Domingo, 1 de marzo de 2020

Mensajes semanales
MENSAJE SEMANAL DE MARÍA, ROSA DE LA PAZ, TRANSMITIDO EN EL LAKE ERIE, ONTARIO, CANADÁ, AL VIDENTE FRAY ELÍAS DEL SAGRADO CORAZÓN DE JESÚS

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Querido hijo y querida hija Míos:

Escucha, en este momento, el viento invernal que abraza al norte del planeta. 

Siente la luz de este lago que todo revela. Únete a la naturaleza de tu ser y comulga con Dios para que, en este día, renueve tus votos en nombre de la humanidad y del planeta, en nombre del Proyecto Original de Dios y de todo lo que aún deberá realizarse aquí, sobre la superficie de la Tierra.

Siente la brisa de este viento invernal de Canadá y abre las puertas de tu consciencia a lo nuevo, para descubrir el conocimiento sagrado que se guarda en este planeta y en muchos Recintos Internos de la Hermandad.

Recibe esta brisa invernal de Canadá como un momento de introspección y de recogimiento, para descubrir dentro de tu ser lo que verdaderamente existe y que no es aparente, lo que ha surgido una vez de la Fuente para vivir y experimentar el despertar de la consciencia, la evolución del amor y el gran momento que tú vives hacia la redención que te ofrece este planeta y esta creación que aquí se encuentra; absolutamente pensada, meditada y contemplada por el Padre Eterno para cada uno de Sus hijos.

Es desde este escenario, en Canadá, que hoy envío Mi mensaje para cada Hijo de María, para cada hijo Mío consagrado a Mi Materno e Inmaculado Corazón.

Momento importante en el que pueden renovar sus vidas y consciencias en la aspiración de cumplir el Plan de Dios como ejércitos de la Madre del Mundo, que atraen hacia la Tierra todo lo que está en los Cielos para que las almas se enciendan en luz en su interior y encuentren a Dios, más allá de todo lo que suceda o lo que acontezca.

Caminen hacia el encuentro de la nueva humanidad. Ustedes son la transición de algo que vendrá y que surgirá en poco tiempo. Este es el momento más duro y difícil, pero no es el único.

Después de que todo suceda llegará la Luz, la Luz de Cristo, la Luz de Mi Hijo, para volver a iluminarlos, así como el Espíritu Santo iluminó a los apóstoles.

Sigan el camino que están construyendo en sus vidas y no se dejen amedrentar ni perturbar.

Un Hijo de María es aquel que renace todos los días y que cumple, más allá de él, lo que Dios tanto espera en las cosas simples de la vida, en los gestos de amor, en la caridad y en el bien.

Que el servicio sea la antorcha de los Hijos de María, que la oración siempre sea el fuego que encienda sus corazones para encontrar la paz, la paz tan urgente en estos tiempos, la paz que ustedes pueden espejar con el ejemplo de sus vidas y de su entrega.

Hoy les hablo desde el congelado país de Canadá y, abriendo Mis brazos y extendiendo Mis manos hacia ustedes, queridos hijos, expando la luz de los Espejos del Universo sobre la Tierra para que sus almas, en este día, sean colmadas de más atributos y principios y, así, puedan seguir caminando en la evolución del amor y de la consciencia, en una apertura más amplia y profunda, para comprender los Misterios de Dios y de esa forma vivir Su Plan en la superficie de la Tierra.

Hoy envío este mensaje desde Canadá como parte de una trayectoria de la Jerarquía Espiritual que recorre ciertos lugares de la Tierra a fin de preparar a sus consciencias y a sus hermanos para lo que llegará.

Por eso, el conocimiento en sus vidas es imprescindible, para que lo puedan aplicar y llevar adelante en el día a día, y así ustedes imiten a otros pueblos y consciencias que también pasaron por la Tierra y que vivieron un gran despertar.

