Lunes, 2 de noviembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

La esencia del espíritu que se consagra debe renovarse todos los días, en la aventura que es perderse a sí mismo para encontrar en su lugar al Cristo Vivo.

Para que un nuevo habitante ingrese en su casa, ella debe estar deshabitada; en caso contrario, sería una gran confusión si habitantes tan diferentes compartieran una única casa, siendo ella tan pequeña. 

Queridos, Cristo espera estar vivo no solamente en la Eucaristía, sino que Él quiere ser Eucaristía viva dentro de cada ser de este mundo, pero para que esto sea real ustedes deben comulgar con Él todos los días.

Poco a poco sus cuerpos deberán dar espacio al Cuerpo Místico de Cristo, para que Él sea la vida que anima no solo el alma, sino también todo lo que los compone, desde la materia hasta el espíritu.

Esa transformación en Cristo es lenta y a veces dolorosa, pero no podrán huir de ella, porque Cristo está transformando todo lo que son, y la transformación estará con ustedes donde quiera que estén. Muchospiensan que deshacen con la mente un compromiso realizado por el espíritu, pero no es así.

Con todo lo que ya recibieron en los últimos años, la semilla de un nuevo corazón ya comienza a pulsar dentro de sus seres: es el Corazón de Cristo que les pide espacio para ser Él su comandante, así como lo es en todo el universo.

Son tiempos dolorosos para los que no hacen de la propia transición interior, un momento de gracia y de entrega. Y más duro será cuando no quieran ver que, no solamente dentro de ustedes, sino también fuera, nada quedará como está.

¡Adelante, soldados! Sean un poco más valientes para que puedan ver, en la pérdida de sí, la gran victoria de Cristo.

El Señor solo vence cuando Él los derrota, porque debe ser Él el gran Rey de su mundo interior, y no ustedes mismos.

Ríndanse, entonces, pues ya es tiempo que se dejen conducir por el Rey Universal.

Yo los animo y los llevo a esa gran derrota a los Pies de Cristo. 

Que Mi bendición fortalezca su consagración y les dé valentía para no ser nada y rendirse a Aquel que es todo y que está en todas las cosas.

Su amado padre y compañero,

San José Castísimo