquen el suelo cada día, hijo Mío, recuerda que estás sobre un planeta sagrado, el que a pesar de que muchas veces no lo parezca es un gran tesoro para el Corazón de Dios.
Cuando respires el aire de cada mañana, recuerda, hijo Mío, que hay un Soplo Mayor que proviene de Dios y que habita en ti para darte la verdadera vida, el verdadero despertar.
Agradece todos los días a Dios por aún tener una oportunidad de estar en el mundo para aprender sobre el poder del amor y sobre cómo él transforma y redime todas las cosas.
Agradece todos los días a Dios por la existencia de un Cosmos infinito, símbolo de la infinitud de Su Amor y porque entre tantas estrellas que hay en el Cielo, el Creador tiene Sus Ojos puestos sobre la Tierra.
Reconoce, todos los días, el misterio de la vida y la profunda ignorancia del corazón humano, y mantén viva dentro de ti la aspiración de saber y de vivir lo nuevo.
Agradece al Padre por la vida, por la Creación y, sinceramente, emite hacia Su Corazón Creador ese sentimiento que une Universos y dimensiones y llega a Dios consolando Su Corazón de tanta indiferencia que Él siente, causada por parte de Sus hijos.
Ama ser parte de este Proyecto Divino y que la trascendencia de la condición humana sea para ti un gran desafío, pero no un gran peso.
Supérate y hazlo con amor. Véncete todos los días para entregarle una victoria al Corazón de Dios que diariamente contempla a Sus hijos derrotados en los abismos del mundo por las ilusiones y por las vanidades.
Cuando caigas, ofrécele tu mano al Padre. No hay nada que alegre más al Corazón de Dios que un hijo Suyo arrepentido sinceramente, clamando por Sus Manos. Con alegría, Dios te levantará y tu acto de elevación y de superación inspirará a otros.
Haz, hijo Mío, de tu vida una gran oferta a Dios, a través de pequeños y sinceros actos. De ti, Dios solo necesita un espíritu de gratitud, un corazón humilde y dispuesto al amor.
Que todos los días, al despertar, no despierte solo tu cuerpo, sino también tu consciencia, porque no solo tú, sino también todo el planeta lo necesita.
Yo te bendigo y te dejo Mi Paz para que la multipliques en cada nuevo día.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Paz, hijo, es el estado que tu corazón alcanza cuando se une a la Verdad de Dios.
Paz es el estado inalterable que nace de la certeza de una realidad superior que trasciende la existencia humana.
Paz es un estado que despierta o que nace en los corazones cuando ellos se abren para amar y conocer el Plan de Dios, reconociendo su grandeza y perfección y, en consecuencia de eso, reconociendo la pequeñez humana.
Paz es un estado que el corazón encuentra cuando sabe que está cumpliendo su parte todos los días y que hace todo lo que puede por la evolución de los seres, por el despertar del amor, por la expansión de la fraternidad.
Cuando el corazón no está en paz no es porque falte la paz en el mundo, no es porque Dios lo prive de la paz; es el propio ser el que se aparta de ella por saber que está en falta, por saber que no hace todo lo que podría estar haciendo, por saber que no está dando todo de sí.
Descubre el camino hacia la paz a través de la transparencia, de la sinceridad, de la verdad, de la donación.
El corazón que se confiesa encuentra la paz porque retorna a la Verdad, porque desnuda sus mentiras y vanidades ante Dios y se renueva, se torna digno de reconocer la paz, de estar en ella y de multiplicarla.
El mundo está en caos, viviendo el dolor y el sufrimiento. Las almas están en agonía, viviendo su definición, en el miedo; pero, a pesar de todo eso, es posible estar en paz, encontrarla y vivirla, porque la paz no depende del mundo, depende solo de ti.
La paz no es el fin de las guerras ni el fin de una humanidad viviendo según sus tendencias y necesidades superficiales, porque un corazón puede tenerlo todo, todas las cosas que desea, puede que no viva en medio de conflictos y, sin embargo, no conocer, no encontrar y no vivir la paz.
La paz es un estado interno, fruto de la unión con Dios y de la transparencia delante de Él.
Por eso, hijo, hoy Yo te invito a redescubrir la paz dentro de ti confesando tus miserias ante Dios, desnudando tus personajes para darle espacio a una transparencia desconocida que es la puerta a la verdadera libertad.
Experimenta ser libre en un mundo que se tornó la prisión de sí mismo. Experimenta estar en paz y ser un instrumento para que Dios le dé a conocer al mundo la paz a través de ti.
Entra en un nuevo ciclo de aspiraciones verdaderas, de acciones verdaderas, de amor verdadero, de verdadera paz.
De esa forma, caerán los hombres a tu derecha y a tu izquierda y la paz de tu corazón, que no tiene su base consolidada en las cosas del mundo, sino en tu unión interna con Dios, jamás será derrumbará.
Persiste en la búsqueda de la paz, pero sigue por el camino correcto. La transparencia y la verdad son tus vehículos para alcanzar la paz.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Ve y busca el Corazón de Dios más allá de las miserias humanas.
Los errores son una forma de reconocer la propia imperfección y de buscar por encima de las superficialidades aquello que es real, que es verdadero.
Dios, hijo, te ofrece aprender a través del conocimiento de Su Gracia, despertando en tu corazón una profunda fe en Tu Padre y Señor, el que desde el principio de Su Creación hasta hoy encuentra formas de demostrarle Su Amor a Sus hijos.