Hoy Me alegro de verlos reunidos en el nombre del Amor de Dios, que es lo primero que deben vivir en sus vidas. Hoy Me alegro de que estén reunidos en el nombre de Mi Hijo, y por último en el Amor de su Madre Celeste, que extiende Su manto para protegerlos, para ampararlos y envolverlos en la Gracia de Dios. 

Esa Gracia Divina que es inextinguible e irrefutable, una Gracia que Yo he traído, especialmente, para cada hijo consagrado a fin de que despierte a su misión personal y perciba que este es el tiempo y es el momento del gran encuentro, del gran servicio por la humanidad y por el planeta, como por los Reinos de la Naturaleza.

Por esa razón, hoy Me encuentro aquí, desde los grandes lagos de Canadá envío Mi mensaje de Amor, de Paz y de reconsagración para cada hijo Mío consagrado a Mi Materno e Inmaculado Corazón.

Nunca pierdan de vista la verdad de lo que son y la Existencia Divina que una vez los formó y los creó. Así, aprenderán a superar las apariencias y los obstáculos, y renovarán sus vidas en la amorosa oración diaria que los unirá a Dios y a todo el Universo.

Que la potencia y el poder de los Espejos del Universo iluminen sus consciencias y a todos sus hermanos para que, ante un nuevo paso de reconsagración, cada uno asuma su lugar y su momento de gran servicio planetario, porque se acerca un momento definitivo y no está lejos, hijos Míos. Ese será el tiempo y la hora de hacer todo por este planeta y por su humanidad a fin de que todo pueda comenzar de nuevo como está previsto.

Reciban de Mi Corazón la luz de las Gracias y de la Misericordia del Padre. Colmados por Mi espíritu maternal reafirmen sus votos y renueven sus consciencias, porque aún hay mucho por hacer y por servir.

Que la oración en sus vidas siga siendo ese puente que los une a Mi Corazón y que los lleva al Cielo, en espíritu, todos los días.

Que en este día de renovación todos los Hijos de María se coloquen de pie y como ejércitos afirmen el compromiso de fidelidad y de unión con su Madre Celeste, la Madre Universal.

Con alegría y regocijo recibo sus súplicas e intenciones para que, en este año 2020, puedan seguir creciendo interiormente y se formen como apóstoles de Cristo en la Tierra.

Desde el Gran Espejo del Universo envío toda la Luz que necesitan, ustedes y el planeta, para que esta civilización humana pueda reencontrar el sentido de vivir este Proyecto de la Creación que aún se deberá cumplir y que ustedes prepararán ese cumplimiento con el Retorno de Cristo.

Alégrense y sonríanle a la Madre de Dios porque la Gracia Divina tocó sus corazones y vidas para siempre.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.

Ante la Presencia de la Madre de Dios que nos trae la cura interna y la renovación, ante Su Presencia en este día que colma nuestras vidas y corazones por medio de Su Gracia, renovamos todos juntos nuestros votos ante el Inmaculado y Materno Corazón de María, por el triunfo de Su Corazón en este planeta y en esta humanidad, y para que Sus divinos y sagrados atributos sigan descendiendo en nuestras almas y en nuestros hermanos, y ante este escenario en los grandes lagos de Canadá, siendo acogidos por el viento de este gran invierno y ante Su Gran Espejo, el Espejo de la Madre Universal, vamos juntos a realizar tres veces la oración de la Madre Universal para que Sus atributos sigan obrando y consagrando a las almas de este mundo.

Oración: Madre Universal (se repite tres veces).

Y ahora, hijos Míos, vuelvan a escuchar el movimiento de los Espejos, a través de este viento invernal que los abraza y del movimiento del agua de este gran lago, y cómo es posible que la síntesis de la Creación se manifieste en toda la naturaleza y dentro de ustedes; y así, regresen a sus orígenes, a su verdad y a sus esencias para estar allí en Dios y por Dios cumplir Su Voluntad.

¡Les agradezco por haberse reunido en este día Conmigo!

Y bajo la autoridad que Mi Hijo Me concedió, Yo los absuelvo y los reconsagro como Mis hijos, los hijos del Padre Celestial.

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.