Queridos hijos:
Que nunca les falte la motivación y el empeño por servir.
Que la caridad le traiga al mundo la piedad que él necesita en este momento y que el descenso de la Piedad Divina transforme, en el servicio, a sus corazones y a toda la Tierra.
Que el acto de servir no solo sea una atención fraterna y amorosa al prójimo.
Que el servicio de los buenos corazones enmiende la inmensidad de errores y de faltas que son cometidas por la humanidad.
Que el servicio los impulse a ser cada día más caritativos, para que ya no sufran por no conseguir salir de sí mismos.
Que la llave del servicio a la humanidad y al planeta los coloque finalmente en el camino del apostolado.
No importa lo que suceda en este tiempo, sirvan con la convicción y la fe de que llegarán a encontrar la Piedad Divina, de que serán ayudados a través del acto de servir y que todos serán beneficiados por la Misericordia de Mi Hijo.
Demuestren a Dios que Su Proyecto de Amor es posible.
Reparen Su Corazón ofendido, en cada nuevo acto de servicio, y les aseguro, queridos hijos, que estarán ayudando en el Plan Redentor de Cristo.
Cuando su purificación o transformación sea difícil, vayan a servir.
Ocupen sus consciencias en acciones y en momentos espirituales de servicio.
Ayuden a construir la nueva humanidad a través de obras misericordiosas y fraternas.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz