Domingo, 13 de abril de 2014

Mensaje extraordinario
MENSAJE PARA LA APARICIÓN EN EL CENTRO MARIANO DE AURORA, PAYSANDÚ, URUGUAY, TRANSMITIDO POR MARÍA, MADRE Y REINA DE AURORA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA

Yo Soy la Aurora del Amanecer, la que enciende los corazones de aquellos que claman por Mi presencia.

Soy el sol radiante que reconforta a las almas y purifica a las vidas de aquellos que se comprometieron Conmigo tiempo atrás, para sentir hoy el poder del fuego de la transformación.

Yo Soy la Bendita Estrella Universal, proclamada Reina entre los hombres y entre los ángeles, proclamada Señora y Madre de toda la Creación.

Yo Soy el Corazón que pulsa dentro de los corazones de los hombres, que renueva y da vida a los que viven en Mí.

Yo Soy la savia viva que nutre a los que tiene hambre de Espíritu y sed de Dios.

Yo Soy la Presencia Divina en vuestras vidas.

Yo Soy un Misterio universal a ser revelado para la humanidad.

Bajo Mi manto se guardan infinitos misterios; por detrás de Mis ojos se ocultan universos de luz radiante; en Mi Corazón se esconde la profunda e insondable fuente de Paz, de la que proviene la Paz que se derrama en el mundo a través de los corazones que oran.

Yo Soy, hijos Míos, el ejemplo de la Maternidad.

Yo Soy el Espejo Mayor, en el cual deben reflejarse los corazones del mundo.

Yo Soy su amada Madre Celestial, la que os conduce a una nueva vida, a una nueva humanidad.

Yo Soy la que gestó en su vientre al Hijo de Dios, el Arquetipo vivo de vida sobre la Tierra. Ahora retorno al mundo, de siglo en siglo, para hacer renacer a través de Mi Corazón a aquellos que deben ser la imagen y la semejanza del Dios vivo.

Hijos Míos, encuentren en Mi Corazón Celestial el reposo para sus almas. Mis brazos son incansables y están siempre listos para amparar a los soldados que regresan después de cada batalla que viven en la Tierra.

Una grandiosa batalla deberá ser vivida en el corazón de Mis pequeños hijos, una batalla contra sí mismos, una batalla para vencer las fuerzas que los atan al viejo hombre, una batalla para equilibrar todo el mal que el hombre realizó al mundo.

Para esa batalla, Mis amados, preparen el escudo más poderoso y la espada más afilada: protéjanse con el escudo del Amor inquebrantable y en sus manos sostengan firme la espada de la oración, oración sin hora, sin cansancio. Oración del corazón, del alma, del espíritu; oración que se realiza con devoción, con valentía, derrotando la oscuridad por la plenitud de la luz.

Es solo la oración, hijos Míos, la verdadera oración, que será vuestro amparo y vuestro refugio en este tiempo. Solo la oración calmará la desesperación interior que muchos vivirán. Solo la oración en todos los momentos de la vida les traerá claridad para las situaciones que aparentemente no tienen solución. Solo la oración, que se vive a través de la unidad, de la fraternidad y de la donación de sí, podrá curar los males que existen entre hermanos y traerá así la reconciliación que las almas y los espíritus necesitan vivir en este mundo.

Mis amados, Yo Soy la Aurora que amanece en sus vidas y con Amor les anuncia la llegada de un nuevo tiempo, pleno de transformaciones y grandes victorias, que se alcanzaran mediante el esfuerzo y la persistencia.

Hoy les pido que estén más vigilantes que nunca y que jamás pierdan en sus corazones la esperanza y la alegría de recomenzar, una y otra vez, este eterno camino de intensa purificación de los aspectos del ser.

¡Sean persistentes! Sean persistentes porque les espera una eternidad de infinita Gloria al lado de Mi Hijo, para que fortalecidos por el Espíritu Sacratísimo de Dios, puedan vivir otras instancias de transformación eterna.

Yo los amo y los bendigo siempre.

Vuestra amada Madre María, la Aurora del Amanecer para la vida de este mundo