Pero también es posible conocer a Dios por el cansancio, por los errores constantes, por las miserias que desbordan de la condición humana sin una aparente solución.
Allí el corazón busca una esperanza, algo que sea más real que su condición miserable, algo que disuelva, con su verdad, la ilusión y el engaño del laberinto de las vanidades.
Allí es cuando el corazón se detiene y piensa: Dios.
Allí es cuando la consciencia, que sabe del sentido oculto de la vida, encuentra un espacio entre las distracciones de la personalidad para que descienda sobre el ser una gota de la Gracia, y esa gota comienza a transformar todo lo que toca.
Una gota de Dios sacia la sed de las almas y les devuelve la vida, pero un río de la Presencia Divina las torna Sus instrumentos, fuentes vivas en un mundo que tiene sed de Verdad y que muere por no ver la fuente delante de sus ojos.
Aquel que tuvo sed y fue saciado ya no puede ver la sed delante de sus ojos y no hacer nada, porque conoce el vacío y la ilusión, y eso lo desespera.
Pero sabe, hijo, que todo tiene su tiempo y el libre albedrío le dio al hombre la elección de conocer a Dios a través del amor o de clamar por Él en lo más profundo de sus propias miserias.
Sabe, sin embargo, que la Mirada de tu Padre está siempre atenta sobre Sus hijos, no se detiene y no se distrae. Basta con un simple movimiento para que Él responda con un río de Gracias para los que merecían la Justicia, porque el Creador del mundo es el Dios de la Misericordia y Su Corazón se renueva y se alegra con el despertar de cada corazón humano.
Elige tú, hoy, rendirte para conocer el Amor de Dios y aferrarte a él por el poder de Su Gracia o seguir descendiendo a lo profundo de los abismos y clamarle a Dios consumido por tus miserias.
El Padre nunca escogerá por ti. Él solo esperará que tu mirada encuentre la Suya, que tus manos busquen las Suyas, que tu corazón trascienda el tiempo, el cansancio, la distracción, la vanidad y la ignorancia y que, en una oración sincera, retorne al Padre.
Ve en dirección a Dios.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Observa como el mundo agoniza y ora con el corazón.
No es suficiente que tu mente conozca los acontecimientos del mundo y los juzgue según principios que, para ti, son espirituales.
Observa como la pureza se pierde en los corazones de los seres humanos, cada vez más distantes de Dios y entregados al mundo, y busca esa pureza en tu interior.
No es suficiente que compruebes las imperfecciones ajenas y las juzgues según principios que, para ti, son espirituales.
Observa como en las acciones de los hombres cada vez hay menos compasión, menos piedad, menos misericordia, y ve a buscar en la Fuente esas dádivas para el mundo.
No es suficiente observar como las almas tienen sed y juzgar sus motivos en base a principios que, para ti, son espirituales.
Hijo Mío, todo lo que te digo es para que te sumerjas en lo profundo de tu corazón y encuentres a Dios.
Tus ojos pueden ver todas las cosas y tu mente puede juzgarlas con un juicio que se disfraza y que se oculta en todo el conocimiento que adquiriste para sentirte una persona espiritual, pero el conocimiento no te hace espiritual.
El conocimiento es una puerta que se abre para que sepas por donde caminar; pero puedes conocer todas las filosofías, las religiones y las ciencias y, sin embargo, estar parado delante de esas puertas contemplando caminos por los que nunca te adentraste, porque la transformación es lo único que mueve tus pies.
Sustituye el juicio por el ímpetu de ser un ejemplo.
Sustituye el conocimiento por la experiencia que te trae sabiduría y no tengas miedo de intentar y ver que es difícil, y como en tus caídas y dificultades aparecen tus debilidades e imperfecciones.
Porque Yo te digo, hijo amado, que cuando tus ojos están listos, no solo para conocer el mundo, sino también y sobre todo a ti mismo, es que tus pies comenzarán a caminar, aunque te sientas parado.
La grandeza de la sabiduría es que ella se construye lejos de la mente y del entendimiento, en lo profundo del corazón, y cuando menos lo esperas, rendido a los Pies de Dios, en el auge de tus miserias, te descubres sabio, porque el amor que allí te rindió, te hizo sabio.
Por eso, hijo, observa el mundo y contémplalo, pero después encuéntralo dentro de ti y transfórmalo. Así, todo se cumplirá.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Ora, y en oración lleva el Relicario de Mi Corazón a peregrinar por el mundo, deja que Sus Rayos de compasión y de humildad penetren hasta en el más duro de los corazones, endurecido por su orgullo y por su arrogancia.
Ora, y en oración lleva el Relicario de Mi Corazón a peregrinar por el mundo, deja que sus Rayos de paz y de unidad con Dios permeen a las almas más perdidas y distantes del Creador.
Camina Conmigo, con tu corazón orante, por todos los rincones de este mundo y no te olvides, hijo, que la oración es el puente hacia la unión con Dios, no solo para ti, sino para cada ser de esta Tierra.
Contempla el Relicario de Mi Corazón y, atravesando ese pequeño y humilde Relicario de madera, llega a Mi Corazón espiritual de Siervo, de Compañero, de Padre y de Amigo, para que aprendas de Mí lo que Yo aprendí con Dios y para que así recibas las virtudes que harán de ti un instrumento del Padre Celestial, así como Yo lo fui y Soy.
Contempla el Relicario de Mi Corazón para que aprendas a interceder por las almas y, en silencio, no solo dime aquello que necesitas, sino también pídele a Dios por la intercesión de Mi Corazón por todas las necesidades del mundo, aquellas que son reales y urgentes.
Ora, y con tu oración lleva el Relicario de Mi Corazón a peregrinar por el mundo y así permite que cada uno de tus hermanos reciba aquello que necesita de Dios; reciba Misericordia, Perdón y Gracia; reciba esperanza, fe y alegría; reciba cura, fidelidad y fortaleza para cumplir su compromiso espiritual.
Todo lo que el Creador Me entregó, Yo se lo entrego al mundo por medio del Relicario de Mi Corazón.
Entonces, hijo, recibe lo que te concedo y, en oración, dale de beber a los sedientos de esta Fuente de Gracias.
Tu Padre y Amigo, Compañero de siempre,
San José Castísimo
Ora, y si tu oración fuera verdadera, llegará a los Cielos y unirá no solo tu corazón a Dios, sino también el corazón de todos los que necesitan Su Presencia.
Sirve, y si tu servicio fuera verdadero, sin importar lo que hagas, él tendrá repercusiones espirituales que serán desconocidas para ti, pero que, en lo invisible de tus acciones, se tornarán el motor para la transformación del mundo.
Ama, y si tu amor fuera verdadero, curará las heridas del pasado, del presente y preparará en el futuro una vida de aprendizajes en el amor y no en el sufrimiento.
Canta y que tu canto sea verdadero, una oración con melodías que elevan tu corazón al Padre, así como lo hacen los pájaros, entregándole el día a Dios, al inicio de cada mañana.
Silencia, y que tu silencio sea verdadero, que no esté colmado de angustias, rencores, pesares o sentimientos que cierran tu boca para herir tu corazón.
Que tu silencio sea curador y que traiga paz, primero a tu interior, después al mundo.
Escucha las Palabras de Dios, aquellas escritas en los Libros Sagrados de este mundo y transmitidas por Sus Mensajeros.
Si tu lectura fuera verdadera, ella abrirá tu corazón para que sepas reconocer la Voz del Padre en tu interior, cuando la Voz de Sus Mensajeros ya no resuene en el mundo.
Y así, hijo, todo lo que hagas, hazlo de verdad, hazlo con la verdad y pleno de una transparencia espiritual.
Transforma tu vida en un acto sagrado y así verás cumplirse en ti como fue dicho en el principio, verás emerger en ti lo que te hace semejante a Dios, verás disolverse la ilusión, para que viva en ti lo que verdaderamente eres.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Entra y sumérgete en el abismo más profundo de la Misericordia de Tu Señor.
Déjate inundar por un misterio insoldable que está más allá de la Gracia y, muchas veces, más allá de la Justicia Divina.
Permite que tu ser descubra el Amor Infinito de Dios que se esconde en las profundidades de Su Misericordia y, bañado en ese bálsamo curador, restaura en ti, y en el mundo, las heridas más dolorosas y las marcas aparentemente imborrables de la consciencia humana.
En donde más se necesita, allí está el abismo de la Misericordia de Cristo, como una Fuente inagotable y una respuesta divina para todo clamor emitido con el corazón.
Ven y da tu "sí" en nombre de la humanidad, para que esa Fuente brote y se vierta sobre el mundo, para curarlo y restaurarlo en su espíritu más íntimo.
Ora y clama, en nombre de la humanidad, pidiéndole al Padre que Su abismo luminoso de Misericordia se revele al mundo para que los hombres conozcan no solo al Dios de la Justicia, sino también al Dios de la Misericordia.
Descubre que todo pecado tiene cura y que toda deuda es justificada por la Sangre y por el Agua que, derramados a través del Cuerpo de Cristo, hicieron nacer la Fuente de la Infinita Misericordia para el mundo.
Ante el arrepentimiento verdadero y la redención proclamada con el corazón, todas las almas pueden tornarse dignas de beber de la Fuente de la Divina Misericordia.
Por eso, hijo, ve, y a los Pies de Dios ruega por una oportunidad y arrepiéntete de corazón.
Si te parecen pequeños tus pecados o si no eres consciente de tus deudas para con Dios, clama de todos modos; pídele al Padre que substituya el abismo oscuro de tus miserias por el abismo profundo y luminoso de la Misericordia Divina y jamás te canses de clamar, no solo por tu salvación, sino también por la salvación del mundo entero.
La Misericordia es la respuesta para las almas que perdieron la esperanza y, si ellas están ignorantes delante de esa Gracia, clama por ellas, para que reciban una oportunidad de elevar los ojos hacia Dios y percibir que Él siempre estuvo allí, con Sus Brazos abiertos, haciendo brotar de Su Pecho un caudal eterno de Misericordia, que muchos no supieron ver.
Permite que tu corazón conozca la Fuente Divina de la Misericordia y deja que tu alma despierte a la devoción, al amor y a la fe que la hacen portadora de esa Misericordia para el mundo.
Ama conocer la Misericordia Divina. Ama ser un intercesor entre Dios y las almas perdidas que no conocen y que no buscan Su Misericordia.
Solo piensa que cuando lo intentas, mientras tantas almas están perdidas, la Fuente de la Misericordia se vierte sobre el mundo como un río que pasa delante de alguien sediento y él no consigue verlo. Y tú, hijo, puedes ser el dedo que apunte hacia las aguas y, a través de tus sinceras oraciones, en los niveles del espíritu, consigas méritos para que los que más lo necesitan alcancen Misericordia.
