Martes, 24 de marzo de 2015

Mensajes diarios
MENSAJE DIARIO DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL CENTRO MARIANO DE FIGUEIRA, MINAS GERAIS, BRASIL, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN

Hijos:

Llegaron los tiempos de madurar la consciencia; ya nada quedará oculto para ustedes.

Por eso, la hora les indica el momento de la reflexión, porque siendo entrenados por Mi Divino Espíritu ustedes enfrentarán los desafíos de crecer y de aprender.

En este camino de transformación en el cual son colocados, aprenderán a reconocer lo que está bien dentro de ustedes, es decir, las virtudes más profundas; también podrán reconocer, siempre que lo permitan, todo lo que ya no forma parte del Gran Reino de Dios.

Para que ustedes, hijos, divinicen vuestras vidas, el ciclo de la purificación marcará notoriamente el momento de liberarse de los obstáculos inconscientes. La oración hecha con el corazón les mostrará el punto de partida para comenzar a trabajar internamente los aspectos referentes a los principios capitales de este mundo.

Amando vuestra purificación, vuestras consciencias ya no reclamarán, y vuestras almas, unidas a Dios, ayudarán, con vuestro íntimo permiso, a que los tiempos primero cambien dentro de ustedes antes de que el tiempo cambie en el mundo entero.

Son invitados a la búsqueda del desprendimiento de sí y de la renuncia a los placeres humanos que llevaron y llevan a millones de almas hacia el abismo de la tentación y del caos.

Pero ustedes, hijos Míos, con la consciencia espiritual que recibieron a través de la sagrada instrucción, serán capaces de purificarse y de desterrar las costumbres que forman parte de la degeneración de la humanidad no espiritualizada.

Mis rayos de luz hoy se derraman sobre ustedes y un gran espejo de consciencia refleja para todos lo que deberá cambiar a tiempo, antes del momento de la transición.

Son llamados a conocerse y a identificar las situaciones que despiertan y generan los obstáculos que, como consecuencia, impiden que puedan dar más pasos.

Hijos, la raíz de toda dificultad se encuentra en la falta de control y en la imposibilidad de expandirse que tiene el espíritu de cada ser como estaba previsto que lo lograra en este mundo.

La humanidad entera se tornó el resultado de un acto espiritual y mental fallido y nacido de la falta de obediencia y de amor que Adán y Eva expresaron en el principio de esta Tierra. Por eso, el Padre Eterno ha sido justo con todos y también muy misericordioso.

Para aquellos que son más conscientes y están comprometidos con el Retorno de Cristo, el Universo de Dios y Su Infinita Voluntad Divina plantearán el tiempo de dar el gran paso. Para ello el Cielo derrama sus bendiciones y envía a sus Mensajeros.

No permitan, Mis hijos, que las raíces del mal se regeneren en vuestros suelos internos; con voluntad, amor y determinación corten las alianzas con todo lo que deja al planeta en un constante estancamiento.

Mi Corazón ayudará a todo aquel que, sinceramente, ante el Plan, decida trabajarse a sí mismo y salir de la ilusión en donde la consciencia inferior lo colocó. Estén atentos a Mis instrucciones, porque muchos podrán creer estar realizando el camino, pero estarán presos de sus propias cosas.

Con amor interno y universal les reflejo el espejo de la Única Verdad para que sepan transformarse y ya no demoren dando más rodeos a lo que se resiste a la transmutación en vuestros seres.

De esta forma, más conscientes, podrán ser soldados en todos los espacios de la consciencia y así ayudarán a los que son más inconscientes de la Verdad Universal.

Mediten sobre el lugar interno en donde hoy ustedes se encuentran; reflexionando en lo que Yo les digo sabrán percibir, a través de la oración profunda, dónde está lo que debe ser transformado a tiempo.

Después ya no habrá posibilidades de atender la propia consciencia, sino de ayudar a la emergencia que tendrá el mundo.

Hoy los invito a la contemplación y a la meditación de la sagrada palabra de vuestra Madre Celeste.

¡Les agradezco por responder a Mi llamado!

Los ayuda a crecer en consciencia,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz