Domingo, 15 de noviembre de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE SAN JOSÉ, TRANSMITIDO EN EL ÓMNIBUS ÁGUILA DE LUZ, DURANTE EL VIAJE DE SAN PABLO, HASTA FLORIANÓPOLIS, BRASIL, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Sean como la naturaleza que, delante de un pequeño suspiro de amor enviado por Dios, resplandece y restaura su espíritu. La naturaleza vive del amor que recibe del Cielo. Sus elementos buscan, en el Principio fecundo de Dios, el poder para manifestarse.

Los Reinos solo seguirán existiendo si pueden cumplir con su función de aprender también a amar y a perdonar. 

Observen a los animales: con qué facilidad perdonan los errores de aquellos que aman, con qué alegría soportan sus males, solo por la fidelidad que viven en sus corazones para con aquellos que los cuidan.

Los seres humanos comparten su existencia con los Reinos de la Naturaleza para que se eleven los unos a los otros, por medio de la comunión con la vida en sus diferentes formas.

Para que se establezca la paz y para que el Reino de Dios sea uno con el reino de este mundo, ustedes deben descubrir lo que cada Reino y cada elemento contiene como vivencia para enriquecer el aprendizaje humano. Porque si no aprenden a amar a los Reinos de la Naturaleza, que constantemente se donan a los seres humanos y de todas formas intentan auxiliarlos en su aprendizaje del amor, será difícil que puedan amar de verdad al prójimo como él es.

Si sienten que no saben amar o que no pueden hacerlo, traten de cuidar de los Reinos de la Naturaleza, sobre todo del Reino Animal, que vierte su amor sobre los seres humanos aun siendo tan ultrajado por ellos.

Perciban, observando a los Reinos, que la escuela del amor está en todas las cosas. En especial los Reinos de la Naturaleza les demuestran permanentemente cómo se vive el amor que trasciende las imperfecciones e, incluso, las cura.

Yo los amo y, clamando a los corazones que ingresen en el camino del aprendizaje del amor y del perdón, les pido que comulguen en unidad con los Reinos de la Naturaleza.

Su padre y compañero,

San José Castísimo