Comprende este misterio y, delante de un mundo lleno de pecados y de perdición, ama ser portador de la Divina Misericordia y, aunque sea en soledad con Dios, o en tus más silenciosas acciones, clama por Misericordia y sé Misericordia para el mundo.
Los Mensajeros Divinos llegan a Polonia no solo para curar heridas profundas de una nación sufrida, sino, sobre todo, para renovar el compromiso de la humanidad con la Divina Misericordia y para enseñarles a las almas a ser instrumentos de la Divina Misericordia para el mundo.
Abraza con el corazón esta Misión que Dios te entrega y, donde quiera que estés, sé portador de la Divina Misericordia de Cristo.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Que la Pureza que brota de la Fuente del Corazón de Dios inunde a las almas y las renueve.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios impregne a los seres y los despierte.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios colme a los corazones y les revele la paz, les revele el amor y les revele la Gracia.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios llegue a todas las almas y las conduzca a la Verdad, hasta hoy oculta, de la unión perfecta entre su Madre Celestial y Dios.
Que la Pureza, hijos, disuelva de la consciencia humana la ignorancia y, sobre todo, el orgullo que le impide alcanzar los Misterios Divinos por creer que, en su pequeñez, pueden encerrarse todos los conocimientos, toda la sabiduría y toda la verdad.
Que la Pureza les abra los ojos y los lave, para que siempre puedan ver el mundo y la vida siempre como la primera vez, como quien está delante de algo que le es completamente desconocido.
Que la Pureza les permita ver todo como si fuera la primera vez y que el interés por lo nuevo les abra las puertas a los Misterios de Dios.
Bienaventurado es el corazón que contemplando a su Madre Divina y Celestial descubre en Ella la Maternidad Divina.
Contemplen el Hijo de Dios, pero también contemplen el primer Sagrario que lo guardó y descubran que, así como es en la Tierra, también es en el Cielo.
Conozcan y reconozcan la Grandeza de su Madre Divina todos los días, con la gratitud sencilla de estar ante Su Inmaculado Corazón, pues Su Silencio mucho le habla al corazón que sabe oír más allá de las palabras.
Contemplen el primer y eterno Sagrario de la Creación que es el Vientre y el Corazón de María, que guardó en sí no solo al Hijo de Dios, sino a todo lo que fue creado por el Padre.
Que la Pureza que brota del Corazón de Dios les revele este y tantos otros misterios que hay en el Cielo, así como en la Tierra.
Sean agradecidos eternamente y en la simple gratitud verán abrirse los Cielos delante de sus corazones a revelaciones que la humanidad debe conocer y que no se encuentran en los Libros Sagrados.
Este es el tiempo de las nuevas revelaciones.
Que se abran los corazones a la Verdad y que la Pureza que brota del Corazón de Dios les conceda la Gracia del Despertar.
Su Padre y Amigo,
San José Castísimo
Contempla el Relicario de Mi Corazón en lo profundo de las dimensiones divinas y encuentra allí la puerta a tu propia redención.
Contempla el Relicario de Mi Corazón y encuentra en él un ejemplo de superación y de humildad, un camino para seguir y encontrar a Cristo, para encontrar a Dios.
Contempla el Relicario de Mi Corazón y encuentra en él un ejemplo de servicio y de caridad, la caridad crística que, más allá de los actos de compasión, te conduce al despertar del Amor que hace de ti un fiel imitador de Cristo.
Contempla el Relicario Espiritual de Mi Corazón y encuentra, en los relicarios de madera que Yo consagré y que consagraré en el mundo, un puente hacia el Corazón del Padre, una inspiración para tu pequeña vida, la fortaleza que se guarda dentro de ti y que aún no pudiste encontrar.
Contempla el Relicario de Mi Corazón y sabe, hijo, que en la humildad de este Corazón, delante de tus ojos, se encuentran Dones Divinos y Espirituales, Dones que provienen de Dios y que te llaman al despertar, Dones que te invitan a expresar la semejanza con el Padre en la eterna trascendencia de tu condición humana, para que, un día, finalmente retornes a tu Origen Celestial.
Recibe la Gracia de contemplar el Relicario de Mi Corazón, no por Mí, sino por todo lo que Dios Me entregó y que hoy Yo le ofrezco a la humanidad como símbolo de Mi servicio perpetuo a Su Corazón de Amor.
Tu Padre y Compañero,
San José Castísimo
Hijo:
Mira bien dentro de tu corazón y busca allí lo que Dios construyó en ti. Este es tu verdadero tesoro.
La señal de que Dios nunca te desampara está en lo profundo de tu corazón, en la fortaleza de tu consciencia, en las virtudes que permanecen en tu esencia y que se expresan en tu vida.
Los signos de Dios no están solo en tus conquistas materiales y en lo que llamas éxito en este mundo. En polvo, como el polvo de la carne, se convertirá todo lo que proviene de la materia.
Ve las cosas materiales como algo que conquistas para saber donar. Porque lo que necesitas en este mundo ya no es solo luchar por la vida, sino aprender a elevarla. Por eso, Dios te concede Gracias. Por eso, el destino te da aquello que necesitas para hacer algo superior.
Percibe, hijo Mío, que la grandeza de Dios está más allá de todo lo que tus ojos pueden ver y de lo que tus manos pueden tocar.
