Viernes, 11 de diciembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL ÓMNIBUS ÁGUILA DE LUZ, DURANTE EL VIAJE DEL CENTRO MARIANO DE AURORA, HASTA LA CIUDAD DE MONTEVIDEO, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

No te engañes más con el miedo ni con la falta de fuerza interior, para que seas conforme eres en espíritu, porque tu corazón solo sufre mientras las energías del mundo siguen estableciendo su reinado en tu vida. Sufres porque no expresas lo que eres y pierdes la oportunidad de estar pleno en la Verdad, únicamente por ceder a las fuerzas mentales de este mundo en decadencia.

¿Ves cuán poco inteligente eres, que escoges sufrir a estar pleno en Dios?

¿Ya pensaste, falguna vez, respecto a lo que te mueve a consagrar tu vida internamente y no expresar tal consagración en tus acciones, pensamientos ni sentimientos?

Dices que temes perder la alegría, la vida, la levedad, pero tales atributos son del alma, de tu alma que nunca se puede manifestar, porque constantemente la oprimes para vivir tu propia voluntad y seguir experimentando las energías del mundo.

Ha llegado un tiempo de renovación total y absoluta; por eso, hijo Mío, no te hablaré más como un padre que le habla a un niño. Ya eres un potencial instrumento de Dios, llamado amigo y compañero de Cristo en todo el universo.

Busca, pues, en tus días, profundizar en la vida del espíritu y libérate de la ignorancia. Deja que tu consciencia encuentre nuevos horizontes dentro de sí misma y, así, develes los misterios que no sabes sobre ti.
Conócete, reconócete como hijo de Dios y actúa en el mundo como tal. Reconócete como parte de este hilo de luz que da continuidad a la vida crística en la Tierra y no permitas que este principio divino se borre del corazón humano.

Abandona, hijo querido, la ignorancia, las arrogancias y las mezquindades. Si te entregaste a Cristo, entonces, da todo de ti sin temor. No permanezcas apegado a aquello que te agrada de ti mismo, porque el Señor te pide todo.

En tanto el mundo sufre y se desvanece por no conocer la Luz, los Cielos se abren delante de ti y un Mensajero de Dios sonríe y te ofrece perderte de ti mismo, para que estés pleno en el Creador. ¿Tomarás esta Mano Divina o permanecerás prisionero de tus propios gustos?

La humanidad aguarda tu respuesta verdadera, más que tu reflexión pasajera.

El que te impulsa a la transformación,

San José Castísimo