Martes, 24 de mayo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL ÓMNIBUS ÁGUILA DE LUZ, DURANTE EL VIAJE ENTRE EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA Y LA CIUDAD DE SAN PABLO, A LA VIDENTE IRMàLUCÍA DE JESÚS

Contempla el mundo y la inmensa decadencia de la humanidad sin que seas absorbido por ella. Sé el principio de una nueva vida, conscientemente, y antes de dejarte llevar por las corrientes del mundo, sé tú un faro para los que caminan en la oscuridad.

No veas esa decadencia con críticas ni juicios, porque tú también eres parte de ella; sin embargo, hijo, sé consciente de que la transformación de la vida en la Tierra debe partir también de aquellos que se dicen despiertos.

Cuando estés delante de las ilusiones de tus hermanos, no los juzgues; pero sí emana la compasión que Dios te entregó cuando Él abrió tus ojos. Deja que de tu corazón surja el mismo amor que el Creador hizo emerger al llamarte a Su lado.

No necesitas decir una sola palabra para transformar un corazón; una simple mirada y la emanación de la misericordia de tu corazón serán suficientes. Solo sé verdadero en tu intención de ser un principio de lo nuevo en este mundo que está decayendo día a día.

Para que esto que te digo sea una realidad en tu vida, hijo, solo es necesario que no te dejes llevar por las influencias del mundo y que no quieras adaptarte a la vida mundana cuando estés delante de alguien que vive esa vida, solo para no parecer diferente.

Sé lo que eres. Vive según lo que te indica el corazón. No temas expresar la transformación que está sucediendo dentro de ti y no te preocupes si para los demás estás diferente, pues es justamente lo diferente que existe en ti, lo que hará que las almas despierten. Es el ejemplo de tu transformación el que impulsará a quienes están a tu alrededor a buscar una nueva vida y a abandonar al viejo hombre.

Por eso, en tanto estés en el mundo, no pertenezcas a él. Pertenece a un Reino Divino y atrae con tu determinación esa realidad superior hacia la Tierra.

Tu padre y amigo,

San José Castísimo