El triunfo de Dios está más allá de tus conquistas humanas y muchas veces te será invisible, porque ésta es la única forma de que te mantengas humilde y crezcas en aquello que el Padre espera de tu corazón.
El amparo de Dios en tu vida se muestra en tu capacidad de imitar los pasos de Su Hijo, porque para eso viniste al mundo y es a hacia eso que te conduce tu Señor, tu Dios.
Por eso, no te confundas y no te engañes. Sabes que tus conquistas materiales son una Gracia, pero no te detengas allí, porque toda Gracia tiene una razón, y el Padre les da todo a aquellos a quienes les pedirá todo algún día.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Calma tu corazón en la Fuente de Paz que proviene del Corazón de Dios y, ante todo, recuerda clamar al Padre para que Su Paz, Su Gracia y Su Misericordia desciendan sobre el mundo.
Recuerda colocar tu pequeño corazón en el Corazón de Dios, para que el Creador lo engrandezca con Su Presencia dentro de ti y así, hijo, consigas realizar todo lo que Él te pide en este tiempo.
Recuerda que eres un instrumento de Dios, llamado a ser un prolongamiento Suyo en el mundo, para que el Padre se renueve a sí mismo dentro de ti, así como lo hizo con Su Hijo, desde Su Nacimiento hasta el Calvario y la muerte en Cruz.
Jamás olvides el propósito de tu vida, ese que es más amplio que aquello que concibes para ti mismo. Recuerda que la vida no comienza ni termina en este mundo, sino que tiene aquí solo un pasaje, una escuela, un aprendizaje para acrecentar para que esta vida se enriquezca y se renueve.
Recuerda, entonces, que no solo tú, sino cada uno de tus hermanos tiene un propósito superior para manifestar y que tu ejemplo siempre será importante para recordarle al prójimo, y al mundo, que hay mucho más por vivir y aprender, hay mucho más por amar, hay mucho más por servir.
Así como Mis Palabras te recuerdan el propósito de tu existencia y con el Amor de Mi Corazón Yo vuelvo a colocarte en el punto de fe en el que necesitas estar, sé tú también, hijo, un recordatorio vivo para tus hermanos, no con palabras, sino con acciones, con transparencia, con verdad, con amor.
Que el mundo te vea y vea a Dios intentando superarse a sí mismo desde el interior de la condición humana.
Sé más que una referencia de alegría o de consagración. Sé un elemento que eleva el mundo hacia algo superior. Sé aquel que con su simple presencia recuerda que algo superior existe.
Tu ser está imantado por todas las Gracias que ya recibiste, porque si hoy escuchas estas palabras, es porque la Gracia de Dios actuó sobre ti y permitió que tus oídos y tu corazón fuesen dignos de escuchar Sus Designios.
Sé consciente de todo lo que ya recibiste y, por encima de todo, sé agradecido, con la certeza de que todo tiene que ser multiplicado, sumado y repartido entre todos los seres.
Sé, hijo, un multiplicador de las Gracias que recibiste y, así, deja que Dios haga de ti una fuente viva de Gracias y de paz, al saber que tu corazón reparte y deja fluir esa Gracia como un río que no detiene el agua para sí, sino que la da de beber a todos aquellos que le permiten fluir.
La grandeza de estos tiempos aún es desconocida para ti, y esa ignorancia es parte de tu condición humana, pero trascenderla es parte de tu misión.
Entonces, ábrete a comprender, a vivir, a sentir y a ser, cada día más, la Voluntad de Dios. No la detengas en tu pensamiento, deja que ella abarque tu corazón, tu intuición, tu alma y tu espíritu.
Que ella sea en ti mismo incomprensible; que ella sea viva, aun siendo imperceptible.
Que el Amor de Dios, hijo Mío, viva en tu corazón.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y eterno Compañero,
San José Castísimo
Hijo:
Cuando el espíritu del planeta clama, no te olvides de dedicarle un tiempo para escucharlo.
Cuán poco es dedicarle una oración a aquel corazón herido que, a pesar de sus llagas, te sostiene y te ampara para que puedas crecer y evolucionar.
Jamás te olvides que este mundo tiene un espíritu que lo anima y un Propósito que lo impulsa a seguir adelante.
Este planeta es parte viva del Corazón de Dios y, como parte Suya, todo padecimiento que él vive, lo siente el Corazón del Padre. Por eso, no veas con indiferencia las guerras, los ultrajes a los Reinos de la Naturaleza, el abandono de los seres humanos para consigo mismos y para con el prójimo, la ignorancia del corazón humano por la vida superior.
Siente la vida como parte de un Todo, de un Corazón Único y Creador. Y, por todo lo que sucede en este mundo, ora y repara ese corazón herido. Ora como parte de Dios, para que tu oración sea como un bálsamo que cura el Corazón del Padre.
No dejes de escucharlo cuando Él te llama, no solo para consolarte o para concederte algo. Escucha a Dios y a Su clamor que emerge de las entrañas de esta Tierra herida y ofrécele al Padre una reparación por este mundo.
Ora y ofrece cada instante de tu vida por algo mayor que tus aspiraciones.
Ora y dedica tu tiempo a algo más que a tus quehaceres y a tus responsabilidades.
Todo lo que haces es para Dios; pero la oración, hijo, es el bálsamo de cura que hoy el mundo necesita, que Dios necesita por intermedio de tus hermanos, de los Reinos, de las naciones, para poder mantenerse vivo en Sus criaturas.
Las criaturas necesitan a Dios, y Dios, para responderle a Sus hijos, necesita ser escuchado.
