Queridos hijos:
Todos los domingos tengo la dicha de escuchar, amorosamente, la Oración por la Paz en Sudamérica. Es en ese momento que siento en Mi Corazón a todas las naciones y, de esa forma, durante el tiempo en el que se realiza la oración, puedo intervenir y ayudar a Mis hijos más necesitados.
Sudamérica es el edén de la Nueva Humanidad. Por eso, todos los domingos debería surgir de sus corazones la necesidad y el ímpetu de orar por toda Sudamérica para que, en este momento de crisis, la Gracia de la restauración y de la cura espiritual llegue a todos.
Los invito, Mis amados hijos, a seguir adelante con este importantísimo ejercicio del Santo Rosario por la Paz en Sudamérica, para que Dios tenga Piedad y Misericordia por los que no tienen nada, por los que son olvidados, por los más miserables de espíritu.
Agradezco desde siempre la oferta de Mis hijos que sostienen, a lo largo de los tiempos, esta importante oración, pero también agradezco todas las demás oraciones que son rezadas por la paz en otras causas y fines.
¡Les agradezco por responder a Mi llamado!
Los bendice,
Vuestra Madre, la Virgen María, Rosa de la Paz