Viernes, 11 de mayo de 2018

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Hijo:

Cuando el espíritu del planeta clama, no te olvides de dedicarle un tiempo para escucharlo.

Cuán poco es dedicarle una oración a aquel corazón herido que, a pesar de sus llagas, te sostiene y te ampara para que puedas crecer y evolucionar.

Jamás te olvides que este mundo tiene un espíritu que lo anima y un Propósito que lo impulsa a seguir adelante.

Este planeta es parte viva del Corazón de Dios y, como parte Suya, todo padecimiento que él vive, lo siente el Corazón del Padre. Por eso, no veas con indiferencia las guerras, los ultrajes a los Reinos de la Naturaleza, el abandono de los seres humanos para consigo mismos y para con el prójimo, la ignorancia del corazón humano por la vida superior.

Siente la vida como parte de un Todo, de un Corazón Único y Creador. Y, por todo lo que sucede en este mundo, ora y repara ese corazón herido. Ora como parte de Dios, para que tu oración sea como un bálsamo que cura el Corazón del Padre.

No dejes de escucharlo cuando Él te llama, no solo para consolarte o para concederte algo. Escucha a Dios y a Su clamor que emerge de las entrañas de esta Tierra herida y ofrécele al Padre una reparación por este mundo.

Ora y ofrece cada instante de tu vida por algo mayor que tus aspiraciones.

Ora y dedica tu tiempo a algo más que a tus quehaceres y a tus responsabilidades.

Todo lo que haces es para Dios; pero la oración, hijo, es el bálsamo de cura que hoy el mundo necesita, que Dios necesita por intermedio de tus hermanos, de los Reinos, de las naciones, para poder mantenerse vivo en Sus criaturas.

Las criaturas necesitan a Dios, y Dios, para responderle a Sus hijos, necesita ser escuchado.

Por eso, hoy Yo te invito, en este día de reparación, a silenciar tu corazón por un instante y a escuchar el Corazón del Padre; a escucharlo en el mundo, en los Reinos, en los hombres, en lo profundo de la Tierra y en la inmensidad del Cielo.

Y ora para reparar Su dolor; ora para sanar Sus heridas; ora para que Él sea conocido y sea Dios expresándose en toda la vida, visible y palpable para todos.

Hoy, hijo, Yo te llamo para encontrar al Padre ante ti y para restaurarlo con el amor que proviene de Él y que habita en tu corazón.

Tienes Mi bendición para eso.

Tu Padre y Amigo,

San José Castísimo