Por eso, hoy Yo te invito, en este día de reparación, a silenciar tu corazón por un instante y a escuchar el Corazón del Padre; a escucharlo en el mundo, en los Reinos, en los hombres, en lo profundo de la Tierra y en la inmensidad del Cielo.
Y ora para reparar Su dolor; ora para sanar Sus heridas; ora para que Él sea conocido y sea Dios expresándose en toda la vida, visible y palpable para todos.
Hoy, hijo, Yo te llamo para encontrar al Padre ante ti y para restaurarlo con el amor que proviene de Él y que habita en tu corazón.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Crece de corazón, alma y espíritu, porque el mundo agoniza y necesita del potencial que Dios hace nacer en ti.
Crece de corazón, alma y espíritu, y ya no seas un niño en este camino, buscando tu beneficio y suplir tus necesidades.
Crece de corazón, alma y espíritu, porque de ti, que escuchas la Voz de Dios, dependen muchas definiciones en este tiempo.
Tu "no" cierra las puertas de la Gracia y no permite que las almas reciban una nueva oportunidad; mientras que tu "sí" abre las puertas de la Divina Misericordia y en un tiempo de Justicia permite el rescate de los que no merecerían nada.
Crece de corazón, alma y espíritu, y supérate todos los días, no solo por amor a esta Obra, a este camino y a tu misión espiritual.
Supérate y entrega más de ti por el mundo que agoniza, por los que están perdidos, por los Reinos ultrajados y cansados que, en el ápice de su dolor, realizan su último esfuerzo para sustentar al planeta y permitir que la humanidad viva su aprendizaje hasta el final.
Hijo, crece de corazón, alma y espíritu, y de una vez deja de tornar grandes tus pequeños problemas, tus pequeños dolores, deja de tornar inmutable tu pequeña vida.
Ve el mundo con los ojos de tu corazón y de tu consciencia, y sabe que, después de todo lo que recibiste, dentro de ti se encuentra el potencial para superarte todos los días y, más que eso, todos los instantes de tu vida.
Crece de corazón, alma y espíritu. Cree que este es el último ciclo del planeta y reflexiona en qué más debes hacer por los Planes de Dios.
No te estanques, no te detengas, no te canses. Descubre en tu corazón el poder de la renovación que Dios te concedió y crece de corazón, alma y espíritu. Crece y sé una luz para el mundo, no lleves a tus hermanos hacia el abismo de tu estancamiento.
Crece y eleva al mundo hacia el Corazón de Dios. Dentro de ti se encuentra la semejanza con el Padre; deja que ella se exprese, se manifieste y te absorba para que tú seas una verdad viva, parte del Corazón de Dios, del Hijo y del Espíritu Santo.
Crece, hijo, crece de corazón, alma y espíritu, porque este planeta aún necesita de ti.
Tu Padre y Compañero,
San José Castísimo
Cuando Dios anuncia Sus designios y revela Su Voluntad, pídele la Gracia de saber responder a Su Llamado.
Hijo, colócate siempre delante de los Planes de Dios con humildad. ¿Quién eres tú para analizar la Voluntad Divina y evaluar si esa Voluntad se corresponde o no a tu vida?
Estos son tiempos de definiciones y tú ya lo sabes. Por eso, coloca tu cabeza en el suelo, así como el ansia de todo saber, de todo comprender y de todo controlar, y ábrete al misterio de estos tiempos que te lanza a lo desconocido, no solo exteriormente, sino también internamente.
No te aferres a lo que ya sabes de ti. No te quedes solamente consolidando lo que eres y la memoria de todo lo que ya hiciste por el Plan de Dios y por el planeta. Hoy todo debe ser nuevo y mañana todo deberá renovarse.
Ingresa con tu corazón en el ritmo de los nuevos ciclos y deja que Tu Padre y Creador haga emerger de ti aquel potencial que hoy te es oculto. Lánzate a lo nuevo, lánzate al servicio, lánzate a la superación y no temas el cansancio; no temas la fatiga, no temas el resultado de la obra que el Padre realiza en ti, porque solo Él, que te creó, sabe la verdadera razón de tu existencia y puede conducirte a ella.
Pregúntale al Padre porqué y para qué Él te creó y deja que Su respuesta resuene dentro de tu corazón. No temas saber Su Voluntad y caminar hacia ella. No temas deshacerte de tus planes y abrazar algo superior.
Recuerda, hijo, que después de manifestar Su Grandeza y el ápice de Su Gracia, el Hijo del Hombre vivió el rechazo y la incomprensión humana; padeció todas las resistencias de la condición retrógrada de la humanidad y les reveló la llave para la trascendencia de todas las cosas: el Perdón; el Amor y la Misericordia. Y para llegar allí cruzó la puerta de la humillación, de la superación y de la fe en Dios y no en sí mismo. Rindió Su Voluntad al Padre y, aun sabiendo que Su Corazón era partícipe de todos los Poderes y Dones de Dios, escogió la Voluntad de Su Padre y permaneció en la nada.
Tú, hijo, tienes el potencial para alcanzar muchas metas. Como criatura de Dios puedes hacer muchas cosas, pero Yo te digo: no hay nada más apreciado por el Padre, en este momento, que cumplas Su Voluntad, rindiendo la tuya; que vivas Su Misterio, rindiéndote a lo que te es conocido; que venzas tu miedo humano y que seas, para tus hermanos y para el mundo, un testimonio de la fe y del amor que nacen en ti.
