Viernes, 12 de mayo de 2023

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Contempla, hijo, en tu corazón, tu mundo interior.  Observa, en silencio, lo que pasa por tu corazón, por tu mente, por tu universo subconsciente.

Deja que el silencio limpie lentamente lo que habita oculto dentro de ti y percibe, así, cómo está la condición humana, no solo en tu ser, sino también en todos los seres.

Contempla a la humanidad, de adentro hacia afuera, no juzgando lo que tus ojos pueden ver, sino observando lo que tu mundo interior puede revelar a partir de la unidad que existe entre tu consciencia y todas las consciencias del mundo.

Observa como el enemigo trabaja hoy, estimulando silenciosamente el mundo subconsciente de los seres, dándoles ideas, sentimientos, emociones, pensamientos que no les pertenecen.

Hoy, muchos seres viven observando la vida de otros, sintiendo sus aparentes sentimientos, pensando sus aparentes pensamientos, viviendo imaginariamente la vida de otras personas, mientras sus almas van siendo sepultadas y silenciadas lentamente en el calabozo de los abismos internos.

El grito de las almas se refleja en los seres como enfermedades de los tiempos actuales: pánico, miedo, depresión, falta de propósito en la vida, suicidio, inmadurez, deconstrucción mental y emocional.

El grito de las almas se refleja en los seres humanos perdidos, buscando referencia en los pensamientos y sentimientos de otras personas, buscando libertad en la máxima expresión de las nuevas y viejas energías capitales; pero, al final de todo, en lo profundo de los seres, hijo, las almas aún gritan, aún lloran y aún claman por volver a ver la Luz.

La semejanza con Dios no es algo que puede ser sepultado en los seres humanos, ni aun por los mayores estímulos involutivos del mundo. Por eso, en lo profundo de una humanidad superficial, grita un alma en busca de la verdad para la que fue creada.

Por detrás de seres humanos inmaduros emocional y mentalmente, infantiles, grita un alma antigua que busca su Propósito y que no puede permanecer sepultada por los estímulos del enemigo, cuando más necesita expresarse en el momento de la transición de los tiempos.

Hijo, los santos de otrora hicieron de las enfermedades groseras de su época los instrumentos de su santidad, porque convirtieron sus debilidades en una cruz santa, a través de la actitud con la que experimentaron lo que para otros era simplemente mala suerte, sufrimiento o una situación desagradable.

Los santos de hoy deben ir más profundo que los sentidos del cuerpo, deben ir más allá de las apariencias superficiales, porque el instrumento de su santidad está ahora más allá de la mente, en los mundos subconscientes. Es allí en donde deben aprender a estar para encontrar los pensamientos que no son suyos, los sentimientos que no son suyos, para arrancar las raíces de los estímulos mundanos y las cadenas que les impiden liberar sus almas para que expresen lo que vinieron a expresar en este mundo: la semejanza con Dios.

La gran enfermedad de este tiempo no está en el cuerpo, sino en la mente y en su profundo misterio subconsciente. Es allí adonde tu silencio debe llegar para comprender lo que no viene de ti ni de Dios, sino del enemigo que busca confundir a los seres y hoy lo hace de adentro hacia afuera.

Por eso, hijo, también de adentro hacia afuera, obsérvate y observa la condición humana. No permanezcas en lo que es aparente y superficial, sino ve más allá y traba tu batalla en el silencio, en la oración y en la posibilidad de sumergirte en tu mundo interior y saber la verdad sobre ti mismo, conocer y vivir lo que es ser un ser humano.       

Tienes Mi bendición para esto.

Tu padre y amigo,

San José Castísimo