Viernes, 12 de agosto de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijos:

Está terminando el ciclo de mensajes diarios que hace un año prometí entregarles. Durante este período les enseñé muchas cosas y abrí sus ojos para otras que, en verdad, ya conocían, pero no lograban vivir.

Por el hecho de haber sido hombre, con un corazón semejante a los de ustedes, pude llegar a lo profundo de sus consciencias y recordarles su compromiso con Dios.

A partir de ahora, en el ciclo que se inicia después del 20 de agosto, cuando terminen los mensajes diarios, corresponderá a cada uno volver a estudiar Mis palabras y encender nuevamente cada código y cada impulso que les dejé en ellos, impulsos que serán eternos y que estarán vivos para todos los que se abran de corazón y en consciencia.

Espero, en Cristo, que puedan vivir cada impulso que les entregué o, por lo menos, que intenten hacerlo todos los días. 

Ustedes saben que el tiempo del reloj ya no corre como solía hacerlo antes. Poco a poco, están ingresando en un nuevo tiempo y cada segundo es precioso, porque contiene en sí una oportunidad que nunca se repetirá.

Dependiendo de la respuesta interior de cada uno, podré recibir del Creador la Gracia de seguir hablando con la humanidad y, junto a María y a Cristo, seguir sustentando al corazón humano mientras sea posible, para que hasta en la última hora cuenten con Nuestro apoyo. Para que eso sea posible, el esfuerzo de cada uno es imprescindible.

En este nuevo ciclo, la aspiración de ser otros debe estar viva en ustedes, impulsándolos a hacer cosas diferentes para concretar el Plan de Dios y demostrar al Creador que en verdad quieren responder a Su llamado, a Sus designios.

El Amor de los Mensajeros Divinos por la humanidad es infinito y cada segundo de Instrucción que les entregamos a todos, Nos es precioso. Pero no solo Nosotros debemos anhelar este encuentro. Cada uno de ustedes debe sentir dentro de sí la necesidad de profundizar en la propia transformación y de recibir del Cielo los nuevos impulsos que los conducirán a un grado evolutivo aún mayor.

Hijos amados, mediten en la esencia de este nuevo ciclo planetario y reciban todas las Gracias que les son entregadas. Esta es la hora de transformarse, y no después. Todo es posible con la persistencia y la perseverancia de cada uno.

Es hora de que la confianza en la Voluntad de Dios sea mayor que el amor propio y de que el amor al Plan del Creador venza cualquier aspiración de cumplir un plan personal o de vivir la propia voluntad. 

Hijos, no hay más tiempo para perder consigo mismos, pues descienden del Cielo las corrientes que necesitan para transformarse y para dar pasos concretos que, finalmente, consoliden en la consciencia los principios de una nueva vida. No pierdan estos impulsos por estar distraídos. Abran los brazos y los corazones y déjense impregnar por la gratitud.

Su padre y amigo de todas las eras,

San José Castísimo