Domingo, 8 de mayo de 2016

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Queridos compañeros, hijos y amigos en Cristo:

Quisiera hacerles comprender que, cuando verdaderamente abren las puertas de los corazones, esas puertas se expanden hacia el Reino Celestial y no solamente sus corazones se abren en esa hora, sino también todas las puertas del Cielo, para que la Luz de Dios descienda hacia los que más la necesitan.

Cuando oren y sientan que sus corazones se expanden, entonces, hijos, en ese momento no piensen en sí mismos; piensen en el planeta y profundicen su unión con Dios. No limiten sus oraciones a las necesidades personales, tampoco permitan que esa oración les dé a conocer solo el recinto de su corazón; porque ya llegó el tiempo de que sus almas conozcan los mundos sublimes y de que sus corazones se unan al Corazón Sacratísimo del Padre, para crear un puente de salvación para la humanidad.

Durante las oraciones, no piensen más en sí mismos, en la propia cura o en la propia redención, porque cuando le pidan a Dios por la cura del planeta y por la redención del prójimo, ya estarán viviendo la cura en sí y ya estarán en el camino de la redención.

Cuando oren solos y en primera persona, oren como si toda la humanidad se encontrara dentro de sus corazones orantes. Y cuando digan: “yo”, que en ese “yo” viva el principio de la unidad; que el “yo” sea también “tú”; que el “yo” sea colmado por Aquel que Es.

Llegó la hora de que todas sus oraciones sean en pro del planeta. Llegó la hora de concretar la oración planetaria y hacer de ella su obra permanente.

Hijos, ustedes fueron llamados para ser instrumentos de Dios y ahora el Creador viene a concederles la Gracia de la unidad con Él, para que se tornen dignos y aptos para cumplir esa misión.

Las puertas del Reino de Dios se abrirán delante de sus ojos y de sus corazones, pero al entrar, manténganlas abiertas, indicando el camino para aquellos que nunca supieron cómo llegar.

Cuando todos hayan entrado y llegue su hora de entrar y de que se cierren las puertas, verán que detrás de ustedes, esperando que entren, estaba el Hijo del Hombre, el Rey Universal, Aquel que les enseña que para ser los primeros habrán de ser los últimos.

Su padre y amigo, el que los ama y les enseña a ser verdaderos instrumentos de Dios,

San José Castísimo