Vive con alegría los Planes de Dios. Adhiere tu corazón a Su Voluntad e inspira a otros con tu ejemplo de fe. Porque hoy Dios te llama, ya no para que busques la espiritualidad para ti, sino para seas un puente de espiritualidad para el mundo.
Yo te bendigo y te invito a seguir los pasos y el ejemplo de Aquel que te guía.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijo:
Cuando el alma agoniza y se remueve por dentro buscando algo que no encuentra, da gracias a Dios y solo deja que Su renovación llegue a tu espíritu.
No resistas, no desistas y no te entristezcas por algo que, en verdad, debe traerte paz, porque significa que tu interior se está disponiendo a la transformación.
Cuando el alma grita en el corazón de aquel que intenta seguir la Voluntad de Dios y que a ella entregó su vida, es señal de que un cambio y una renovación son necesarias. Y ese cambio proviene de la propia Voluntad Divina; a ti te cabrá no resistir, no desistir y no entristecerte por algo que, en verdad, debe traerte paz.
En realidad, lo que sientes como una agonía interior es tu alma alzando la voz más allá de los aspectos de tu cuerpo, de tu mente y de tus sentimientos.
Escucha, entonces, esa voz que quiere hacerse oír y deja que ella se exprese antes de que tu alma se canse de gritar en tu mundo interior por un nuevo paso, un nuevo ciclo, un nuevo ser.
Escucha la voz que se alza desde tu alma y deja que ella se exprese como sienta; que sea un canto, una oración o incluso un llanto que expresa la libertad del alma de manifestarse, y que todo eso, tu canto, tu oración y tu llanto sean los impulsos de un nuevo ciclo y de una nueva etapa en tu vida.
Que no grite tu alma sin ser escuchada; que no le cierre tu mente la ventana al alma, ocultando nuevamente lo que se remueve en tu mundo interior.
Así como grita el alma del planeta para ser escuchada por los corazones de los hombres, también gritan y se agitan dentro de los hombres sus propias almas.
La vida es un espejo de sí misma en diferentes proporciones; por eso hoy te digo: escucha la voz de tu alma para que un día sepas escuchar el alma de este planeta, y que ninguna voz interior se alce en vano.
Dios habla a través de las almas y de los espíritus de los seres, y es Él quien los llama a un nuevo ciclo, que no necesita ser grande, sino que necesita ser nuevo; trayendo consigo aquello que ya sabes que debes ser y que aún no eres, no porque sea imposible, sino porque te vuelves sordo ante la voz que grita en tu interior.
Sin miedo, escucha lo que te lleva hacia ese nuevo tiempo; así podrás ser uno, en la multitud de este mundo, capaz de oír el alma del planeta y guiar a tus hermanos según aquello que Dios habla a través de la voz del corazón de la Tierra.
No sientas que lo que te digo es un misterio, porque ya no lo es. Solo escucha esta voz en tu interior y síguela.
Tienes Mi bendición para eso.
Tu Padre y Compañero,
San José Castísimo
Hijo:
A pesar de todo, alegra tu corazón.
Llegaron el momento y la hora que tanto esperabas y para los cuales te preparaste por tanto tiempo.
Alegra tu corazón a pesar de todo lo que sucede en el mundo, porque llegaron el momento y la hora de abrirte hacia un Amor superior, de transformar tu condición humana, de vivir conforme al Evangelio que te guía y, así, renovar con vida las Palabras de Aquel que dio la vida por ti y te liberó de la muerte eterna, del padecimiento y del estancamiento espiritual.
A pesar de todo, alegra tu corazón.
Sé que el mundo agoniza y que muchos sufren, pero tú no puedes perder jamás la alegría que curará las heridas de tus hermanos alrededor del mundo y los ayudará a ver con claridad los tiempos en los que transitan como humanidad.
La alegría en tu corazón no representa indiferencia ante el sufrimiento del prójimo; la alegría en tu corazón representa el bálsamo que Dios hace fluir a través de él hacia todo el planeta cuando tu consciencia se coloca en el lugar correcto y, a pesar de las circunstancias, tú te abres para ser un instrumento de Dios, un espejo Suyo en el mundo, que refleja no aquello que es lógico, sino lo que es necesario.
A pesar de todo, entonces, no pierdas la alegría de tu corazón y no bajes los brazos.
Colócate en el Corazón de Dios para comprender las dificultades de la vida como tu oportunidad para superarte y, quien sabe, un día hacer cosas mayores que Aquel que te enseñó a obrar y a vivir.
Sé, entonces, una profecía viva: sé el misterio vivo de las Palabras de Cristo. Y si te parece que este tiempo presenta grandes desafíos y dificultades, supéralos a todos con el rostro limpio y renovado del cansancio; supéralos con la mirada pacífica y el corazón en Dios; supéralos como un servicio que les refleja esperanza a los que pensaban que todo estaba perdido.
Hoy solo te digo, hijo, que, a pesar de todo, a pesar de cualquier cosa, jamás pierdas la alegría de tu corazón.
Sé tú la sal de la Tierra; sé tú la luz del mundo, con Aquel que es y está en todas las cosas.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Busca la Verdad y ella te será revelada.
Busca en lo profundo de tu interior, así como en el firmamento de la Tierra que oculta la profundidad del Cosmos, la respuesta a tus inquietudes más internas, la calma de tus angustias y el sentido de tu vida.
Busca la Verdad y ella te será revelada, porque este es el tiempo de la revelación de los misterios. La Ley dicta que nada más esté oculto, ni a los ojos ni al corazón del hombre. Y, poco a poco, esa revelación se manifestará en la superficie de la Tierra.
Desde los pueblos del principio de la historia de la humanidad hasta los días de hoy, muchos misterios nacieron y florecieron. Son llamados "misterios" porque la consciencia humana los ignora. Pero ya no será un misterio aquello que es parte viva de la historia de cada ser.
Los misterios de la vida humana son aquellos hechos que guardan en sí el verdadero potencial de la humanidad y también la realidad de que su existencia no comenzó en la Tierra, sino en lo profundo del Pensamiento Divino, antes que todo fuese creado.
Aquello que consideran un "misterio" debe ser revelado, porque este es el ciclo de la Verdad, y la Verdad primera es que cada ser se conozca a sí mismo, comprenda su historia, sus raíces, sus errores y dificultades, y también que reconozca sus virtudes y los Dones que recibió de Dios a lo largo de su evolución.
Para saber la Verdad, entonces, debes buscarla, llamar a la puerta del misterio interior y, humildemente, dejar que él se revele.
Pídele a Dios la Gracia para estar en paz delante de tus miserias más profundas, cuyas raíces transcienden la vida en la Tierra. Y también la Gracia de la humildad, para reconocer que este proyecto humano es único y que tú eres parte de un Tesoro Divino a punto de manifestarse.
El oro de tu espíritu puede tornarse un precioso presente celestial que, iluminado por la Luz de Dios, hace brillar la esperanza en los abismos. Pero también puedes dejar que ese oro se transforme en polvo, que la ignorancia y la indiferencia hagan de ti un eterno y permanente misterio para ti mismo; y, aunque todo sea revelado, tus ojos nada verán.
Deja, hijo, que tu corazón se abra a los nuevos ciclos; que tus conceptos de vida, conocimiento, existencia y espiritualidad se renueven. Porque estás ante un ciclo en el cual la Verdad emergerá y, si bien está guardada en tu interior, tu jamás estuviste absolutamente unido a ella.
Todo será nuevo. Todo se renovará y se mostrará al mundo como algo único, sin embargo obvio desde el principio, porque no hay ser sobre la Tierra que no sienta en lo íntimo que su ignorancia oculta una realidad superior.
Esa realidad emergerá. Esa Verdad se mostrará. Los misterios dejarán de ser misterios, y tu finalmente te conocerás a ti mismo y te reconocerás en Dios.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Hijo:
Para tener parte en los misterios de Cristo, tendrás que descubrir también los misterios de Su Cruz.
El Señor sella el compromiso con Sus compañeros ofreciéndoles beber del mismo Cáliz de Su Sangre derramada: Cáliz de la Voluntad Celestial que trasciende todo, la carne, la condición y la vida humana.
Para tener parte en la Gloria de Cristo, habrás de tener parte en Su Cruz, aceptando de Dios las renuncias y los sacrificios que Él te invita a vivir en este tiempo; no para hacerte sufrir, sino para que descubras la Gracia que se esconde en la renuncia hecha con amor y en el sacrificio vivido en paz por la reparación de los pecados del mundo.
Cristo vino a este mundo como parte viva de la Consciencia Divina y, siendo Él el mismo Dios, experimentó y vivió profundamente la condición humana. Fue tentado por todo el mal que rodeaba la Tierra; fue probado en el miedo que habitaba en Sus huesos de hombre, en Su íntima fragilidad humana. Padeció lo que el ser humano más teme, el sufrimiento, y convirtió el mayor pesar de Sus criaturas en un acto de Amor que transformó la historia de este Universo, así como el de toda su creación.
Después de haber vivido todo eso, dejó abierto para mundo el camino del calvario espiritual, de la entrega absoluta, del Amor superior. Y al haber vivido todo lo que ninguna criatura podría soportar, ahora solo te llama a cumplir con tu parte.
Tu cruz no pesa tanto como la Cruz de Dios; tu calvario no es tan largo como aquel por el cual pasaron los Pies del Señor; no tienes una corona de espinas clavadas en tu rostro; no te insultan ni te humillan los hombres, tus hermanos. Tienes al Padre que te tiende las Manos; tienes al Hijo que viene a tu encuentro y tienes al Espíritu Santo de Dios esperando en la puerta de tu casa interior para hacerte renacer como consciencia, como corazón.
Él quiere darte un corazón nuevo, digno de ser habitado por Aquel que te creó; y todo lo que tienes que hacer es seguir la Ley primera, el mandamiento sobre los mandamientos, en la cual se reúnen todos los designios del Padre: amar al prójimo como a ti mismo y a Dios por encima de todas las cosas.
En el camino hacia el Amor se encuentra tu calvario. No tienes más obstáculos que aquellos que tú mismo colocas en tu camino.
Decídete a darle más a Dios, porque Él, teniendo todas las cosas, lo dejó todo para ti.
Tu Padre y Amigo,
San José Castísimo
Asociación María
Fundada en diciembre de 2012, a pedido de la Virgen María, Asociación María, Madre de la Divina Concepción es una asociación religiosa, sin vínculos con ninguna religión institucionalizada, de carácter filosófico-espiritual, ecuménico, humanitario, benéfico, cultural, que ampara a todas las actividades indicadas a través de la instrucción transmitida por Cristo Jesús, la Virgen María y San José. Leer más