Sábado, 12 de diciembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE MONTEVIDEO, URUGUAY, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Para transformar el espíritu y la consciencia de una nación, se necesita que sus representantes generen en ella tanta luz que primero equilibre la oscuridad y luego la disipe.

La oración es la herramienta para transformar el propio espíritu y, en consecuencia, transformar todo lo que en el nivel del espíritu actúa y se mueve, todo lo que allí tiene vida. La acción existe para transformar la consciencia y, así, llegar a la consciencia de la nación.

Cuando oran, están atrayendo de los mundos superiores las Leyes divinas, que trascienden las leyes de la Tierra y, así, generan méritos para la salvación y el despertar espiritual. Cuando actúan según los pasos dictados por Dios y viven en la materia los principios que sus almas ya conocen y comprenden, están irradiando ejemplos, que son la mejor fuente de conversión y de salvación para las almas; porque un alma perdida, sin fe ni perspectiva de vida, al encontrar delante de sí un ejemplo, que es más que una doctrina, siente en el corazón la esperanza de que una vida superior puede existir en este mundo y encuentra sentido para la propia existencia.

Uruguay, como nación, tiene una misión primordial en el final de los tiempos, pero, como consciencia, se acomodó en lo que es y no anhela esforzarse para vivir un cambio brusco. Esto llevará a la mayor parte de la población a despertar por el dolor, porque las personas sufrirán al ver que nada de lo que vivieron tenía un sentido verdadero. Sufrirán, también por no poder comprender la Voluntad de Dios y, por ser tan diferente de todo lo que sienten y viven, muchos preferirán negarla. Por eso, los Mensajeros Divinos llegan a esta ciudad que corresponde al corazón material de la nación, de donde debe partir una mayortransformación y un mayor esfuerzo. 

Trabajen todos los aspectos que los llevan a la comodidad y dejen que sus consciencias se incorporen en el servicio permanente, a la vida fraterna y al constante acto de vencerse a sí mismos para amar al prójimo.

Todos aquellos que están en esta nación, y aún más los que nacieron en ella, deben buscar la trascendencia de sus propios gustos y comodidades, por amor al prójimo. Esto los llevará a despertar a lo que Dios espera verdaderamente de ustedes.

Es tiempo de que cada nación cumpla su parte para preparar en sí el surgimiento de una Nueva Humanidad. Y ese impulso no surgirá de sus gobernantes ni de los que ustedes tienen al lado, sino que partirá de cada uno que, con su propio ejemplo, irradiará a todos.

Espero que, después de este impulso de Dios, más que distribuir informaciones distribuyan amor, fraternidad, servicio y oración, comenzando por los que tienen al lado y, luego, expandiéndolos hacia aquellos que quieren mantener bien lejos.

Yo los amo y por eso les digo todas estas cosas.

 Que cada nación busque su punto de transformación y se encamine al despertar.

San José Castísimo, por la consagración de América al Corazón del Dios Creador.