Lunes, 25 de junio de 2018

Mensajes mensuales
MENSAJE PARA LA APARICIÓN DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ Y VIRGEN DE SCHOENSTATT, TRANSMITIDO EN LA CIUDAD DE EINSIEDELN, SCHWYZ, SUIZA, A LA VIDENTE HERMANA LUCÍA DE JESÚS

Cómo recibir Misericordia

Hijos Míos: 

Vengo al mundo, en este tiempo, no solo para enseñarles a clamar por Misericordia, sino también a generar méritos para que sean merecedores de la expiación celestial que la Divina Misericordia trae para sus vidas y para el mundo.

Vengo para advertirlos sobre la realidad del planeta, el que agoniza delante de los ojos indiferentes de la mayor parte de los seres humanos de la Tierra.

Vengo para retirarlos de la ignorancia, porque la ignorancia y la indiferencia humana no tienen nación, no tienen religión y no tienen cultura.

La ignorancia y la indiferencia están en la consciencia humana, como raíces profundas que fueron creciendo y ganando espacio a lo largo de todo su desarrollo como humanidad. 

Y hoy estas raíces son alimentadas por las modernidades, por las comodidades y por las facilidades que este mundo les ofrece, a través de cosas que son creadas a costa del sacrificio de los hombres y de los Reinos, y por el ultraje de la Tierra.

Por eso, hijos Míos, llego en este tiempo para cortar esas raíces, para conducirlos hacia una nueva vida, para mostrarles una opción que el mundo no les muestra, porque la oscuridad se apoderó del día a día de muchos seres humanos.

Es con la finalidad de despertar en sus corazones el amor que los conduce a la Verdad que los llamo al servicio y a la caridad, los llamo a la oración.

Solo el corazón que comienza a servir puede comprender lo que les digo y, si no experimentan por sí mismos, jamás beberán de la Fuente de la Sabiduría, la que nace de la experiencia y no tanto de las palabras.

Mis Palabras son impulsos divinos, son como la Luz que se enciende en un cuarto oscuro para que encuentren la puerta para salir de la prisión de estos tiempos. Por eso, hijos Míos, escuchen hoy Mi llamado, Mi Voz que se pronuncia por una Voluntad Divina, superior a todas las cosas y que trasciende el entendimiento humano. 

Escuchen Mi Voz y síganla.

Este mundo está ciego y su Madre Celeste viene, a pedido de Dios, para traerles la Luz para que puedan volver a ver, para traerles la vida a los que murieron y no lo percibieron, porque día a día se caen en los abismos de la ignorancia y de la indiferencia.

Vengo a una nación que está llena de conocimientos, colmada de ciencias y de filosofías, con la aspiración de transformarse; pero hoy Yo les digo, hijos Míos, que no solo deben cuidar de sus propias vidas. Este mundo, como un todo, es su casa y todos los seres que en él habitan, en todos los Reinos de la Naturaleza, son sus hermanos y son criaturas sagradas de su Padre Celestial.

Hoy vengo a llamarlos para dejar de lado las ciencias y las filosofías, y todo el conocimiento que colma sus mentes en estos tiempos, para que reciban de Dios el Conocimiento, el Entendimiento y la Sabiduría Divina.
Y les digo que no hay otra forma de recibir lo que el Padre les ofrece que no sea cruzando la puerta de la humildad y, de rodillas y en oración, clamar por Misericordia.

No son las riquezas del mundo las que colmarán sus almas, sino la plenitud de saber que todo lo hicieron para que todos sus hermanos tuvieran una oportunidad de sentir y de vivir el amor y la verdadera alegría; la plenitud de saber que cumplieron con su parte y de poder llegar al Padre, delante de Su Altar Celestial, con el corazón limpio y en paz.

Escuchen, hijos Míos, las advertencias de su Madre Celestial. Sirvan, oren y clamen por Misericordia. 

Vayan al encuentro de los que más necesitan, y que la caridad actúe en sus corazones transformando su condición humana, cortando las raíces más profundas de la ignorancia y de la indiferencia. Así sabrán y comprenderán lo que Yo les digo.

¡Les agradezco por escuchar Mis Palabras y por abrirse de corazón a los impulsos divinos que hoy les traigo!

Yo los bendigo y los amo,

Vuestra Madre María, Rosa de la Paz y Virgen de Schoenstatt