Domingo, 28 de abril de 2019

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Dios siempre aceptará el grado de su entrega y todo cuanto le quieran ofrecer. 

Sus ofertas siempre serán preciosas para el Corazón del Creador. Pero, en estos tiempos, hijos, son llamados a dar todo de sí por amor, por amor a este planeta, por amor al Proyecto Divino y por amor a la evolución que, antes del principio de la Tierra, ya aguardaba que este proyecto, que sus almas están viviendo, se pudiera concretar y triunfar en el Cosmos.

Por eso, en esta hora, en la que los ciclos se aceleran y se aproxima la transición de los tiempos y la definición absoluta de los seres, que cada uno de ustedes sepa lo que ofertará al Creador, lo que ofertará al Universo, a la evolución, a la vida.

Hoy, hijos, ya no se trata de clamar por las propias miserias y de pedir por los propios pecados. Sus miserias serán curadas en el servicio y esa debe ser su oración por sí mismos. Y sus pecados serán redimidos cuando fueran capaces de olvidarse de ellos para clamar por este mundo.

Los abismos están repletos de almas que claman por paz y, en este día de Misericordia y de Gracia, sus oraciones son como un bálsamo que hace tanto tiempo ellas esperaban. Sus oraciones son como la brisa suave que ingresa en donde ya no había aire, no había respiro.

Sientan a las almas cuyo pecado es considerado eterno e imperdonable, sientan su dolor y desesperación. Hoy, hijos, ese dolor es aliviado y la desesperanza es transformada, porque la Misericordia cruza los espacios oscuros y concede una nueva oportunidad a los que se condenaron al castigo y a la oscuridad. 

Que su oración misericordiosa se extienda más allá de este día, porque muchas almas seguirán en los abismos, clamando. Todos los días deben ser, para ustedes, días en los que rueguen a Dios por los que más necesitan.

Que su prioridad en este tiempo sea el rescate y la salvación de las almas, porque ya llegará el tiempo en el que ya no podrán clamar más, porque ya todo estará definido.

Hoy los bendigo y les dejo Mi Gracia para que profundicen en la Divina Misericordia y que ella esté cada día más viva, en ustedes, no solo como una oración, sino como una forma de ser.

Sean misericordiosos, en este y en todos los tiempos.

Yo les agradezco.

Su Padre y Amigo,

San José Castísimo